Capítulo 23 - Rumores.
Aquí os dejo el capítulo de esta semana. Espero que les guste :)
Las palabras de Alberto estuvieron molestándome durante todo el día, ni siquiera recorrer la ciudad y pararme a cenar con Olivia ayudó a calmarme. Me había dicho cosas horribles, me acusó de ser egoísta, pensar sólo en mí al dejarle, marcharme de la ciudad sin que él pudiese opinar sobre todo aquello.
Sí, estaba siendo egoísta. Pero era algo que necesitaba. Era mi vida de lo que hablábamos.
- ¿Por qué estás tan distraída hoy? – quiso saber Olivia, me encogí de hombros.
- Alberto me llamó esta mañana – eso la sorprendió, quizás pensaba que había otro hombre en mis pensamientos – le está costando más de lo esperado aceptarlo.
- Es normal. Acaba de perder a una gran mujer – aseguró ella, tomándose de un trago lo que quedaba en su botellín.
- Kang Hyuk opina que no debería contestar al teléfono. Quizás si dejo de contestar se aburra y se dé cuenta de que ha terminado.
- Son unas palabras muy sabias – bromeó, sin querer tomárselo en serio - ¿qué tipo de relación hay entre vosotros ahora?
- Aún no hemos hablado sobre eso – contesté.
- Entonces puede que sólo te esté usando como hizo Kyu Jin – lanzó. Negué con la cabeza – ni siquiera habéis hablado sobre vuestra relación, pero sí que os habéis acostado ¿no?
- Hemos hablado sobre lo que sentimos – eso la sorprendió – pero no hemos puesto nombre a lo que somos, no quiero pensar en el punto en el que estamos ahora, Oli. No voy a forzarlo pidiendo ese tipo de explicaciones – ella agarró otro trozo de pollo empanado – me gusta lo que hay entre nosotros.
- De todos los hombres en los que podías haberte fijado... - se quejó, haciéndome reír – y vas a fijarte en el CEO de una importante compañía de Seúl. ¿Sabes lo complicado que será? Ni siquiera sabes dónde te estás metiendo – la miré, sin comprender, parecía que ella estaba al fin dispuesta a contarme más sobre todo aquello - Nuestro jefe es una figura pública.
Se tapó la boca con las manos, de forma exagerada, al darse cuenta de que estaba hablando de más. Yo seguía con la vista fija en ella, justo cuando un sinfín de notificaciones de móviles se escucharon en el lugar, y todas esas personas dejaron lo que estaban haciendo y miraron a sus respectivos teléfonos. El cuchicheo comenzó poco a poco a ser global, allí, en el interior de aquel pequeño restaurante de Myendong
- Esto es mala señal – se quejaba Olivia, sacando su teléfono, buscando algo, hasta que su rostro lo dijo todo – ¡muy mala!
- ¿Qué está ocurriendo? – me quejé, quitándole el teléfono, quedándome de piedra al ver una foto en la que aparecíamos él y yo. Fue tomada en el restaurante, la noche anterior, él estaba agachado frente a mí, antes de que nos besásemos apasionadamente.
Tragué saliva, al leer el titular de la noticia.
Lee Kang Hyuk y su nueva amiga.
Leí la noticia que venía debajo.
El gran soltero de oro parece haber olvidado al fin a la multimillonaria Kim Ain Lein. Fui visto la pasada noche en compañía de una señorita de procedencia europea, que parece muy cercana al CEO de la revista...
¿Sabrá ella el tipo de persona que es él? ¿Qué opinará sobre los escándalos en los que se vio envuelto el pasado año?
Habrá que poner todos los ojos en la chica que parece haber reblandecido el corazón de hielo de nuestro Kang Hyuk Oppa.
Los comentarios dejaban mucho que desear. Algunos me apoyaban completamente, otros me llamaban bruja engatusadora, otros me deseaban todo lo peor por haberle conquistado, otros apoyaban aún la relación que él tuvo con su ex.
- ¿A qué tipo de escándalo se refiere? – quise saber. Ella negó con la cabeza, en señal de que no era buena idea hablar sobre ello – Cuéntamelo, Oli.
- Ella hizo estallar una noticia sobre sus relaciones íntimas – abrí la boca, sorprendida, jamás imaginé que alguien pudiese ser capaz de algo así en Corea del Sur – dijo que él le obligaba a hacer cosas. Estuvo metido en juicios sobre violación y maltrato, Susana – tragué saliva, sin saber qué responder. Me parecía una acusación demasiado dura. Él no era así, al menos el hombre al que yo conocía – Esto es muy malo. ¿Sabes lo mal que te lo harán pasar? Las fans coreanas son muy crueles.
- No estoy aquí para rendirme al primer problema – contesté. Ella negó con la cabeza, molesta. Sabía que estaba asustada, no había más que verla – no voy a achantarme, Oli.
- ¿Y planeas aferrarte a un hombre que ni siquiera se ha atrevido a hablar sobre tener una relación contigo? – sabía que estaba defraudada, pero no podía quedarme a calmarla – Puede que solo te esté usando, no quiero volver a recoger tus pedazos otra vez, Su.
- Esta vez es distinto – aseguré, ella negó con la cabeza, molesta por mi actitud.
- ¿Por qué confías en él tan ciegamente? Te vas a pegar una buena ostia cuando descubras que sólo quiere sexo.
- Debería ir a hablar con él de todo esto ¿no? – me observó, sin comprender, mientras yo me ponía en pie, siendo protagonista de todas las miradas.
- ¿Ahora?
- Te lo compensaré – prometí, besando su mejilla, para luego echar a correr hacia la avenida principal, buscando un taxi. Dándome igual las miles de miradas que estaban puestas en mi persona.
¡Dios! Me parecía de locos. Violación y maltrato. Él jamás había sido un hombre violento, jamás me hizo algo que yo no quisiese. Me parecía un encanto la mayor parte del tiempo. Así que ... ¿por qué esa tipa dijo esas cosas horribles sobre él?
Ni siquiera sabía si él estaba en su casa aún. Sabía que había quedado para cenar con sus padres, pero me detuve en recepción y pregunté por él. El hombre se me quedó mirando un momento, antes de confesarme que él no había llegado aún. Asentí y me preparé para marcharme a casa de Oli, pero entonces ese hombre dijo algo más.
- Señorita – me gire a mirarle - ¿es usted una mujer coreana? – su pregunta me cogió desprevenida – Su pronunciación es muy buena.
- Soy española – fue mi respuesta. Eso pareció sorprenderle incluso más.
- Es usted la mujer que aparece en ese nuevo escándalo junto al señor Lee Kang Hyuk, ¿Verdad?
- Sí – acepté, de nada me servía negarlo.
- Usted debería tener cuidado. El señor Lee no tiene buena fama con las mujeres – tragué saliva, sin saber qué decir – no es que sea un mujeriego, pero hay rumores de que es algo violento en la intimidad.
- Esos rumores no son ciertos – contesté, sorprendiéndole por mi atrevimiento. Otra en mi lugar habría aceptado el consejo y se habría largado, no volviendo a contactar al señor Lee. Yo era distinta. Quizás porque conocía cómo era él perfectamente en la intimidad. Demasiado rudo en el sexo, quizás eso asustaba a algunas mujeres. No a mí.
- Señor Lee – se percató él al ver entrar a ese hombre por la puerta del garaje. Se sorprendió de verme allí, pero una sonrisa apareció en su rostro entonces. Sin tan siquiera mirar al tipo que estaba frente a mí me cogió de la mano y tiró de mí hacia los ascensores.
- Te he extrañado – dijo en el interior, después de pulsar el número de su planta. Ya no tenía miedo, ni siquiera quería preguntar sobre esos rumores, sobre el tipo de nuestra relación, ni ninguna otra cosa, él me hacía sentir a salvo, de una forma inexplicable. Me colgué de su cuello y acepté sus besos, dejando que él guarda de abajo mirase hacia el monitor del ascensor, sorprendido.
Yo sólo podía pensar en ese reporte. Por su actitud parecía que él ni siquiera sabía nada. Las puertas se abrieron en su planta y él volvió a tirar de mí hacia su apartamento. Me permití pensar un momento en la verdadera razón por la que se había mudado a ese lugar, algo con vigilancia, que no dejaba entrar a cualquiera. ¿Y si alguien había intentado hacerle daño? Eso me aterró, y él pudo verlo reflejado en mi cara
- Ven – pidió, tirando de mis manos. Se sentó en el respaldo del sofá y tiró de mí para que me acercase – ¿ese tipo ha vuelto a hacerte daño con sus comentarios malsonantes? – negué con la cabeza – no podemos hacer nada con su actitud de mierda. La gente feliz no busca hacer daño a otros.
- Pensaba en nuestra cita – comencé, me observó, con atención, mientras yo me impacientaba. ¿cómo podía estar él tan tranquilo? – parece que alguien nos fotografió en el restaurante – él entendió en seguida por dónde iba. Tragó saliva, incómodo, pero sonrió al mirarme, como si intentase calmarme – parece que eres una figura pública y podría afectarte cualquier escándalo.
- Hace tiempo que me acostumbré a eso – me dijo – me alejé de mi familia para no salpicarlos con todo esto y me centré en los negocios, olvidándome de vivir, hasta que apareciste, Susana – acaricié su hermoso rostro, mientras él no me quitaba ojo. Pensé en las cosas que la gente diría sobre él, en lo difícil que debió haber sido.
- Ella quiere herirte – me percaté. Él no dijo nada, sólo se aferró a mis dedos, como si tuviese miedo de que me marchase a alguna parte – ha inventado todo tipo de mentiras para alejar a la gente de tu lado – sonrió.
- No crees en los rumores – se percató, sorprendido y aliviado al mismo tiempo. Me mordí el labio inferior, aún ansiosa con todo aquello – Ella se ha encargado de que todas las mujeres de Corea se alejen de mí, Susana.
- ¿Por qué? – me quejé. Me parecía de lo más injusto. Tragó saliva, bajando la cabeza un momento – ¿Sólo porque te gusta el sexo ardiente? – él me miró entonces, sorprendido porque lo hubiese definido tan bien.
- Por eso y porque me atreví a pedirle el divorcio – contestó. Asentí, intentando comprender las razones de esa mujer. Pero no podía, ni siquiera entendía cómo podía hacer daño al hombre con el que había compartido su vida - ¿en qué piensas? – nuestras miradas volvieron a cruzarse, él lucía triste, y eso me aterró – Si todo esto es demasiado para ti... - tragó saliva, haciendo una mueca desagradable, como si sólo pensar en ello le hiciese daño - ... te dejaré marchar – negué con la cabeza, desconcentrándole.
- Necesito una confesión – asintió, en señal de que lo haría – me quedaré a enfrentar todo esto, contigo – una sonrisa tonta se dibujó en su rostro, y sus ojos brillaron de una forma especial – pero antes necesito que me digas qué es esto – parecía no entender a lo que me estaba refiriendo - ¿qué tipo de relación existe entre nosotros? – sonrió, calmado, acariciando mis mejillas, apartándome los cabellos de la cara, sujetándolos detrás de mis orejas, fijándose en cada detalle de mí, enamorado, como si fuese la cosa más bonita que había visto jamás.
- ¿Los sentimientos que nos confesamos ayer no te han dado una ligera idea? – pensé en ello. Mi alma se calentó cuando recordé esa palabra que me hacía feliz, pero no por lo que significaba, sino porque eran sus sentimientos y él confesándomelos.
- Olivia opina que eres cómo Kyu Jin – confesé mis miedos, y él se quedó allí, escuchando, asintiendo, dejando caer sus manos, apoyándolas sobre sus rodillas – y eso me hizo pensar que quizás sólo quieres que seamos amantes, como la otra vez.
- La otra vez tu tenías novio e ibas a volver a tu vida en España – asentí, entendiendo su punto de verlo – Esta vez has dejado tu vida en Granada, has abandonado a tu novio, y has venido a aferrarte a los sentimientos que sientes por mí. ¿no? – asentí, pues sólo él podía haberlo explicado así de bien.
- Pero no quiero que tu respuesta esté condicionada por mis propias decisiones – pedí, aterrada. No quería aferrarme a humo, que uno de los dos perdiese su camino, que fuese algo que no era sólo por los sentimientos. Eso me hacía recordar a Alberto, a como aplaqué mi forma de ser para conservarle y quedarme a su lado. Dejé que su personalidad me eclipsase. Ya no quería ser así. Quería ser yo misma y que él fuese él mismo.
- El tipo de relación que existe entre nosotros ya lo sabes, Susana – se quejó. Pensé en ello, pero no obtuve respuesta. Entonces él dio luz a las sombras - ¿Crees que habría viajado a Granada a visitar a cualquier amante? – tragué saliva, sin saber qué contestar – Estabas con otro tío, pero esperaba verte, aunque fuese como amigos, pero entonces te vi. Estabas atrapada en una relación que no te llenaba, fingiendo ser otra persona para agradar a otros – él podía verme tan bien, mucho mejor que otras personas – y me recordaste a mí, era como mirarme a un espejo, porque yo era de la misma forma cuando estaba con ella – comprendí entonces cada uno de sus consejos en ese entonces, la forma en la que él luchaba por quedarse a mi lado, no tenía nada que ver con los celos, como pensé en un principio – quería recordarte quién eras, así que cedí a las ganas que tenía de ti, y me acosté contigo. Ni siquiera sé en qué momento mis sentimientos hacia ti se volvieron tan intensos – explicaba, abriéndome su corazón – No quiero que seamos solo amigos y tampoco sólo amantes.
- Quieres estar conmigo – me percaté, con la boca abierta. Me parecía del todo inverosímil. Pensé que podíamos conocernos, ir viendo a dónde nos llevaban nuestros sentimientos, pero jamás me di cuenta de que las cartas ya estaban puestas sobre la mesa.
- Mi silencio es lo que la prensa obtendrá si me dices que esto te supera – me dijo, aún sin querer aferrarse a aquello, preocupado por mi bienestar. Sonreí, como una idiota. Porque en ese momento, más que nunca me parecía estar protagonizando un kdrama. Rompí a reír al pensar en ello, y él sólo me miró, esperando una respuesta.
- No estoy asustada por esos rumores – le calmé. Me devolvió la sonrisa, y ese brillo en sus ojos calmó mi corazón – hace falta mucho más que esto para asustarme, Oppa – ensanchó la sonrisa. Le gustaba que le llamase así - ¿Crees que he dejado mi vida en España para huir con el primer problema?
- Sé que no – me calmó – eres valiente, no te asusta cualquier cosa – levanté los brazos y los apoyé en sus hombros – ni siquiera mi forma atrevida de follar.
- Saranghe – confesé, antes de lanzarme a sus labios, desesperada, porque se me había hecho eterna la maldita conversación. Tan sólo quería dejarme llevar por los sentimientos en ese momento.
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