Capítulo 21 - Un chico ardiente.
Hoy tendreis un extra de cada una de mis historias, excepto de Only Yours, que sigo trabajando en el Epílogo 2 final. Me está costando más de lo esperado :P
Espero que os guste este capítulo :P
Le observaba, allí, de pie, frente a él, después del desayuno, totalmente vestida, antes de marcharme a casa de Olivia y él a trabajar. Había algo en sus ojos que me calmaba, pero su actitud me hacía temblar. No lucía ni un poco asustado por la complejidad de nuestros sentimientos, cuando ni siquiera éramos nada, tan sólo dos desconocidos que querían intentar algo juntos, nada más.
- Hablaré con los de recursos humanos hoy – apoyé las manos sobre sus hombros, aún me sentía incómoda con la idea de ser la amante del jefe – no tienes por qué aceptar la propuesta, Susana.
- Tengo dinero ahorrado – aseguré, y era cierto. Tenía una cuenta de ahorros, a pesar de que no tenía mucho, no para sobrevivir en esa gran ciudad. Pero aceptar un trabajo en su compañía asustaba.
- De acuerdo, no voy a presionarte – asentí, apreciando el gesto – pensaré durante todo el día en ti – sonreí, él era todo un encanto – en nuestra segunda cita.
- Yo elegiré el lugar esta vez – le corté, sonrió, asintiendo - ¿qué te parece pasar el día en el parque de atracciones?
- Sería bajar mi rango mucho – tragué saliva – había pensado ir de compras, no has traído mucha ropa ¿no?
- No voy a dejar que pagues mi ropa – me quejé. Sonrió, apoyando las manos alrededor de mi cintura – tú mismo lo dijiste, esto no es un kdrama.
- No lo es – aseguró – pero te haré la protagonista de uno si te hace feliz – sonreí, como una tonta, acortando las distancias entre nuestros labios para besarle apasionadamente una vez más. Se levantó de la silla y tiró de mi mano para darme la vuelta, colocándome de espaldas a la mesa, para luego auparme a ella. Le observé, sin comprender que era lo que pretendía, entonces me encontré con su ardiente boca, su aliento descargándose en mi piel. ¡Dios! Ese hombre ardiente me volvía loca – Aunque... - apoyó la mano en la mesa, y acercó sus labios a los míos, mientras yo me echaba hacia atrás, hasta que mis manos se apoyaron en la mesa, echando los platos a un lado. ¡Dios! ¿Cómo podía ese hombre...? - ... este kdrama es para mayores de 18 – aseguró, metiendo su mano libre entre mis piernas, subiendo más y más, haciéndome temblar.
- Oppa – le llamé cuando rozó sus dedos por ese punto álgido, aún por encima de las bragas, haciéndome perder la concentración – vas a llegar tarde al ... - prolongué la consonante, dejando escapar un gemido, mientras él seguía provocándome, con la vista fija en mis labios, los suyos entre abiertos.
- Soy el jefe – aseguró, mientras bajaba la cremallera de la espalda con su otra mano – quítatelo – pidió, deseoso de más de mí, sin dejar de mover sus dedos, acariciándome ese punto estratégico, haciéndome temblar, cada vez más. Dejé caer el vestido al suelo, quedándome en ropa interior frente a él, ya que mis medias fueron rotas por él de nuevo. Tragué saliva, con mi piel tan terriblemente sensible a cualquiera de sus toques, que me hacía gemir a cada tanto – enséñame tus tetas – tragué saliva, resistiéndome todo lo que podía a sus labios, que seguían provocándome. Jugar con él me gustaba demasiado. Presionó el broche en la parte de atrás, soltándolo, dejando que me lo quitase y lo tirase al suelo.
Su teléfono empezó a sonar, irrumpiendo en aquella burbuja, haciéndonos sonreír a ambos. Salvada por la campana, eso era lo que pensaba. Se echó hacia atrás y fue a la encimera a coger su teléfono, contestó a este, mientras yo me recuperaba del calor del momento. Me bajé de la mesa y miré hacia el vestido y mi sujetador.
¡Dios! Ese hombre me volvía loca.
- Tenlo todo listo – pidió al tipo al que contestaba, fijándose de nuevo en mí. Sonrió y todo a mi alrededor dejó de tener sentido. Me mordí el labio inferior, deseosa, haciéndole perder la concentración – llegaré más tarde a la oficina, algo me ha surgido, tengo que dejarte – caminó hasta mí, me agarró de la cintura y volvió a subirme a la mesa, mientras yo sonreía, él era tan ardiente... - ¿por dónde íbamos? – Un gemido se escapó de mi garganta, desde lo más profundo, cuando él se metió entre mis piernas y cazó mi pezón derecho entre sus dientes, lamiéndolo despacio, mientras tiraba de mis bragas con sus manos, tirándolas a un lugar de la habitación.
- ¡Oh Dios Mío! – gemí en español, haciéndole sonreír, dejando un camino de babas por mi pecho, mordiscos que me volvían loca, hasta que su cabeza se metió entre mis piernas, subiendo mis talones a la mesa, tomando una panorámica más real de lo tenía frente a sus ojos. Me miró antes de atacar, sonriéndome de esa forma pilla que tanto me gustaba.
- Este kdrama es muy ardiente – bromeó, haciéndome sonreír, perdiéndome en mis propios gemidos en cuanto él lamió ese punto que vuelve locas a las mujeres.
Sus gemidos se entremezclaban con los míos, por esa forma tan loca que tenía de hacerme aquello, atreviéndose a meter un par de dedos en mi interior. Haciendo temblar la mesa, mientras me recostaba sobre ella, clavándome los platos en la espalda, manchándome de comida, importándome un bledo todo aquello, mientras que mis cabellos caían en cascada por el borde de la mesa y mi cuerpo se encogía con cada uno de esas convulsiones, empezando a perder la cordura en todo aquello, abriendo la boca de par en par, quejándome como jamás antes, secándome la garganta de la forma en la que todo yo le pedía más a ese hombre tan ardiente. Porque un coreano no debería ser así, no era a lo que estaba acostumbrada.
Mi cuerpo estalló en pedazos, miles de motas que flotaron por la habitación, antes de volver a mi cuerpo, poco a poco era consciente del lugar en el que me encontraba, de quién era yo, él, y luchaba por recuperarme. Pero me había dejado tan débil, mi cuerpo era de trapo, estaba exhausta después de tal nivel de placer. El nivel al que él había llevado la tensión de mi cuerpo nunca antes la sentí.
Me sentía cansada, como si hubiese corrido un maratón. Mis fuerzas se habían marchado.
Me cogió en brazos, sin necesidad de palabras y me dejó junto a la bañera, tuve que apoyarme en el lavabo, porque sentía mis piernas como si fuesen gelatina. Él puso la calefacción en el baño, justo cuando mi piel se erizaba con el frío del lugar.
Abrió el grifo y dejó que la bañera se llenase, echó algunos jabones y lo que parecían ser bombas de baño que llenaban el lugar con olores dulces. Y entonces me miró, aún tenía la boca llena de mí.
Acorté las distancias entre nosotros, como pude y me colgué de su cuello, besando sus labios, lamiendo mis propios jugos, mientras mis manos actuaban solas, quitándole la corbata, desabotonándole la camisa, con él ayudándome con esa labor.
- Echaba de menos esta parte de ti – me atreví a confesarle, aún sin apenas voz, con la respiración agitada, haciéndole sonreír. Me cogió en brazos y me metió en su bañera, cerrando luego el grifo. Dejé que el agua caliente abriese los poros de mi piel un poco más, si es que eso era posible. El aceite de las bombas de baño me arropaba, mientras él se quitaba del todo la camisa, con ese cuerpo tan sexy frente a mí. Se quitó los pantalones, los calzoncillos, los zapatos y los calcetines, y se metió en la bañera.
Acarició mi espalda, quitándome los restos de comida, mientras yo levantaba mis manos y las apoyaba en su perfecto pecho. ¡Dios! Me parecía una locura que todo eso fuese mío. Era tan afortunada de poder disfrutar de buen sexo con ese ardiente hombre. Tiró de mi cintura atrayéndome a él, recorriendo mi piel con sus dedos mojados, presionando la esponja por mi piel. El calor me invadía, estaba en llamas, joder, a pesar de acabar de tener el mejor orgasmo de mi vida en sus brazos, estaba lista para sentir más. ¿Qué me estaba haciendo ese hombre?
Cazó mis labios entre los suyos, mientras yo le abrazaba, aferrándome aquello, de forma desesperada, gimiendo a cada tanto, con sus manos guiándome hacia él, hasta que eso duro se introdujo dentro, sin demasiado esfuerzo, abrí los ojos, sin saber cuándo los había cerrado y le miré. Él parecía estar tan ansioso de mí como yo de él.
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