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Capítulo 13 - Aeropuerto.

Les traigo el capítulo del domiingo ya.

Espero que les guste :)

Fue difícil, debo admitir, volver a casa, a la rutina, dejar que mis vacaciones no llenasen mi vida, el trabajo me ayudó bastante, pero Alberto no ayudó ni un poco, los primeros días me colmó de besos, de arrumacos, de esa atención que hacía tiempo que no me prestaba, me hizo incluso reconsiderarme la decisión de dejarle, pero tras tres semanas, volvía a ser el mismo, tan sólo era la alegría del momento, justo como siempre. Creo que él no era consciente de que podía perderme, pensaba que siempre iba a estar ahí para él, que en cuanto chasquease los dedos, me tendría frente a él, esperando una galleta, como una perrita fiel. Pero las cosas ya no eran así.

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Dos semanas pueden pasar realmente rápido cuando te aterra enfrentar una situación. Ese era el caso, a pesar de lo mucho que ansiaba verlo, volver a ver a ese chico atrevido que me convertía en la chica atrevida que solía ser en el pasado.

Me había convertido en una remilgada en la cama, callada en el trabajo, intentando pasar desapercibida, alguien que no destacaba en lo absoluto. Esa no era yo. Pero ... supongo que estar con un chico tímido hace que cambies un poco, que bajes tus bromas para adaptarte a él, y te conviertas en otra persona.

Me asfixiaba en esa relación, estaba cansada de ser alguien que no era. Eso era todo.

Gala insistió en acompañarme al aeropuerto, y de alguna forma me sentí agradecida. Si ella venía no tendría la tentación de acostarme con él.

- ¿Cómo es él? – rogó mientras seguíamos caminando hacia la puerta de llegadas. El aeropuerto de barajas era enorme, tan sólo esperaba encontrarlo. He de decir que la ignoré, estaba demasiado nerviosa por verle.

Era trabajo. Debía tranquilizarme. Su razón de estar allí sólo eran negocios. Así que... todo estaría bien entre nosotros.

Habíamos llegado temprano, las puertas aún no se abrían, a pesar del gran número de personas que esperaban a los que vendrían.

- Susana – se quejó Gala, que no estaba siendo el centro de atención, y eso era algo que ella odiaba – Dime al menos de dónde es – Sonreí, divertida, girándome a mirarla. Tenía razón, ni siquiera le había contado nada al respecto.

Estaba sorprendida conmigo misma. En cualquier otra circunstancia le habría contado todo con lujo de detalles, al menos la antigua yo lo haría. Pero de él no quería hablar con nadie, tenía la sensación de que se volvería más real de lo que era si hablaba de ello.

Tampoco es como si fuese algo importante, tan sólo fue una aventura con un chico extranjero que no volvería a ver. Tan sólo nos comportaríamos como viejos conocidos cuando llegase, sin volver a pasar esa línea. Eso era lo correcto, hasta que decidiese qué hacer con Alberto. No podía dejar que las cosas volviesen a salirse de control, más cuando era justo eso lo que detestaba de los demás. Estaba siendo una hipócrita si defendía la fidelidad cuando yo era la primera que no podía ser fiel. Era la primera vez que me sucedía algo así, diré en mi defensa.

La puerta se abrió, y mi corazón se encogió, latiendo desbocado justo después. Él estaba cerca, y yo estaba indecisa. Ya no sabía si todo aquello era una buena idea.

- Quizás deberíamos irnos – dije, en voz alta, sorprendiendo a mi prima, que no me había visto tan ansiosa y aterrada jamás – podría llamarle luego y decirle que estoy ocupada y ... - un pelotón de personas empezaron a salir por las puertas, reuniéndose con sus seres queridos, y yo me quedé sin habla en cuanto le vi aparecer.

- Susana – me llamaba mi prima, apretándome de la mano para traerme de vuelta, yo estaba lejos de eso, más cuando miles de sensaciones contradictorias me embargaban de esa manera. Sentía frío y calor al mismo tiempo, estaba entusiasmada y aterrada, ansiosa y con ganas de irme.

Estaba guapísimo, llevaba un largo abrigo y tenía una pose varonil que me gustaba mucho. Sonrió en cuanto me vio y eso calentó mi corazón, dibujando una tonta sonrisa en mi rostro, haciendo que mi prima se girase a mirar hacia el mismo punto al que yo lo hacía, quedándose con la boca abierta, literal.

Caminó hacia mí, en unos minutos que se me hicieron eternos. Por un momento sentí que sólo estábamos nosotros, no había nadie más, ni ruido y mucho menos incomodidad.

- Hola – dijo tímidamente, lamiéndose los labios, casi tan nervioso como lo estaba yo. Eso me calmó, darme cuenta de que no había nada qué temer. Él era perfecto, guapísimo, apuesto y había algo en su mirada que calentaba mi corazón, por no hablar que me hacía temblar con tan sólo una sonrisa. Pero había algo que me molestaba.

Levanté la mano para peinar adecuadamente su flequillo, parecía que algo lo había alterado. Retiré la mano en cuanto lo hube dejado en la forma correcta, haciéndole sonreír de nuevo.

El carraspeo de Gala a mi lado me hizo despertar de esa hermosa ilusión en la que me hallaba envuelta.

Bajé la cabeza, avergonzada, divirtiéndole, parecía estar descubriendo una Susana tímida que o había visto jamás.

- Debería hacer las presentaciones – me mordí el labio antes de continuar, mirando hacia mi prima – Gala, él es Lee Kang Hyuk. Kang Hyuk shi – miré entonces hacia él – ella es mi prima, Gala – él asintió, levantando la mano para estrechársela a ella, que sólo observó la escena, antes de mirar hacia mí. Sabía que seguía flipando, no había más que ver su cara – Gala...

- Encantado de conocerla – apoyó él, ella le estrechó la mano entonces, y mientras lo hacía me observaba.

- ¿¡Dónde has conseguido un "Oppa" tan ardiente!? – gritó, por lo que tuve que tapar su boca para que dejase de hacer el ridículo. Él sonrió, divertido.

- ¿Qué demonios te ocurre, Gala? – me quejé, tirando de ella, sonriendo hacia él, dedicándole una dura mirada a mi prima. Ella rompió a reír, descargando un poco de su pesadez. La observé, molesta.

- Es que.... Pensé que este tipo de hombres sólo existían en los dramas – se explicaba. La que reí en ese momento fui yo. Él nos observaba, con curiosidad.

- Vamos – dije hacia él – llevaremos tus maletas al hotel – él asintió y nos siguió.

Gala le observaba de reojo, él lo hacía también, pero en vez de mirar hacia ella, era a mí. Levantó la mano, justo cuando me detuve junto al auto y acarició la mía, haciendo que me girase a mirarle. Él me observó, con detenimiento, mientras mi prima volvía a sorprenderse. Había una fuerte atracción entre ambos, pero no era sólo eso, había algo más.

- Te dije que sólo seríamos amigos – me dijo, en coreano, lo que hizo que mi prima nos observase con detenimiento. Porque ella podía entender inglés, pero no tenía ni idea de hangul – así que dime, ¿por qué la has traído a ella? – él lucía molesto, me di cuenta entonces. Lamí mis labios sin saber que contestar, mientras Gala agarraba su maleta y él hizo un gesto de agradecimiento cuando la guardó en el maletero del coche – puedo tomar un taxi si estás ocupada – Me crucé de brazos, evitando su mirada – habla conmigo, Susana.

- Ella no sabe sobre ti – contesté, sin querer darle más explicaciones a ese chico, mientras mi prima carraspeaba, haciéndose notar – deberíamos irnos – él asintió, entrando en el asiento trasero.

Sus miradas en el espejo retrovisor, conectando con la mía, me hacía sentir incómoda. Apreté el volante. Odiaba lo mal que estaba saliendo aquel reencuentro. Él se había molestado porque llevase a Gala, y yo me sentía de lo más patética.

- Bueno, Kang Hyuk Shi, ¿qué haces aquí en España? – quiso saber mi prima, en su perfecto inglés británico. Sonreí, divertida. A ella se le daban bien los idiomas, al igual que a mí.

- Negocios – contestó él. Era de pocas palabras. Yo ya lo sabía. Olivia me contó pestes sobre él, lo mucho que sus empleados lo respetaban y odiaban a la vez.

- ¿Cómo os conocisteis? – aquella vez la pregunta iba dirigida a mí. Aunque contestó él.

- En un club.

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