Capítulo 10 - Bromear sobre el futuro.
EXTRA EXTRA
Me adelanto al día de reyes y les traigo un regalito.
Espero que les guste :D
Hacerla reír mientras dábamos un paseo alrededor de la muralla fue agradable, hacerle fotos divertidas y besarnos a cada tanto, como si fuésemos una pareja normal, como si ella no tuviese que irse al día siguiente, como si tuviésemos una relación, como si el tiempo fuese relativo para ambos.
- Eres tonto – se quejó, justo cuando observábamos las maravillosas vistas desde la montaña de Gangnam, después de haber subido hasta allí en el teleférico. La abracé por detrás y acerqué mi boca a su oído antes de continuar con la broma.
- ¿Crees que sería poco placentero? – sonrió, sin decir nada, aferrándose a mis manos, sin querer que me separase aún. Ella no dijo nada, sólo nos quedamos en silencio, mientras algunos curiosos miraban hacia nosotros, a pesar de que cada vez hay más parejas interraciales, aún hay gente un poco antigua en este país.
- ¿No tienes negocios en España? – dijo de pronto, sacándome de mis pensamientos – si vienes alguna vez, podríamos vernos... - rompí a reír, sin poder evitarlo, echándome un poco hacia atrás, mientras ella se ponía en pie, se daba la vuelta y miraba hacia mí. Sonreí, como un loco, justo cuando me abrazó y me besó en los labios – es perfecto porque va a terminar pronto ¿no?
- No – me quejé al respecto – pero piensa en ello, ¿de verdad nos veríamos con tu novio en la misma ciudad?
- Pienso dejarlo cuando llegue a la ciudad – aseguró, molesta. Sonreí, entrelazando mis dedos alrededor, después de entornar los brazos alrededor de su cuerpo.
- ¿y por qué no lo dejaste antes?
- Hasta hace poco ni siquiera me lo había planteado de verdad, pero después de esto... - me quedé observándola un momento – creo que merezco más que lo que tengo con él, quizás conocer a un buen chico, al que le guste mucho el sexo... - volví a reír, divertido, ella estaba hablando de mí.
- Quizás ese chico viaje a España dentro de poco – bromeé. Ella sonrió y volvió a besarme. Ni siquiera estaba parándome a pensar en ello. Escaparme a España, ni siquiera era una posibilidad en ese momento. Una relación a distancia no funcionaría, soy demasiado ansioso con las chicas, lo que fue un gran problema con mi anterior matrimonio.
- Sólo para que quede claro – comenzó, rompiendo nuestro beso - ¿estás hablando de postergar esto?
- No – contesté – sólo hablo de seguir siendo buenos amigos, dejándonos llevar por lo que surja también – ella sonrió, entendiendo mi punto de verlo.
- No eres de esos que pueden tener una relación a distancia, ¿verdad? – negué con la cabeza – Está bien – me calmó – yo tampoco podría estar contigo así. A pesar de que no soy celosa, me matarían los celos contigo – sonreí, divertido – eres demasiado sexy – volví a reír, no podía evitarlo. Ella era muy divertida.
- El que debería de estar celoso soy yo – me quejé, volviendo a bromear – eres tú la que tiene un novio en España.
Y entonces, antes de que ninguno de los dos dijese algo más, empezó a chispear, haciéndola maldecir, mientras yo me reía al respecto. Vivir en un lugar como aquel era así, el clima está un poco loco, y es fácil que se ponga a llover de pronto.
- Clima tropical – contesté, haciéndola sonreír. La agarré de la mano, y juntos corrimos bajo la lluvia hasta detenernos en el teleférico, parecía haber poca cola para bajar.
Terminé comprando un paraguas de niño, ya que no había ningún otro, en una tienda, fuimos a comer algo entre risas y al salir se había levantado un viento terrible que hizo que se me estropease el paraguas, por lo que terminamos mojados enteros, cogiendo un taxi hasta mi casa.
Tuvimos sexo en la ducha, entre risas y terminamos después en la cama, empapándola. Ella me gustaba mucho, y ni siquiera quería pensar en qué sucedería conmigo cuándo ella se marchase.
Estaba agotada, pues después de eso se quedó dormida. La tapé con la colcha y me recosté a su lado, besé su cuello y su espalda, aún tenía ganas de más, a pesar de todo, esa mujer siempre conseguía eso en mí. Se dio la vuelta y me abrazó, apoyando sus labios en mi mejilla, y entonces dijo algo más.
- ¿Podemos sólo dormir? – asentí, apoyando mi mano en su hombro, abrazándola, olvidándome de un tercer asalto esa noche – Estoy cansada, Kang Hyuk Shi.
- Duerme – la calmé.
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