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¿Miedo?

Argentina soltó una risa sarcástica, mirando a Brasil con desafío.

—Ah, mirá quién viene a jugar al héroe. ¿Vos también vas a cargar con este peso muerto? —dijo, señalando a Paraguay con desprecio.

Bolivia, con los puños apretados, avanzó un paso hacia Argentina, pero Brasil puso una mano en su hombro, como recordándole que no valía la pena caer en sus provocaciones.

—No tienen derecho a hablarle así —dijo Brasil con una calma peligrosa, sus ojos clavados en Chile y Argentina. —Paraguay no está solo, y más vale que recuerden eso.

Chile dio un paso atrás, pero no sin antes soltar una última burla.

—Deberían tener cuidado. Proteger a alguien tan inútil puede terminar siendo su perdición. —Se giró hacia Argentina. —Vamos. No vale la pena perder el tiempo aquí.

Ambos se alejaron con risas arrogantes, pero Brasil y Bolivia no los siguieron con la mirada. Estaban concentrados en Paraguay, que seguía tirado en el suelo, intentando recuperar el aliento.

—Paraguay... —susurró Bolivia, arrodillándose a su lado. Lo ayudó a sentarse con cuidado, mientras el rostro de su amigo mostraba señales claras del maltrato que había sufrido. —¿Estás bien? Por favor, dime que puedes moverte.

Paraguay levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas y de una mezcla de dolor y confusión.

—¿Por qué... por qué harían esto? —murmuró, su voz apenas un susurro.

Brasil se agachó también, colocando una mano en su hombro.

—Porque son cobardes —respondió con firmeza. —No soportan verte feliz o intentar avanzar. Pero no les vamos a permitir que te hundan.

Paraguay sintió un nudo en la garganta. Por más que quisiera agradecerles, las palabras no salían. El dolor físico se mezclaba con el emocional, pero, a pesar de todo, había algo en sus amigos que lograba darle un pequeño respiro.

—Vamos a casa —dijo Bolivia con suavidad, ayudándolo a ponerse de pie. —Tienes que descansar, y nosotros estaremos contigo.

Brasil asintió, apoyándolo por el otro lado.

—Y no te preocupes. Esto no se va a quedar así.

Mientras caminaban hacia la casa de Brasil, Paraguay comenzó a sentir que tal vez, solo tal vez, no estaba tan solo como había creído. Las heridas dolerían por un tiempo, pero tenía algo que sus agresores nunca podrían destruir: el apoyo incondicional de aquellos que realmente lo querían.

Paraguay dejó que sus amigos lo guiaran, cada paso era pesado y dolía, pero la presencia de Brasil y Bolivia le daba un extraño consuelo. La casa no estaba muy lejos, y el silencio entre los tres solo era interrumpido por los suaves suspiros de Bolivia, que intentaba calmarse.

Al llegar, Brasil abrió la puerta rápidamente y ayudó a Paraguay a sentarse en el sofá. Bolivia corrió a buscar hielo y un botiquín, mientras Brasil se quedaba a su lado, limpiando la sangre de la comisura de su boca con una servilleta húmeda.

—Esto es inaceptable —dijo Brasil, rompiendo el silencio. Su voz estaba cargada de rabia contenida. —No pueden seguir haciendo lo que quieren sin consecuencias.

Paraguay, con los ojos bajos, solo murmuró:

—No deberían haberse metido... no quiero que se metan en problemas por mi culpa.

Bolivia regresó con el botiquín, frunciendo el ceño al escuchar las palabras de Paraguay. Se arrodilló frente a él y comenzó a colocar hielo en sus moretones con movimientos cuidadosos.

—¿Problemas por tu culpa? —repitió Bolivia, con una mezcla de incredulidad y enfado. —Paraguay, ¿escuchaste lo que dijiste? No es tu culpa que ellos sean unos... unos imbéciles que no saben respetar a los demás.

Brasil asintió, su expresión endureciéndose.

—Esto no se trata de meternos en problemas, se trata de protegerte. ¿Crees que vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras te hacen esto?

Las lágrimas comenzaron a acumularse nuevamente en los ojos de Paraguay, pero esta vez no era solo por el dolor. Era por el peso de las palabras de sus amigos. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que alguien estaba dispuesto a luchar por él, a estar a su lado sin importar qué.

—Gracias... —susurró, su voz quebrándose. —No sé cómo... cómo agradecerles todo esto.

Bolivia dejó el hielo a un lado y tomó sus manos con delicadeza.

—No tienes que agradecer nada. Somos amigos, ¿no? Esto es lo que hacen los amigos.

Brasil sonrió levemente, sentándose a su lado.

—Y vamos a demostrarte que siempre estaremos aquí, pase lo que pase.

El silencio que siguió no fue incómodo, sino reconfortante. Paraguay cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de sus amigos calaran hondo en su corazón. Tal vez aún quedaba un largo camino por recorrer, pero con Brasil y Bolivia a su lado, sentía que podía empezar a sanar.

Mientras tanto, Bolivia miró a Brasil con una mirada cómplice. Ambos sabían que el asunto con Chile y Argentina no podía quedar así. Pero por ahora, lo más importante era que Paraguay estuviera bien. Sus propios planes para enfrentar a esos dos podían esperar. Por ahora, solo importaba una cosa: cuidar a su amigo.

Este cap es mas corto porque recién me acorde que existía mientras revisaba mis historias DE sin mas, dame plata ¯\_(ツ)_/¯.

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