Donde se halla esperanza,llega la oscuridad y la opaca...
El sol de la mañana comenzaba a asomar cuando Paraguay despertó. Se sintió algo desorientado al principio, pero al instante recordó que había pasado la noche en la casa de Brasil. Miró a su alrededor y vio a Bolivia aún dormido en el sofá. Había algo reconfortante en la tranquilidad de la habitación. Por fin, parecía haber encontrado un poco de paz, lejos de las tensiones que lo habían agobiado por días.
Se levantó con cuidado para no despertar a sus amigos. Después de una noche más tranquila de la que había esperado, sentía que, por un breve momento, podría comenzar a sanar. Pensó que quizás las cosas no eran tan malas como parecían, y que, con el apoyo de Brasil y Bolivia, podría comenzar a superar su tristeza.
Mientras se dirigía hacia la puerta, sacó su teléfono móvil para ver si había algún mensaje o notificación importante. Fue entonces cuando vio algo que lo hizo detenerse en seco.
En su pantalla apareció un video titulado "El verdadero rostro de Paraguay", y, al hacer clic, las imágenes comenzaron a cargar. El video mostraba a Brasil y Bolivia en una especie de conversación, riéndose y burlándose de Paraguay de una manera cruel. Aunque Paraguay sabía que no podían ser ellos, algo en su estómago se revolvió al ver a sus amigos en ese contexto, aunque todo estaba editado. El video era claramente falso, pero las palabras que escuchaba en la grabación —"Paraguay es solo un tonto que no sabe cómo se juega en equipo" o "Nunca va a encajar aquí"— calaban hondo.
El corazón de Paraguay latió con fuerza, y el aire en la habitación se volvió pesado. Todo lo que había creído, todo lo que había experimentado en las últimas horas, pareció desmoronarse en un solo instante. Su mente le decía que el video era solo una manipulación de Chile y Argentina, que probablemente estaban enojados por la relación que Paraguay tenía con Brasil y Bolivia, pero el daño estaba hecho. La semilla de la duda ya había sido plantada.
Paraguay, con las manos temblorosas, miró el video una y otra vez, tratando de encontrar alguna explicación lógica. No quería creer que sus amigos pudieran haberlo hecho, pero el miedo y la desconfianza comenzaron a calar hondo en él.
De repente, el mundo que había empezado a reconstruirse en su mente se sintió como si se hubiera roto nuevamente. Pensó en lo que había vivido la noche anterior: la calidez, la cercanía, el apoyo de Brasil y Bolivia. Pero ahora, todo eso parecía desmoronarse ante los ojos de Paraguay.
Sin pensarlo, salió rápidamente de la casa de Brasil y caminó hacia su hogar. Necesitaba estar solo para procesar lo que acababa de ver, aunque las lágrimas ya comenzaban a empañar sus ojos. A medida que caminaba por las calles, la sensación de traición lo envolvía como una niebla densa.
¿Qué pasaba realmente con sus amigos? ¿Había algo que no estaba viendo, algo que se ocultaba detrás de esas sonrisas? ¿O todo era solo una cruel broma a costa de su dolor?
Su mente estaba llena de preguntas y dudas. No podía confiar en lo que sentía. No podía confiar en nadie.
Paraguay caminaba sin rumbo fijo, las calles a su alrededor parecían difusas, como si todo estuviera nublado por el dolor que sentía. Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior, como si el video que había visto hubiera puesto un peso nuevo en su corazón. A pesar de que sabía en el fondo que la grabación era falsa, las palabras crueles seguían resonando en su mente, como si fueran un eco que no podía apagar.
Se detuvo en un parque solitario, mirando al vacío, intentando calmarse. Los recuerdos de la noche anterior —la calidez de Brasil, la preocupación de Bolivia— le llegaban a la mente, pero ahora, distorsionados por la sombra de la duda. ¿Podía confiar realmente en ellos? Había sido tan fácil para Chile y Argentina crear esa mentira, y se preguntaba si sus amigos podrían haberlo hecho también, sin que él se diera cuenta.
El miedo a ser traicionado lo estaba consumiendo. Pensó en los buenos momentos que había pasado con Brasil y Bolivia, en las risas, en las conversaciones sinceras. Pero algo en el fondo de su ser le decía que no debía ser tan ingenuo. El mundo parecía haberse vuelto más oscuro de repente.
De repente, su teléfono vibró. Al principio, lo ignoró, pero luego vio que era un mensaje de Brasil. Sin pensarlo, lo abrió.
**"Paraguay, ¿todo bien? Te hemos estado buscando. ¿Por qué te fuiste tan rápido? Si necesitas hablar, estoy aquí. Por favor, no te sientas solo. Lo que viste no es verdad, lo prometo."**
Paraguay miró el mensaje, pero sus manos temblaban demasiado para escribir una respuesta. La duda seguía pesando en su pecho, a pesar de las palabras reconfortantes de Brasil. ¿Cómo podía confiar en que todo estuviera bien? Si lo que había visto en ese video era una mentira, ¿por qué le dolía tanto?
Unos segundos después, su teléfono vibró de nuevo. Esta vez, era Bolivia.
"Paraguay, ¿estás bien? Sabemos que algo no está bien. No le hagas caso a ese video. Sabemos que te has sentido mal últimamente, y yo... yo me siento mal por no haberte apoyado más. Pero por favor, no creas eso. Yo estoy aquí para ti, siempre lo estaré."
Paraguay se quedó mirando el mensaje, sus ojos llenos de lágrimas. Las palabras de Bolivia eran sinceras, eso lo sabía. Pero el daño ya estaba hecho. Las palabras en el video seguían retumbando en su cabeza, como si la mentira se estuviera apoderando de su mente.
De repente, algo cambió. En lo más profundo de su ser, algo comenzó a despertar. La sensación de estar roto no desaparecía, pero una chispa de claridad surgió entre las sombras. Paraguay respiró profundamente, como si tratara de encontrar su equilibrio.
No podía dejar que una mentira se interpusiera entre él y las personas que realmente le importaban. No podía permitir que la duda destruyera todo lo bueno que había construido con Brasil y Bolivia.
En ese momento, Paraguay decidió dar el siguiente paso: responder. No quería más dudas ni miedos. Necesitaba enfrentar la situación.
Con la voz temblorosa, escribió:
"Lo siento por haberme ido tan rápido. Vi el video y me confundí. Pero sé que no soy tan débil como para dejarme llevar por eso. Te quiero, Brasil. Te quiero, Bolivia. Me siento perdido, pero sé que no tengo que enfrentar esto solo."
Después de enviar el mensaje, se quedó allí, mirando el parque a su alrededor, sintiendo un poco más de paz. Sabía que las heridas no desaparecerían de inmediato, pero ahora tenía algo que nunca había tenido antes: la certeza de que no estaba solo, que tenía que ser fuerte pero algo se lo impedía.
Paraguay caminaba sin rumbo fijo, aún con la mente agitada por el mensaje que acababa de enviar. Su corazón latía más tranquilo ahora, pero las dudas seguían rondando en su mente. Se sentía vulnerable, con las emociones a flor de piel. No estaba seguro de lo que estaba sucediendo en su vida, pero al menos estaba intentando poner un paso delante del otro. Intentando seguir adelante.
De repente, sin pensarlo, avanzó distraído por una calle que no reconocía muy bien. Su mente seguía atrapada entre las palabras de Brasil y Bolivia, el eco de la angustia del día anterior aún resonando en sus pensamientos. No se dio cuenta de que se acercaba a una esquina, hasta que, de repente, algo lo hizo detenerse en seco.
Un fuerte empujón lo sacó de su concentración, y antes de que pudiera reaccionar, se encontró cara a cara con Chile. Detrás de él estaba Argentina, con una sonrisa burlona que parecía estar disfrutando de la situación.
—Mirá quién tenemos aquí —dijo Chile con tono de desprecio, cruzando los brazos sobre el pecho. —El gran Paraguay, ¿qué tal, amigo? ¿Sigues creyendo que todos te quieren?
Paraguay se quedó paralizado, su corazón dando un vuelco en su pecho. No podía creer lo que estaba viendo. Chile y Argentina, de pie frente a él, se burlaban sin piedad, riéndose de él de una
ChatGPT dijo:ChatGPT
—¿Así que crees que puedes ser parte de ellos? —se burló Argentina, empujando a Paraguay ligeramente con su hombro—. Pensé que ya sabías que no encajas, pero parece que no aprendes.
Paraguay intentó mantenerse firme, su cuerpo tenso, pero algo dentro de él comenzó a quebrarse de nuevo. Recordaba las palabras del video, las mentiras que lo habían tocado tan profundamente. Y ahora, frente a él, esos mismos dos países que siempre lo habían despectivamente mirado se encargaban de alimentar esa misma inseguridad que había tratado de combatir.
—¿Creías que te íbamos a aceptar, Paraguay? —continuó Chile, mientras ambos lo empujaban de un lado a otro. —Estás aquí solo para ser el payaso, ¿verdad? No encajas ni con Brasil ni con Bolivia. Nadie te quiere de verdad.
El odio en sus voces resonaba como una carga pesada en su pecho. Paraguay, aunque intentaba mantener la compostura, sentía que algo en su interior se quebraba. Recordaba cómo había estado luchando para encontrar su lugar, para sentirse aceptado, para creer en la amistad, pero allí estaban ellos, destruyendo cada pedazo de confianza que había logrado reunir.
De repente, Argentina empujó con más fuerza, y Paraguay perdió el equilibrio, cayendo hacia atrás. En ese momento, un grito de rabia salió de sus labios, pero más que enfurecerse, sentía que su mundo se desplomaba una vez más. No sabía cómo reaccionar. Quería defenderse, pero sentía que sus fuerzas se desvanecían. Estaba solo, rodeado por las burlas y la violencia verbal.
La agresión esta ves fue mucho mas grave ya que chile y argentina daban patadas muy fuertes a Paraguay haciendo que este caiga inconsciente Argentina se acercó mas al paraguayo golpeandolo una y otra ves haciendo que este saque sangre por la boca, el paraguayo seguía medio consiente recibiendo una tras otra patada y insulto de los dos.
Fue entonces cuando, de manera inesperada, escuchó una voz.
—¡Basta!
Paraguay levantó la cabeza, viendo a lo lejos a Bolivia, corriendo hacia él con rapidez. Detrás de él, también aparecía Brasil, ambos con una expresión de enfado. Bolivia se lanzó al frente, poniéndose entre Paraguay y los dos agresores, mientras Brasil se acercaba para alejar a Chile y Argentina.
—No vas a tocarlo más —dijo Bolivia con firmeza, mirando a los dos con una intensidad que rara vez mostraba. Sus ojos brillaban con determinación.
Chile y Argentina se detuvieron, sorprendidos por la intervención, pero no dejaron de sonreír de manera burlona.
—¿Y tú qué? —dijo Chile con desdén. —¿Vienes a proteger al patético Paraguay?
—Si no tienen nada bueno que decir, es mejor que se callen —respondió Brasil, mientras se colocaba junto a Bolivia, enfrentando a los dos.
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