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Capítulo 31: Vegeta

Bulma pudo sentir algo cálido y pegajoso corriendo en sus ojos. Levantó la mano para limpiarlo y un dolor agudo sacó un jadeo de ella. Estaba todo negro como boca de lobo, ni siquiera podía ver la mano delante de su cara.

—Mierda —gruñó. Se dio cuenta entonces de que probablemente se había roto el brazo. Se movió experimentalmente y sintió un dolor punzante en el costado. Bulma pensó por un segundo, tratando de recordar lo poco que pudo de primeros auxilios.

Bien, dolor en el costado, es difícil respirar. Probablemente se rompió una costilla, tal vez se perforó un pulmón. Excelente.

Ella rodó hacia un lado y fue capaz de levantar el otro brazo a la cabeza. Sintió una herida abierta, una que estaba derramando sangre por su rostro y sus ojos. Trató de ejercer presión, sabiendo que tenía que tratar de detener el flujo. Estaba débil, y se debilitaba cada vez más.

"¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he esperado por ti?"

Abruptamente, Bulma se sentó y casi gritó por el dolor que atravesó su cuerpo. No es posible, pensó.

—No acabo de oír eso —dijo en la oscuridad. Cerró los ojos y esperó para ver si escuchaba más de la voz que ella necesitaba oír tanto como necesitaba aire para respirar. El corazón le latía con fuerza en su pecho, su respiración era superficial, y a pesar del frío, podía sentir el sudor chorreando por su cuello.

"Apenas acabo de encontrarte y ahora te estoy perdiendo."

Ella dejó escapar un lento suspiro, saboreando el sonido en su mente. Por fin, se dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas frías, mezclándose con la sangre que seguía fluyendo. Por fin.

"¿Vegeta?" envió vacilantemente.

"¿Bulma?" La voz de Vegeta era urgente, firme.

"¿Puedes oírme?" le preguntó, todavía incapaz de creer que estaban hablando a través de sus pensamientos. Había soñado, deseado, esperado y anhelado para que esto sucediera.

"Maldito infierno. Sí, puedo oírte. ¿Dónde estás? ¿Qué pasó?"

"No sé dónde estoy" le dijo ella, tratando de recordar lo que había sucedido. "Está oscuro... y frío. El suelo se siente como piedras y tierra."

"Bulma, ¿qué pasó?" le preguntó de nuevo.

"Es Caulifla, Vegeta. Hizo algún tipo de acuerdo con Frost. Vegeta..." Su voz se hizo más fuerte mientras comenzaba a recordar lo que pasó, Caulifla empujándola en un agujero en la tierra. Vertiendo la orina sobre ella, ahora, eso era algo que Bulma honestamente podría decir que ella nunca había tenido que pasar en su vida. Dios mío, cómo había cambiado repentinamente su expectativa de vida. "Goku y Milk, ellos están en peligro. Frost los quiere a todos muertos. Tienes que protegerlos."

"Tengo que encontrarte" insistió Vegeta.

"¡No! Tienes que protegerlos. Si algo le sucede a Goku, Milk morirá. Lo mismo con Bardock y Gine. Vegeta, tienes que asegurarte de que estén a salvo" declaró Bulma.

"¡NO VOY A DEJARTE MORIR!" le rugió a través de su vínculo. "No me pidas esto, Bulma. No voy a perderte. No puedo." Lo último salió como un susurro.

"Vegeta, no estamos vinculados. Si algo me pasa puedes seguir y tener una vida. Milk no puede. Si Goku muere, ella se va con él. Eso no es aceptable. No tomaré su vida por la mía, ¿me oyes?"

Las lágrimas rodaban por su rostro implacablemente, mientras trataba de hacerle comprender que ella no sería capaz de vivir consigo misma si algo le sucediera a Milk o Pan.

"Vinculados o no, Bulma, tú eres mi compañera. Lo que pides va en contra de todo lo que soy. No puedo poner a otros por delante de tu bienestar. Le pides a un río que revierta su flujo y al fuego del infierno que se congele. Eso no es posible."

La voz de Vegeta se estaba volviendo más y más un gruñido mientras trataba de hacerle comprender que como su compañero, no la abandonaría.

"Entiendo. Esto es difícil para mí también. Te amo, Vegeta. Te he amado desde el momento en que te conocí. Te amo mandón, rabioso, gentil, cariñoso... Te amo de cualquier forma que vengas a mí. Yo quiero que tengamos una oportunidad, y tengo que creer que el destino no es tan cruel como para sólo darnos una. Tengo que creer que si no estamos juntos en esta vida, entonces en la próxima." Bulma se esforzó para que su voz fuera fuerte. Ella no iba a fingir que la idea de no volver a ver de nuevo a Vegeta era el peor dolor que cualquiera jamás hubiera experimentado. Ella preferiría estar de vuelta en ese auto en llamas, sintiendo su carne ser chamuscada, que pensar que no había oportunidad de estar con él. "Si tengo que hacerlo, entonces creeré lo suficiente por nosotros dos. Pero Vegeta, si vienes por mí, nunca te lo perdonaré, compañeros o no. Si me amas, cliché como eso es, protegerás a esos que amo. Y si esta vida ha terminado para mí, entonces vive por los dos, y yo te esperaré. Te veré de nuevo. Te besaré, te tocaré, te amaré, Vegeta. Si no es en esta vida, entonces en la otra."

Los hombros de Vegeta se estremecieron ante la fuerza de la emoción que rodó a través de él. No desde que su hermana había muerto había sentido tanto dolor.

Sólo que esto era peor, mil veces peor. Bulma no lo entendía. A pesar de que aún no estaban unidos por el vínculo de sangre, su conexión era fuerte. Ya sentía su alma rasgándose en dos ante el conocimiento de que había una posibilidad de que perdiera a su compañera.

"¿Cómo puedes pedirme esto a mí? Por favor, Bulma. No lo hagas."

"Es tarde" la escuchó susurrar.

Vegeta respiró hondo. Él se odiaba a sí mismo por eso, pero al final cedió, sabiendo que ella no aceptaría nada menos.

"Te amo. Los mantendré a salvo, pero iré por ti. Vivirás, ¿me oyes? Vivirás. ¡VIVE! Pentru mine, iubitule. Te rog traiesc. (Por mí, nena. Por favor, vive)."

"Hace tanto frío... ¿Vegeta? Cuida de las personas que amo. Ese serías tú."

Vegeta la sintió cada vez más débil, podía sentir su mente cerrándose. Se sentía tan impotente. Una vez más no fue capaz de salvar a la mujer que amaba. Él apretó los ojos y cayó al suelo. Su vínculo finalmente se había abierto, y por unos breves momentos la había sentido. Sentido todo de ella. Ahora solo había oscuridad.

Momentáneamente se entregó al lobo que empujaba y gruñía para presentarse. Sus ojos brillaron, sus garras extendidas clavándose en la alfombra cuando sintió el dolor derramándose sobre él. Sus colmillos se alargaron mientras inclinaba la cabeza hacia atrás y aulló.

Levantándose, tembló con furia, arrancó la puerta y salió al pasillo. Atrapó un olor que casi lo hizo cambiar. Caulifla, pensó. Bienvenida a casa, compañera de manada.

Vegeta salió en una carrera, siguiendo su rastro. Lo llevó directamente a la habitación donde su Alfa y su compañera yacían a las puertas de la muerte.

Los lobos en la suite contigua se separaron mientras Vegeta pasaba hecho una furia. Arrancó la puerta de sus goznes cuando la abrió.

Goku, Ten Shin Han, Yamcha y Krilin todos se adelantaron, gruñendo, preparándose para defender a su Alfa. Cuando se dieron cuenta que era Vegeta y vieron la mirada en sus ojos, todos se echaron atrás y desnudaron sus cuellos. Sus ojos recorrieron la habitación y se echó sobre su presa.

Caulifla se puso de pie al lado de Pan, las lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó a ella lentamente, dejándole ver su destino acercándosele.

Vegeta la agarró por el cuello y la levantó del suelo, con la espalda contra la pared.

—¿¡DÓNDE ESTÁ ELLA!? —gruñó en su cara. Caulifla cerró los ojos mientras trataba de luchar contra la compulsión en la voz de su Beta.

Caulifla sabía que si le contaba a Vegeta lo que quería saber, los lobos de Frost la destrozarían miembro a miembro. Lo sabía porque eso es exactamente lo que Frost le había dicho que sucedería. No sabía por qué había regresado, debería haberse largado simplemente, pero ella pensó que eso la haría parecer culpable. Obviamente no había importado.

Sabía que Vegeta la mataría, pero él sería misericordioso y lo haría rápido. Frost la torturaría. Se mordió el labio hasta que empezó a sangrar, luchando por respirar mientras la mano de su Beta se apretaba.

—Respóndeme, Caulifla.

—No puedo, Beta. Él me matará —susurró.

—Tú ya estás muerta. Estabas muerta en el momento en que dañaste a mi compañera, en el momento en que te atreviste a tocar lo que es mío. Estabas muerta en el momento en que accediste a llevarla a la muerte.

—No me vayas a torturar. Por favor. —Caulifla abrió los ojos y miró a Vegeta—. Yo solo quería estar con él. Bardock no me dejó.

Los ojos de Vegeta se ensancharon cuando sus palabras penetraron.

—¿Hiciste esto por un humano? ¿Por un hombre que no es nada para ti?

—YO LO AMO. Él es algo para mí. —Caulifla se estremeció de dolor y pena.

—Si no vas a hablar, entonces no tengo ningún uso para ti —le dijo calmadamente Vegeta.

Caulifla asintió, aceptando el destino que ella había elegido. Ella miró a los ojos de Vegeta una vez más, sabiendo que era la última cosa que vería alguna vez.

—Dejo constancia este día que Caulifla rompió la ley de la manada y lastimó a uno de los suyos. Intentó asesinar a mi compañera y traicionó a su Alfa. Es por eso que ella muere el día de hoy —Vegeta miró a la mujer que había visto crecer desde sólo un cachorro. Los ojos de Vegeta se suavizaron brevemente—, esto no es fácil para mí. No podemos permitir la traición en la manada. Una manada es tan fuerte como la lealtad que la mantiene unida.

—Lo siento.

Retorció su mano bruscamente hacia un lado, rompiendo su cuello antes de que pudiera continuar. No quiso prolongar su muerte y él no quería oír sus excusas. No mientras su compañera se estaba muriendo.

—¿Está todo bien? Me pareció oír...

Vegeta se volvió ante el sonido de la voz de Frost. Los ojos de Frost se abrieron en shock mientras miraba desde Vegeta al cuerpo a sus pies. En ese momento, supo que había sido descubierto. Cuando Vegeta gruñó y se abalanzó, Frost cambió en medio del aire y corrió directamente hacia la ventana de cristal, lanzándose a través de ella.

Vegeta se detuvo a media zancada cuando el poder se envolvió a su alrededor.

—Vegeta, ven a mí.

Vegeta sintió el poder de su Alfa rodeándolo, ofreciendo una resistencia y comodidad. Trató de luchar contra ello, pero incluso en su estado de debilidad, Bardock era fuerte. Se dio la vuelta, sus piernas moviéndose sin su permiso. Se acercó a la cama de Bardock y se dejó caer sobre una rodilla.

—Alfa. —Vegeta desnudó su cuello mientras temblaba por el control.

—Ábrete a mí —le instruyó Bardock.

Bardock y Vegeta habían hecho esto solo en otra ocasión. Era una habilidad que solamente un Alfa y Beta compartían, una forma de transmitir los recuerdos si el otro cayera. Vegeta cerró los ojos y se obligó a respirar con calma. Bardock puso la mano en la frente de Vegeta y observó las imágenes y sonidos que se derramaron desde la mente de su Beta a la suya propia.

La habitación estaba en silencio mientras el resto de la manada observaba, paralizados por los acontecimientos que acababan de desarrollarse, que aún no habían entendido.

Cuando hubo terminado, Bardock abrió los ojos y se encontró con los de Vegeta.

—Ella está viva.

—Sólo apenas. —La voz de Vegeta era apenas un susurro.

—¿Puedes escuchar sus pensamientos? —Los labios de Bardock se curvaron ligeramente, feliz de que el vínculo de su Beta con su compañera finalmente se hubiera formado.

—Lo hice. Pero ahora está en silencio, oscuro.

—Eso podría significar que ella está inconsciente.

Vegeta asintió, incapaz de siquiera considerar la alternativa.

—Vamos a encontrarla, Beta —le dijo Bardock con firmeza.

Vegeta se levantó. Su lobo estaba todavía en la vanguardia, sin poder descansar, incapaz de pensar en otra cosa que la búsqueda de su compañera.

—Si... —Vegeta tuvo que aclararse la garganta antes de poder continuar—. Si ella muere, tendrás que matarme.

Bardock asintió una vez, luego añadió.

—Ella no morirá.

Vegeta cerró los ojos.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

Bardock rió entre dientes ligeramente.

—Nadie tan feroz como Bulma Brief se iría silenciosamente en la noche.

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