Capítulo 26: Bulma
—Anímense, gente. —Bulma aplaudió mientras entraba en la pequeña habitación en la que había pedido, vía mensaje de texto, que todos se reunieran con ella.
—¿Qué pasa, Reina del Drama? —preguntó Pan.
—Vegeta me envió un mensaje de texto anoche. Les ahorraré los detalles sensibleros, pero...
—Sería la primera vez —murmuró Milk.
Bulma hizo un gesto con la mano como cerrándose la boca e hizo callar a Milk.
—Lo que compartiré es que dijo que va a salir esta noche.
Murmullos ondearon a través de la habitación.
—Mierda.
—Genial.
—Perfecto.
—Sabía que esto pasaría —gruñó Liam—. ¿Sabes lo que va a hacerme cuando averigüe que te ayudé, Bulma?
—Tengo una idea bastante buena. Pero no vamos a desmadrarnos como un puñado de aficionados.
—Pero somos aficionados, tú... —Antes de que Milk pudiera terminar, Bulma interrumpió.
—Ajá, no hay necesidad de insultar.
—Pooor favor, sé que me has llamado mucho peor. —Puso los ojos en blanco.
—Milk, querida, eso es el pasado. Este es el ahora, y ahora mismo necesitamos averiguar cómo vamos a evitar que el gran lobo malo descubra el proyecto de los tres cerditos.
—¿Te acabas de referir a nosotras como los tres cerditos? —preguntó Pan con incredulidad.
—Oh, por Dios. Bien. Tres cerditos calientes como el infierno que son un verdadero desafío para la Sra. Piggy. ¿Mejor? —Bulma batió sus pestañas.
—Estás de una forma rara, Bulma Brief.
—Bien, así que lo que estoy pensando —continuó Bulma—, es que Liam o Bulla tendrán que ser los que estén al acecho de Vegeta porque ustedes serán capaces de olerle antes incluso de verle.
Liam gimió.
—Sabía que debería haberme quedado simplemente en mi habitación. Cuidándome a mí mismo. Pero no, precisamente tenía que andar alrededor de las calientes hembras sin compañero. Justamente tenía que ser de mi habitual encanto.
—No hay problemas de autoestima en ese lado de la habitación, ¿eh? —interrumpió Pan.
Levantó la mirada hacia ella y sonrió.
—Tengo una debilidad por las mujeres hermosas y ellas parecen tener debilidad por mí.
—Definitivamente sin problemas de autoestima.
Bulma siguió adelante, ignorando su juego.
—No creo que necesitemos cambiar nuestros planes en este punto. Creo que simplemente tenemos que ser extra vigilantes.
—¿Acabas de usar la palabra vigilantes? —rió Milk.
—¡Milk! —gruñó Bulma.
—Bien, bien. Me callaré. Me doy cuenta que tu malvado plan te está estresando.
—Honestamente —concordó Bulma—. ¿Quién sabría que sería tan agotador ser el villano?
—¿Nunca has visto ninguna película de Disney? —preguntó Pan mientras todos se levantaban para ir a desayunar.
Bulma la miró interrogante.
—En serio, Bulma, ¿crees que todas esas malvadas brujas lucían como si hubieran sido montadas con fuerza y puestas a secar porque es fácil ser malvada?
Bulla, Natasha, y Caulifla, quienes habían estado sentadas en silencio a lo largo de la reunión, perdieron su compostura ante esto.
Milk y Bulma estaban sonriendo de oreja a oreja.
—Creo que nos las hemos arreglado para corromper a nuestra pequeña y dulce Pan. —Milk chocó los cinco con Bulma.
—Ya era hora, también. —Bulma empujó a Pan con el hombro—. Estaba empezando a pensar que estaba más allá de toda ayuda.
—Ustedes dos están perturbadas. Como, en serio necesitadas de pastillas importantes y años de asesoramiento perturbadas.
Natasha miró a Bulla.
—¿Son todas las americanas así?
Bulla guiñó un ojo.
—No, creo que es una cosa sureña.
Bulla se desternilló de risa.
—Es como siempre digo, ¡nosotras las bellezas sureñas lo damos todo!
—¡Yee-haw! —gritaron Milk y Pan mientras hacían su camino por el pasillo.
—Una gran manera de no llamar la atención sobre nosotros, señoritas —murmuró Liam mientras pasaban a otros miembros de la manada.
—Liam, cariño, no hay manera de no llamar la atención sobre todo esto.
Todas las chicas rieron mientras Liam ponía los ojos en blanco.
—Vamos a... —comenzó Milk.
—Atracarnos de comida. Sí, sí, lo sabemos, princesa lobo.
°•°•°•°•°•°
Bardock esperó hasta que todos estuvieran sentados antes de dirigirse a ellos acerca de los planes del día.
—Quiero darles a todos una actualización sobre la situación de Vegeta.
Bulma se sentó derecha, esperando a ver lo que diría Bardock.
—Gine y yo cenaremos con los demás Alfas esta noche, y tengo la intención de abordar el tema de Vegeta y Bulma. Con suerte, una vez que explique las cosas, estarán dispuestos a permitir que Bulma y Vegeta pasen algún tiempo juntos sin exigirles que participen en más eventos.
Bulma dejó salir el aliento que había estado conteniendo.
—¿Van a permitir que Vegeta salga esta noche?
Los ojos de Bardock se suavizaron mientras miraba a la compañera de Vegeta.
—No lo sé aún, Bulma. Si los Alfas no están de acuerdo, entonces probablemente será mejor mantener a Vegeta separado de todo el mundo hasta que volvamos a casa.
Bulma simplemente asintió en señal de comprensión.
—En cuanto al resto del día, nuestras hembras tendrán lecciones de esgrima. Algunos de los machos mayores sin compañera vienen de un periodo de tiempo en el que las armas no eran un método de guerra.
—Sin ofender, Alfa —Bulma tomó la palabra—, pero decirnos que los machos que deberíamos estar mirando como compañeros son lo suficientemente viejos como para ser considerados exposiciones en museos de antigüedades no hace mucho por el viejo libido.
Natasha y Caulifla se rieron disimuladamente mientras Pan puso los ojos en blanco y cubrió su rostro con desesperación.
Bardock sonrió.
—Por lo tanto, entonces te hará feliz saber que tu compañero está al menos a medio siglo de ser admitido en dicha exposición.
Bulma lo miró fijamente.
—No está bien, B. No está nada bien.
Bardock se rió entre dientes y le dio un guiño.
—Comamos y vayámonos. Oh, y una cosa más, Bulma —Bardock se dirigió a ella, su rostro libre de sonrisas—. Por favor abstente de apuñalar a un pobre lobo desprevenido.
Bulma pestañeó inocentemente.
—¿Significa eso que puedo apuñalar a una bola de pelos prevenida?
Bardock gruñó.
—Me tomaré eso como una negativa. Recibido, Alfa, señor.
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