Capítulo 18: Vegeta
Bulma se sentó en el gimnasio con el resto de las CF; tenía que admitir que le encantaba la designación de Natasha a su pequeño grupo. Kettle y Cocotte estaban en un lado de la habitación y Anton y Delia estaban en el otro. Sus ojos recorrían el gimnasio constantemente, esperando a ver si alguno de los lobos se convertiría en un problema.
Bulma tenía la sensación de que algunos de los machos apareados tenían ganas de pelear y no les importaría derribar a un lobo o dos. A la derecha estaba sentado otro grupo de mujeres sin pareja. Algunas lucían ansiosas, sus ojos muy abiertos, inspeccionando a los hombres en el suelo. Otras lucían como si acabaran de averiguar que se dirigían al taxidermista.
Vegeta y Goku estaban sentados un par de filas detrás de las CF en las gradas, escudriñando a la multitud con la misma concentración. Incluso con los ojos vagando por la habitación, Bulma sabía que Vegeta era muy consciente de ella.
Él sabría si se movía un centímetro de donde estaba sentada ahora. Sabría si su respiración cambiaba en absoluto, o su ritmo cardíaco aumentaba. Sonrió para sus adentros, pensando en lo agradable que era tener a ese por el que había estado suspirando, lo agradable que era haber aceptado lo que hay entre ellos.
Caulifla, quien estaba sentada a la izquierda de Bulma, le dio un codazo y movió la cabeza en dirección a las puertas.
Ellas vieron como un hombre, un hombre muy grande, entraba en el gimnasio. Se detuvo en el centro y su presencia trajo inmediatamente la habitación al silencio. Bulma miró más de cerca y se dio cuenta que era Ten Shin Han. Fue entonces cuando se dio cuenta que ella no lo había visto o a Yamcha desde que llegaron al Encuentro.
Eso es raro, pensó.
—¿Te diste cuenta que Ten y Yamcha han estado Perdidos en Acción desde que llegamos? —preguntó, inclinándose hacia Milk.
Milk asintió.
—No había pensado en ello hasta verlo ahora mismo.
Bulma vio como el rostro de Milk adquirió esa rareza que ponía cuando hablaba con Goku a través de su vínculo. Pensó: Nota mental: practica usar el vínculo mientras te miras en el espejo. De esa manera ella podría asegurarse de mantener una expresión normal cuando y si Vegeta y ella alguna vez llegaran a eso.
—Goku dice que Bardock los tiene a ambos encargándose de un par de las actividades para ayudar a minimizar el riesgo de Vegeta poniéndose en una situación en la que pudiera ofender a las hembras de las otras manadas.
—¿Cómo podría ofenderlas? —preguntó Bulma.
—Si de plano se niega a participar con una hembra en una actividad en solitario o en grupo, se considera una bofetada en la cara.
Bulma asintió mientras se volvía y miraba a quien le ocupaba cada pensamiento. Él la miraba, como a menudo lo hacía cuando ella lo miraba. Ella sonrió y la ligera curva en lo alto de sus labios no habría sido captada por cualquiera. Pero Bulma estaba aprendiendo sus expresiones sutiles. En su situación actual, él estaba tratando de evitar sostener un cartel que dijera: "Estoy tras Bulma Brief", pero al mismo tiempo no quería que olvidara lo que había dicho.
Él la quería.
—Bienvenida manada de Serbia —anunció Ten—. Mi nombre es Ten Shin Han y soy miembro de la manada Rumana. Estaré liderando las lecciones de hoy. —Luego, dirigiéndose a las gradas, donde los dos grupos de mujeres se sentaban, apuntó a la derecha—. Damos la bienvenida a las hembras de la manada Búlgara.
Todos los chicos aplaudieron con respeto pero sus ojos eran salvajes e impacientes.
—También damos la bienvenida a las hembras de la manada Rumana.
Una vez más los machos aplaudieron.
—Eso habría sido la entrada perfecta —murmuró Natasha, haciendo referencia a la porra que había sido evitada completamente por mi Vegeta.
Aguafiestas, gruñó Bulma interiormente hacia él.
—Hoy los hombres van a enseñar defensa personal y algunos movimientos de combate. Los Alfas sienten que es importante que todos los miembros de la manada sepan cómo defenderse. Aquellos de ustedes que ya han estado entrenando serán emparejados con un instructor avanzado. —Ten Shin Han miró más allá de las CF y señaló de nuevo—. Vegeta, por qué no bajas con Natasha y nos demuestran algunos de los movimientos que aprenderemos hoy.
A medida que Vegeta hizo su camino bajando las gradas, caminó detrás de Bulma y las otras chicas. Mientras pasaba a su lado frotó un dedo suavemente en la nuca, tan rápido que nadie se percató de ello. Ella sonrió.
Te quiero. Ella oyó su voz en su mente y deseó que no fuera solo un recuerdo.
Fue entonces cuando Bulma realmente entendió por qué Ten había sido hecho líder. Él sabía que Bulma se sentiría menos amenazada si Vegeta entrenaba con una de las hembras de su manada. Ella estaba agradecida por ello, pero sabía que era solo un breve respiro porque él estaba mayormente avanzado en la lucha. Él sería emparejado con un miembro de otra manada en algún momento, pero definitivamente nunca con Bulma mientras tuviera tanta habilidad de defensa personal como la tenía en encestar. Eso sería un gigantesco nada.
Las chicas vieron como Vegeta y Natasha hicieron algunos impresionantes movimientos de combate y luego demostraron algunos básicos —lo que Bulma consideraba "malditamente esquivos"— movimientos. Estos eran movimientos diseñados para desactivar un atacante el tiempo suficiente para ficharlo con seguridad.
Cuando la demostración terminó, Ten Shin Han comenzó a llamar los nombres, anunciando las parejas. Explicó que cada veinte minutos las hembras girarían hacia la derecha para entrenar con un macho diferente.
Genial, pensó Bulma. Es citas rápidas a lo Karate Kid.
Oyó ser llamados el nombre de Vegeta y el de una chica. Ella ni siquiera miró para ver quién era. No podía. En lugar de eso empezó a murmurar:
—Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Milk miró a Bulma, sacudiendo la cabeza ante las tácticas extrañas de su mejor amiga.
—Bueno, si insistes —respondió Milk—. Aunque, Goku podría estar un poco celoso.
Bulma le disparó el dedo.
—¿Por qué estás murmurando eso? Has pasado de "no es una opción" a "te quiero". ¿Qué pasa?
Bulma miró a Milk y Pan, quienes la miraban inquisitivamente.
—Él me dijo que recuerde, cuando tiene que estar con las otras chicas, que me quiere. No puedo mirarlo con otra chica. Me gustaría que no fuera un gran problema pero nunca he estado tan jodida por un chico.
—Él no es cualquier chico —le dijo Milk.
—Tal vez —dijo Bulma suavemente.
Pan golpeó su pierna.
—No hables así. Es obvio que él está loco por ti, como certificablemente. Confía en él, Bulma.
Bulma asintió y su cabeza se levantó de golpe cuando su nombre fue llamado. Ella miró hacia la colchoneta que Ten había indicado, en donde un tipo alto estaba de pie. Él le sonrió y la mirada en sus ojos la hizo sentir como si estuviera tratando de ver su alma. La hacía sentir desnuda y vulnerable, y solo había un lobo con el que ella estaba de acuerdo con que la hiciera sentir así.
Empezó a bajar las gradas.
—Esto va a apestar.
Caulifla le dirigió una sonrisa alentadora.
—Aguanta ahí, latente.
—Gracias, chica lobo. —Bulma trató de devolverle la sonrisa, pero no llegó a sus ojos.
Vegeta observó mientras Bulma se acercaba al lobo con el que había sido emparejada. Casi gruñó cuando se dio cuenta que era el tipo del que había tomado el teléfono la otra noche. Ese cachorro había estado grabando el baile de las chicas. Apartó los ojos, tratando de poner a su lobo bajo control.
No escapó a su atención que Bulma no lo había mirado ni una sola vez desde que había sido emparejado con la pequeña morena delante de él. La chica sonrió tentativamente y Vegeta tuvo que forzar sus labios a levantarse. Por la mirada en su cara no llegaba a ser una sonrisa.
—Vamos a terminar con esto —murmuró mientras daba un paso hacia ella. Ella parecía lista para correr, y mientras Vegeta comenzó a llevarla a través de movimientos básicos de defensa personal podía sentirla temblando. Deseó poder concentrarse lo suficiente como para al menos tratar de tranquilizarla, pero le estaba tomando cada onza de su fuerza de voluntad no levantar a Bulma sobre su hombro y llevársela para llevar a cabo la Ceremonia de Vinculación.
Sus ojos seguían desviándose hacia ella, y cuando Ten finalmente anunció que era hora de cambiar, dejó escapar un lento suspiro. Por lo menos ella estaba alejándose del lobo que había estado babeando por ella anoche. Pero a medida que Vegeta vio quién era el siguiente en la fila de Bulma se dio cuenta que casi todos habían estado allí la noche anterior. Ellos habían visto a su compañera mover sus caderas sugestivamente, cosas moviéndose que solo conducirían la mente de un hombre en la dirección equivocada. La coqueta mirada de incitación que había estado pegada en su hermoso rostro... Maldita sea, va a ser un largo día, pensó mientras se volvía para enfrentar a la próxima hembra de la que no quería estar cerca.
Con una hora y media en el entrenamiento de autodefensa, Bulma estaba sintiéndose un poco alentada. Por fin le había permitido a sus ojos fijarse en Vegeta. Cada vez que había estado trabajando con una chica era dolorosamente obvio que estaba tratando de tocarla lo menos posible.
Bulma deseó poder decir lo mismo de los chicos con los que había estado trabajando. Sentía como si estuviera constantemente teniendo que alejarse de un accidental —sí, claro— manoseo o agarre. Solo se alegraba de que Vegeta no lo hubiera visto.
El chico con el que ahora estaba entrenando se dio la vuelta para enseñarle un movimiento que desactivaría a un atacante sujetándola por detrás. Bulma se quedó quieta mientras él envolvía un brazo alrededor de lo que ella pensaba iba a ser su cuello. Él dio un paso más cerca de modo que sus cuerpos se tocaban desde el pecho hasta las pantorrillas.
Pero en lugar de su cuello su brazo se envolvió sobre su pecho, su mano no del todo bajo su brazo. Él básicamente tenía un puñado de senos. Para nada bueno.
Bulma lo hubiera pasado por alto si el idiota no hubiera apretado. Ella jadeó en estado de shock e instantáneamente oyó un gruñido en algún lugar más allá de ella. Conocía ese gruñido.
El lobo que la sujetaba apretó dolorosamente y Bulma trató de alejarse de él, lo que solo causó que sintiera como sus garras se clavaban.
Eso va a dejar una marca, pensó.
El gruñido, el gruñido de Vegeta, se convirtió en un rugido. Su cabeza se levantó, mientras trataba desesperadamente de salir de las manos toconas del lobo. Vio a Vegeta mirándola, luego a la mano que estaba plantada en su pecho.
Vegeta entró en fase, cambió más rápido de lo que jamás había visto a un lobo cambiar, y se lanzó a través de la sala. De repente todo un torbellino en movimiento. Bulma fue sacada de los brazos ofensivos del lobo y se encontró en los de Kettle.
—Sácala de aquí ahora —le dijo a Cocotte—. Y trae al Alfa. Él es el único que puede hacer cambiar a Vegeta.
Cocotte asintió y se volvió hacia Delia.
—Ve por Pan y Milk. Goku y los otros chicos van a tener que tratar de sacar a Vegeta de encima del idiota.
Bulma y Cocotte se volvieron al oír cuerpos chocando. Se congelaron. Para su horror, el otro chico había cambiado en un lobo gris moteado y él y Vegeta estaban dando vueltas entre sí. Vegeta era mucho, mucho más grande, con una piel de color gris brillante y una pata blanca.
Vieron cómo Vegeta rugía y chasqueaba hacia al otro lobo, tratando de alcanzarlo. Vegeta tuvo su oportunidad cuando el lobo se tambaleó hacia atrás un poco. Aprovechó el error y se lanzó hacia adelante. Sus dientes se hundieron en el cuello del lobo más pequeño y en una sorprendente demostración de fuerza, Vegeta levantó al lobo y lo estrelló sobre su costado.
El otro lobo se resistió brevemente antes de someterse. Vegeta dio un paso atrás, liberándolo. Si Bulma no hubiera estado muerta de miedo, se habría reído cuando él le dio una palmada al otro lobo en la cabeza, dejándolo inconsciente con eficacia.
Vegeta levantó la cabeza y aulló, y como si estuvieran fuera de su control, los otros machos de la manada Rumana aullaron con él.
De repente Bulma sintió una presión llenar el aire que casi la llevó a sus rodillas. Los aullidos cesaron. Ella observó mientras todos los lobos pura sangre se arrodillaron y un muy, muy enojado Bardock retumbó a través de las puertas del gimnasio.
Cuando Bulma volvió a mirar a Vegeta, pudo verlo luchando bajo el peso del poder de su Alfa. Un par de veces se tambaleó, pero continúo. Bárbaro estúpido. Ella puso los ojos en blanco y cerró el resto de la distancia entre ellos.
Negó con la cabeza.
—¿En qué estabas pensando? —Él le gruñó pero sabía que no era a ella—. ¿Quieres que nos separen? Porque eso es lo que van a hacer si no puedes evitar perder la cabeza.
Dejó de hablar cuando Bardock se acercó a ella. Sus ojos brillaban de un ámbar profundo. Él extendió la mano y alguien puso un par de pantalones de ejercicio en ella.
—Cambia de vuelta. —Su voz era baja, pero no menos imponente de lo que hubiera sido un grito. Vegeta cambió y Bulma se volvió rápidamente. Cuando ya no oyó el roce de la ropa, se dio la vuelta para ver los ojos de Vegeta sobre ella, no en Bardock.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Bulma vaciló mientras pensaba en cómo el lobo la había agarrado, incluso violado. Había sentido sus garras perforando su piel... Decidiendo que era probablemente mejor para cada persona en la vecindad si ella no mencionaba ese pequeño bocado, mintió... solo un poco.
—Estoy bien.
Bardock se volvió hacia Ten Shin Han.
—Por favor, dales mis disculpas a los Alfas y hazles saber que voy a disciplinar a mi manada en consecuencia. Vamos a despedirnos hasta los acontecimientos de esta noche.
Ten asintió.
Bardock miró a los otros miembros de su manada. Uno a uno, bajaron la mirada, dejando al descubierto sus cuellos.
—Manada, reúnanse conmigo en la habitación en la que desayunamos. Ahora.
Caulifla se acercó a Bulma. Pan y Milk ya habían aparecido a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó Caulifla.
—No estoy muy segura de cómo me siento en este momento —admitió Bulma.
Podía sentir los ojos de Vegeta sobre ella mientras caminaba detrás de ellas.
—¿Qué pasó, Beta? —preguntó Goku.
—Ahora no —respondió Vegeta bruscamente.
Uno a uno, los miembros de la manada se presentaron en la sala de desayuno. Las mesas y las sillas habían sido removidas. Es su lugar había sillas de descanso. Bardock no se sentó. Gine se unió a él y se veía igual de enojada. Bulma vio como todos los machos se miraban entre sí. Ninguno cedería y se sentaría hasta que Bardock lo ordenara. Una vez todo el mundo estuvo dentro, Kettle cerró la puerta con un chasquido siniestro.
Para sorpresa de Bulma era ella a quien Bardock se dirigió en primer lugar.
—Bulma, por favor explícame con el mayor detalle posible lo que pasó.
Ella respiró hondo antes de empezar.
—El último lobo con el que estaba entrenando me toqueteó —dijo Bulma con franqueza.
Vegeta gruñó, incluso Goku y Liam gruñeron ante sus palabras.
Bardock respiró hondo.
—¿Eso es lo más detallada que puedes ser?
—Al principio su mano solo estaba posada en mi pecho, lo que hubiera pasado por alto. El factor decisivo fue que él apretó y no lo soltó. —Ella se encogió de hombros incómodamente—. Por lo tanto, no fue un tipo de gesto "ups, mi error" o un "hola" pasajero, fue más un gesto como "me gustaría una habitación para la noche, por favor".
Vegeta se estremecía visiblemente en la esquina mientras trataba de mantener a su lobo bajo control.
—Vegeta, cálmate —le ordenó Bardock.
—¿Ha dejado alguna marca en ti? —Bardock se giró hacia Bulma.
Interiormente, Bulma maldijo porque realmente había estado esperando evitar esta parte.
—Cuando dices marcas... —empezó Bulma vagamente.
Antes de que Bardock pudiera comentar Vegeta estaba a su lado, girándola para enfrentarla a él. A pesar de que fue muy amable con ella, su toque fue firme, decidido.
Su mano, ahora firme, se acercó y le acarició el rostro.
—La verdad, Bulma. ¿Ese mestizo dejó marcas sobre ti? —Las palabras de Vegeta fueron tan suaves. Ella se dio cuenta que no quería tener esta conversación delante de todos.
—No estoy segura. Realmente no he tenido la oportunidad de comprobar.
—Comprueba —dijo Vegeta simplemente.
La mandíbula de Bulma se abrió.
—¿Qu-qué, aquí? ¿Ahora?
Gine se acercó a Bulma y tiró de ella hacia un lado. Vegeta volvió a mirar a todos los machos de la habitación y gruñó. En un instante todos le dieron la espalda. Él volvió a mirar a Bulma. Gine estaba ayudándola a levantar su camisa. Cuando Bulma se fijó en él, detuvo su camisa de ir más arriba.
Se aclaró la garganta.
—Lobo, no te has ganado ningún privilegio especial. Así que a menos que estés repartiendo Benjamins, no llegarás a ver el show.
En ese momento sus pensamientos acerca de ella estaban lejos de ser inapropiados, sin importar qué parte viera. Pero él comprendió que ella no se sentía cómoda con él viéndola sin ropa. Así que cedió y se volvió.
Las otras chicas se acercaron para formar un semicírculo a su alrededor mientras él esperaba con impaciencia. Casi se giró cuando oyó el jadeo de Pan.
—Maldita sea —murmuró Pan.
Gine miró a su compañero; ella estaba gruñendo.
—Tiene hematomas y marcas de garras.
—Maldita sea —jadeó Milk cuando se inclinó alrededor de Gine.
Natasha se tapó la boca para evitar soltar una palabrota.
Caulifla asintió.
—Eso va a estar allí por un tiempo, Bulma.
Bulma puso los ojos en blanco mientras observaba a Vegeta retorcerse mientras trataba de evitar mirar.
—Su lujo de detalles realmente está ayudando a mantener a todos calmados, chicas —dijo Bulma con sarcasmo—. Solo relájense. No es como si tendré sus marcas en mí para siempre.
Ella se dio cuenta del error de sus palabras un segundo después de que salieran de su boca. El lobo de Vegeta consideraría eso como otro lobo marcándola, reclamándola. Bulma sabía que no lo había hecho... solo era un chico pervertido.
Vegeta empujó a todas las chicas fuera de su camino y estuvo de pie frente a ella más rápido de lo que Bulma pudiera parpadear. Ella se quedó inmóvil mientras lo miraba a la cara, sus rasgos oscuros acentuados por la ira. Lo sintió tirar de su camisa hacia abajo para cubrirla. Ella todavía no podía moverse.
—Una vez más, Bulma, haces trivial algo que es serio. —Los ojos de Vegeta se estrecharon peligrosamente—. ¿Por qué?
—No estoy diciendo que lo que hizo estuvo bien, pero podría haberlo manejado. Él solo estaba siendo un chico. Vio una oportunidad de conseguir un poco de acción gratis y la tomó. Soy perfectamente capaz de darle patadas a un hombre en las bolas, B. No necesito que vayas todo colmillos y garras sobre él.
Todos los chicos en la sala se estremecieron al oír las palabras de Bulma excepto Vegeta. Él estaba inamovible en este punto.
—¿Solo estaba siendo un chico? ¿Solo estaba SIENDO UN CHICO? —rugió Vegeta—. ¡Él te tocó! Tenía sus manos sobre ti, sobre tus...
—¿Partes femeninas? —ofreció Bulma, oh, tan amablemente.
La boca de Vegeta se apretó.
—Sí, Bulma. Él tenía sus manos sobre tus partes femeninas. Eso no es "siendo solo un chico", eso es ser un imbécil. ¡Un imbécil que tocó lo que es mío!
Bulma debía callarse y cortar sus derrotas, pero dar marcha atrás nunca había sido su fuerte.
Milk observó, fascinada por el argumento subsiguiente frente a ella. No creía que ninguno de ellos realmente se diera cuenta de lo apasionados que eran el uno por el otro. Sin embargo, ella no estaba segura de que fueran a sobrevivir su apareamiento sin que uno de ellos estrangulara al otro. Las palabras que Bulma estaba escupiendo en el momento estaban sacando seriamente las probabilidades de supervivencia fuera de su esquina.
—¿Estás enojado porque él llegó primero, lobo? Porque si ese es el caso me parece necesario recordarte que tu oportunidad está por venir.
Los chisporroteos, toses, y maldiciones que recorrieron la habitación fueron enfatizadas por Pan sorprendiendo a todos con un:
—¿Qué DEMONIOS, BULMA? Cállate.
Bulma no apartó los ojos de Vegeta mientras contestaba lo que era ciertamente retórico.
—¿Qué? Solo estoy recordándole que, en última instancia, yo soy suya.
—Sí, bueno, hacer hincapié en que otro lobo tenía sus manos sobre toda tú, sin contar que eso sucedió delante de tu compañero, no está ayudando realmente —replicó Pan.
La mano de Vegeta se alzó mientras apretaba sus ojos cerrados. Se pellizcó el puente de la nariz, sosteniéndose de un hilo.
—Alfa. —La palabra era una súplica.
—Parejas acopladas, por favor lleven a las chicas de vuelta a sus habitaciones. El resto diríjase de nuevo a su habitación.
Todo el mundo estaba en movimiento excepto Bulma y Vegeta. Bardock fue el último en salir de la habitación. Antes de cerrar la puerta se volvió a mirar a Vegeta, quien no apartó la mirada de Bulma.
—Entiendo por qué lo hiciste, Beta. Y puede que debido a que eso dejó marcas en su piel tú no serás castigado por tu insolencia.
Vegeta observó a Bulma devolverle la mirada sin pestañear. No podía recordar un momento en su larga vida en el que hubiera estado tan enojado. Empezó a temblar con la urgencia de cambiar, recordando la mano del lobo en su compañera.
Bulma dio un paso hacia él, completamente impávida ante su falta de control. Ella colocó las manos a ambos lados de su cara y antes de que él se diera cuenta, se puso de puntillas y presionó sus labios contra los suyos.
Vegeta deseó poder decir que él dudó en considerar las consecuencias de sus acciones, pero en ese momento nada podría haber calmado su lobo de la manera en que ese toque íntimo lo hizo. Sus brazos rodearon su pequeña cintura, acercándola más. A medida que su cuerpo se encontraba con el suyo, Vegeta inclinó la cabeza para profundizar el beso. Él la oyó gemir y gruñó en respuesta. Cuando sus lenguas se encontraron casi sonrió.
Ella no había tratado con vacilación deslizarse en su boca, no su mujer. Ella se lanzó confiadamente, retándolo a responder. Él la sintió estremecerse cuando la acercó más, su pecho fuertemente presionado contra él. Eso trajo sus pensamientos de vuelta a su lesión.
La posesividad se lanzó hacia adelante, confundiendo su cerebro, y su beso se volvió desesperado. La levantó por la cintura y la presionó contra la pared, ni una sola vez separando sus labios de los de ella.
Bulma le echó los brazos al cuello y se impulsó hacia arriba, luego envolvió sus piernas alrededor de su cintura. Este valiente movimiento le permitió empujar a través de la niebla. Él suavizó el beso y después de unos pequeños persistentes, se echó hacia atrás.
Vegeta notó lo hermosa que se veía, sus labios rojos e hinchados por su beso, sus ojos medio cerrados mientras trataba de recuperar el aliento. Lentamente ella desenvolvió sus piernas y bajó al suelo. Él no podía negar la atracción que sentía por su confianza. Ella no se sonrojó ni se disculpó por haber llegado a ser tan apasionada, no trató de ocultar el deseo que llenaba sus ojos, y no bajó los brazos para concederles algo de espacio. Ella se agarró con fuerza y sonrió seductoramente.
—Eso fue delicioso.
Vegeta rió.
—De todas los cosas que puedes decir: apasionado, asombroso, increíble, inigualable, ¿y sales con delicioso?
—Fue todas esas cosas —estuvo de acuerdo—. Pero ninguna de ellas describe cómo sabes.
—Bulma. —Su nombre fue un gemido sacado desde su pecho.
—¿Cómo lo describirías entonces? —le desafío.
—¿Qué parte? ¿Tu sabor? ¿La sensación de tus labios sobre los míos? ¿Tener tu cuerpo presionado tan cerca de mí? ¿Qué quieres que describa, nena?
—La mirada en tus ojos dice lo suficiente —respondió ella con suavidad.
Bulma dejó caer los brazos y Vegeta inmediatamente se sintió frío y vacío.
—¿Estás mejor? —preguntó vacilante.
Vegeta lo pensó por un momento.
—Sí. Gracias. Simplemente no podía calmar a mi lobo —hizo una pausa—, o a mí mismo.
—¿Así que estás tranquilo ahora?
—Algo. —Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una mandíbula apretada y el ceño fruncido—. Solo necesito un poco de tiempo contigo. Solo a ti.
Bulma vio como Vegeta permitía que la pared que siempre erigía frente a otras personas bajara. Ella lo tomó de la mano y lo llevó hasta uno de los sofás de dos plazas. Quitándose los zapatos, subió sus piernas en el sofá y se inclinó hacia su costado mientras sus brazos la rodeaban. Ella cerró sus ojos y sintió que él descansaba su mejilla contra su cabello. Hubo un ruido sordo en su pecho mientras se acurrucaba más cerca.
Vegeta cerró sus ojos mientras sostenía a Bulma. Esto era lo que necesitaba su lobo. Estaba empezando a darse cuenta de por qué Goku tocaba a Milk todo el tiempo. Era como si no pudiera dejar de tocarla. La tranquilidad, comodidad y paz que venía del contacto de Bulma era una droga. Una droga a la que se estaba haciendo rápidamente adicto.
Gustosamente, pensó.
—Quedémonos aquí por un tiempo, ¿de acuerdo? —le preguntó Bulma medio dormida.
—Diez mil no podrían alejarte de mi lado.
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