Sólo una cosa

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- ¿Ocurre algo Inoue?

- Permíteme hacer sólo una cosa ¿sí?

Porque ambos combinan muy bien juntos, eso lo piensa ella. El otro no puede estar más de acuerdo
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La muchacha de cabello atardecer no despega sus orbes platas cual luna llena, de las multitud que se mueve con constancia. Ellos son como bufones que con sus malabares tratan de mantener entretenida su mente y así no dejarla arrastrar a sus pensamientos tormentosos.

Es algo contradictorio, mientras sus orbes detallan con vigor el cielo azul repletó de nubes blancas y esponjosas, a sus adentros, un torbellino huracanado remueve con gran fuerza cada uno de sus sentidos.

Ella no evita una risa traviesa que salta de sus labios duraznos al reparar de regreso en un lindo espectáculo. Un chico de manera un tanto torpe ha confesado sus sentimientos a una chica que no deja de verle con ternura, en un par de segundos ambos se abrazan con euforia para juntar sus labios al fin.

Se ven muy felices, piensa con cierto recelo. Se siente mal por ello y no duda en sacudir su cabeza y dejar de verles. Nuevamente el extenso cielo atrae su atención. Con gran calma las nubes son arrastradas por el viento y las sombras que ellas crean, besan el piso de pavimento. Un viento sutil en lo alto de la azotea remueve su larga cabellera anaranjada. Cerrando los ojos se permite disfrutar la calma que se crea.

-— Aquí estás Inoue.

Eso basta para abrir sus ojos aún recargada en el borde de la estructura. De pronto su corazón late con fuerza, sofocado pide a gritos que ella comprenda lo que pasá, se siente esclavo de esos ojos castaños que cada vez que están cerca le obligan a palpitar como loco. Orihime parece compadecerse de él, respira profundo tratando de no perderse de nuevo bajo las avellanas que con preocupación le observan.

-— Los chicos te han estados buscando. Supuse que estarías acá — Ichigo se acerca a ella. Las hebras puntiagudas de un anaranjado brillante se mueven en suave vaivén cuando camina hasta llegar donde Orihime se encuentra. Se permite recargar su cuerpo al lado de la chica. El largo y sedoso cabello de Inoue desprende un delicioso olor a Jazmín que le ha encantado a penas notarlo. Pueden embriagarse de él a cada segundo, deleitando ese pequeño capricho que crece cuando ella está cerca.

— Es reconfortante — No puede estar más de acuerdo con Orihime. La princesa lleva sus faros hasta los castaños. Plata y miel se encuentran de manera dulce. — Estar acá me ayuda a aclarar la mente. Ocurren tantas cosas que un buen escape es necesario — Da la vuelta sobre su eje — ¿Ves aquel chico de allá? – Ichigo busca entre la multitud al joven al que la dirección apunta, asiente muy alerta a Orihime, al ya tener al muchacho en su campo visual— Se acaba de confesar a la chica que está a su lado. ¿Sabes? Tuve un poco de envidia al ver eso – Sonó lastimera su voz, sus dientes se clavaba con fuerza en el labio inferior ante la impotencia que tenía. ¿Por qué? Fácil, él se había confesado de lo más fácil, cosa que a ella se le complicaba. Ichigo sintió un nudo en el boca de su estómago al escucharle — ¡Si envidia! – Saborea abiertamente la palabra al admitir con seguridad lo que siente. — Envidia, porque él pudo confesar su sentimiento sin ningún pudor. ¡Que aunque yo quisiera, temo decir lo que siento dentro de mí! Soy una cobarde Kurosaki-Kun – La joven le miró con sus ojos nublados en depresión . Desde las espesas pestañas, Ichigo no pedía evitar sentir el cómo su pecho se oprimía al punto de doler al verle.

¿Había algo mal?

-—¿Ocurre algo Inoue? – Teme preguntar, sí porque el más grande Héroe de la Sociedad de almas, puede llegar a temer. No por la pregunta, sí no por la respuesta que puede salvarle o destrozarle en algún segundo.

— Permíteme hacer sólo una cosa ¿sí? – Orihime suplica llenándose de valor. Este el momento, no hay otro. Estar los dos ahí juntos no es casualidad. Es la oportunidad para dejar fluir todo aquello que en  ella ocurre.

Sólo una cosa pide la princesa viendo a la luna. La vida y la muerte de una ilusión se juegan ¿Es egoísta hacer lo que ella quiere? El sol y la luna pueden eclipsarse en esta tarde ¿es posible?

Una nube brinda cómplice la sombra para ambas personas. Orihime mueve sus pies temblorosos hasta él. Nota al acercarse que de los dos, Ichigo es más alto  que ella. El Kurosaki siente como su pulso se acelera a denotar las facciones finas en la redonda cara porcelana de Orihime aproximarse.

Los labios semi abiertos exhalan el aire al ritmo de la rapidez en su respiración, que delata el nerviosismo que genera la otra en él. Ichigo lo sabe, sabe que su corazón tiene un nombre escrito con plomo sobre él. Orihime Inoue es la dueña del nombre.

El roce de ambos labios no se hace esperar. Embelesada, Orihime lo ha iniciado al perderse nuevamente en esos ojos que la sumergen en todo un mar de emociones. El dulce sabor se mezcla al corresponder el beso. No hay dudas en ellos.

La princesa está más clara que nunca que necesita de él. Que sólo con la presencia de Ichigo Kurosaki, el chico que conquistó su corazón basta y sobra.

El cielo dejó de ser el centro de atención de la chica de cabello atardecer que en medio de su valor no se despegaba del chico de facciones bronceadas.

Sólo una cosa bastó para que ambos revelerán el latir de su corazón.

Porque ambos combinan perfectamente juntos, eso lo piensa Orihime .Ichigo no puede estar más de acuerdo al sentir el beso acabar. Dejando un cosquilleó cálido en sus labios conjunto el revolotear de mariposas en sus barrigas.

[FIN]