CAP 27
–No sé cómo voy a poder seguir sin saber de ella, Roberta. Ni siquiera sus padres saben donde está y ya ha pasado un maldito mes desde...
El cariño no había surgido en el mismo instante en que se conocieron, de hecho, Roberta se negó a que la acompañase a la ciudad hasta que comenzó a llover y tras comprobar que no iba a encontrar autos. En el camino Chris le extendió una foto que guardaba de Dulce en su cartera, y por alguna razón que decidió denominar "llamado de la sangre", la pelirroja comenzó a hacer preguntas sobre su gemela.
Christopher estaba entre la espada y la pared, pues debía decidir seguir con sus planes de boda y arriesgarse a que algo le pudiera pasar a Dulce, o confiar en que estaría segura y romperle el corazón dejándola plantada. Si elegía la segunda opción salvaba, de manera indirecta, a la gemela de su novia, que le despertó un cierto sentimiento de familiaridad, quizá por el parecido, por los caracteres tan similares, o por esa capacidad de querer enfrentar sola la situación, así como su Dulce.
Roberta tampoco la tenía fácil. Se vio obligada a asimilar de golpe una cantidad terrible de información y hacerse a la idea de que había visto morir al padre de su novio. El día de su boda estaba completamente arruinado, y estaba segura de que un vestido blanco nunca más se volvería a ver igual. Aunque la sangre ya estaba seca, el recuerdo de ver a león abrazándola con fuerza para impedir lo inevitable le taladraba la mente y el tener una hermana idéntica hacía que se le revolviera el estómago.
–nada de esto estuviera pasando si le hubiésemos avisado a la policía –le respondió la pelirroja volviendo a rellenar su baso con tequila.
–¿Para que mandara a matar a Dulce? ¿para que te matara a ti? ¿no fue suficiente con una muerte ya?
–¡Está loca! No es capaz de...
–mató a un inocente en tu delante, ¿crees que no es capaz de matar a quien más a odiado toda su vida? si dulce muere, yo me muero también, entiéndelo. ¿No te pasaría lo mismo si Diego...?
–¡Ni lo digas!
–Nunca me va a perdonar. A estas alturas debe estar odiándome, así como odia a Claudia y...
–¿Te amaba de verdad, ¿no? –Chris asintió convencido–, entonces no va a olvidarte jamás. No es tan fácil odiar a alguien que se ama tanto.
–me dio todo y le pagué así ¿qué puedo esperar?
–Cuando se entere de que todo lo hiciste por protegerla...
–Escúchame bien, Roberta –tomó una de sus manos–. De esto solo sabemos Diego, Tú y yo, nadie más . Dulce nunca tiene que saber la verdad.
–La verdad se sabe tarde o temprano.
–Yo ya estoy casado y si vuelve en algún momento se va a enterar, creerá que la dejé por alguien más y...
–Y verá que no duermes con tu esposa, que no eres feliz y que hacen todo, pero menos vida de casados. Si nos parecemos tanto como dices, no es nada estúpida.
–A veces pienso que eres el único consuelo que tengo para sobrevivir. Te pareces tanto a ella...
–No te confundas, muñequito, yo no soy Dulce. Soy Roberta pardo y tengo novio, por si no te acuerdas –levanta la mano y se acaricia el anillo..
–Lo tengo claro, pero me es imposible no verte y no pensar en ella.
–Entonces no me veas y ya.
–Es que si no te veo siento que me voy a morir –abre otra botella–, ¿quieres?
–Gracias –responde ojeando el móvil–, se ha teñido el cabello, ahora ya no nos parecemos tanto.
Para ayudar a su nuevo "Amigo", Rob se creó una cuenta falsa con la que comenzó a seguir a Dulce, y después de un mes sin publicar absolutamente nada, subió una foto distinta. Ya no existía más el cabello rojo intenso que llamaba la atención, ahora era castaño, su color natural; se lo había cortado y llevaba un flequillo considerable, como si quisiera desviar la atención en sus ojos.
El pie de foto enviaba un mensaje contundente, como el que daban esas mujeres empoderadas cada que salían de una relación difícil.
«Nuevo color, nuevos comienzos. BYE Rojo»
Lo que para la gente era un cierre de capítulo más, para sus amigos más cercanos y los que estaban enterados de los acontecimientos recientes estaba claro. Iba a olvidar a Christopher.
Dulce María dejaba atrás a sus amigos, a su ciudad y a su familia y se enlistaba para escribir algo diferente. Sin amor, sin engaños, sin dolor.
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--------------------ACTUALIDAD--------------------
Poco más de dos años después, Christopher le contaba a Roberta como es que Dulce conseguía a pasos agigantados seguir con su vida, empezar algo nuevo y enterrar el pasado. La tristeza que experimentaba no le dio para acompañar a su amiga y a Diego con una copa, puesto a veces tomar no era la mejor solución.
–Esto tiene que acabar ya –decidió Rob volviendo a llenar su baso–, Dulce se enterará de todo hoy mismo.
–¿para qué? ¿para que venga a agradecerme por lo que hice y se vuelva a ir?
–¡para que vuelvan a estar juntos! –la apoyó Diego–, de lo que sí no estoy seguro es de decirle hoy..., ¿por qué no esperar a mañana?
–Porque hoy se larga a los Ángeles otra vez. Y ¿sabes por qué lo hace, Chris?
–Porque ahí está su vida.
–Error –la pelirroja se levanta y camina hacia su amigo–, se va porque no puede verte. Y no precisamente porque te odie, se va porque no ha podido olvidarte, porque tiene miedo de flaquear, porque sigues siendo tan importante en su vida que influyes en sus sentimientos, en sus decisiones.
–Para Dulce soy solo una cicatriz. La vi tan feliz con él la vez pasada y...
–Si fueras solo una cicatriz no hubiera aceptado la tregua que le propusiste en la despedida de tu hermana –colocó ambas manos en sus hombros.
–Era como darle un buen final a...
–Si estuviese enamorada de su nuevo "Novio" no te hubiera besado. Porque si amas no besas a alguien más, y mucho menos a tu ex que te ha hecho daño.
–No me lo recuerdes.
–¡Pero lo hiciste para salvarla! –intervino Diego.
–¿Crees que Roberta pensaría lo mismo si la traicionas algún día? ¿te perdonaría como si nada y volverían a ser la pareja de antes?
Diego lo mira por un largo rato, luego vuelve la mirada a su novia y decide mirar al suelo.
No pasaría, porque Roberta no perdona fácil. Odia las mentiras, las traiciones y las excusas. Y si aconseja ahora como lo está haciendo es porque a ella no la han dejado plantada en el altar.
–pero he vivido en carne propia la maldad de Claudia, mataron a león y... –dijo de la nada, como si estuviese leyendo la mente de su novio.
–¿y si no lo hubieses vivido? ¿me perdonarías?
–Si me lo explican y...
–Ese es el problema, ¿dejarías que te expliquen algo tan grave?
Siempre sabe que decir, pero no ahora, que se aleja de su amigo con la cabeza gacha y la mirada puesta en alguna de las losetas del suelo. Le pesa no tener razón, no dominar la situación, odia que le hagan dudar. Para dar consejos a veces solo se necesita escuchar las cosas desde un tercer ángulo. Se puede criticar sin miedo e incluso, juzgar de acuerdo a lo que se supone es correcto. Pero en este trabajo casi nunca entra la empatía, el ponerse en el lugar de la otra persona y ver cómo es que reaccionaría.
A pesar de no conocerla en persona, por todo lo que le ha contado Christopher Roberta siente que conoce a su gemela de toda la vida. no le ha sido difícil llegar a la conclusión de que tienen temperamentos similares, la misma actitud arrogante y las mismas ganas de comerse al mundo.
Entiende rápido que ella tampoco perdonaría fácil. Le heriría en el ego saberse abandona en el altar y luego todavía más al enterarse de que la cambiaron por otra. Es un golpe bajo, una humillación imperdonable.
Ella también haría todo para olvidar, pero aún más obstinada que su hermana, no hubiese vuelto a la boda de una de sus mejores amigas porque es incluso más egoísta e individualista. Con una postal de buenos deseos, una llamada y un presente hubiese sido suficiente.
Conocedora de las pocas diferencias y las muchas similitudes, la estilista estaba convencida de una sola cosa. Dulce seguía enamorada de Christopher. Podía gritar a los cuatro vientos que ya había superado, que se había vuelto a enamorar, que había logrado convertir los recuerdos del pasado en solo cicatrices; pero muy dentro sabía que pasaba todo lo contrario.
Porque si olvidas de verdad, no intentas hacer de todo para demostrarlo. Lo sabes y es más que suficiente.
porque si amas de verdad no hace falta hacer escenitas en la calle, lo sabes tú y lo sabe esa persona y es más que suficiente.
Porque si eso que dolió tanto es solo una cicatriz, no caes en provocaciones cursis ni en "últimas despedidas".
O al menos Roberta pardo no lo haría nunca y apostaba todo, hasta su relación, a que tenía la razón.
¿Cómo una persona segura de sí misma iba a querer convencer a la gente de algo? ¿acaso no bastaba con buscar su propio bienestar?
por lógica, de qué le serviría a alguien a quien le vale lo que piense la gente gritar a los cuatro vientos lo que siente?
–No lo haría –empezó, volviendo a llenar su copa–, porque tengo orgullo y puedo perder todo menos eso. Pero tampoco aceptaría una "última noche" porque esa persona me a echo daño, lo odiaría por humillarme y no estaría dispuesta a caer otra vez. Salvo... que siga enamorada, evidentemente.
–Ese no es el caso de Dulce.
–¿A no? entonces defíneme eso de orgullosa, segura y capaz de todo, por favor. A mí me basta con saber que estoy enamorada otra vez porque soy segura, porque soy segura no lo estoy gritando por todo el mundo.
–Mejor..., mejor deja que te cuente que...
–en el fondo te estás dando cuenta de las cosas y no quieres aceptarlas –Rob le regaló una sonrisa falsa–, desvía el tema si quieres, luego ya me darás la razón.
Silencio.
Hay un largo tiempo en silencio antes de que Diego, cansado del ir y venir de miradas del arquitecto y su novia, se levanta.
–¿Cuál era la sorpresa que le tenías a Rob, Christopher?
Aunque el arquitecto no lo dice en voz alta, agradece la iniciativa y sonríe estirando la mano para tomar su móvil.
–prométeme que lo vas a tomar con calma –suspira poniéndose de pie con el móvil ya desbloqueado–, te lo prometí y lo he conseguido.
–¿Qué?
–Prométemelo.
–¿Qué es?
Odia hacer promesas y después no cumplirlas.
Sabe que es impulsiva e irreverente, así que prefiere desviar el tema antes de verse envuelta.
–Quiero que me lo prometas.
–Chris, si es sobre mi madre, sabes que...
–no quiero que hagas cosas de las que después puedes arrepentirte.
–Lo voy a intentar –concede después de sopesar sus opciones.
–¿Es algo, ¿no? –lo anima Diego.
–Algo –se resigna Chris–, ya la encontré, y también te está buscando. Bueno..., las está buscando, y al igual que tú quiere justicia. De hecho, ella compró las acciones del bufete de los Espinosa, y se está haciendo cargo de la empresa ahora.
–¿Quién es?
–Alma rey –Chris le extiende su móvil en el que ya hay un par de fotos de la mujer alineadas entre sí.
Revisa las fotos una, dos, tres veces más.
Es la misma mujer que la confundió con dulce el otro día en el restaurante, la misma que le pidió un abrazo.
¿Había abrazado a su madre biológica y no se había dado cuenta?
En contra de todas las leyes de la física y la psicología, Rob se echó a reír fuerte, con ganas, como si se tratase de una broma por el día de los inocentes. Sintió que algo se le agrietaba en el pecho y no le tomó importancia, porque no era momento para sentimentalismos. No cuando la vida le había jugado mal.
–Dulce conoce a esta mujer.
–¿qué? –dijeron los dos hombres al tiempo.
–Sí, ¿te acuerdas? ¿la que se me acercó en el restaurante? ¡es ella!
–¿Ya la...?
–el otro día me confundió con Dulce, me pidió disculpas por algo que había pasado el jueves no sé donde y luego me pidió un abrazo. Ella lo sabe, Chris.
–¿Dulce fue al corporativo? –la pregunta fue más para él que para ellos–, porque no hay otro lugar en el que se hallan podido cruzar. Pero ¿para qué fue? Ella odia ese lugar, no se lleva bien con su madre y...
–Eso también te lo perdiste, cuando fui a enfrentar a Blanca, Ayer –Chris quiso interrumpir, pero ella se puso de pie–, sí, ya sé que estuvo mal y que fue una imprudencia, pero no pude, creo que el señor sufrió una recaída o...
–¡Eso no me lo dijiste, Roberta! –se alteró Diego.
–no es para tanto, creo que le faltó el aire o algo así, no sé bien, pero...
–Fernando sufre del corazón –murmuró Chris, ensimismado por entender la tranquilidad con que hablaba Roberta–, Dulce salió del matrimonio un poco alterada y...
–¡eso no es lo importante!
–Sí es, porque hace tres años le iban a hacer un trasplante y no consiguieron donante. No podía recibir noticias fuertes..., Alteraste a tu padre, Rob.
–yo no lo sabía ¿OK? –ocultó la punzada que sintió en el estómago–, no creo que le halla pasado nada, con una pastilla...
–¿Sí sabes lo que estás diciendo? ¡es tu padre!
–nunca lo ha sido y nunca lo voy a ver como tal –susurró ella, un poco más afectada–. Quizá me equivoqué, pero que se halla puesto mal o lo que sea que halla pasado ya escapa de mis manos.
Si le conmovió un poquito, lo supo ocultar de maravilla. Roberta soltó un suspiro cargado y se apoyó en su novio, como si necesitase recomponerse o tomar fuerzas.
«Se queda por unos días más, su padre está en el hospital» –fue el mensaje que recibió Chris por parte de su hermana segundos después de haberle preguntado por Dulce.
Levantó el móvil medio aturdido y recién al leer el mensaje, Roberta comprendió la gravedad de la situación.
una noche antes ella salió corriendo de la casa, dejando atrás los gritos de Blanca y la impresión de Fernando. No se inmutó cuando las empleadas le preguntaron si todo estaba bien, si iba a volver y si necesitaba que le arreglaran una habitación; ni siquiera volvió la cabeza, cuando un poco más alterada, la madre de Dulce llamó a gritos a una tal "Cata".
Pero ella solo fue a advertir, ya lo había echo y no tenía por qué quedarse.
De cualquier manera, la estilista concluyó en que nada era su culpa. Ella no se había acostado con la empleada doméstica, no había arruinado una familia, ella no le había arrebatado a una madre a sus hijas y no había abandonado a una niña en un orfanato. Ella no había mandado a la cárcel a una inocente, no había matado a León Bustamante, no había arruinado la boda de su hermana.
Y las mentiras tarde o temprano se sabían, así que solo había contribuido a que todo se descubriera más rápido.
El señor se iba a enterar hoy, mañana o más tarde, y su reacción siempre hubiese sido igual.
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