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CAP 05

¿Cómo habría reaccionado en su lugar?, de seguro igual, pero existía una gran diferencia entre ellos: Dulce espinosa no sabía escuchar, y él trataba de hacerlo para sacar conclusiones. Claro que no estaba justificándose porque sabía muy bien que su acción no tenía perdón, lo único que quería hacer era entender. Muchas de las cosas que Dul mencionó no eran ciertas, pero otras con todo el dolor de su corazón si lo eran.

Dejó su felicidad de lado para ayudar, prefirió la vida rutinaria que ahora tenía antes de ver sufrir a la gente que apreciaba. Él era el único culpable del sufrimiento de Dulce, él buscó salir de su vida, sus acciones estaban logrando que para ella se convirtiera en "solo una cicatriz".

El peor error, una pesadilla, un sueño gris, una tormenta de dolor, una historia de terror, solo una maldita cicatriz. ¡él se lo buscó! ¡él salió de su vida!, al final de todo fue quien le pidió en una carta que sea feliz con cualquier otra persona. Pero decirlo era fácil, ¿aceptarlo sería igual? Claro que no, de solo imaginarlo sentía como si le desgarraran el alma, cómo los pequeños pedazos de su corazón que trataban de mantenerse unidos se rompían.

–¿Amor? ¿te pasa algo?

Salió de sus pensamientos al ver a Muriel Hernández frente a él, estaba sonriendo como siempre, no iba a decir que era feliz, pero al menos tenía una sonrisa, sonrisa que él no regalaba hace mucho.

–No, solo pensaba –contestó con simpleza, odiaba darle detalles.

–Si gustas puedo ayudarte, ¿quieres contarme?

–No, puedo solo y no es nada de tu incumbencia –La mujer no disimuló la sorpresa por la manera en que le habló.

–Nunca me habías tratado así, yo solo quiero ayudar.

–Lo sé, pero hay cosas que prefiero guardarme y manejar yo mismo.

–Está bien, entiendo... por cierto, hay algo de lo que te quiero hablar –Christopher asintió aturdido–. Esa amiga de Anahí, Dulce espinosa no me da buena espina... puedo ver en sus ojos odio, rabia y resentimiento; yo nunca había nacido a una persona así, no puedo estar cerca de ella ¿sabes que le pasa?

–Son cosas personales, no puedes pretender saberlo todo –miró a las escaleras–. Debo irme, llegaré tarde a la empresa.

Vio a su esposo bajar las escaleras, y otro día más sin despedirse, sin un beso o un buen día que calmara todo lo que sentía. Cuando aceptó casarse con Christopher se imaginó algo totalmente diferente, su boda le hacía mucha ilusión; pero, desde la noche de bodas se decepcionó, todo lo que planeó se vino abajo. No existió luna de miel, no dormían juntos y ni siquiera le permitía entrar a su habitación, Anahí también era algo complicado, le guardaba algún tipo de rencor que trataba de entender.

Dulce se había quitado un gran peso de encima, ahora sí podía respirar con un poco de tranquilidad. Muchas de las cosas que dijo no eran ciertas, pero otras tantas si lo eran, ambas compartían algo, le dolía haberlas dicho. En todo momento lo miró con odio, resentimiento y furia ¡esperó ese momento durante dos años!, trataba de imaginarse el día en que lo enfrentaría, pensó muchas cosas y ninguna se asemejaba a lo que acababa de pasar.

Su príncipe azul, el hombre de su vida, lo que creía perfecto había destruido sus ilusiones de la peor manera. Una simple carta no era la forma de decirle adiós, una simple carta no se comparaba con lo que acababa de descubrir, le habría gustado que le dijera las cosas como realmente eran, esas que para ella ya estaban claras, se enamoró de otra mujer, quiso burlarse y dejarla en ridículo, claro que eso no le salió bien.

Dulce María tenía orgullo, nunca iba a permitir que lo pisotearan, llorar en frente del resto era una manera, mostrarse frágil ante todos otra de ellas; si enumeramos todas les aseguro que no acabaríamos nunca, de lo único que podemos estar seguros es que tiene un claro concepto del orgullo, y por nada del mundo se atrevería a cambiarlo.

–Dul, Dul, yo no sé qué decirte –Anahí se sinceró al llegar al jardín.

–No me digas nada, dije lo que tenía que decir –suspiró mirando para todos lados.

Solo estaban ellas dos, y creyó buen momento para derramar las que serían las últimas lágrimas. Cubrió su rostro con ambas manos y lloró, por segunda vez en el día se derrumbó, por él, por Christopher.

La rubia se acercó a ella y la abrazó con fuerza, para acompañarla en un dolor que por más raro que parezca, también compartía. Sus lágrimas se deslizaban sin pudor alguno mojando el cabello de la ex pelirroja, Christopher le había hecho mucho daño; pero seguía pensando algo, tras todo esto se escondía alguna verdad, algún secreto o alguna razón mayor. Confiaba en su hermano y podía meter las manos al fuego por él, la amaba y de eso no tenía duda, durante dos años fue testigo del deprimente estado en que se encontraba, fue testigo de miles de noches con llanto, estuvo ahí cuando no encontraba salida. ¡estaba dispuesta a averiguar lo que realmente orilló a todo este maldito sufrimiento!

–Dul, odio verte así –era la verdad, siempre la veía como mujer fuerte, invencible y ahora estaba llorando en sus brazos.

–es que no entiendo ¿por qué a mí?... ¡se burló de mí!

–Dul, no se burló de ti... yo estoy segura que existe alguna ra –se quedó con la palabra a medio decir.

–Entiendo que sea tu hermano, pero ¡se casó con otra!

–Odio verte llorar.

–y yo lo odio más, pero créeme, esta va a ser la última vez que lloro por él, no merece ni una lágrima más –dijo secándose el rostro con fuerza–. si tuvo el valor para rehacer su vida, yo también lo voy a hacer... de él no va a quedar nada, Christopher Von Uckermann va a salir de mi vida.

–¿crees poder lograrlo? –la voz de la morena se hizo presente.

–Mai –Dul susurra.

–Responde, respóndeme por el amor de Dios, con la verdad –dice abrazándola con fuerza.

La doctora Perroni conocía perfectamente los sentimientos de Dulce, claro que le dolía verla así, al igual que Anahí compartía y sentía el mismo dolor. Pero sabía que tras todo ese teatro de la boda se escondía una verdad, un secreto o algo que haya impulsado a tomar esa maldita decisión.

–Claro que sí, es más ya lo estoy olvidando, para mí solo es una cicatriz –trata de convencerse.

–No, es que a nosotras no puedes mentirnos –Any dice llorando.

–Es que así es, yo ya no lo amo.

–Te duele porque lo sigues amando, lo amas como el primer día –Maite tenía razón.

–¡claro que no! Y mejor díganme una cosa ¿fueron a la boda?

–No, volvió casado –susurró la rubia.

–Claro, luego de su luna de miel –un nudo se formó en su estómago.

En ese momento vinieron a su mente todos los lugares favoritos de Christopher, Dulce suponía que fue en uno de ellos. Talvez en una playa desierta, a lo mejor en una isla, o quien quita que la hallan pasado bien en un desierto. Solo estaba segura de una cosa, fue increíble, romántica y llena de momentos inolvidables; pero no pudo evitar llenarse de odio y rabia al saber que no fue ella su acompañante, ¡fue su esposa!

–No, ellos no –Mai trató de explicar.

–Hay, ya no me digas, seguro fueron después o la pospusieron para que haya más tiempo ¿verdad?

–¡Dulce no! –Anahí trató de hacer que su amiga entre en razón.

–¿Sabes qué Anahí? Ya no me interesa saber los detalles de esa maldita boda, que se queden siendo felices y ¡que me dejen vivir mi vida!

Terca, malditamente orgullosa y decidida, cuando algo se le metía a la cabeza era imposible sacarlo, a Dulce Espinosa no se le podía hacer cambiar de opinión. Y Maite lo supo desde el primer momento en que cruzó palabra con ella, un mecanismo de defensa no le dejó ver a la maravillosa persona que vivía dentro. Tubo que ganarse su confianza para que le regalara una sonrisa, el tiempo fue el encargado de forjar esta amistad que debía y quería mantener. Según la morena, la mejor forma de hacerlo era encontrar la verdad, para así enterrar tres palabras, solo una cicatriz.

–Es que no puedes dejar de amar en un abrir y cerrar de ojos a alguien que amaste durante años, ¡no puedes! –Maite gritó con voz enérgica.

–¡cállate! Cállate que la señora de la casa te va a oír, y no tengo intención de que se entere de mi momento de debilidad, porque eso es para mí Christopher, un momento de debilidad, solo una cicatriz. –estaba notablemente alterada–. Y no fíjate, no lo dejé de amar en un abrir y cerrar de ojos, fue gracias a una traición teniendo dos años para olvidarlo.

–Entonces dime algo ¿cuántos novios has tenido durante este tiempo? –Anahí sabía cómo hacer caer el teatro de su amiga.

–O a costones ¿no? –Maite continuó.

¡golpe bajo!

Rendida, esa era la palabra que la describía entonces, sus amigas sabían perfectamente cómo hacer caer ese maldito teatro que trataba de mentalizar. Decepcionada, estaba decepcionada porque sentía que se había fallado, había traicionado sus principios, sus ideales y pensamientos. Ella no se retractaba, ella no daba el brazo a torcer; pero siempre existía una primera vez, esta, frente a dos personas importantes en su vida.

–Ahí está, tu silencio me indica que cero novios, ¿por qué no lo aceptas he?

–Maite no tengo que aceptar nada, el hecho que no haya tenido largas noches de pasión ni novios no quiere decir nada... Christopher ya fue para mí ¿no lo pueden entender?

–Lo amas, aún sigue doliendo, por favor confía en nosotras, no nos ocultes las cosas porque ya la sabemos. –suplicó Anahí.

–¿por qué mejor no hablamos de otras cosas? Por ejemplo, tienen que contarme como van con los preparativos de la boda ¿o no?

Cambiar de tema, esa fue la solución que en ese momento encontró, sus amigas sabían perfectamente por donde atacar, y ella no podía caer. Claro que lo amaba, claro que le dolía y por lo mismo no había podido siquiera besar otros labios sin pensar en el maldito Christopher.

Pero no, ante todos debía parecer que lo olvidó, debía ser solo una cicatriz; y así, a lo mejor lograría hasta sacarlo de su corazón.

–Perfecto, cambiando de tema de la peor manera, por mí no hay ningún problema ¿sabes? que Anahí te cuente como van los preparativos –Maite decidió seguirle la corriente.

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