1. Inicio del Viaje
«Solo será este verano, solo este» era lo que se repetía mentalmente Hailley mientras arreglaba su equipaje para ir al campamento en que la había inscrito su padre.
Dicho lugar, más que un campamento, era un reformatorio juvenil para chicas ¿Por qué Hailley había sido enviada allí? Porque había decidido fugarse con su novio Damian, pero sobre todo, porque su padre, un político muy reconocido en su país, consideraba que lo hecho por su hija era una ofensa grave que mancharía su carrera política.
—Nana, no quiero ir —decía Hailley —. Damian no es un mal muchacho, sé que no es del agrado de mi padre porque no es de «nuestra clase» —ironizó, haciendo el símbolo de comillas con los dedos— pero él tiene buenas intenciones conmigo, y me ama, además, ¿qué tiene de malo ser pobre?, ¡mi padre también lo era!
— ¡Calla, mi niña!, —exclamó la mujer colocándose una mano en el pecho—, ¡a tu padre no le gustaría oír lo que dices! –dijo con dulzura su nana, una señora de unos sesenta años, que llevaba consigo un secreto que juro ocultar toda su vida para no dañar a la gente que amaba.
—¿Te das cuenta?, ¡tú siempre defiendes a mi padre, incluso cuando te trata mal! —se quejó la adolescente.
— No es eso mi niña, es solo que...
— ¡Hailley! —La grave voz del padre de la adolescente se hizo sentir cuando éste se trasladó desde el piso inferior hasta la habitación de su hija— ¡Deja a la nana en paz!, ¡se nos hace tarde para llevarte al campamento!
George Thompson era el padre de Hailley, tenía unos cuarenta años, se había casado cuando tenía diecinueve con su primer amor y única novia. De ese amor nació Hailley, pero una mala jugada del destino lo hizo quedar viudo justo en el nacimiento de su hija, cuando apenas tenía dos años de casados, lo que había hecho que su corazón se endureciera.
—¿Sabes? ¡No te imaginas cuanto deseo haber muerto yo en lugar de mi madre! –gritó llorando la rubia muchacha– ¡Al menos así no me culparías de su muerte!
—Dos minutos, Hailley, solo dos minutos o se me va a olvidar que soy tu padre –siseó George apretando los dientes, colocándose una máscara de frialdad para ocultar su dolor. Las palabras de Hailley lo habían herido demasiado y le había hecho recordar todo lo que había perdido.
—No debiste decirle eso —dijo la nana una vez que el hombre se había marchado de la habitación dando un portazo—. Tú padre te adora y hace lo que hace sólo porque quiere lo que considera mejor para ti.
—¿Y por eso me lleva a esa cárcel? —Preguntó la chica llena de furia—. Lo siento nana pero no opino igual que usted, por favor, déjame sola.
La nana hizo exactamente lo que la chica le había pedido. Conocía a ese par desde que habían venido al mundo y sabía a la perfección una verdad que ambos se empeñaban en ocultar: eran demasiado similares, y eran precisamente esas semejanzas las que iban a hacer difícil cualquier posibilidad de reconciliación entre ambos, aún cuando se necesitaran pues, de hecho, eran lo único que tenían.
Cuando se quedó sola, la adolescente terminó de empacar, se sentó en su cama, sacó una fotografía que tenia de Damian debajo de su cama, se abrazó a ella y dijo llorando «Solo será este verano amor, cuando regrese, volveré para irme contigo, solo eso me hará soportar ese encierro... Te amo y solo espero que al terminar el verano tu aun me ames y podamos estar juntos».
Le dio un beso a la foto, se la metió en el bolsillo del pantalón, se secó las lágrimas y tomó su equipaje, su aventura de verano estaba por comenzar...
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