Solo un sueño (Capítulo único)
Una pequeña niña de pelo marrón se encontraba corriendo a través de un bosque lleno de diferentes criaturas mágicas, desde sirenas hasta centauros, y la niña había tenido la mala suerte de enojar a una pixie, la cual se había enojado y la perseguía.
La niña de de pelo marrón al ver un arbusto lleno de fresas se acercó un poco y se escondió detrás de él. Estuvo ahí por unos minutos hasta que vio que la pequeña pixie se había ido, poco después se dispuso a comer unas cuantas fresas.
-¿Qué travesuras hiciste esta vez, pequeña Jane? -preguntó una voz a su espalda, la cual reconoció al instante.
Jane se acercó a la mujer que había hablado y la abrazo con una pequeña sonrisa. La mujer sin poder evitarlo se agachó y correspondió el abrazo de la niña.
-Solo me acerque a un árbol y la pixie empezó a atacarme, ¡No fue mi culpa! -se excuso, al ver que la mujer frunció el entre cejo continuó: -¡Debe creerme, señora Hasina!.
Hasina solo asinto y cargo a Jane.
-¿Vamos a mi hogar? -le preguntó a Jane en el tono más suave posible.
Jane asintió y empezó a jugar con los pelos color oro de la mujer, mientras que ella caminaba en dirección a un árbol gigantesco, inclusive mas grande que la casa donde vivía con su padre.
Hasina dejo a Jane en el suelo un momento para mover una rama, la cual servía como palanca para que una compuerta se abriera y les dejara ver unas escaleras.
Jane sin esperar que Hasina le dijera algo camino adentro del árbol y empezó a bajar las escaleras hasta llegar a una pequeña sala llena de los objetos extraños que Hasina en algún momento le había mostrado.
-¿Quieres un poco de té, pequeña? -Jane hizo una mueca y negó con la cabeza- Entonces, ¿Qué quieres?.
-Jugo de naranja -murmuro Jane antes de bajar un poco la cabeza.
Hasina asintió antes de ir a una pequeña cocina.
Jane por su parte se quedo mirando la quemada que le había hecho una lagartija gigante con alas, ciertamente dolía muchísimo, pero realmente no era importante, ya que ella estaba en uno de sus sueños raros que tenia de vez en cuando.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos con la llegada de Hasina con una bandeja donde llevaba su vaso con jugo de naranja y una taza de té para ella. Hasina frunció el ceño cuando vio la quemada en el brazo de Jane.
-¿Qué te pasó? -preguntó mientras dejaba la bandeja en una pequeña mesa y se acercaba a observar de cerca la quemadura de Jane.
-No es nada -respondió con simpleza.
-¡¿Como que no es nada?! -grito la mujer mirándola con los ojos abiertos como platos.
-Solo me quemo una lagartija gigante... Pero cuando despierte del sueño desaparecerá, no será un problema -dijo la niña con seguridad.
Hasina negó con la cabeza y fue a buscar a su habitación un ungüento y vendas para intentar curar un poco el brazo de Jane. La niña por su parte no entendía porque reaccionaba de esa manera, era un sueño y al despertar todo eso desaparecería por completo.
Así que simplemente se sentó a beber un poco de jugo.
Luego de un rato Hasina llego con los ungüentos y vendas para curar la quemadura de Jane.
-Dame tu brazo -ordenó.
La niña obediente le dio el brazo donde tenia la quemadura. La mujer de pelos color oro empezó a trabajar en la quemadura con sus ungüentos para luego vendarla.
Jane bostezo y se froto los ojos. Hasina sonrió al verla, se acercó y la abrazo, Jane se acurrucó con los ojos entre cerrados.
-¿Me podría repetir que es usted? -pregunto algo apenada mientras intentaba mantenerse despierta.
-Soy una elfina -respondió mientras jugaba con el pelo color marrón de la niña.
-¿Me podría contar esa linda historia?.
Hasina sonrió y asintió.
-Había una vez, hace muchísimo tiempo un humano curioso, muy lindo como un príncipe azul, y una princesa elfina que se querían mucho, aunque el padre de la rutina se oponía a esa relación, ellos seguían viéndose cada día a escondidas de su padre el rey de los elfos. Luego de mucho tiempo de demostrarse su amor, ambos tuvieron una pequeña niña, ambos la querían por igual sobre cualquier cosa, ya que era la bebé más hermosa de todos los reinos. Al enterarse el padre, se enojo tanto, que, hizo que padre de la niña se la llevara a su mundo, o si no mataría a la niña, ambos padres asustados accedieron a las condiciones tristes por tener que separarse, una vez que el hombre se fue con la bebé, la princesa elfina prometió volver a encontrarse con sus dos amores costará lo que costará.
-Ese rey si fue muy malo -dijo casi dormida la pequeña niña.
Hasina sonrió un poco y asintió.
Luego de un rato la elfina se mantuvo acariciando el cabello de la pequeña niña hasta que se durmió. Una vez vio a la niña profundamente dormida la acomoda su cama, se aseguro de que estuviera cómoda y bien cubierta por la cobija.
-Dulces sueños, Janie -deseo la mujer antes de darle un beso en su frente e irse de la habitación.
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Jane se despertó de golpe, esa no era la primera vez que tenia ese tipo de sueños, aun recordaba cuando empezó a tenerlos a sus tres años, hasta ahora a sus siete.
La pequeña niña intento volver a dormir varias veces, pero no lo logró, así que agarro a a su oso de peluche favorito el señor Henry y bajo de la cama, para salir de su habitación e ir a la habitación de su padre.
En el pasillo se fijo en el montón de pinturas que tenia su padre, la mayoría eran retratos de personas que no conocía.
Entonces se dirigió la puerta blanca al final del pasillo, corrió en esa dirección y paso a la habitación sin tocar.
Una vez adentro lo primero que hizo fue ir al lado izquierdo de la cama y se acomodó de ese lado.
-¿De nuevo ese sueño? -pregunto una voz grave, la cual era de su padre, el se dio la vuelta y se fijo en su pequeña hija.
Jane asintió y bostezo.
-Buenas noches -se acercó le dio un beso en la frente y la abrazo. No tardo mucho en volverse a dormir.
Jane por otra parte sintió un dolor agudo en su brazo, lo miro un momento y vio las vendas que Hasina le había puesto. Abrió los ojos como platos antes de sonreír.
Aunque le doliera mucho, al fin le podría probar a su padre que ese mundo en el que se adentraba en las noche no es solo un sueño, era de verdad, todas aquellas criaturas fantásticas eran de verdad, que Hasina era de verdad.
Y con esos pensamientos, se quedo dormida con una enorme sonrisa
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