Continuación: El pequeño Furcas
Jane se encontraba caminando a través del «bosque encantado» para poder encontrarse con Hasina. Ya la última vez que había venido se había lastimado, y Hasina había quedado preocupada.
Claro, sus planes eran ir a la casa de la elfina a jugar con ella, pero sus planes se vinieron a bajo cuando escucho un chillido.
"Ñiii...ñiiii" lloriqueaba algún ser entre los árboles, y siendo una niña muy curiosa, Jane camino hacia aquella dirección para poder ver que cosa hacia tales ruidos.
Al asomarse se llevo una gran sorpresa; allí había una de esas lagartijas aladas, una de las que la había quemado en su anterior sueño.
Pero había una enorme diferencia, esa pequeña lagartija era mas pequeña que ella, a diferencia de las otras, además, esta parecía estar cubierta de lo que parecía ser restos de un cascarón de huevo.
Entonces, aun más curiosa que antes se acercó, pudo ver como la pequeña lagartija empezaba a olfatear al aire.
Así que algo asustada se alejó.
Vaya sorpresa que tuvo cuando vio a la pequeña lagartija volver a chillar y a acercarse a ella, destrozando parte del cascarón.
Jane sonrío y río divertida ya que encima de la cabeza tenia un trozo de cascarón. Así que se acercó y le quito el trozo, seguidamente empezó a acariciar su cabeza, que debía ser igual de grande que la de un perro.
En ese momento la lagartija alada empezó a soltar sonidos raros, frotando su cabeza con su mano, la verdad parecía algo asustado.
Luego de un par de minutos de estar acariciando al pequeño ser se separó de el y empezó a seguir su rumbo, porque si no, llegaría a la casa de Hasina y ella se preocuparía.
Vaya sorpresa se llevo cuando escuchó los llantos del dragón a sus espaldas, quien había salido corriendo y ya había llegado a estar justo detrás de ella. Jane empezó a rascarse el codo, la pequeña lagartija alada la estaba siguiendo, a Hasina no le gustaría, ella se había alterado cuando le había contado su avistamiento a esos seres.
Entonces intento escaparse de la lagartija, pero no lo logro, ya que la pequeña cosa la seguía por su olor. Así que bastante resignada tomo al pequeño ser y lo apretó contra su pecho y echo a correr en dirección al árbol de Hasina para que la ayudara en sus problemas.
Cuando estuvo, al fin, en frente del árbol toco tres veces, y pudo escuchar el «Toc, toc, toc» a través de gran árbol hueco. Por su parte, la lagartija estaba olfateando a su alrededor.
Luego de un par de pudo ver como salia del árbol una elfina alta, de cabello rubio y esbelta. En ese momento Jane estaba algo alterada, ya que sabia que Hasina se iba a alterar.
-¡¿Qué hace eso aquí?! -grito la rubia mientras señalaba a la lagartija; podía notar lo molesta que estaba ya que sus orejas puntiagudas estaban completamente rojas.
-Es que... -empezó, y bajo la cabeza, en verdad estaba avergonzada - es pequeño, estaba solo y me seguía -termino en voz baja.
La elfina había suspirado y se quedo viendo a la lagartija, quien se estaba acurrucado contra sus pies.
-¿Sabes qué es eso? -preguntó, algo irritada, Jane bajo la cabeza y negó- es un dragón, y...
Pero entonces la elfina paro, y se fijo en la linda escena que tenía en frente, la verdad estaba molesta en que Jane la desobedeciera y trajera a un dragón a su casa, o que se acercara a uno.
Entonces, suspiro.
-Pasa, y lleva a tu monstruo contigo -murmuró.
Allí pudo ver con Jane sonreía, tomaba al pequeño dragón entre sus brazos y empezaba a caminar, algo dificultada ya que el dragón era algo pesado.
-Sabes que hay que alimentarlo, ¿no? -preguntó una vez todo habían entrado, pudo ver como el dragón se colocaba en frente de la chimenea, y Jane se colocaba a su lado, sobando le la panza.
-Le voy a poner Furcas -dijo Jane, ignorando por completo lo que le había dicho ella. Aunque tenía una enorme sonrisa mientras veía como el pequeño dragón se revolcaba ya que le hacia cosquillas.
Sin poder evitarlo Hasina sonrío, aunque sabía que Furcas podía destruir su casa, la felicidad de Jane era más importante.
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