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➳ ii

— No, aún es muy temprano. — susurré, tratando de cubrirme con el primer objeto que encontré, en este caso, uno de los tantos osos de peluche que Nam me había regalado.

— Señorito SeokJin, su madre desea que usted tome el desayuno junto a ella. — avisó esa estúpida que tengo por sirvienta.

— ¡Cierra las cortinas! — grité al terminar de escuchar a la estúpida esa.

— Su madre me ordenó que...

— ¡Me importa un bledo lo que mi madre diga! — la interrumpí, saliendo de la cama y arrojando el oso a cualquier parte, lejos de mí. 

Miré mal a la señora esa y me encaminé hacia el cuarto de baño.

Todos los malditos días era lo mismo, esa sirvienta venía y abría las cortinas como si esta fuera su casa, y luego me ordenaba, bajo las palabras de mi madre, que me levantara y vaya a estudiar.

Salí del baño una vez que terminé de ducharme y tomé mi celular en mano, escuchando el audio que Nam me mandó hace media hora. Sonreí como un estúpido y le contesté con puros corazones antes de apagar el móvil y continuar con mi mañana.

— ¡Por fin es viernes! — grité cuando vi mi calendario. Había esperado tanto el fin de semana y no precisamente por el término de clases, sino porque hoy era el bendito día en el que mi padre liberaba mi tarjeta y me permitía comprar cualquier cosa.

Salí más que feliz de mi habitación. Mamá estaba en la terraza, tomando desayuno junto a mi hermano mayor, quien, como siempre, vestía un horroroso traje gris. No sé qué le veía de interesante o presentable mi padre a ese estúpido traje, pues ambos siempre solían utilizar lo mismo para ir al trabajo.

— Asco con tu traje.— dije a la par que me sentaba en la mesa.

Mi hermano solo rodó los ojos e hizo como si no estuviera ahí, pues continuó ojeando no sé qué cosa en su tableta.

— ¡Qué asco! ¿Cómo pueden haberme hecho panqueques? ¡Les dije que estaba a dieta! — grité más que enojado, viendo a las sirvientas mirarse entre ellas, como echándose la culpa una a la otra. — ¡Mamá! — grité.

Mi madre dejó de leer su revista de moda y miró mi plato lleno de panqueques.

— Dile eso a tu padre, él insistió en desayunar panqueques el día de hoy. No sé qué rayos sucede con ese hombre.— susurró lo suficientemente alto como para que todos escucharan.

Rodeé los ojos y me levanté, no sin antes pedir a una de esas ineptas que trajera mi mochila.

— Voy a desayunar en la escuela, ya que al parecer tampoco alcanzo a la familia de Nam.

Ni mi madre, ni mucho menos mi hermano fueron capaces de objetar algo en mi contra, por más que les dije que no desayunaría nada de lo que estaba servido en la mesa y aunque me gustaría decir que me dolía, ahora mismo, estaba tan acostumbrado a esto que simplemente grité...

— ¡Le recuerdan a papá que me libere la tarjeta!

No obtuve respuesta, pero sabía que lo harían, pues de lo contrario, terminaría interrumpiendo alguna junta importante de mi padre, como la última vez.

Salí de mi casa y sonreí al ver a Nam en su auto deportivo, cortesía de mi suegro, esperándome y sonriendo, al igual que yo, al verme bajar las escaleras.

— Estuve esperando desde hace quince minutos, princesa.

— No he tomado desayuno.— Susurré al ingresar a su auto. Nam dejó un corto beso en mis labios y tras tomar mi mochila y arrojarla a los asientos traseros, volvió a atacar mis labios.

Nos besamos por unos largos minutos, hasta que el aire nos faltó y así mismo, mi suegro llamó, recordándole a mi hermoso novio llegar temprano a la escuela, pues ya estaba acumulando tardanzas.

— Mi hermana dijo que te vería en la cafetería de la escuela. — me recordó Nam al poner en marcha su auto.

— Rayos... — maldije por lo bajo.— olvidé que hoy era la junta con todo el grupo de diseño. — rápidamente me quité el cinturón de seguridad, a pesar de que Nam insistía en que no lo hiciera, y tomé mi mochila, para así abrirla y buscar mi móvil.

Princesa, me estás dando una buena vista, pero no quiero morir por distracción. — Nam gritó y lo único que pude hacer fue rodar los ojos y traer mi mochila hacia adelante.

Me senté apropiadamente y comencé a buscar, maldiciendo por lo bajo a esos idiotas que se encargaban de alistar mi mochila, hasta que encontré mi móvil y hablé con mi cuñis.

— Ya todo está arreglado.— susurré, comenzando a ojear las redes.

Nam no me contestó, solo encendió la radio y como siempre, lo dejó en una emisora de Hip Hop. Le quería decir que lo apagara, pues ese género no me gustaba en lo absoluto, pero me quedé callado, pues los chismes en el grupo que compartía junto a la hermana de Nam estaban más interesantes que mi posible discusión con mi novio.

Una vez que llegamos a la escuela y que Nam logró buscar un buen lugar donde estacionar a su segundo bebé, bajamos y caminamos de la mano, como siempre lo habíamos hecho. En la entrada de la escuela se encontraban sus estúpidos amigos, con quienes se saludó y a quienes ignoré, pues no soy un santo y antes de estar con Nam, anduve en alguno que otro coqueteo con ellos.

— Cariño, nos veremos en el almuerzo. — susurré al alejar mi vista de mi móvil. Nam seguía hablando no se qué tontería con esos tipos.

— Está bien, nene. — susurró él, acercándose lo suficiente como para adueñarse de mis labios.

Escuchamos a lo lejos los silbidos y gritos de sus amigos, pero continuamos en lo nuestro hasta que el aire nos faltó.

Me alejé luego del espectáculo que montamos y me dirigí al aula de Diseño, pues Minah, la hermana de Nam, seguía insistiendo en que nos viéramos. Al llegar al salón de Diseño de modas sonreí, pues ella estaba ahí, junto al grupo de chicos y chicas que conformaban el taller.

— Hola cuñis...— grité para llamar su atención. Minah volteó y me sonrió, acercándose rápidamente para darme un beso en mi mejilla izquierda y luego en la derecha. Sí, era nuestro saludo. — ¿Qué pasó? ¿Por qué todo ese alboroto? — pregunté al ver que su sonrisa desaparecía y daba bienvenida a una mueca llena de preocupación. ¡Ay, dios, le van a salir arrugas!

— Una chica quiere unirse al grupo y no podemos negarle la entrada, ya que la directora fue la que la trajo hasta aquí.

Caminamos lentamente hacia el cúmulo de estudiantes del taller.

— Apártense. — fui claro y con solo escuchar aquello, todos abrieron un camino hacia la... — No puede ser. — susurré al ver a la chica que quería formar parte de nuestro equipo.

— Lo sé... — susurró Minah, siguiéndome de cerca.

Era una pulga, por así decirlo, con lentes, un flequillo ya pasado de moda, una blusa lila bebé y con una falda tan corta como su basta experiencia en moda. La chica era un horror, sin contar que su rostro no deslumbraba, ni siquiera el maquillaje que se cargaba encima le ayudaba. Sentí pena por ella.

— ¿Quién eres tú? — mi tono de voz no fue el más amigable y supuse que ella lo notó, pues su sonrisa desapareció y ahora parecía algo asustada ante mi presencia.

— S-soy J-JiHyo... — susurró tan bajo que por un momento me dio hasta pena ajena.

— No pregunté tu nombre. — fui directo y la miré de pies a cabeza.— sino quién eres tú o mejor dicho, ¿Quién te crees tú para venir a mi taller y creer que podrás entrar con ese atuendo tan ridículo que estás usando? ¿Siquisiera sabes lo que está de moda ahora? Imagino que no, pues esa debe ser la razón por la que...

Me extendió unos papeles y de inmediato me llené de impotencia, pues esa idiota me había interrumpido y todo el mundo sabe que a mí nadie me interrumpe. Tuve tantas ganas de golpearla en ese mismo instante, pero respiré hondo y me dije que no podía hacer eso, pues aquel incidente mancharía mi registro.

Minah tomó las hojas en mano y con su mirada me indicó que nos juntáramos.

— Viene de la mejor escuela de Estados Unidos y ahí también llevó Diseño de modas. — comenzó a leer mi cuñis. — y además, tiene las mejores notas, casi podría competir con Nam por el mejor promedio de toda la nación. — la sorpresa en su voz y sus palabras llamaron mi atención. ¡Maldita zorra! De seguro era de esas que se creían... — Creo que deberíamos aceptarla... — dejé de pensar por un momento y miré los bocetos que Minah me estaba señalando. — Tiene buenos diseños y está más familiarizada con la moda extranjera, así que supongo que podría ayudarnos en algunas competencias.

Rodeé los ojos, pero no me quedó de otra.

— Muy bien.— di media vuelta y miré a JiHyo, ella estaba mirándome con esos ojitos de cachorro asustado. Tan propio de las de su tipo. — Eres bienvenida, pero ten en cuenta que el que manda aquí soy yo, ya que...

— ¿Por qué? — su pregunta me descolocó un poco, pero al final, reí, pues se notaba que era una total estúpida, a pesar de tener un buen promedio.

— Porque yo soy el presidente del taller y todo lo que digo se hace, así que...

— Pero es mejor que cada uno tenga libertad de expresión, así seremos una...

— ¡No me interrumpas! — grité, ya un poco más histérico por sus tonterías. Ella bajó la mirada y de repente sentí todas las miradas pesadas del taller encima de mí. ¡Bien hecho, mosca muerta! — Solo no me interrumpas, por favor, que aquí lo importante es ganar. — le sonreí apenas y me di media vuelta, para así salir del taller.

Minah me siguió de cerca en todo momento y no dijo absolutamente nada, pues ella bien sabía que yo estaba algo agitado por todos los sucesos acontecidos.

— Lo siento.— susurré al estar frente a mi salón. Minah asintió y nuevamente dejó besos en mi mejilla, al igual que yo en las de ella.

Minah se fue poco después de decirme que tenía que almorzar junto con ella, EunJi y Hyorin, un dúo de amigas que teníamos en común.

Al entrar me encontré con el idiota de JungKook montando una escena erótica junto a uno de mis primos.

Sonreí y me acerqué sigilosamente a ellos, para luego darle una nalgada al novio de mi primo. JungKook gruñó y se separó de inmediato de JiMin.

— ¿Qué mierda te sucede, SeokJin?

— Tú no deberías estar aquí, el profesor está a punto de llegar y tu salon está al otro lado del pabellón.

JungKook rodó los ojos y besó por última vez a JiMin, para luego susurrar que se vengaría de mí mediante Nam.

— ¿Dónde está TaeHyung? — pregunté al ver que a mi lado no se encontraba mi otro primo.

— Somos mellizos, no siameses. — se quejó JiMin, bajando de la mesa y tomando su espejo en mano para retocar su maquillaje.

— Lo más probable es que se haya ido a la clase de HoSeok.

JiMin apenas asintió, sin tomarle mucha importancia al asunto y poco después que el profesor ingresó, mi primo se sentó y todos en el aula se posicionaron para escuchar la clase. Me gustaría decir que me agrada la clase de historia, pero odio mentir (solo a veces), así que solo diré que siempre acostumbro a dormir cuando el profesor no se da cuenta y aunque en esta oportunidad quería hacer lo mismo, me tuve que abstener, pues el profesor Choi me tenía en la mira y estaba seguro de que estaba buscando alguna excusa barata para reprobarme.

Cuando la clase terminó, todos soltamos un suspiro de alivio y cuando digo todos solo me refiero a las personas que no necesitarán de estas boberías para triunfar en la vida, osea yo, mis primos y algunos que otros hijitos o hijitas de mamá que creían que con su belleza común serían modelos o llegarían lejos. Pobre ilusos.

Iba a salir del salón, prácticamente JiMin ya había fugado y no precisamente para ir a la clase de Biología, sino porque necesitaba ir al salón de su novio, cuando la voz rasposa del señor Choi me detuvo. Estuve tan tentado a dejarlo con la palabra en la boca y largarme de ese asqueroso salón, pero sabía que tendría otra falta en mi registro y según papá, si tenía más de veinte faltas no permitiría que saliera con NamJoon todos los fines de semana.

— Señor SeokJin, admiro mucho la forma en la que contribuye con nuestra institución... — empezó al tenerme delante de él.— estoy seguro que el director es el más complacido en todo esto e incluso algunos docentes también, pero eso no quita el hecho de que yo evalúe de forma justa y democrática.

— ¿Cuál es su punto? — Pregunté directamente. Estaba cansado de sus idas y vueltas, sabía a dónde quería ir y no me encontraba de la manera más amable como para tratar con él.

— Conozco a los chicos populares, señor SeokJin, tenía de esos en la universidad. Todo el mundo sabe sobre la hermosa pareja que hace el capitán de fútbol con la porrista o en este caso, con el presidente de varios talleres...

— Disculpe profesor, pero no tengo tiempo y en verdad quisiera escucharlo... — lo interrumpí.

— Me refiero a que su novio le hizo el ensayo y la monografía sobre la primera y segunda guerra mundial. — su tono de voz fue brusco y rápidamente me indigné, pues nadie podía faltarme el respeto de esa forma.— El señor NamJoon es un alumno ejemplar, uno de los mejores, por lo que conozco y reconozco su trabajo sea el lugar donde sea, en este caso, en su trabajo monográfico que le mandé a hacer para salvar el trimestre pasado.

Suspiré y miré más que mal a este profesor.

— ¿Sabe algo, profesor Choi? Puede que Nam esté conmigo, que seamos novios y que según usted, seamos la pareja más popular y reconocida de este lugar, pero eso no significa que mi novio me anda haciendo las tareas. Usted mismo lo ha dicho, es mi novio, no un robot al que le puedo mandar a hacer mis quehaceres cada vez que yo no quiero.

Mi lengua fue filosa, lo sabía, pero eso no me importó cuando dejé al señor ese con la palabra en la boca y comencé a caminar hacia la salida del salón.

— Pues espero que así sea, porque hasta el chico más enamorado se cansa.

Me detuve por un momento al escucharlo, pero poco después continué con mi camino, hasta llegar al laboratorio de Biología, en donde me encontré con NamJoon. Rápidamente le sonreí y me dirigí hacia él, nos dimos un rápido beso y me senté a su lado. El profesor aún no llegaba, por lo que la mayoría de alumnos estaban hablando de sus vidas o en el caso de mis primos, besuqueándose con sus enamorados.

— ¿Tú sabías de la nueva? — susurró Nam, apegándose cada vez más y situando su mano en mi rodilla.

Lo miré, incluso sonreí, pero al ver de reojo hacia atrás la encontré ahí, la idiota esa estaba ahí. Cómo la odiaba.

— Sí... — dije tras un suspiro. — está en mi taller de Diseño y disque te puede superar.

Nam sonrió y dejó un beso en mi mejilla, para luego susurrar que no habría problema en tener un poco de competencia. Rodeé los ojos ante su respuesta e iba a decirle que era un idiota tierno y hasta incluso, contarle sobre el pequeño enfrentamiento que tuve con el anciano de Historia, pero el profesor llegó y con él, la hora de empezar a hacer experimentos y aprender más.

Nam me ayudaba en este curso, pues no me gustaba para nada al tener que lidiar con cerebros de animales o corazones de cerdos a los que tenía que abrir para no sé qué. Yo solo me encargaba de hacer los apuntes, mientras mi novio se encargaba del trabajo sucio, ambos hacíamos un buen equipo, siempre habíamos estado juntos en esta área, en Lengua y Literatura universal, sin embargo...

— Este trabajo valdrá el 50% de su nota final y estoy seguro de que harán grandes equipos al lado de las personas que yo escogeré.

El profesor siempre nos dejaba elegir a nuestras parejas para todos los trabajos, pero este día parecía ser el peor, pues decidió escoger sus malditos equipos y está de más decir que en esta ocasión NamJoon no haría todo el trabajo para nosotros.

— Ya que tenemos a JiHyo, la niña prodigio de Estados Unidos, me gustaría saber qué tan buena es y cómo de desenvuelve al lado de nuestro niño prodigio, Kim NamJoon. — Entreabrí los labios y alcé de inmediato mi mano. — Señor Kim, ¿Qué sucede? ¿Quiere que le escoja a su pareja?

— No, en realidad necesito saber por qué rayos no estoy junto a NamJoon en este trabajo grupal. Él y yo siempre hacemos todos los trabajos juntos desde hace un año atrás.

El profesor se asombró un poco por mi lenguaje.

— Pues creo que es hora de cambiar un poco, tal vez modernizar a las típicas parejas y permitir ver qué tipo de trabajo hacen nuestros niños prodigios.

NamJoon sostuvo con fuerza mi pierna cuando se dio cuenta que estuve a punto de colocarme de pie al escuchar al profesor. Era un idiota y la más idiota era esa tal JiHyo, por arruinar mi día, mi noviazgo y ahora, mis tareas.

Salí más que inconforme de la clase de Biología, en especial al tener que hacer todo el trabajo con TaeHyung, el mellizo flojo que lo único que hacía era hablar con HoSeok por videollamadas y evitar tocar algún animal muerto. Estaba totalmente frito.

NamJoon tomó mi mano cuando salimos del salón y me guió hasta la cafetería, tratando de convencerme de que todo estaría bien y de que me ayudaría, pues se reuniría con esa tal JiHyo el día de mañana, para así terminar más rápido.

Seguí a mi novio con la cabeza baja y al entrar a la cafetería escuché más bullicio del normal. Levanté la vista un poco más por curiosidad que por otra cosa y realmente era uno de mis peores días.

TaeHyung, JiMin, HoSeok y JungKook sostenían un letrero muy grande en el que decía: ¡Feliz aniversario mi amor! Mientras que Minah y EunJi sujetaban una caja muy grande, en la que probablemente había muchas fotos, dulces y demás regalos, y por último estaba Hyorin, quién sostenía globos y un oso gigante.

La respiración se me fue y Minah se dio cuenta de mi reacción, pues al instante dejó la caja en manos de EunJi y se me acercó disimuladamente.

— ¿Te olvidaste de tu aniversario, cierto? — susurró ella, fingiendo una gran sonrisa.

Asentí sin siquiera mirarla, pues estaba sonriéndole a NamJoon.

— Puede ser que me haya olvidado el mes pasado, pero este mes no, cariño.— Nam me sonrió en grande y dejó un profundo beso encima de mis labios. Le correspondí al instante.

— N-Nam, a-amor... — dije en un susurro, viendo a todos mis amigos y primos ayudar en su sorpresa y sonreírme. — Está muy hermoso.— dije la verdad y volví a besarlo, escuchando silbidos y aplausos de parte de nuestros amigos.

— ¿Y qué le vas a regalar tú? — TaeHyung dijo más que emocionado y aunque tenía ganas de golpearlo, sabía que él no lo hacía con malas intenciones.

— Estoy esperando tu regalo, amor.— NamJoon me sonreía, sus hoyuelos se hacía notar y no podía sentirme más idiota al olvidar esta fecha.

— Y-yo... — miré a todos y al final reí algo nervioso.— yo te daré tu regalo en casa.

Cualquiera diría que aquellas palabras encerraban terceras intenciones, que no eran del todo buenas, y no era cierto, pues eso solo me daba tiempo de buscar algo que regalarle a mi novio.

— Lo olvidó. — y la sola frase saliendo de los labios de JungKook me hicieron abrir los ojos en par y mirar mal al novio de JiMin. Era un boca suelta.

Nam me miró con el ceño algo fruncido y se alejó de poco, comenzando a reír a los segundos.

— D-dile que no es cierto, cariño.— Nam me miraba esperando una respuesta, al igual que todos ahí, pero al final solo me quedó morder mi labio inferior y asentir.

— Lo olvidé, pero tampoco es para tanto. — traté de restarle importancia.— los aniversarios son para estúpidos y nosotros no debemos actuar como unos cursis, nosotros somos...

Y antes de que continuara, Nam ya se había alejado de mí y escapado de la multitud de escolares que habían visto su desgracia y la mía.

— Debiste decirle que no lo olvidaste y al llegar a casa, entregarle tu castidad.— Minah me susurró y no pude evitar mirarla mal.

— No puedo entregarle algo que ya le pertenece.

Minah me miró algo extrañada y a los pocos segundos, algo sorprendida. Sin embargo, no le di tiempo de pedirme explicaciones, pues también salí de la cafetería en dirección a la salida. Necesitaba ir de compras y olvidar el ridículo que Nam montó y en el cual me incluyó.

Otra pequeña advertencia es que los capítulos serán largos y eso es porque la historia solo contará con diez o hasta doce capítulos.

Espero que les vaya gustando y nos vemos, preciosuras. ♥

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