1.- La furía del Viejo.
Han pasado ya dos años desde aquella vez en que tuvimos nuestra primera batalla. Fue dentro del primer festival escolar que vivimos en la U.A., después del ataque de la Liga de Villanos que sufrimos en U.S.J.
Recuerdo que aquella vez a todos nos sorprendió que los maestros se tomaran muy a la ligera aquel problema y bajaran tanto la guardia para poder llevar a cabo dichos juegos. Según ellos era para que las personas no llevaran a más sus preocupaciones sobre la seguridad de tan prestigiada escuela y confiaran en el personal educativo.
Aquella vez recuerdo haberte hecho declaración de guerra, pensando en que tu relación con All Might era mucho más que solo de estudiante a maestro. Y pensar que yo estaba en lo cierto.
Con el tiempo fui tomando un cierto apego hacia ti, contagiandome con tu alegría y ganas de esforzarte cada día más. Aquello se sentía tan bien, que sin haberlo notado, mi apego se fue convirtiendo en amor poco a poco.
El día en que tú me confesaste tus sentimientos yo me sorprendí demasiado. Siempre había creído que quién revelaría su sentimientos primero sería yo, y que tú terminarías rechazándome, pero no fue así. Después de esto, intentamos besarnos, pero una Uraraka sumamente feliz se aproximó a nosotros estrechandonos contra ella de una manera muy fuerte, mientras gritaba de la emoción y provocaba un sonrojo en ambos.
Poco después todo mundo sabía sobre nosotros dos, inclusive los maestros y All Might, quien nos felicitó muy feliz y nos deseó lo mejor a ambos dentro de nuestra relación, evitando mostrar esa sonrisa forzada que cargaba día tras día, sino que simplemente nos otorgó un pequeño gesto de confianza.
Todo había salido bastante bien, inclusive cuando tu madre se enteró con lo de nosotros se fascinó tanto que esa noche se empeñó en cocinar el platillo preferido de ambos, el cuál habías descubierto hacia apenas unos días atras.
—Izuku-chan, ¡estoy tan feliz por ustedes dos! —aquello lo dijo mientras lloraba a mares en la sala, pues Midoriya le había pedido que quería hablar en aquel lugar con ella solo para estar más cómodos —. Todoroki-kun de verdad que es muy apuesto y demasiado lindo, ambos son el uno para el otro —dijo.
Aquello me sacó un gran sonrojo y a Midoriya una gran pena que cubrió por completo su cara. Eso lo hizo muy tierno, y para poder intentar bajar su pena, tomé una de sus manos con las que cubría su rostro y poco a poco logré entrelazar nuestros dedos en un agarre que de a poco le brindaba más confianza.
—Su hijo me eligió y yo cumpliré con quererlo y respetarlo siempre y cuando usted lo permita, señora —le dije, mirándola a la cara, con el semblante más suave que pude poner en aquel momento.
Sentí un pequeño respingo por parte de mi pecoso, pero decidí ignorarlo para poder terminar con la charla que en aquellos momentos estaba entablando con su madre. O por lo menos era lo más que se podía, puesto que lo único que parecía hacer era llorar y llorar cada vez más.
—Claro que pueden tener mi aprobación chicos, siempre y cuando no tarden demasiado en darme un pequeño nieto después de graduarse —dijo ahora sonriendo de forma tierna y con pequeños corazones saliendo de sus ojos.
—¡M-mamá! —aquella reacción hizo que unas carcajadas por parte de Inko se hicieran presentes, sorprendiéndome ahora también a mí por aquella extraña petición, pero sin incomodarme en lo absoluto.
Mi mirada se clavó en nuestras manos entrelazadas, pensando profundamente en las palabras que la madre de mi pequeña persona especial, tratando obtener una solución para aquello, pues sabía que solo era una broma por parte de ella.
—Mi padre tiene comunicación con una mujer que puede cambiar a las personas de sexo —dije sin pensarlo.
Así fue como prosiguió la noche para los tres, entre mas platicas, sonrojos e ilusiones para los tres, dándome una vez más aquel sentimiento de amor hogareño que muy pocas veces había sentido en mi casa, reconfortandome lo suficiente como para regresar con una leve sonrisa a mi hogar después de despedirme de ti, llamando la atención de mis hermanos y hasta de mi padre al encontrármelo de frente y mirarme con el ceño fruncido.
Decidí ignorarlo y subir a mi habitación, con la única diferencia de no haber pasado desapercibido por parte de los habitantes de esta casa, pero el resto del día había estado bien. Ahora quien solo faltaba por saber acerca de lo mío con Midoriya era mi familia, pero ambos planeábamos ir de visita con mamá el día de mañana para hacerle saber, aunque admito que estoy un poco temeroso de su reacción.
—¡Shouto! —la voz del viejo se escuchó por toda la casa desde la plata de abajo, intrigandome la razón de su llamado, pues ya fuera pirque él está siempre en su trabajo o aunque esté en casa jamás se digna a hablarme, ni aunque fuera lo más importante, a menos de que se trate de un estúpido entrenamiento más.
Ni siquiera me molesté en responder, solo salí de mi habitación y lo esperé, escuchando como subía las escaleras con pisadas fuertes, siguiendo así hasta que estuvo en frente mío.
Ni siquiera se molestó en decir nada ni dejarme reaccionar, puesto que un golpe se hizo presente en mi parte derecha del rostro, provocando que perdiera el equilibrio por un segundo y cayera hasta el suelo.
No sabía a qué se debía aquel golpe, o quizá sí pero no se lo admitiría a él. No por ahora.
—¡¿Aún no te cansas de tu estúpida racha rebelde?! —me gritó aún desde su lugar.
Como siempre me limité a sólo verlo sin ningún tipo de emociones en mi rostro, levantando mi cuerpo suavemente del suelo para no volver a perder el equilibrio mientras con una de mis manos limpiaba una pequeña linea de sangre que cruzaba por mi mentón desde mi labio.
Al estar por completo de pie, me lanzó un pequeño sobre amarillo que traía entre sus manos. Ni siquiera me molesté en preocuparme por tomarlo, sólo pegó en mi pecho y cayó al suelo, esparciéndose tres imágenes por todo al rededor de mis pies tapados sólo por unos calcetines. En ellas se mostraban un Izuku comiendo de un helado en un parque cerca del centro de la ciudad al lado mío, mientras que en las otras dos nos mostraban tomados de las manos o yo besando su frente mientras me despedía de él en aquel mismo parque. Eso fue antes de que recordara que iba a invitarme a cenar a su casa, pues su madre al fin quería conocerme.
Sinceramente me sorprendí, pues eso me daba a entender que alguien nos había estado siguiendo toda la tarde sin que uno de nosotros nos diéramos cuenta. Aquello también me molestó demasiado.
—¿Qué? ¿Ahora me estás espiando? —le dije tranquilamente, lo que pareció hacerlo enojar aun más, pues las llamas que rodeaban su barba brillaron con un poco más de intensidad.
—¡¿Sabes quién es ese bastardo acaso?! —gritó, lo cual ahora me molesto a mí, frunciendo mi entrecejo —. Ese chico es el estúpido discípulo de Toshinori, y además de que no permitiré esa tontería de noviazgo o lo que sea que se suponga que sea, tú debes derrotarlo a él y a All Might —sentencio.
Ahora lo que sentía era toda mi sangre subir de temperatura y aumentando mi nivel de adrenalina a cada segundo que pasaba, pues mi rabia comenzaba a hacerse presente, algo parecido como aquella vez en la que mi madre fue sacada de ésta casa a la fuerza y contra su propia voluntad cuando yo era un niño.
—Amo a Midoriya, y no me interesa tu aprobación o lo que pienses de nosotros, si él quiere seguir a mi lado yo estaré con él por siempre, incluso si no quieres que así sea —mi voz sonaba nuevamente como en el pasado, aquella voz que según yo había dejado en el olvido y que me había propuesto jamás volver a usarla, pues solo mostraba mi lado débil y vulnerable al momento de una situación seria.
—¡No me desafíes, niño! Tu y ese mocoso no estarán juntos. Jamás voy a permitir que los medios se burlen de tal manera de mí al tener un hijo infortunado, un bastardo... —aquella fue la gota que derramó el vaso, no podía permitir que siguiera intentando manipularme.
Lo encaré como hacía tiempo que no lo intentaba, mostrando todo mi coraje ante aquellas palabras e internamente mal diciéndolo como nunca.
—¡Midoriya no es ningún bastardo! ¡Tú jamás me vas a separar de él como lo hiciste con mi madre! ¡Él y yo vamos a permanecer juntos quieras o no! —ahora mi desesperación me hizo levantar un poco la voz. La primera vez que lo hago con él, resultando un Enji sorprendido.
Una cara sumamente molesta se hizo presente en el rostro de él, pero sin pensar en querer seguir con la pelea me di media vuelta dispuesta a entrar a mi habitación e ignorar todo tipo de comentarios que hiciera la próxima vez que abriera la boca.
—Si vuelvo a enterarme que estaban junto con él, mandaré a tu madre a otro hospital fuera de éste país —o quizá los ignore después de éste.
Me di la vuelta, abalanzándose sobre de él, acercándome amenazante o por lo menos dejando mi mirada sumisa.
—¡No te atrevas a alejarla de nosotros nuevamente! ¡Ya lo has hecho una vez pero no te lo permitiré nuevamente, Enji! —el llamarlo por su nombre me sorprendió hasta a mí.
Pude ver por un costado de él que mis hermanos nos miraban desde la habitación del fondo del pasillo. Mi hermana preocupada porque fuera a dañarme de algún modo y a mi par de hermanos molestos por escuchar una discusión nuevamente con el viejo. Parecía que todos ya estábamos cansados de lo mismo.
—Si tú la alejas de nosotros una vez más te juro que... —yo mismo me silencie. Ni siquiera sabía que sería lo que haría, pero no seria nada bueno, por lo menos para él.
—Si yo la alejo, ¿qué? —se burló de mí —. Dímelo Shouto. ¿Qué harías? —tras decir esto me dio la espalda y ahora miró a mis hermanos —. Yo tengo la custodia total de los cuatro, pero como ya saben, el único en el que estoy interesado es en Shouto. Ustedes pueden largarse cuando quieran —los mencionados solo bajaron la mirada, a excepción de mi hermana, quien miraba con el entrecejo fruncido al viejo, cansada de la misma cantada todo el tiempo.
Nadie dijo nada ya. El estúpido viejo solo nos dio la espalda a todos mientras comenzaba a bajar las escaleras, murmurando cosas acerca de la platica de hacía apenas unos segundos, burlándose de nosotros, de sus propios hijos.
—Shouto-kun... —mi hermana fue quien me llamó, encontrando con ella ahora sola detrás de mí, puesto que les había dado la espalda para ver la trayectoria del viejo —. Ese chico... ¿es tu novio? —la miré sin expresión, pensando si debía confiarle o no.
Al final cedí. Era mi hermana mayor y era normal que se preocupara por la vida de los cuatro, puesto que ella misma había empleado el papel de madre después de lo sucedido con mamá. Solo asentí y eso fue mas que suficiente para ella, dándome un pequeño abrazo por el cuello.
—Shouto-kun, no tienes por qué ocultarte, ¿sabes? —me dijo, no había notado que algunas lágrimas se habían acumulado en sus ojos —. Mamá estaría tan feliz de poder verte en estos momentos —y con eso besó mi mejilla como despedida y regresó a su habitación.
Yo me quedé ahí, pensando en cuál podría ser mi siguiente paso para evitar la furia del viejo y que no me alejara de Midoriya. Admito que estaba algo nervioso, y tarde que temprano tendría que encontrar una forma para poder estar a su lado sin que quieran separarnos. Pero la única forma que no implique tantas pérdidas para ambos, sería regresar con ella a casa la próxima vez.
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