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Epílogo




Si llegaste hasta aquí, déjame decirte ¡GRACIAS! infinitas por haberme leído. ¿List@s?



«Omnisciente»



—La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar —estaba tan acostumbrada a su voz aún después de tanto tiempo, que no le tomó por sorpresa. Lo sintió detenerse detrás de ella —Sabía que no me buscarías, tenía que venir a ti para tratar de vencer tu orgullo.

Sonrió levemente luego de haber dicho aquello —Mario Benedetti, ¿eh? —arqueó una ceja al deleitarse con las palabras del ojiazul —No hay que prometer nada, porque las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado, tiende a liberarse. Eso es fatal —citó con seriedad, a lo que él sonrió. La castaña se levantó quedando frente a su cuerpo, sus ojos azules recorrieron sonrientes su menudo cuerpo

Admiró el poco maquillaje que llevaba puesto, y su atuendo luminoso para una noche que sabía era especial para ella. Ni siquiera le importaba lo glamurosa que lucía, ella nunca supo lo mucho que lo volvía loco al ser tan sencilla —Te ves hermosa —murmuró aún con una sonrisa, la chica dio una vuelta luciendo el vestido. Las pequeñas decoraciones brillaban ante el reflejo del agua, la cual seguía emitiendo ondas que ella misma esparció con los pies en movimiento; el fenómeno proyectaba extrañas sombras en el adolescente de bonita mirada

—Gracias —le agradeció de forma sincera, él se quedó en silencio aún mirándola. Ladeó mi cabeza, curiosa —No esperaba verte aquí, ¿por qué viniste realmente, Alonso? —el pelirrojo posó su vista en el suelo —Esta vez quiero la verdad.

Regresó de su trance, perdiéndose en la única persona que había deseado con todas sus fuerzas, dulce e inteligente —Supe que te vas pasado mañana, ¿eso es cierto? —ella asintió con la boca hecha una fina línea —¿En verdad pensabas irte sin arreglar las cosas? —la decepción se hizo presente en su pecho de tan solo imaginarla lejos

—No me malinterpretes Alonso, pero yo ya no tengo nada que hacer en este lugar, no tengo absolutamente a nadie —confesó con tristeza, bajando la mirada antes de regresarla a sus acusadores ojos azules. Se acercó a ella para tomarla ágilmente de la cintura con una mano y con la otra acariciar sus mejillas maquilladas, mientras juntaban sus frentes en un intento de hacer ese momento suyo

—Me tienes aún aquí _____, siempre me tendrás a mí.

La ojimiel sonrió, acariciando dulcemente el cabello de él —Nunca lo entenderías.

—Sé lo que Tara te dijo, ¿es por mi pasado? —su pregunta la hizo reír, le parecía una tontería que siquiera el mismísimo Alonso Villalpando pensara ello

—Eso jamás Alonso, debiste de decírmelo —comenzó a decir en tono de reproche —Nunca te juzgaría por los errores de otro ni por los tuyos, todos nos equivocamos alguna vez y así será siempre, porque de eso se trata la vida. De aprender y levantarse, así sucesivamente —con cada pausa, recordaba las palabras de su viejo amigo playero. Casi podía sentir el palpitar del mar sobre su cuello en una piedra azul  —Una vez me dijiste que hiciera lo que me hiciera feliz, y ese internado es de los mejores. Confío en que lo hará.

—¿Volverás?

—Creo que ya había quedado claro —el rostro de la joven se tiñó de rojo, a pesar del tiempo, seguía sintiendo nervios cada que estaba con su chico favorito —A ti, siempre —le aseguró antes de unir nuestros labios en un dulce beso, tomando la iniciativa. Al inicio sintió su boca dura ante el tacto, luego Alonso la abrió para explorar la de ella con ternura y desesperación, mientras él arrugaba su frente. La sostuvo con fuerza entre sus brazos al tiempo que se aseguraba de profundizar el acto, uno que los hacía suspirar de alivio. Estaban juntos en esto



El día llegó. Alonso y ______ habían pasado la noche juntos; entre besos, caricias y amor pasional. No necesitaba nada más que tenerlo a él junto a ella, protegiéndole con sus fuertes brazos y un cariñoso beso en la frente. 

Pero lo tenía que dejar ir. Así como dejabas volar los trozos rotos de un papel que nunca se quiso leer. La chica se levantó de la cama lista para ir al aeropuerto, estaba en casa del pelirrojo; su hermana la había dejado quedarse con él. 

Entró a la ducha dejando que el agua fría corriera sobre sí, intentando devolverla a la realidad. Una vez terminado su aseo personal, salió y se colocó unos pants negros y la sudadera gris que había llevado con ella desde la mañana en que sus vacaciones de semana santa terminaron en aquella playa. Eran apenas las siete, el vuelo saldría a las once.

Alonso y _____ habían quedado en un acuerdo: no iría a despedirla.


—¿Ya estás despierta? —escuchó detrás su voz somnolienta, por inercia sonrió y se acercó a besar sus labios

—El despertador ya sonó, tengo que estar allá dos horas antes, ¿recuerdas? —el ojiazul asintió y salió de la cama con los pies arrastrando. Pronto oyó la ducha, se estaba bañando. Eran sus últimos momentos con él. Ya que ambos estaban listos, bajaron juntos a hacerse de desayunar.

—¿Lista para Francia? —Tara estaba dándole de desayunar a André y a Maia. Le sonrió entrando a la cocina

Se encogió de hombros, con la piel de gallina por la emoción —Supongo que sí.

—Tienes que oírte segura nena, esto debe de hacerte feliz.

El ojiazul rió sonoramente —Es lo que siempre le digo. —tomaron los alimentos en silencio, sin soltarse de la mano. Charlaron un rato hasta que la castaña checó la hora y fue por las maletas. La pelinegra se despidió de ella antes de llevarse a los niños a dar una vuelta, el día amaneció nublado y fresco; por lo que salieron bien abrigados.


Alonso y la castaña estuvieron unos minutos bien contados, sentados en el sofá pegado a una de las ventanas, sin decir nada hasta que supo que el momento había llegado. Miró al chico con ojos brillantes, él le devolvió el gesto y la besó todo lo que pudo hasta que los labios de ambos quedaron hinchados y rojizos. 

_____ se obligó a cerrar, los ojos sintiendo los besos húmedos por su cuello, lo detuvo antes de que acabara torturándola. Se miraron un momento antes de que ella hablara.  


—No me gustan las despedidas.

El chico sonrió acariciándole el rostro, grabando en su mente cada —Lo sé. Créeme que lo sé.

—Te amo —era la primera vez que se lo decía, mucho después de él. Alonso besó sus labios una vez más

—Y yo te amo a ti.

A la castaña se le aguaron los ojos —Bien —se levantó del regazo del chico cuando oyó su Uber sonar el claxon fuera de la casa. Secó sus mejillas a sus espaldas y tomó las maletas, guardando la carta que el ojiazul le había dado. Y justo fue eso lo último que vio de él, la mirada azul perdida fuera de la ventana, donde no la vería cruzar la puerta de su propia casa. Quizá era mejor así —Hasta siempre —susurró sin que él la escuchara



—Mucha suerte preciosa, recuerda que haremos vídeollamada siempre que podamos —Sofía la abrazó luego de enjuagarse los ojos llorosos

—No te pierdas, ¿sí? —abrazó a su hermano, el cual rió ante las palabras de la castaña. Besó su cabeza antes de separarse

—Contesta las llamadas, ¿quieres?

—Claro que sí. Ana, por favor cuídalo, es un idiota —todos rieron y se abrazaron una última vez antes de que la castaña subiera al avión. Trató de ignorar la tristeza reflejada en los rostros de su familia para poder abordar sin llorar del todo. Entregó su boleto y buscó su asiento, una vez que el avión despegó y perdió la vista de la ciudad a través de la ventanilla, abrió el papel arrugado en su mano

La letra algo chueca del ojiazul se leía en tinta negra.


"Ojalá pudiera encontrar las palabras exactas para poder despedirme de ti.

Sé que dije que veo un futuro en nosotros, pero si las cosas se complican, también sé que sabrás seguir con tu vida y enfrentar las adversidades. Nunca te mencioné lo mucho que te amaba por miedo a que no sintieras lo mismo, pero a este punto jamás sabré si lo hacíamos de verdad. Pero te amo, siempre lo hice, aún cuando eras la niña revoltosa del salón en primer año de secundaria. Eras tan fastidiosa que quería jalarte de la trenza, pero nunca pude haberlo hecho porque me sacabas tanto de mis casillas que quería callarte con un beso.

Eres lo mejor que pude haber encontrado en mi vida, lo juro y así lo recordaré por el resto de mis días. Solo tú has logrado que mis días malos se vuelvan buenos, que una lágrima se convierta en una sonrisa, que una nube deforme se transforme en un redondo y brillante sol. Sé que no soy el único que te ha dicho el gran pilar que formas ahora en mi vida. Jos tenía razón, eres una luz gloriosa y mágica.

Quiero agradecerte por absolutamente todo. Incluso por ser tan callada, inocente, tierna y positiva cuando escapabas a algún rincón de mi mente. Eres la canción más bonita que pude haber escuchado, y sabes que he oído varias a lo largo de mi vida, amor. 

No me esperes, si te enamoras y encuentras a alguien que te merezca de verdad, quédate con esa persona y sé feliz. A pesar de haber intentado tantas veces en conseguirte y que permanecieras a mi lado, hasta ahora entiendo que quizá nunca te lograré merecer. Y te pido perdón por eso.

Yo haré lo mismo. No te sientas culpable si gustas de alguien que no sea yo, esa persona estará a tu alcance y, si te hace sonreír hasta en tus malos ratos, debes saber que ese es tu lugar. Ten por seguro que lo soportaré. Estaremos bien y lo aceptaré. Al final las cosas cobrarán sentido y sabremos si aquello sucedió por algo. Siempre seré tuyo, en realidad, todo el tiempo fue así. Hace mucho que te adueñaste de una parte de mi corazón. Porque todo lo que eres ahora soy yo, y todo en lo que te has convertido ha completado eso a lo que los humanos llamamos felicidad y que yo prefiero llamar amor. 

Amor, qué bonita y peligrosa palabra ¿no crees?

No quiero hacerte el cuento largo, cariño, esta fue la única manera que encontré de decirte adiós. Lo lamento. Tu vida se convirtió en la mía desde el día en que llegaste a ella, y temo por ambos. No puedo hacer esto, no a ti. El amor puede ser la fuerza más potente que exista en este mundo, así como ser quien nos rompa en mil pedazos. Te amo sincera y plenamente. 

Siempre fue una cosa de solo tú y yo, ¿no?

No me tientes, que si nos tentamos no nos podremos olvidar. "


—Benedetti —murmuró leyendo el último fragmento. La costumbre de citarse entre ellos frases de sus autores favoritos, jamás se iría aunque él ya no estuviera. Porque con cada libro nuevo que leyera, subrayaría las partes que le recordaran a él. —¡Mierda! —arrugó la hoja con enfado, callando todo lo que quería maldecir, se puso de pie en busca del baño. Cerró bien la puerta, con la mirada borrosa, y echó la bola de papel por el retrete. Alonso Villalpando era un idiota, se había rendido sin siquiera iniciar, y lo odiaba por ello


"Somos como una mancha de café sobre tela puramente blanca, por más que tallemos la zona en un intento de limpiarla, hemos quedado marcados. Justo aquello ocurre con las personas, se queden o no, han pintado su propia huella. Y nosotros, somos los responsables, por haberles abierto el corazón. No nos quejemos de lo deseable, de lo tortuoso, del más doloroso elixir al que nos hemos vuelto adictos."

Con un extremo de su suéter, eliminó cualquier rastro de tristeza que el ojiazul le hubiera causado. Cada quien era dueño de sus propias elecciones, y él había escogido la suya, sin siquiera contemplar la de ella. A fin de cuentas, solo se trató de él, nunca pudo pensar en los demás. Alonso Villalpando era un egoísta. Alonso Villalpando nunca la volvería a ver, y de eso ella misma se aseguraría. Alonso Villalpando era el chico que rompió su corazón. Alonso Villalpando, sería su más recóndito pasado.

Dicen que si conoces a la persona correcta en el momento equivocado, la vida volverá a juntarlos. Anónimo




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Ahora sí se acabó

¡Muchisísimas gracias a todas por su apoyo en este novela! Espero les haya gustado mucho y hayan disfrutado cada parte de ella, igual que yo :')

Gracias por estar aquí leyendo, por comentar, votar y hacerme mejor como una pequeña humana que le gusta escribir historias

¡Las quiero y las espero en la segunda parte de Solo tú y yo! GRACIAS POR TODO. GRACIAS A TODAS.

Las espero en LA SEGUNDA PARTE DE ESTA HISTORIA "Solo yo... ¿y tú, dónde? LINK EN COMENTARIOS.


—Su fiel escritora Frida :')

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