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Capítulo 7._ Lo que el corazón pide



>Omnisciente




Era sábado por la mañana cuando la chica castaña se levantó con un tremendo dolor de cabeza, sostuvo esta con sus manos mientras gemía de dolor. Podía recordar algunas cosas de la noche pasada, había estado tan loca y se sintió genial, especialmente aquella última parte en la habitación. Su velada terminó de una forma mágica y sensual, pero luego vinieron los vómitos a medio camino. Finalmente, sí que pudo recordar lo que sucedió.

Alonso se había molestado al tener que parar tantas veces para que ella vomitara fuera del coche. En su defensa, él estaría más enfurecido si hubiera ensuciado dentro el carro.

Inspeccionó la habitación, una mata de pelo rojo la miraba desde un pequeño diván azul. Se acercó a ella con pastilla y un vaso con agua en mano.


—Al fin te despiertas.

—¿En dónde estoy? —rápidamente se levantó. Gran error, pues al instante una punzada de dolor recorrió su cuerpo culminando en la cabeza

—Este es mi cuarto, ¿lindo, no? —respondió poniéndose de cuclillas frente a ella con el ceño fruncido

—¿Sofía? —se miró en el espejo de cuerpo completo que había en la habitación, pintada de blanco. Su vestido estaba arrugado, el maquillaje corrido y con cabello desaliñado; soltó un chillido de terror, nunca se había visto en tan mal estado

Alonso esbozó una mueca de lado —Piensa que estás con Amy.

—¿Jos? —gruñó tratando de reprimir la molestia que sentía hacia su mejor amiga —Antes de que digas algo, necesito un baño —el ojiazul señaló la puerta de madera blanca y _____ la abrió rápidamente para expulsar solo saliva agria en el inodoro. Bajó la cadena y se enjuagó en el lavabo la cara y la boca

—Canela se encontraba inestable, él no pierde el tiempo en las fiestas. La bebida es su vicio —le comentó con severidad, mirando su teléfono —Comienza a beber desde que pisa un bar o algo por el estilo.

Asintió concordando con el pelirrojo, sin embargo un flashback la hizo sobresaltarse en su lugar —¡Mis padres! Demonios —lo miró a los ojos, no estaban tan oscuros como anoche

—Sí, bueno... esperamos que la mentira haya funcionado. —antes de poder explicarle, escucharon pasos y luego la puerta de la habitación se abrió de golpe

—¿Dónde está? —un pelinegro preocupado entró recorriendo con su mirada la habitación, una vez que la vislumbró corrió a abrazarla —Perdóname ______. Prometo que me mediré de ahora en adelante —la estrechó contra él, como si de ello dependiera su vida

La morena entornó los ojos acusándolo —Me dejaste sola, ¿qué te crees?

—Te dije que iba a volver.

—Pues parece que no lo hiciste —Jos bajó la mirada, apenado, ella tenía toda la razón por lo que no tenía derecho de replicar

—Gracias por eso, Alon —el pelirrojo asintió como respuesta —Te llevaré a casa, ¿te parece, princesa? —a regañadientes aceptó. Jos tomó su mano ayudándola a levantarse y salieron por la puerta. Analizó en unos segundos el rostro de su mejor amigo: ojeras, mirada cansada, cabello desordenado y pijama

—Gracias —susurró mirando atrás, Alonso asomó la sombra de una sonrisa

Jos encendió el motor, mas no avanzó, apretando fuerte el volante —De verdad lo siento.

—¡Me drogué y bebí de más! ¿Qué me pasa? —explotó la chica, llevándose las manos a su despeinada melena café

—Regresaste a las viejas costumbres —apoyó su barbilla en la pequeña cabeza de la castaña

Negó cerrando con fuerza los ojos, y mordiendo sus labios, en un intento de no echarse a llorar. Le escocían las lágrimas acumuladas —Y no estoy orgullosa de eso. Tú tampoco deberías José. —en silencio llegaron a casa, donde Sofía estaba esperándola en las escaleras de la entrada. ____ bajó casi corriendo del auto. Su pie estaba aún más dolorido por la noche anterior, pero al parecer, no estaba tan mal para enyesarlo. O eso esperaba.

Cuando estaba a punto de hablar, su hermana la detuvo alzando la mano —Ni creas que no sé lo que hiciste. Alonso dijo una cosa, pero Mouque me contó otra muy diferente.

—¿Y le creíste? —fingió clara indignación

—Oh vamos hermanita, tú detestas dormir en casa de Amanda —le respondió nada contenta, rodando los ojos —¿No se te olvida algo? Que teníamos que hacer hoy.

—Mmmm —la castaña miró hacia el interior de la casa, silencio. Envolturas sobrante de papel roto yacían en la mesa junto a unas tijeras. Abrió mucho los ojos —¡Mierda, la boda! ¿Dónde están ellos? Necesito despe...

La interrumpió —Ya se fueron. El vuelo salía a las siete, Diego fue a dejarlos.



—¿Entonces sí vas?

—No lo sé Jos, me duele mucho la cabeza y mis ánimos están muy por abajo, olvidé que mis papás se iban hoy a una fiesta fuera del estado —le dio un trago a su vaso con limonada, refrescándose la boca. Diego le había preparado la bebida antes de marcharse a su trabajo de fin de semana luego de llevarla a revisar el tobillo, era un pequeño pero doloroso esguince —Además, estoy lastimada.

—Piénsalo, de todas formas seguiré insistiendo —respondió dejándola deleitarse con su agradable risa —Te cuidaré, nena. —aquel apodo la hizo arrugar la nariz, tal vez no recordaba todo con claridad pero sabía que ahora detestaba que le dijeran así

—Nunca cambiarás ¿cierto? —______ se recostó en el escritorio de su cuarto

—No, ¿tú quieres que cambie?

Sonrió divertida —Jamás. O bueno —añadió pensándose bien la respuesta —Tal vez deberías controlarte con el alcohol. —nerviosa, comenzó a juguetear con su cabello suelto enredándolo entre sus dedos

—Lo pensaré. ¿Entonces? —claramente, la había ignorado intentando de no ser grosero

—A las cinco te espero aquí José, ni un minuto más ni uno menos —luego de lanzarle un beso tronado, colgó el teléfono. A tiempo, Sofía entró a la habitación con una bandeja con comida en sus manos

—Tienes que comer.

—No tengo hambre —gruñó acostándose nuevamente en la cama. A pesar de haber tomado una pastilla para el dolor, no aguantaba la jaqueca... mas bien, resaca

—No es si tienes hambre, es que debes de comer.

—Ven, mejor acepta una tarde de películas. —hizo un espacio entre las sabanas para que se acostara junto a ella, cosa que Sofía sí hizo.

—¿Quién era? —señaló el bolsillo del suéter de su hermana, donde había guardado su móvil

—Solo era Jos, quiere que salgamos —se mantuvieron en silencio mientras ella buscaba películas y _____, por su parte, bajaba a buscar alguna chuchería que su padre no se hubiera comido aún. Al subir, se encontró a Sofía de pie con un sobre en mano

—¿Y esto?

Le sonrió tímida, bajando la mirada —¿Recuerdas que me preguntaste el por qué tardé tanto en bajar ese día?

—_____, ¡dios, felicidades! —chilló abrazándola muy fuerte, sintiendo sus lágrimas empapar su hombro hasta perderse en la tela de su blusa


Hacía unos meses la castaña había realizado un examen para un internado en Francia, su padre había asegurado que podía costearlo siempre y cuando estuviera segura de alejarse tanto. La mitad de su vida se había especializado en idiomas, desde muy pequeña comenzó a manejar el francés y ahora, orgullosamente, podía decir que hablaba cuatro idiomas contando el español. Inicialmente pensaba estudiar dentro del país, pero cuando se presentó la oportunidad la tomó sin rechistar. No todos tenían la posibilidad de costear una universidad en el extranjero, sin contar los gastos extras de vivienda y cosas por el estilo.

El internado era de solo mujeres, en la cual podría mejorar su francés y aprendería de todo un poco. Desde gastronomía, astronomía, física hasta el cuidado de bebés; le enseñarían mucho en ese lugar. Todo basado en que las mujeres podrían ser capaces de adquirir conocimiento en diversas áreas.


—Aún no sé si lo voy a aceptar. —admitió con la inseguridad al mil en su pecho

—Algún día tenía que pasar nena, irnos de aquí.

—Quizá no sea el problema solo eso —miró sus manos mientras abrazaba el bowl con gomitas. Se sentó en uno de los pufs frente a la televisión mientras se llevaba un dulce con forma de gusano, a la boca

—Nunca me has tenido la confianza de contarme sobre tu vida amorosa —tomó asiento a su lado, mirándole fijamente

—Tonterías, dejemos ese tema ¿quieres? —sus mejillas se tornaron rojas, recordando la noche anterior

—Dime algo, ¿Jos y tú nada? —le sobresaltó mirándola divertida, inevitablemente comenzó a reír

—¿Qué? ¿Vas en serio? —su hermana asintió, esperanzada en que finalmente hubiera algo entre esos dos —¡Por Dios, es mi amigo de toda la vida! —contestó aún riendo —¿Por qué todo mundo dice eso?

Le golpeó el hombro juguetonamente —Eres la única idiota que no se da cuenta de lo bobo que se pone a tu lado —rió tomándole de la mano —Pero... sé que seguramente debe de haber alguien por ahí.

—¿Por qué mejor no me dices tú qué te traes con Bryan Mouque, eh? Vi esas miraditas —le dio un codazo mientras esta vez Sofía reía

Le robó un gusanito azul con la otra mitad amarilla —Tuvimos algo hace un tiempo, cuando él estudiaba en otro colegio. Creo que fue antes de que yo iniciara la universidad, hace cosa de dos años.

—¿Cómo traer onda?

Su hermana sonrió divertidísima —Más bien como una aventura.

—¿QUÉ ? —se levantó mirándola con la boca abierta —¿Una aventura?

—Shhhhh —la calló sin dejar de reír —Fueron unas cuantas veces, en ocasiones salíamos al cine o a cenar, pero cuando quiso presentarme a su familia sin ser nada oficial me dio miedo que la cosa fuera muy en serio.

—¿Por qué? —frunció el ceño cruzándose de brazos, ese chico era adorable; la tomaba por loca. La mayor no paraba de soltar risas tontas

—Vamos _____, ningún noviazgo ni matrimonio dura para siempre, todos rompen en algún momento —sonrió tímidamente mirando sus brazaletes, encogiéndose de hombros para restarle importancia —Por eso creo que es mejor ser libre y estar con alguien sin compromiso.  Como nuestros padres, solo aparentan amarse en eventos sociales como la boda en la que seguramente están ahorita —la mejor bajó la mirada, triste —Lo siento, no pretendía decirlo así cariño. —al notar su error, rápidamente se disculpó

La castañita suspiró —Supongo que tienes razón, ninguna pareja pasa de la graduación.

—Así es —recobró la compostura quitándole la bolsa de papitas que había abierto —¿Y tú? ¿Quién es esa personita especial que moja tus bragas? —preguntó subiendo los pies al sillón al igual que ella

—¡Sofía!

—Ay hermana, era solo una broma —siguió riendo mientras cepillaba su cabello con sus manos —Además, no creas que no te escuché con tu ex... —hablar con ella abiertamente era agradable, ya que su madre evitaba estar en casa. Pero a veces, a su hermana se le pasaba la mano

—¡Basta Sofía, esto es repugnante! —se tapó los oídos con un cojín y le dio play a la película

—_____, solo asegúrate de tomar la decisión correcta, y con eso me refiero a lo que tú desees. Hablando no solo de la escuela, sino en general. No escojas lo que papá quiera para ti o yo. Cuando el corazón pide algo, lo hace a gritos y la única forma de apagarlo es siguiéndolo de lo contrario es imposible hacer caso omiso. —se abrazaron un momento, luego la miró muy divertida —Y tampoco olvides usar condón —_____ le aventó su cojín con forma de dona a la cabeza 


Sabía lo que su corazón pedía a gritos, no dejaba de exclamar internamente el nombre de él. Pero no se lo podía dar por más que quisiera.



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Chicas, ¡mañana acaban mis exámenes! :D ¿Saben qué significa? ¡Maratón de capítulos! 

Pero primero, ¿les gustó? Creo que me faltó inspiración, pero pronto se viene lo bueno😃 

Recuerden votar, comentar y agregar la novela a sus bibliotecas y listas +


―Su fiel escritora Frida :')

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