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Tomé la carta entre mis manos, dándole vueltas al asunto mientras me mordía los labios, era una buena forma de demostrar mi tensión... pero también, algo dolorosa. Estaban heridos debido a las mordeduras, no podían sanar por culpa de mi constante tic nervioso. Sentía el sabor de la sangre supurar de estas, no importándome absolutamente nada.

La escuela había terminado y en unos días sería la entrega de diplomas, posteriormente el baile de graduación y después, supongo que cada quién por su lado. Cerré los ojos, el dolor de cabeza me estaba matando.

Me levanté de mi cama para lavarme la cara, en un intento de refrescarme; sin embargo, al no ser suficiente, decidí tomar un merecido baño relajante como si estuviera en aquel pueblo mágico. Suspiré al sentir el agua tibia envolver mi cuerpo con su calidez. Mi mente se despejó por un rato, y supe lo tenía que hacer en cada una de mis ideas.

En menos de una semana, la opción de aceptar la oferta del internado cerraría, así que una vez limpia y vestida, tomé mi laptop y respondí el correo. Si aceptaba, cosa que hice, tendría que irme una vez terminado el baile. Todos estos trámites eran rápidos, pues la institución que elegí, ayudaba ampliamente a extranjeros.

Tomando una bocanada de aire, misma que infló mis cachetes, me dejé caer sobre las almohadas y abracé a mi pequeño Piggy, un peluche de cerdito rosado amoratado que me habían regalado en mi cumpleaños número siete.

—¿Qué opinas Piggy, nos vamos a Francia?

Sentí la puerta de mi habitación abrirse, sobresaltándome por el susto —¿Estás hablando con un mono de peluche? —cuestionó con tono burlón

—Se llama Piggy y es un cerdo —fingiendo indignación junto a mi peludo amigo, corregí a mi hermana sin mirarla, sin embargo sabía que ella estaba en el umbral de la puerta observándome de brazos cruzados

—Como sea. ¿Ya decidiste algo? —cerró tras ella, yéndose a acostar a mi lado; juntas nos acurrucamos en un abrazo. Hoy comenzaba la cuenta regresiva de mis días aquí, juntas. Luego de un largo silencio, decidí hablar.

—Acabo de aceptar, Sofía. —sentí cómo la castaña suspiraba en mi cabello, antes de aferrar más sus brazos en mi cuerpo

Fue un murmullo ronco y ahogado, pero sincero —Me alegro.

—Deberé irme pronto.

—Y yo estoy encantada de la decisión que tomaste, porque fue tuya y de nadie más. Como siempre quisiste —me miró con una sonrisa satisfecha antes de volver a su posición inicial. Cuando todo aquí acabara, ella se quedaría sola en la ciudad, Diego permanecería en el norte y yo fuera del país —Llega mañana.

Comencé a jugar con Piggy, distraída en sus largas y chuecas orejas —Me alegro —lo dejé sobre mi torso antes de girar mi cabeza para ver a mi hermana —Cuando me vaya al menos tendrás cerca a Bryan, ¿no?

Escuché su risa resonar en mi espalda —Me invitó a conocer a sus padres.

—¿Y? —me levanté mirándole sorprendida, volvió a reír

—Esta vez va en serio, basta de niñerías y cobardía. Nos queremos, y acepté —sonrió apartándome el cabello de la cara, la abracé fuertemente quedando encima de ella —Ignora todo lo que dije esa vez _____, que alguien tenga cierto punto de vista no significa que tú también. Lucha por lo que quieres.

Instintivamente acaricié el dije azulado que yacía en mi cuello —Eso haré, creo que ya lo estoy haciendo.

—Luces hermosa, _____ —Sofía terminó de colocarme el birrete que juntas habíamos decorado, había sido una instrucción obligatoria de mi escuela

Retoqué una última vez mi maquillaje frente al espejo —Estoy lista —juntas bajamos a la primera planta de la casa, donde Diego y su novia nos esperaban. Mi hermano lucía guapísimo en su traje y Ana parecía resplandecer con su vestido rosa. Mi toga era de un azul marino profundo, y Sofía estaba preciosa con su traje sastre verde oliva

El castaño oscuro besó mi mano —Entonces andando.

La entrega de diplomas era por orden, tenía a Naty de mi lado derecho y del izquierdo un chico alto y delgado, de nariz aguileña y el rostro lleno de pecas. Su cabello rojizo estaba alborotado en un halo de rizos descontrolados.

—Hey, felicidades —decidí hablar, creo que se llamaba Ian. Había muchas personas con las que nunca hablé. El chico me sonrió amablemente

—Igualmente —vaya, parecía agradable, era una lástima que hasta ahora cruzara una palabra con él

Mi turno llegó, escuché cómo mis amigos y familia aplaudían cuando subí a la tarima ya que solo de ellos podían ser los vítores. Le di la mano a los profesores mientras el camarógrafo tomaba algunas fotos. Podía sentir la mirada de mis hermanos haciendo click con las cámaras de sus teléfonos.

Oficialmente estaba graduada de la preparatoria. "Vida adulta, allá te voy" pensé con pesadez.

Sonreí y miré al frente. Las personas aplaudieron, mis amigas me miraron con ojos llorosos. Las lágrimas salieron también de los míos, todo ocurrió en una fracción de segundo. Probablemente fue mi mente traicionera, pues nadie los vio, pero yo quería pensar que estaban ahí, y con eso me bastaba. Ellos estaban en una de las esquinas del lugar; la mujer usaba un vestido rosa palo que arrastraba en el suelo y su cabello oscuro caía en rizos sobre sus hombros, por su parte él llevaba una camisa blanca de lino y sus pantalones bien planchados.

Ambos parecían estar en una luz tenue, mirándome con una sonrisa tan contagiosa que daba la misma sensación de recién haber bebido una botella entera de Smirnoff. Él alzó su dedo pulgar en modo de aprobación, y a aquella hermosa dama, se le empañó la mirada.

Parpadeé y desaparecieron junto a aquella luz, me encontraba desconcertada pero a la vez feliz. Era suficiente, mucho más de lo que esperaba.

Volví a mi lugar, donde la chica de trencitas ahora tenía el cabello suelto en unas lindas ondulaciones. En cada uno de sus ojos tenía unas cuantas piedritas pegadas, se veía adorable y moderna. Elena, una chica con frenillos y pelinegra, fue la del mejor promedio. Por ende, subió al estrado con un discurso ya preparado, puesto que le habían avisado con anticipación.

—Compañeros, padres de familia, directora, maestros... —miró las hojas que tenía delante de ella, bien posicionada en el podio —Es gratamente para mí ser la voz de mi generación. Sé lo especial que puede llegar a ser para unos tanto como para mí, pues esta institución me vio crecer, caminar, llorar y ahora me ve cumplir una de mis metas —sonrió al público, nerviosa. Tenía una linda sonrisa —Quiero decir estas palabras para alentarnos a todos nosotros a seguir soñando y nunca flaquear, a ustedes padres y maestros por ser esos pilares que nos soportan. A ustedes, estudiantes, por haber sido parte de mi vida y acompañarme en este trayecto.

» —Estoy infinitamente agradecida por todo lo que estoy viviendo, tener unos amigos fantásticos, una familia numerosa e inspiradora, un novio sumamente guapo que no me ha dejado caer y que me anima en todo lo que hago —todos comenzamos a hacer bulla en forma de burla, miró al chico de cabello negro y ojos achinados que estaba sentado en primera fila. Se siguieron escuchando silbidos, él rió sonoramente —A todos ustedes, quiero decirles que... nunca se rindan, no tan fácil. A veces las cosas pueden verse sumamente difíciles —pausó y su expresión se tornó seria —Pero siempre habrá una luz que te hará saber que... no todo está perdido. Las cosas siempre pasarán por algo. Pero esa no es una razón para dejar de lado tu vida y estancarte en un recuerdo. Para que dejes de bailar, sonreír, soñar. Nunca faltará quien esté orgulloso de ti y que te quiera, aprende a ver lo que vale la pena y acepta las oportunidades cuando se te presenten, no siempre las hay y cada una aparece solo una vez. No importa a dónde nos vayamos cada uno o si nos alejamos, en esta escuela hemos aprendido que una vez que alguien se gana y lo permites entrar en tu corazón, nunca se va. Cuando ya formaste parte de algo, créanme que jamás dejarás dé. Felicidades compañeros —sonrió y los aplausos comenzaron

Entonces, los birretes volaron por el aire.

¡Holaaaa frambuesitas! Espero les guste mucho el cap. No puedo creer que ya casi se termina, SHOOK

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Las quiero y gracias por su apoyo!!

—Su fiel escritora Frida :')