Epílogo.
Son las 9 de la mañana, al menos eso es lo que marca el reloj sobre el buró de mi lado izquierdo de la cama. Los intensos rayos del sol han logrado entrar por un costado pequeño de las cortinas de sifón blanco en las ventanas conjuntas de la habitación y han caído directamente sobre el lado de la cama donde duerme mi esposo, Taehyung. Aunque conociéndolo bien, él se fue antes de que aquellos rayos del sol cayeran en su lado de la cama.
Tomando asiento tranquilamente sobre la cama, puedo divisar rápidamente las paredes de la recámara, las cuales en definitiva no se parecen en nada a cuando recién compramos el departamento Taehyung y yo. Sin duda alguna muchos de los dibujos ahí colocados de cuatro personas con el dulce apodo dado a cada una de ellas, no estaban ahí antes, tampoco los varios pares de manos y pies pequeñitos de diferentes colores y mucho la marca de unas pompis en una tonalidad azul.
Sonriendo inevitablemente ante cada dulce recuerdo que los niños hacen día con día, mi mente y corazón me aseguran que no hay ningún lugar más en el que quisiera estar o tal vez un poco, pues hacía exactamente un buen tiempo que no practicaba pole dance. Había dejado mi trabajo en aquel antro de mala muerte como tan duramente todos se referían a el y me había concentrado solamente en mi nueva familia y desde luego que no me quejaba, pero extrañaba aquellos días en donde hacía lo que más me gustaba.
—Pero miren quien ya ha despertado, niños —con la calmada voz de Taehyung y nuestros hijos abordando la habitación, sé que planean algo.
—¡Papá! —exclaman al unisono los niños, para rápidamente regañarse entre ellos por el jugo de naranja que se ha caído del vaso de vidrio sobre la mesa de servicio que entre los dos vienen cargando.
Buscando la mirada de Taehyung en busca de una respuesta de porque ellos traen cargando la mesita de servicio, me sorprendo al ver lo atentó que se encuentra él para evitar algún accidente.
Acomodándome lenta y cuidadosamente sobre la cama, Taehyung termina por poner la mesita de servicio sobre mis piernas mientras me sonríe de la manera más hermosa posible.
—Ahora sí, vayan a la cocina por el regalo que fueron a juntar hace un rato —comenta sonriente Tae.
—¿Por… —quedando atrapadas las palabras en mi boca, siento los suaves y esponjosos labios de mi precioso esposo sobre los míos al momento en que nuestros hijos salen del cuarto.
Tan pronto como nuestro cariñoso beso de buenos días se rompe, Taehyung me mira ilusionado y sonríe —Te ves demasiado hermoso cuando despiertas, así que no pude evitar besarte —menciona risueño —. Soy muy afortunado, no me cansaré de decírtelo.
Sonrojándose completamente, me dispongo a mirar de arriba abajo a Taehyung para instalar finalmente mi vista en su rostro fino que evita mi mirada.
—Pero mira qué día tan bonito hace afuera —dice tan de repente y con un tono de voz distinto al de hace un momento, totalmente dispuesto a cambiar el tema de nuestra conversación que sin duda alguna ya se estaba volviendo cursi en un tiempo récord.
—¿Así? —cuestionó mientras colocó mis manos frías, sobre las suyas calientes —. ¿A qué debo todo esto?
—Para ti, papá —Con un tierno y lindo puchero, Hobi y Jimin se acercan a mí y me entregan en mano un lindo ramo de flores recién cortadas.
—Gracias pequeños.
—¿Ya le podemos decir, papi?
Cantando y brincando con total felicidad, Jimin y Hobi voltean a ver cómplices a Taehyung, quién no demora mucho en quitar de entre mis piernas la pequeña mesita de servicio que segundos después ya se encuentra sobre la mesita de centro al otro lado de nuestra habitación.
—Ven —Estirando su mano hacia a mi, Taehyung me sonríe de la manera más hermosa posible y sé que ha tenido un gran detalle sin que siquiera yo se lo pidiera.
—¿A dónde? —con los nervios a flor de piel, retiró lentamente la delgada sábana blanca sobre mi cuerpo algo frío —. ¿Me quieren secuestrar? —bromeó.
—Ya eres nuestro desde que te casaste con papá —comenta Hobi, a lo que Jimin asiente alegremente.
—Es cierto. Eres nuestro ahora, Jinnie.
—Encantado de ser sólo suyo.
Tomando suavemente la mano de Taehyung, para enseguida tomar las pequeñas manitas de Hobi y Jimin, los cuatro empezamos a encaminarnos, primero hasta la sala y luego hasta la entrada en donde el primero en abrir la puerta es Taehyung.
—Comienzan a asustarme —sonrió.
Parándose silenciosa pero divertidamente al frente del departamento de enfrente, Jimin y Hobi sueltan mis manos y enseguida toman las de Taehyung quien me mira más que hermoso.
—¿Estás listo? —interroga Tae, a lo que simple y sencillamente asiento.
Introduciendo la clave de la puerta frente a nosotros, me estremezco al darme cuenta que ahora somos nuestros propios vecinos.
—¡Bienvenido a tu lugar especial, papi! —exclaman al unísono mis niños, haciéndome sudar frío tan pronto como doy cinco pasos al frente y ya puedo percatarme de lo lindo del departamento vecino.
—¿Mi lugar especial? —Adentrándome ansioso, rápidamente puedo divisar el enorme regalo que me ha hecho Taehyung y nuestros pequeños —. ¿Esto es de verdad? —boqueo.
—Sé bien que extrañas bailar y no resisto el hecho de que dejarás de hacer lo que más te gustaba hacer —confiesa Tae, a lo que únicamente puedo responder con dulces lágrimas de emoción —. Además, ahora sólo bailaras para mí —susurra con sensualidad Taehyung.
—Es lo que más disfrutarás de todo esto, ¿cierto?
Asintiendo, Taehyung me mira y mira a nuestros niños que bailan encantados alrededor de dos de los tres tubos en el departamento.
—¿Por qué tres tubos? —indago.
—Por si quieres invitar a Jimin y Solar. Claro que, yo no estaré ahí —ríe.
—Obviamente no. Eres sólo mío —juego risueño —. Me encantó la sorpresa, gracias —agradezco, captando la atención de Jimin y Hobi al instante —. Vayamos a desayunar y tan pronto como acabemos, hagamos lo que Jiminnie y Hoseokie quieran.
—¡Si! —gritan los niños mientras sin pensarlo saltan y ríen fuera del departamento.
—Y luego disfrutemos esto, tú y yo…
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