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44° Capítulo

Con solo pensar en tener que volverlo a ver otra vez, una sensación de deseo inundó mi cuerpo y un calor invadió mis mejillas.

Con gran nerviosismo, toco la puerta principal de aquella casa tipo cabaña construida de madera en su totalidad y un garaje pegada a ella, donde se podía ver lo que anteriormente fue un taller de reparación de autos.

Después de tocar por varios minutos y al no obtener respuesta, decido abrir la puerta por mi cuenta. Al entrar comprendo lo mal que podía estar Luis Manuel, todo a mi alrededor es un desastre, un completo basurero, incluso dudé que él pudiese estar ahí. Pero una foto antigua de Samuel pequeño pegada a la pared confirmo lo que Sofía había dicho días atrás. 

Intento inútilmente levantar algunas cosas, aunque se me hizo muy extraño que no tuviera alguna sirvienta de limpieza para que le ayudara con eso.

Camino entre botellas de licor vacías, vasos sucios, copas por todo lado, también hay papeles, revistas, periódicos viejos, ropa y zapatos por doquier. 

— ¿Quién anda por ahí? — lo escucho gritar a la distancia. Me volteo a verlo y su rostro de asombro fue máximo.

— Hola, Luis Manuel… 

— ¿Qué haces aquí? 

— Te vengo a buscar

— Si ya veo, pero ¿Por qué? Yo no te necesito ni a ti ni a nadie.

Lo miro incómoda, realmente se ve muy mal, tiene puesto unos pantalones rotos, una camisa que le quedaba grande por la delgadez de su cuerpo, y el cabello revuelto, la barba sin afeitar y unas grandes ojeras marcadas por el cansancio. 

— Parece todo lo contrario, necesitas mi ayuda y urgentemente. —contesto moviendo las manos para que viera todo el lugar. 

Su tranquilidad se esfuma y el mal humor aparece, haciendo un gesto de disgusto ante mi presencia. 

— ¡Vete, Selena! ¡No te quiero ver! 

— Te haré caso cuando deje este lugar limpio y vea en ti un aspecto mejor del que tienes ahora —dije recogiendo cosas del suelo e ignorándolo por completo

— Creo que estás sorda, porque no escuchas lo que te estoy pidiendo 

— Y tú a mí tampoco.

Me acerque a él despacio, me daba tristeza verlo en ese estado y realmente no entiendo el motivo por el que él se esta haciendo esto.

— No quiero que me veas así… — dijo bajando la mirada.

— Creo que ya es tarde, pues ya estoy aquí y no te voy a dejar. 

Intento decir algo, pero se retractó, saliendo de su boca solo un suspiro.

— Vete a bañar —ordene. Él obedece

Después de un rato aparece en la puerta de la sala con un jean azul limpio y una camisa blanca, con el cabello peinado hacia atrás y un rostro afeitado. 

— ¿Qué haces aún aquí, Selena?

— No entiendo, ¿A qué te refieres con esa pregunta? — Frunso el ceño ante su conducta tan grosera.

— Tú nunca entiendes nada… no escuchas nada… No sabes nada…  —alza el tono de voz y se acerca a mí. 

— No me trates tan mal, que no me lo merezco.

— Tú solo vienes a alborotar las cosas

— ¿Qué cosas?

— Olvídalo, solo vete… 

— ¿De verdad quiere que me vaya? — pregunto alarmada y él afirma con la cabeza — ¿Estás seguro…? Si lo hago, no regresaré nunca más.

Sus ojos se quedaron en los míos y mientras los miro, me parecio verlos llenarse de lágrimas. 

—Entonces… te recomiendo que lo hagas y que cumplas tu palabra de no volverme a buscar —respondio entrecortado. 

Abrí la puerta de la casa para salir, usando todas mis fuerzas para no cerrarla de un portazo. 

— Por supuesto, ni siquiera se despidió, ni gracias me dijo. Es tan arrogante y mal agradecido, un idiota egoísta. —gruño en voz alta para que él me escuchara desde adentro. 

Que ironía de la vida, por días, incluso meses, lo busque creyendo que él me necesitaba, que me extrañaba y que la estaba pasando mal. Pero otra vez me equivoque, otra vez él me desprecia haciéndome aun lado de su vida. 

Al dar mis primeros pasos por aquel pequeño jardín, y al recordar lo mal que esta, algo me hizo que recapacitara mi próximo movimiento.

*** 

LUIS MANUEL 

La vi cruzar la puerta y mi vida se fue con ella, me tire al suelo a llorar como un niño.

Los recuerdos se vinieron a mi mente y con ellos las muchas veces que compartimos juntos, los paseos con los niños y las noches viendo televisión. De pronto me vi tomando café en aquella mesa grande del comedor como una gran familia feliz y los domingos, aquellos domingos de juegos de pelota donde Selena era la portera y yo el gran jugador; como los disfrutaba, como los amaba. 

Pero ¿Qué podía hacer? Porque por mucho que me duela aceptarlo, sé que sin mí, ella estará mejor, sin tanto sufrimiento y tanto dolor que le he causado en este último tiempo.

— Luis Manuel… 

Cierro mis ojos tan fuerte como puedo, «es solo un sueño, eso es» pero la voz de ella vuelve a aparecer, repitiendo mi nombre de nuevo, «eso es imposible, ella se fue, yo la vi partir»

Una mano toca mi rostro, haciendo que levante la mirada, y ahí estaba ella delante de mí.

Selena tenía una mirada decidida, sus ojos brillan más que nunca, se ve tan linda y aunque ya tiene varios meses de gestación aún la vío hermosa.

— ¿Qué haces aquí? —logro decir con mucha dificultad y aunque mis palabras sonaban rudas o de desprecio, eso era lo que menos quería hacerla sentir. 

— No quiero alejarme de tu lado…  No quiero que me olvides… 

Sus palabras suenan desesperadas, como si por mucho tiempo las tuvo reprimiendo, mi corazón se encoje y por un momento no supe qué hacer. 

Una lágrima escapa y rueda por mi mejilla, realmente no puedo ocultar que me alegra que volviera por mí.

— ¡Selena! —susurre y un segundo después su brazo envuelven mi cuerpo — no quiero que te vayas —suplico entre lágrimas. 

La calidez de su cuerpo es sublime, se siente tan bien, ella es mi droga, mi consuelo, mi remedio.

***

SELENA 

—Yo te amo Selena —dijo él abrazándome con más fuerza — Por favor, quédate conmigo, te necesito para vivir. 

Siento caer sus lágrimas y mojar mi ropa, realmente necesitaba escucharlo de nuevo, sentir que no es un sueño lo que él me esta diciendo, mi mente grita muchas cosas, mi cuerpo tiembla. ¿Será verdad que Luis Manuel me ama? ¿Realmente él quiere estar conmigo? Eran tantas preguntas en mi cabeza, eran tantos sentimientos juntos…

—¿Lo que dices es cierto? —susurro con temor al pensar que todo fuera una mentira, o producto de mi imaginación y tan solo hubiese sido que haya escuchado mal. 

Él me suelta de sus brazos, me toma de las manos, observo cómo sus ojos celestes brillan con intensidad y sonrie mientras se seca una lágrima de su mejilla.

Mi corazón palpitaba sin parar, el aire me faltaba y las piernas flaquean. 

— Es cierto, Selena, te amo, te amo, te amo —esas palabras las dijo con tono fuerte, haciendo eco por toda la cabaña. — Sé que he sido un idiota contigo y te suplico que me perdones, porque yo no puedo estar bien, si no es contigo.

Busque ocultarme en su pecho, buscar su calor, su compañía y con fuerza me aferre a él.

Por unos minutos me quede así, para luego levanar la mirada, él me ve con calma y eso me tranquiliza, después se acerca lentamente para besarme como si fuera la primera vez.

Ese beso suave, dulce, tierno, lleno de sentimientos, de pasión, de amor. Yo lo amó y él a mí..

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