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29° Capítulo

LUIS MANUEL

Desperto mareado y con el cuerpo entumecido, miro a mi alrededor y me pregunto

—¿Qué ha sucedido? ¿Dónde estoy?

La habitación es lujosa, con diseños de alta costura, y muebles de alta calidad.

Arrugo el entrecejo mientras intento levantarme, pero caigo de nuevo en la cama, reprendiéndome por mi debilidad, no he desayunado y ya es tarde, las tripas del estómago me lo hacen recordar con cada movimiento que doy.

Me miro en el espejo y lágrimas de angustia rodan por mi mejilla, cuando el recuerdo de el día anterior sé cola por mi mente.

Desanimado y sin ganas de nada, salgo despacio con dirección a un restaurante del hotel, pido un almuerzo y reviso los mensajes que Selena ha dejado durante todas estas horas ausente, mientras leo cada uno de ellos, ruego internamente para que todo lo del dinero fuese un sueño y no una pesadilla.

Pago la cuenta sin mirar el monto para conducir hasta mi hogar

—Buenas tardes, patrón, estábamos preocupados por ti —saluda Agustín acercándose al auto para abrir la puerta. 

—Estoy bien —respondo sin prestar mucha atención a sus palabras.

Al entrar quien se tira a recibirme es Greivin y detrás de él, viene Brayan. Selena por su parte esta en una esquina de la sala con cara de enojo. 

—¿Se puede saber dónde estuviste todo este tiempo? —ladra con voz furiosa

—¡Eso a ti no te importa! Y déjate de hacerte la preocupada que eso no te va. —bufo entrando al baño para ducharme. 

Cierro los ojos conforme el agua fría caíe sobre su cuerpo, temblo debido a la baja temperatura del agua.

La vida me ha cambiado de la noche a la mañana, hace unas cuantas horas, todo lo que una vez defendí y amé con todo el corazón, ahora no significaba nada. 

Al salir del baño, me espera mi prometida con la mirada baja. 

—Perdón no debí reclamarte tan feo y delante de los niños, pero es que estaba preocupa por ti, que me volví loca cuando te vi. 

—Tranquila, yo también te trate mal, lo siento…

—Te amo —susurra abrazándome con fuerza. 

Le retiro sus brazos de mi cuerpo, sus ojos estan enrojecidos y todo su cuerpo tembla incontrolablemente cuando mi mirada se conecta fijamente a la de ella.

—Luisma, ¿Qué pasa? ¿Por qué actúas tan raro? 

La observo de arriba a abajo con toda aquella ropa fina de marca y bien arreglada; en definitiva todo se lo había dado, una sonrisa sin alegría sale de mi boca, volviéndose cada segundo más fría.

—¿Tienes algo que contarme Selena?

—¿Cómo… qué? —contesta ella arrugando el entrecejo.

—¿Algo así, como un dinero?

Baja la mirada con vergüenza, los colores se le suben al rostro. Intenta decir unas palabras, pero no puede, como si quisiera confesar su fechoría, pero su orgullo se lo niega.

La miró con recelo y espero pacientemente sentándome en una silla a lado de la cómoda. 

Después de un minuto muerde su labio inferior, tomar aire y dice tranquilamente 

—Necesito 500 dolares, sé que es mucho dinero, pero te juro que te los devolveré, apenas pueda.

Sus últimas palabras hacen que salga una carcajada dolorosa de mi boca, ella me mira con asombro.

—Creí que eras menos cínica, no obstante, me equivoqué, eres igual que las demás mujeres, simplemente te importa el dinero y tu bienestar —camino hacia el maletín de cuero, sacando las hojas que días atrás me entrego Samuel  —sin embargo, ya no importa, ya es demasiado tarde...

Los papeles caen sobre la cama, a la vez que trato de contener el enojo y la decepción; en toda mi vida, que se puede decir que son bastantes años, jamás me había sentido más burlado que hoy, y precisamente por la mujer que amaba, la mujer que había elegido como mi futura esposa, y mi compañera de vida.

Sonrio nervioso mientras cierro mi puño con enfado, arrugando uno de los papeles  que aun mantengo en mi mano.

«todo esto es una mentira, toda su vida es una mentira»

—Te creí, Selena, te creí. Durante todo este tiempo, te creí —chillo de dolor escuchándose por toda la habitación. 

—Cálmate por favor Luis Manuel, ¿Explícame qué son estos papeles?, porque no te estoy entendiendo nada, —la miro con furia lo que la hace temblar.

—¿Cuánto tiempo más pensabas en mentirme? 

Ella se acerca despacio para recoger los papeles que he lanzado a la cama y con asombro ve las grandes montos impresas en cada una de las facturas. 

— Ahí están todas los documentos que has cobrado a tu nombre, me has robado todo este tiempo y lo tienes en tu cuenta bancaria, eres una ladrona, Selena, una audaz estafadora.

— No me trates así porque no lo soy. Simplemente, no sé que son estas facturas y el porqué tienen mi nombre, pero te juró que yo no tomé ese dinero —explica con lágrimas en sus ojos.

— ¿Qué tipo de hombre supones que soy?… Yo te amaba desde el primer momento que te vi, te adore, por ti era capaz de todo. ¿Dime para qué quieres ese dinero? Si todo te lo di.

Se acerca a mi lado y me mira a los ojos implorando su inocencia, a lo que rechazo tirándola a un lado.

« ¿Cómo puede actuar tan fácilmente, aun siendo descubierta con las pruebas en su contra?»

—Si me hubieses contado el porqué necesitas ese dinero, yo mismo te hubiera ayudado, sin mentiras ni engaños, ¡Te juro que te hubiese ayudado! —balbuceo más para mí que para ella.

—Si me amas, no me tratarías tan duramente y creerías en mí. —grita desesperada, tirada en el suelo. 

—No lo te creo, quien ama no daña como tú —Camino hacia la puerta para salir —¡Ah!, no quiero verla nunca más en mi vida, para mí estás muerta. 

—¿Cuántas veces tengo que repetir que yo no lo hice?

 —Los papeles hablan, y lo que usted diga me tiene sin cuidado —concluyo saliendo deprisa de la habitación dejándola sola.

—la quiero fuera de mi casa y de mi vida para siempre. —balbuceo para mí, mientras camino de prisa hacia mi habitación.

****
SELENA

Mientras Luis Manuel piense que lo hice, ¡Entonces seré culpable! No importa cuál sea mi explicación. 

Mi rostro se vuelve tan pálido como una sábana y mi cuerpo se estremece como si la hubiese salpicado un cubo de agua helada.

De pronto mi corazón se encoje afligido, pero rápidamente recupero mi apariencia, levantándome del piso y tomando una actitud despiadada con los ojos llenos de puro odio.

—¿Injusto? Sí, él estaba siendo injusto y algún día se dará cuenta de su error y yo ya no estaré aquí para perdonarlo —bufo tomando uno a uno los papeles que están tirados en la cama.

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