27° Capítulo
Otra vez saliendo tarde de la oficina, sabía que a esta hora todos los empleados se habían ido para sus casas, cheque mi reloj de muñeca por décima vez.
Quería salir y alejarme de ese lugar, pero tenía cierto temor de encontrarme con Selena esperándome en la puerta para partir rumbo a casa _ ¡Maldición! ¡Que sea lo que Dios quiera, estoy cansado! _ susurré abriendo la puerta para salir.
_ Buenas noches, señor Luis Manuel _ saluda el guarda de seguridad.
_ Buenas noches… ¿Qué hora es? _ pregunto para confirmar lo que ya sabía.
_ Ya casi son las once de la noche _ me dice mirando mi corbata deshecha al rededor de mi cuello, el cabello revuelto y los ojos hinchados, por tanto, llorar.
_ Las once… _ Repito _¿Ya Selena se fue?
_ Si Señor, hace rato. Pero te dejo un mensaje. Dijo que te llamo varias veces pero no contestaste. Por lo que decidió marcharse, y que te espera para cenar juntos.
_ Entiendo, gracias… _ Contesto apagando el celular.
Llegué al estacionamiento y con tristeza vi cómo quedaba apenas mi auto en el fondo. Ya en mi Mercedes color azul conduzco a casa. Los primeros minutos, fueron de un silencio aterrador, pero la idea de no sufrir más, hace que encienda el reproductor de música, la cual sincronizo música de reggaetón para alegrar el ambiente.
Justamente en ese momento hago un alto en un semáforo en rojo, volteo a ver un bar de mala muerte a orilla de la calle. Para mi sorpresa estaba lleno de gente en su interior que entraba y salía del lugar.
Empujo la puerta principal del local, tiró una mirada rápida a mi alrededor, hombres jóvenes bailando con trago en mano y mujeres de extraña procedencia seduciéndolos, los ignoro caminando hacia la barra, me siento en un banco giratorio y pido una cerveza fría.
Después de varias horas de tomar sin parar comenzó a ver doble y a tartamudear.
_ Da… me o… tra, por… favor.
_ Con gusto —contesta el cantinero.
Intento ponerme de pie, pero el piso se comienza a mover, como si en ese momento estuviera temblando. Cierro los ojos tan fuertes como puedo, intentando ver mejor, pero al abrirlos todo sigue igual, con el primer paso las piernas débiles no me sostienen, dejando caer mi cuerpo contra el piso de madera.
_ ¿Te ayudó?_ pregunta el joven que minutos antes me atendió.
_ Yo… Pue… do so… lo
_ ¿Quieres ir a algún lado?
_ Sí, a mí… Au… to
_¿Vienes con alguien? ¿Por qué no puedes manejar en este estado?
_ Yo… Esto… y bien
_ No, señor, estás borracho.
_ Ence… rio
Saco de mi bolsa del pantalón el celular e intento encenderlo, después de varios intentos fallidos, lo logró desbloquear. Busco el número de Selena, pero el recuerdo de lo que pasó horas atrás hace que me arrepienta, prefiriendo marcar el número de Samuel.
_ ¿Dónde estás? _ cuestiona la voz calmada de Sofía que me hace dar un respingo.
***
SOFÍA
_ Creo… que… me equivoqué… No… Eres Sa… muel. — dice la voz al otro lado del teléfono.
Mi corazón se enloquece y agita al escuchar la llamada de Luis Manuel a estas horas, con dificultad logro que me dé su dirección exacta.
Al llegar lo encuentro en el auto con la ventana abierta recostado en el asiento de atrás con una botella en mano. Se ve molesto al verme, pero eso no me tiene sin cuidado.
_ ¿Te llevo a casa? _ le pregunto preocupada por su estado de salud, mientras conduzco.
_ No… Lleva… me a otro… lado _ tartamudeo.
Por un momento mi mundo se paralizó, donde podía llevar a este pobre hombre. Ahora estoy viviendo con mi madre y por obvias razones no lo puedo llevar allí.
. _ Acaso se habrá dejado de Selena o se habrán enojado, tiene que ser eso último no puede ser otra cosa _ digo para mí.
_ ¿Te llevo a un hotel?
_ Sí _ contesta cayendo desmayado en el asiento de atrás.
Entrecierra sus ojos y se levanta de la cama donde minutos antes lo había acostado, quiero retroceder cuando camina hacia mí, acorralándome. Lo miró con disgusto, este es el hombre del que me enamoré, muerdo mi labio inferior con fuerza y él la cabeza para mirarme en cuanto está frente a mí. El corazón se me quiere salir del cuerpo, huele tan delicioso y varonil, haciendo que quiera desmayar ahí mismo.
—¿Por qué me trajiste aquí Selena?
_ Soy Sofía _ contesto disgustada
_ No te quiero a ti, quiero a Selena _ balbucea.
Aprieto mis manos con fuerza, al ver lo mal que estaba y, aun así, preguntaba por esa desgraciada. Respiro profundo e ignoró sus palabras.
_ ¡Debes quedarte en cama! _ le digo intentando tirarlo en ella.
Como extrañaba esos tiempos donde se quedaba a mi lado y hablábamos por horas, de temas sin importancia los minutos se hacían tan cortos, pero ahora me parece un completo desconocido.
Me siento en una esquina, junto a su lado, por largo rato lo escucho roncar. Las opciones eran fáciles, podía aprovechar la ocasión, seducirlo y hacer el amor, y la otra era irme y dejarlo solo en esta habitación.
Pero por más que intentaba acercarme a él no lo consigo. Para ser sincera no podía hacerlo, prefería verlo dormir eternamente sin molestar.
Al intentar marcharme tropiezo con algún objeto, cayendo al piso el bolso de mano que traía la cartera y el celular, desapareciendo todo en el lugar, gateo en busca de mis objetos, pero la voz fuerte de Luis Manuel me detiene.
—¡No te vayas Selena! —vocifera, mientras siento una fuerte mano, intenta agarrarme.
Recibo un jalón firme que me levanta, observó a la persona mayor frente a mí. Cierro los ojos queriendo esperar más de él; aun así, mi mundo pierde ese eje que me sostiene y a veces creo que mi obsesión por Samuel me lleva a imaginarlo en el departamento, vestido casual, sin su acostumbrado traje. ¡Oh por Dios, luce mucho más joven, su pelo negro está desordenado, la camisa remangada en sus brazos parece romperse si se mueve brusco, su mirada, por otro lado, es feroz e intimidante!
Abro los ojos y quien aparece es otro caballero, intentando sostenerse de la mesita de noche para no caer. Él busca en mí, una mujer que no soy y yo busco en él, el hombre que él no es.
_ Lo siento Luis Manuel, no puedo _ digo alejándome de él.
_ ¿Por qué, que hice?
_ No eres tú, soy yo _ abro la puerta para salir.
Doy una última ojeada a la habitación del hotel y una leve sonrisa sale de mi rostro. Era curioso que durante años esperé volver a tener esta oportunidad y ahora que ponía lo dejaba ir.
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