23° Capítulo
SELENA
Llegamos al frente del hospital, salgo del auto lo más rápido posible detrás de mí, viene Luis Manuel intentando seguirme los pasos, grita mi nombre varias veces, pero ni así logra que baje la velocidad.
Corro, camino, hago todo lo que esté en mis manos para llegar al cuarto donde está hospitalizada Sofía.
Tengo el presentimiento de que algo ha pasado, mi corazón me lo dice, mi instinto me lo grita. Y no era algo muy difícil de suponer, la cara roja, los ojos hinchados y las negativas de Samuel por cuidar a su amada, hacían que mi curiosidad no me dejara en paz.
Intenté preguntar ¿Qué había pasado entre ellos? Pero el joven era muy cauteloso con sus respuestas, haciendo que dudara aún más.
Por lo que idee un plan, y entre súplicas y lágrimas implore que cuidara a su novia mientras ibas a casa, a lo que él accedió a regañadientes.
Antes de entrar a la fría habitación escucho gritos provenientes de su interior. Luis Manuel intenta entrar para detener el escándalo, pero yo no se lo permito. Sabía que era cuestión de minutos para que la verdad saliera a la luz.
Él intenta negarse tirando su cuerpo hacia delante, dándome una mirada fría y escalofriante. Después de decirle que esperara un poco, sus ojos cambiaron a confusión, sorpresa y curiosidad, ante mi propuesta. Tomó su brazo sutilmente y le besó la mejilla, logrando calmar su enojo.
Después de varios minutos escuchando ofensas y verdades a medias, engaños por parte de Sofía y errores por parte de Samuel, el momento esperado llegó en boca del caballero de traje elegante.
Los dos habían elaborado la trampa, él arrojó la cubeta de agua fría en el cuerpo de Sofía y ella se colocó el anillo que tenía guardado hace un tiempo en una gaveta del trabajo.
Sus intenciones eran obvias, simplemente querían que Luis Manuel desconfiara de mí, para después plantear otra emboscada y dar el punto final a nuestra relación.
El hombre de mi lado endurece su faz de inmediato, su mandíbula se tensa y su cuerpo tiembla. Yo, en cambio, estaba con una sonrisa de satisfacción en mi rostro, ¡Por fin había hecho justicia con mis propias manos! Y solo tuve que dejarlos solos por unos momentos para poder saber la verdad.
— ¡Selena, vete a casa!
— Pero Luisma…
— Ya, hable…! — ordena
A lo que asiento con la cabeza mientras recojo mis cosas del suelo donde minutos antes las había colocado. Camino hasta el ascensor, bajo rápidamente hasta el Lobby, el guarda me guía por la estancia hasta la salida y al final veo a lo lejos el auto color negro estacionado en el parqueo. Abro la puerta del conductor para incorporarme rápidamente en el tráfico de la ciudad. Observo fascinada la luces encendidas de las grandes edificaciones de la gran área metropolitana
Mientras conduzco recuerdo lo acontecido minutos antes, haciendo que me sonroje. De niña había escuchado al chavo del ocho decir que “la venganza no es buena, mata el alma y la envenena” pero que bien se sentía.
****
LUIS MANUEL
Entro a al cuarto despacio intentando controlar mi ira.
— ¡Buenas noches…! — y en un sobresalto me vuelven a ver los dos al escuchar mi voz.
— ¿Cuánto tiempo llevas escuchando ahí afuera? — pregunto Sofía nerviosa.
— Lo suficiente para escuchar sus planes
— ¡Tío…!
— ¡CÁLLATE, SAMUEL! — le grito, mirando al joven con odio.
— No es lo que crees, — interrumpe la joven aun acostada en la cama.
— ¡Solo quiero saber la verdad!
Ella tragó grueso, respira profundo y con mucha dificultad, comienza a culpar a Samuel de todo lo ocurrido. Y como era de esperarse, este se defiende
— ¡YA BASTA! ¡Ya escuché suficiente! — gruño, levantándome de la silla que daba a la puerta principal.
— Antes de marcharme, voy a dejar todo claro, —Volteo a ver a Sofía aún con lágrimas en los ojos
— Estás despedida…
— ¿Qué? — grita dudosa de mis palabras.
— Solo quiero preguntarte ¿Necesitas que yo haga algo por ti? — como no obtengo respuesta continuó — No considero que darte un cheque en este momento sea lo correcto. ¿VERDAD?
— No necesito nada, gracias por todo, después iré por mis prestaciones acumuladas junto con mi salario pendiente. Únicamente espero que esto se pueda mantener en secreto.
— Así será. Sé que eres una persona extraordinaria, y te mereces ser feliz — miro a Samuel, que está de pie junto a la ventana sin decir nada. —Te extrañaré, Sofía. Cuídate mucho…
Ella se sonrojó levemente y murmura — No necesitas decirlo en voz alta, porque haces que me duela aún más.
***
Sofía
Sumerjo mi rostro entre las sábanas blancas, para llorar. De pronto pienso en todo lo que estaba perdiendo por culpa de Selena, siento enojo y mucha tristeza. Todo esto era su culpa desde el primer momento que ella entró en mi vida comenzó mi descenso.
Recuerdo que era muy joven cuando me enamoré de Luis Manuel. Él era un caballero corpulento, simpático, tierno, lo admiraba, lo deseaba, me excita el solo hecho de estar a su lado. Para mí, él era perfecto,
Sabía también que era las primeras etapas del amor. Cuando te gusta alguien, colocas a esa persona en lo más alto, sin defectos, con grandes virtudes y cualidades.
En ese momento de su vida él estaba empezando su negocio, con algo de dinero en su bolsillo mi llegada causó en él curiosidad como también miedos y temores por la diferencia de edad. Haciendo que en muchas ocasiones dudara de nuestra relación, más por el poco tiempo que llevaba separado de su mujer. Pero, aun así, me gusto…
Incluso ahora, tenía la misma curiosidad que en esos días ¿Por qué me enamoré de un extraño que era muchos años mayor que yo? Quizás porque era guapo y hablaba gentilmente frente a los demás, o quizás porque cuando lo escuché por primera sentí que él necesitaba un alma generosa para olvidar su pasado.
Hasta que un día su sobrino Samuel descubrió mis mentiras a través de una llamada. Como era de esperarse corrió a contándoselo, ese hecho provocó que lo nuestro llegara a su fin.
_ Sofía, Te deseo suerte en tu vida. ¡Y a ti Samuel! Te veo mañana en la oficina _ escuche cómo se despedía cerrando la puerta.
— Ya se fue, mujer, ¡Ya puedes dejar el drama! — gruñe Samuel, para que lo vuelva a ver.
— ERES UN MALDITO. Ni siquiera tuviste el valor de defenderme delante de tu tío
— ¿Qué le iba a decir? Que tú planteaste todo y yo te ayude, por idiota.
Cuando vi su mirada indiferente, todo lo que quise decirle se quedó en mi garganta. Al final solo grité:
— ¡Cállate… y fuera de mi cuarto…! — grite señalando la salida.
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