21° CAPÍTULO
Escucho el ascensor abrirse y corro hacia el estacionamiento en busca de mi auto; salgo de ahí lo más rápido que puedo, sin rumbo alguno. El resto del día deambulo por la ciudad. Conforme pasan las horas, pienso en las malas situaciones que me han estado pasando. "¿Será un castigo divino por mis pecados? -Me digo a mí misma.
En un momento dado, decido caminar por el Parque central de la gran ciudad. Mientras doy pasos firmes, observo la naturaleza y a las personas a mi alrededor que llevan una vida normal. Se nota que nada les preocupa, o al menos eso aparentan, lo que me hace envidiarlos aún más. Cuando ya está a punto de oscurecer, decido entrar a un restaurante de comida rápida.
Al llegar, paso sin saludar a nadie, solicito el menú y decido revisar mis redes sociales. En general, nunca hay nada bueno y mucho menos algo especial, por lo que después de un rato lo guardo en el bolsillo del pantalón. El mesero toma la orden y se marcha con mi pedido. Observo su trayectoria por unos segundos y luego giro la cabeza hacia un lado del salón, donde veo una silueta familiar parada frente a la puerta principal. Después de unos minutos, se acerca a mí.
-Hola, Selena, ¡Qué milagro verte por aquí! -dice la persona, a quien reconozco como doña Gladys.
-Buenas tardes, doña Gladys -respondo sin mucho interés. Ella mira alrededor y al no ver a Luis Manuel pregunta -¿Y tu futuro esposo dónde está? - sé que su pregunta no es con buenas intensiones.
-Disculpe, pero de él no quiero hablar -menciono, todavía doliéndome que él no haya creído en mí. - ¿Y mis hijos? -pregunto de inmediato para cambiar de tema.
-Se quedaron con Javier y Mariana, ellos querían comida chatarra y aquí estoy complaciéndolos. Pero cuéntame ¿Por qué dejaste a tu marido solo? - insiste doña Gladys.
Arta de su presencia, respondo -Cosas de parejas - con un tono hastiado, solo deseo que se vaya.
Pero ella no entiende mi indirecta, por lo que toma asiento a mi lado -Permíteme aconsejarte. Con tantos años vividos con mi difunto marido, te puedo decir que soy la indicada para ayudarte - insiste, tomándome las manos y mirándome con pena.
-No es necesario. Soy perfectamente capaz de solucionar mis problemas -respondo, frotándome la frente con frustración. Me levanto y camino hacia la ventana que da a la calle.
Siento que se pone de pie y camina hacia mi dirección-Por favor, Selena - persiste ella. No la soporto, comprendo sus buenas intenciones, pero en este momento no estoy en condiciones de escuchar consejos que no he pedido.
Llego a un punto en el cual no puedo soportarlo un minuto más y las lágrimas comienzan a descender por mis mejillas, dejando en evidencia mi vulnerabilidad. La señora de avanzada edad me abraza y en cuestión de minutos ya le estoy contando mis problemas con lujos y detalles, después de volver a sentarnos en la mesa. Ella escucha atenta mis palabras y una que otra vez hace alguna pregunta. Al terminar dice.
-Afronta la vida con madurez, deje de mendigar compasión. Lo que pasó no es tan grave para que te pongas así. Además, tienes culpa en ello. Si tan solo te dieras tu lugar, la gente no se querría sobrepasar contigo.
-Señora, mejor no se meta - Contesto irritada por sus últimas palabras. Sé que tiene razón, pero no quiero aceptarlo.
-Vea, Selena, estoy cansada de verte llorar, ¿por qué no mejor hablan las cosas y solucionan los malos entendidos? Ya tengo el vestido para la boda y no quiero botarlo a la basura por su culpa -dice en tono burlón, echándose hacia atrás en una gran carcajada.
Su gesto me hace rodar los ojos - Simplemente, no tengo tiempo para pensar en eso -admito. Como si por fin mis plegarias fueron escuchadas, oigo por el altavoz su nombre, indicando que su pedido ya está listo.
- Me voy, cariño. -afirma levantándose -Pero quiero que sepas que la vida no es fácil y que siempre tendrás que luchar por lo que quieres.
Se suponía que ella no debía estar involucrada en mi vida personal en primer lugar. Pero tenía que darle la razón; me había dedicado a llorar mis penas en lugar de buscar soluciones. Tenía que ser inteligente y desenmascarar a Sofía.
-De ahora en adelante, ya no seré la tímida e insignificante Selena. Lucharé por lo que es mío - digo en voz alta mientras golpeo la mesa con furia.
Varias personas se quedan mirando por mi arrebato, pero me obligo a mantener la cabeza erguida, y con la misma determinación, salgo del sitio.
Al pasar de los días, por fin llega el gran día y opto por un vestido corto fucsia que resalta mi personalidad. Peino mi extravagante cabellera, recogiendo cuidadosamente algunos mechones detrás de las orejas. Un maquillaje sutil realza mi feminidad y belleza natural.
Con paso firme, bajo las escaleras y salgo de la casa, siempre caminando erguida hasta el auto donde Luis Manuel me espera. Percibo su mirada lujuriosa sobre mí y disimulo una sonrisa ante su atento escrutinio.
Mi figura esbelta y perfectamente formada destacaba mis curvas, a diferencia de Sofía, cuya delgadez y rostro angelical le ganaban algunos elogios, pero comparada conmigo, me sentía como una modelo de alta costura. Repetí esta afirmación para fortalecer mi confianza en el camino hacia él edifico. Estoy nerviosa, pero la nueva yo he decidido empezar a ganar sus batallas y la primera de ellas es quererme a mí misma.
Al llegar al edificio de grandes ventanales, fuimos recibidos por Samuel, quien amablemente me abre la puerta y señala la presencia de los invitados que nos aguardaban.
El ambiente estaba animado, los meseros caminan con charolas en sus manos y en ellas un sinfín de bebidas alcohólicas y fotógrafos capturando cada momento. También, se veían periodistas entrevistando y retratando a las personas reconocidas, mientras los asistentes comienzan a ordenar a las personas en su debido sitio. Me sentí momentáneamente fuera de lugar, a tal punto de causar una incomodidad en mi interior, pero Luis Manuel, con su toque gentil, me dirige hacia el centro del salón, recordándome que debía disfrutar y valorar cada instante de esta nueva etapa de mi vida.
En un momento, siento una mirada que me incomoda y decido escudriñar mi entorno en busca del origen de ese sentimiento. Finalmente, descubro a Sofía, cuya mirada refleja odio y envidia. A pesar de eso, decido mantenerme erguida y me apego más a Luis Manuel, mirándolo directamente a los ojos y acariciando su rostro con delicadeza. Como mencioné antes, la nueva versión de mí misma no se dejará intimidar por nadie.
***
SOFÍA
Selena lucía un vestido realmente hermoso, con el que muchas mujeres soñamos. Tenía el cabello recogido hacia un lado, su maquillaje sencillo, resalta aún más sus grandes ojos, pero su semblante era de vergüenza y frustración. Camino hacia su dirección, saludando primero a Luis Manuel.
- ¡Por fin aparece el hombre de la noche! - grito para que el resto escuche.
- Gracias, Sofía, por la bienvenida... ¿Nos permites pasar? - balbucea él al ver cómo los demás nos vuelven a ver.
- Claro - contesto malhumorada, dando paso hacia atrás para que sigan su trayectoria.
La lleva de la mano entre las personas, no caminan mucho cuando una televisara se les acerca para hacer algunas preguntas.
Su rostro de ensueño y su porte de dama hace que la odie aún más.
- Hola, Muñeca, ¿Cómo estás? - escucho una voz detrás de mí, mientras siento un agarre en mi cintura.
Al voltearme un hombre alto de piel bronceada, ojos cafés, fijaba la mirada en mí.
- Disculpe, Señor, ¿Lo conozco? - pregunto, tengo la leve impresión que de algún lado lo he visto.
- No lo sé, ¿Tú dime?
- ¿En representación de qué compañías vienes? -pregunto. Él sonríe
- Empresas del Valle
- Eres... Javier, Javier del Valle...
- Sí, ese mismo
Por un momento mi mundo se paraliza, este era el exmarido de Selena. Muerdo mi labio inferior, en ese instante viene a mi memoria las pocas veces que lo había visto salir de la oficina de Luis Manuel y Samuel. Miro a su alrededor en busca de alguna mujer que le pudiese acompañar, pero al notar que está solo una idea viene a mi cabeza, así que le pregunto.
-¿Me puedes acompañar a la velada? Es que mi novio está muy ocupado, saludando a los invitados y hablando con los socios. -digo mirando a Samuel, quien conversa con otras personas muy emocionado.
-Está bien, Preciosa. Al final tampoco me quiero sentir solo en este lugar. Pero dime ¿Cuál es su nombre? -pregunta en el oído mientras nos sentábamos en una mesa para platicar.
Cruzo las piernas, y le doy un sorbo a la copa de champán que estoy bebiendo, después de un rato platicando le había dado la edad y hasta de dónde soy.
De pronto nuestra charla fue interrumpida por la figura de una mujer que se coloca frente a nuestra mesa, al levantar la cabeza pudimos constatar qué es Selena con un rostro tenso.
- ¿Qué haces aquí? - reclama ella mirando fijamente a Javier
-¡Eso a ti no te importa! - responde él de mala gana.
- ¿En qué idioma debo decirte que no te quiero ver más en mi vida? Ya me has quitado todo y ahora vienes aquí a humillarme más. - Gruñe la mujer enfrentándolo -puedes irte por donde viniste. - veo su mirada endurecerse y señalando la puerta.
- Yo lo invité y no me importa lo que pienses o digas. Ahora si me permites, quiero conversar con él con tranquilidad... - le respondo dejando de mirarla para centrarme en Javier.
Selena solo se queda ahí mirándonos con odio en sus ojos, y es la primera vez que me siento bien en todo el día, ha funcionado, le acabo de arruinar la noche a ella, pero sé que puedo hacerlo aún mejor...
Me acerco a Javier y me inclino dándole una espectacular vista de mi escote mientras lo beso en la mejilla con desfachatez, él ignora la presencia de Selena y me besa la boca. El alcohol y el dulce placer de la venganza, junto con los tibios labios de Javier, hacen que me sienta como en una nube.
- ¡Vamos Cariño, no tienes nada que hacer aquí! -interviene Luis Manuel acercándose a su lado
-tienes razón -responde Selena disimulando su enojo -estos dos son tal para cual...
***
SAMUEL
Sigo el protocolo establecido, bailo, poso para las fotos, como, bebo y en un momento dado decido buscar entre los invitados a Sofía, pero no la encuentro. Me siento muy agobiado así que decido alejarme de la fiesta. Camino al segundo piso hasta estar completamente solo, el lugar está oscuro y desordenado, giro mi cuerpo para alejarme de ahí, pero los gemidos de una pareja me detiene en seco.
Me acerco despacio sin hacer ruido, mi intención es simplemente matar mi curiosidad, devolverme y seguir mi camino. Pero al ver a Sofía y a Javier follando en el suelo, ella, con la blusa levantada, la enagua a un costado de su cuerpo y él, con el pantalón bajo, con su miembro erecto dentro de ella, hace que pegue un grito.
¡Samuel! - escucho que me llaman, moviendo mi cuerpo suavemente a su dirección - Samuel, ¿Qué estás haciendo aquí? - pregunta Sofía abriendo los ojos como platos, mientras busca su ropa.
-¿Qué pasa? - exclama Javier bruscamente haciendo que su expresión cambie al verme de pie frente a ellos.
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