Capítulo 11: La cascada.
Abrí los ojos y miré si Martin había despertado también, vi que seguía dormido, sus brazos estaban enredados en mi cintura y su boca abierta justo en el hueco de mi cuello como un bebé en los brazos de su mamá, sentí un extraño estremecimiento recorrerme la espalda.
Besé su cabeza y acaricié su pelo ondulado con ternura mientras respiraba entrecortadamente por el roce de sus labios mojados en la piel de mi cuello.
Derrepente su cabeza se levantó y se volvió a mirarme.
- buenos días pequeña - dijo con una voz ronca que me derritió.
- buenos días dormilón - le dije y junté su nariz con la mía.
Me dio un dulce beso en los labios y sentí lo calientes que estaban, quise que me cubrieran todo el cuerpo para jamás volver a sentir frío.
- ¿tienes frío linda? - dijo al verme tiriteando.
- sí, un poco - sonreí.
- ¿quieres que vaya por un suéter para ti? -
- no hace falta, iré yo -
- quedaté aquí, te lo traeré - dijo poniendo su mano en mi antebrazo para que no me fuera.
Se dirigió al armario y sacó mi suéter gris.
- aquí esta Annie, cúbrete -
- gracias caballero -
- ¿quieres café?, haré para mí -
- si Martin, solo con... -
- con leche - terminó él.
- sí, por favor Martin -
- porsupuesto - dijo y se marchó a la cocina que estaba bajando las escaleras.
Me levanté de la cama cuando vi que mi celular vibraba en el pequeño tocador de madera que había en la habitación, alguien me llamaba.
- ¿hola?, ¿mamá? - contesté.
- hola hija, ¿cómo va todo por allá? -
- estupendo mamá -
- me alegro Ann, ¿ya fueron a conocer el bosque? -
- sí, ayer cuando llegamos -
- y ¿qué tal? -
- es hermoso, los árboles son enormes y el olor a madera se percibe en el ambiente -
- se escucha increíble, ¿no llovió? -
- si, hubo una tormenta -
- ¿cuando irán a la cascada? -
- hoy -
- ¿que planes tienen? -
- aún no lo sé pero tengo una lista con un par de cosas por hacer -
- ¿esa que hiciste una noche antes de viajar? -
- esa lista, sí -
- te dejo, tengo que irme a trabajar -
- claro mamá, nos vemos mañana -
- nos vemos Ann - dijo y colgó la llamada.
- ¿quién te llamo? - me preguntó Martin al entrar a la habitación.
- era mamá -
- oh, ¿y que te dijo? - dijo y me entregó mi taza de café sentándose frente a mí.
- ¿que que habíamos hecho? -
- no le habrás dicho lo que pasó en el lodo o como me comías con la mirada ¿verdad? Annie -
- porsupuesto que no, le dije que iríamos a la cascada y que habíamos recorrido el bosque ayer -
- que habíamos recorrido nuestros labios ¿también eso? - rió por el chiste.
- no tonto, ¿cómo crees? -
- menos mal, ya me había asustado - dijo y negué con la cabeza sonriendolé.
- gracias por el café Martin, está muy bueno - le dije al darle un sorbo.
- por nada - respondió.
- ¿que haremos primero?, ¿ir al centro? o... ¿ir a la cascada? -
- me parece que ir al centro primero es la mejor opción, puedo invitarte algo de desayunar en algún restaurante y después podemos dar un recorrido y comprar los regalos para el intercambio al final de viaje -
- bien, sí, que ese sea el plan -
- y se me ocurre que al regresar de darnos un refrescante baño en la cascada, en la noche... podemos hacer la fogata y quemar malvaviscos -
- buenísimo, sí -
- me iré a arreglar en el baño ¿bien? - dijo y se paró de su asiento - no tardaré mucho, tengo hambre.
- si, ve, yo me arreglaré aquí en la habitación, por suerte hay un tocador -
- ok - dijo finalmente con una sonrisa y se metió en el baño con su ropa en las manos.
Me senté en la silla frente al tocador y saqué mi maquillaje del bolso, me apliqué protector solar en el rostro, después me rizé las pestañas y les pusé rimél, me delinée los ojos con sumo cuidado, apliqué un poco de rubor en mis mejillas y como toqué final me coloqué labial color cereza en los labios.
Cerré la puerta de la habitación y me cambié la piyama por una falda de cuero negra con una blusa blanca de manga larga, unas medias negras y unas botas blancas.
Abrí la puerta cuando terminé y justo Martin salió del baño vestido con una camisa polo negra y unos jeans blancos, estábamos combinados sin ponernos de acuerdo.
- combinamos - le dije sonriendolé al cruzarme con su mirada.
- sí... te ves... magnífica - dijo admirandomé de pies a cabeza.
- gracias, tú te ves... grandioso -
- estás guapísima - dijo y tomó mi mejilla con una de sus anchas manos acercándose a mi rostro.
- y tú estás guapísimo - respondí antes de que sus labios asaltaran a los míos sin piedad y dejarme sin aire.
- vamonós Annie, se hace tarde - soltó mis labios y mordió mi mejilla impulsivamente en un mordisco suave, haciéndome sentir un cosquilleo en el estómago.
- si, vamos - reaccioné y tomé mi bolso.
Salimos de la cabaña y subimos al coche. Al salir del bosque nos dirigímos al centro de Durango.
Paramos en un restaurante donde vendían desayunos y café.
- ¿que quieres ordenar Ann? - me preguntó Martin cuando nos entregaron los menús.
- la orden que tiene un par de huevos fritos con tocino y quesadillas y un café de leche -
- yo pediré lo mismo - dijo y le hizo el pedido a la mesera.
Cuando nos trajeron la comida comenzamos a desayunar y a hablar de todo lo que haríamos el resto del día.
- acampemos Annie, hay una montaña subiendo la colina en lo más alto del bosque -
- sí, sería estupendo Martin - le dije y bebí café - entonces allá hacemos la fogata y quemamos los malvaviscos.
- sí, podemos ir a comprarlos de regreso a la cabaña en algún supermercado -
- bien, también deberías de hacer algunas fotos ¿no? -
- buena idea, me llevaré mi cámara -
- ¿estarán más brillantes las estrellas en la oscuridad de la montaña? - le pregunté ansiosa.
- si Annie, en la oscuridad brillan más y se ven más de las que vemos en la ciudad - dijo mientras comía de su plato - podemos llevarnos una de las cobijas que trajimos para el viaje en carretera y recostarnos sobre ella para admirarlas -.
- siii, esto es realmente emocinante Martin, que bien fue venir aquí - dije chillando de emoción.
- me alegra verte tan contenta - dijo y se le dibujo una sonrisa de oreja a oreja en el rostro, se veía precioso así.
- es el mejor aniversario - lo miré con un brillo de emoción en mis ojos.
- es como una luna de miel de novios - mencionó y soltó una risilla.
- mejor que cualquiera de esas lunas de miel para casados - presumí.
- sin duda lo es - dijo y me guiño el ojo - somos mejores que cualquier matrimonio o relación.
- no tenemos comparación -
- no, no la hay -
- no somos perfectos pero somos lo suficiente para el otro y es por eso que somos felices juntos -
- exactamente eso somos - dijo con una sonrisa que demostraba ser la verdadera sonrisa de la felicidad.
Le sonreí enamorada.
- ¿qué nos pondremos para ir a la cascada? - pregunté cambiando totalmente de tema.
- me pondré un short de playa ¿qué usarás tú? -
- un traje de baño en color verde -
- ya quiero ver como te queda - confesó enseñando una sonrisa traviesa.
Negué con la cabeza soltando una carcajada.
La gente del restaurante nos miró extraño.
- vamonós antes de que nos maten - le dije susurrando y comprimí otra carcajada.
- si, pediré la cuenta - dijo y le habló a la mesera que se acercó con un ticket, Martin le dio el dinero y una propina y nos fuimos del lugar.
- vamos a la plaza principal, te invito un helado - me dijo Martin y tomó mi mano entrelazandolá con fuerza.
- vamos - le dije y sonreí dichosa.
Llegamos después de 15 minutos y comenzamos a caminar por toda la plaza observando los árboles llenos de hojas verdes que inundaban el lugar, faroles estilo antiguo que adornaban perfectamente la plaza, la catedral justo enfrente y en medio de todo una estructura en forma de círculo que parecía ser el kiosco y una fuente de agua al costado.
- es bonita ¿ah? - mencionó Martin.
- sí, es una plaza muy bonita - contesté.
- mira, una heladería, vamos y volvemos a la plaza - dijo y me jaló hacia la heladería que estaba enfrente de la plaza.
- ¿qué sabor quieres pequeña? - me preguntó cuando entramos al local.
- se me antoja algo refrescante, mmm... limón -
- me vende dos nieves de limón porfavor señorita - le dijo Martin a la empleada.
- enseguida - le contestó ella.
Nos entregaron nuestras nieves y nos encaminamos de nuevo a la plaza, cruzamos la calle y nos sentamos en una de las bancas frente a la fuente.
- ¿está buena? - me preguntó Martin viendomé comer.
- sí, mmm deliciosa -
- es realmente buena ¿no? -
- sí, la verdad que sí - le dije y me metí una cucharada de nieve a la boca, cuando recordé algo - Martin...
- ¿sí? -
- el día que nos reconciliamos te veías bien, acaso... ¿te habías olvidado de mí? - pregunté con miedo.
- Ann... eso no importa, ya lo dejamos atrás -
- no, quiero saber, en serio, esta bien, solo contesta - insití.
- ya no estaba en depresión por tu ausencia pero... nunca deje de extrañarte y desear que volvieras a estar a mi lado - sonreí y suspiré aliviada al escucharlo.
- ¿de verdad?, creí que... - dije y él me interrumpió repentinamente, tomó mis manos con suavidad y habló:
- ¿qué me había olvidado de ti y que ya no me importaba que regresarámos?, por Dios Annie, tú eres lo más importante en mi vida y lo sabes, te he demostrado que mi amor por ti no se basa en palabras si no en acciones, eres indispensable para mí, nunca podría ni ni siquiera intentaría borrarte de mi mente y de mi vida -
- ¿lo dices en serio? -
- sí, porsupuesto -
- ¿no son solo palabras dulces? -
- no Annie, sabes que todas mis palabras hacia ti van acompañadas de acciones muy significativas -
- cierto, tienes toda la razón, no sabes lo mucho que me hace feliz todo esto que haces por nuestro amor, te amo demasiado Martin - le dije y nos unimos en un abrazo reconfortante para el alma.
- te amo Annie - dijo en un susurró para mis oídos, sentí su aliento y me estremecí por completo.
Dejó un beso detrás de mí oreja y sentí chispas nacer dentro de mi cuerpo.
Se levantó y extendió la mano para que me levantará.
- ¿a dónde vamos? - le pregunté al tomar su mano y levantarme de mi asiento.
- vi una tienda de curiosidades, podemos comprar ahí el regalo -
- bien pero... tú hazlo primero, yo no tengo que verlo -
- ¿esperarás afuera de la tienda? -
- sí vamos, anda -
Al llegar a la tienda me esperé afuera a que Martin comprará el regalo del intercambio.
Cuando salió vi que sostenía una bolsa morada sellada, en sus manos.
- sigues Annie, ve, te espero aquí -
- no tardo - le dije y entré a la tienda.
Había algunos estantes con recuerdos como llaveros y tazas que tenían escrito Durango.
Seguí mirando los demás estantes y encontré algo que me interesó, habían unos collares de piedras preciosas, recordé que a Martin le gustaba coleccionar lapislázuli así que busqué entre las diferentes gemas que había y encontré la piedra color azul marino tallada en forma de cuarzo, coleccionaba piedras como esta pero no tenía un collar de ella así que le encantaría.
Compré una pequeña bolsita de regalo color blanco y lo metí ahí.
Le pagué a la que estaba atendiendo la tienda y salí para encontrarme con Martin.
- ¿nos vamos? -
- vamos - le dije y caminamos hacia donde el coche estaba aparcado.
- Annie ¿a cuánto estamos de la cascada? - me preguntó cuando nos metimos en el carro y nos abrochamos el cinturón.
- buscaré en el mapa - le dije y abrí Google Maps en mi teléfono - 45 minutos - contesté con una mueca en mi cara.
- bueno, tenemos un largo camino que recorrer -
P
- sí, vamonós porfavor, ya quiero refrescarme, hoy estamos a 34° grados -
- sí, yo también, hoy hace mucho calor - contestó él y tomó camino hacia la carretera.
Al llegar a la cascada nos cambiamos la ropa por lo que usaríamos para darnos un chapuzón.
- lista - le dije y salí del coche vestida con mi traje de baño verde, tenía un par de aberturas a los lados en la cintura y en el ombligo.
- luces preciosa - dijo él que esperaba afuera a que terminara de vestirme.
- ¿preciosa es sexy? ¿no? - le dije con una ceja arriba.
- sí, si, lo es - se sinceró.
Se aproximó a mí, colocó una de sus manos en mi cintura mientras que con la otra acarició con mucha delicadeza y lentitud mi ombligo, besó mis labios sin prisa y sin atacarlos bruscamente, simplemente como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, lentamente...
Sentí su lengua tocar la mía y enredarse, agarré su nuca para profundizar el beso y sentí como de mi cuerpo saltaban chispas y más chispas.
Sus labios soltaron a los míos en un sexy y despacio movimiento.
- vamos Annie, ¡a mojarnos! - dijo como si no me hubiera dejado totalmente deseosa de más.
Me acerqué a él y en un movimiento rápido le saqué la camisa para que se metiera al agua conmigo.
- ¡que atrevida! ¿acaso quieres...más de esto? - dijo sacando y metiendo su lengua de su boca moviéndola con movimientos expertos, se burló de mi.
- ¡basta Martin! - le dije chillando y lo agarré del brazo para ir hacia el agua.
Caminamos hasta una piedra y nos sentamos ahí, el agua corría con algo de fuerza y logró mojarnos.
- ten cuidado, están resbalosas - me advirtió cuando decidimos dar unos pasos por las siguientes rocas para nadar en el charco hondo que se formaba de la caída de agua de la cascada.
- agárrame - le pedí y él sostuvo mis cintura con ambas manos.
- ¿te tiras tú primero? o ¿me tiro yo? - me preguntó cuando llegamos al precipicio de menos de 2 metros.
- juntos - le dije y agarré una de sus manos con fuerza para tirarnos.
Saltamos y nos hundimos debajo del agua.
Salimos a la superficie y tomamos aire.
- ¿aún tienes calor? -
- no, estoy fresca -
- ¿nadamos? -
- nademos - le dije y recolectamos aire para nuestros pulmones.
Al hundirme y nadar unos minutos uní mis labios con los de Martin debajo del agua mientras él recorría dichoso con sus manos mi cintura.
Él me hizo una seña para que saliéramos a la superficie de nuevo.
- es hermoso ¿no? - mencionó Martin.
- si, el agua es cristalina, transparente -
- vayamos allá donde cae el agua -
- toma mi mano - le dije y nadamos hacia la caída de agua.
Las gotas de agua cayeron sobre nosotros con mucha presión.
- aguanta la respiración para que puedas y no sientas que te ahogues - me dijo Martin al verme.
- siii - le dije y aguante la respiración por un minuto sintiendo la frescura y el frío del agua en mi cara.
- ¡esta deliciosa el agua! - le dije hablando fuerte para que me escuchará.
- lo sé, ¡está super! -
- vayamos arriba de la cascada desde donde cae el agua para que tomes unas fotos -
- oh si, vamos - dijo y caminamos por el mismo camino de piedras resbalosas.
Llegamos a la parte superior de la cascada y Martin tomó algunas fotos desde ahí.
- ahora tú hermosa -
- ¿yo?, naa -
- sí, tú hermosa, quiero recordar lo sexy que te ves hoy -
- bien y ¿qué pose hago? -
- recuestaté sobre esa roca y pon una de tus manos sobre tu nuca -
- ¿así? - le dije haciendo la pose que me dijo.
- así, ahora no te muevas... la tengo - dijo y se escuchó el clic de la cámara.
- aver - le dije y él me mostró la foto.
- me veo bien - dije algo sorprendida.
- siempre, linda, siempre te ves bien -
- gracias bello - le dije y bajamos de nuevo al charco de más de 4 metros de profundidad y nadamos ahí un par de horas más.
Cuando sentimos hambre salimos de la cascada y fuimos a la cabaña.
- ¿que preparó? - me preguntó mientras veía mi teléfono sentada en una silla, en la cocina.
- ¿qué trajiste del supermercado? -
- queso, salchichas, tortillas de harina y leche -
- preparemos quesadillas y friamos algunas salchichas -
- ok, ¿quieres chocolate frío? -
- oh si, ¿trajiste? -
- sí -
- bueno, te ayudo a freír las salchichas, tú cocina las quesadillas -
- muy bien chef -
- manos a la obra querido -
Preparamos la comida y nos sentamos en la mesa de madera.
- ¿qué tal me quedaron las quesadillas? - preguntó Martin.
- mmm buenísimas - le dije aún con comida en la boca.
- y a mí ¿qué tal me quedó el chocolate? - quise saber también.
- está riquísimo, gracias por ayudarme a preparar la cena hermosa - dijo y me dio un beso en la frente.
- por nada bello - contesté y él me acarició la barbilla con cariño.
- son las 7, deberíamos irnos ya Annie -
- sí, vamos - le dije y me paré de la silla - tomaré mi bolso y algunas cobijas.
- bien, yo iré por la casa de campaña, los malvaviscos y la cámara - dijo Martin y subimos escaleras arriba para ir a la habitación por las cosas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro