Capítulo 23: Nunca me imaginé el final
Mateo
(5 horas después de la carrera)
Aceleré, iba manejando por una carretera desolada. En mi interior había una mezcla de sentimientos que no me hacían ningún bien.
No sé por qué creí que presentarme en esa carrera sería buena idea.
Aumenté la velocidad. Había un fuerte viento y comenzaron a caer pequeñas gotas. El cielo estaba negro y se avecinaba una tormenta.
Crucé una intersección con el semáforo en rojo y no sabía hasta dónde me llevarían las ruedas. Solo pensaba en escapar un poco y aclarar mi mente, procesando toda la información que de pronto me había inundado.
No encontraba el camino de vuelta a la normalidad, mi mente me jugaba una mala pasada al hacerme recordar cada pequeño detalle que intenté olvidar desesperadamente. Así me encontraba, siendo esclavo de mis recuerdos y solo añoraba el momento de detenerlos y liberarme de la opresión que tenía dentro.
Había manejado demasiado tiempo sin rumbo, estaba cansado de solo acelerar así que me detuve en el único lugar en el que me encontraría en paz no me equivoqué, al sentir la brisa ondear mi pelo fue inmediata la liberación. Esta vista se había convertido en mi refugio.
Era un sitio donde la naturaleza se mezclaba. Siempre que pisaba la hierba de esta apartada colina no podía evitar pensar lo mismo y llegar a la misma conclusión, este es un lugar para aliviar mis penas aunque no sabía cómo un paisaje me podía dar tanta paz.
Mis emociones estaban a flor de piel, sentía mi corazón latir desbocado porque la rabia lo consumía poco a poco y mis puños los tenía tan apretados por la ira que mis cortas uñas habían dejado marcas en las palmas de mis manos.
Miré al océano delante de mí y traté de canalizar mi energía en pensamientos positivos. De inmediato llegó una ráfaga de imágenes de Allison a pasearse delante de mis ojos. Parecía tan real, que no pude hacer que mis pies retrocedieran, caminaban impulsados para acudir a su encuentro. Sin embargo, no estaba allí, era otro de los recuerdos que mi cerebro se encargó de que viera en el momento oportuno.
Aquí fue donde nos dimos nuestro primer beso. Puedo narrar cómo me sentí sin obviar ningún detalle porque con ella cada pequeño instante era único para mí.
Seguro era por eso que este lugar me transportaba a la calma y me dejaba pensar objetivamente. Porque era igual que yo. Reflejaba cada uno de mis sentimientos y emociones. Era la delgada línea que dividía tres lugares diferentes diametralmente opuestos que de forma contradictoria se juntaban. Así soy yo, una mezcla de varios elementos.
***
Siempre me he preguntado si era por eso que me pasaba todo ¿La vida se ha encargado de hacerme tan contradictorio para que sufra?
Los acontecimientos de las últimas horas me habían agotado y me impulsaban a un gran abismo lleno de oscuridad, de dudas e inseguridades.
¿ Será todo cierto ? ¿ Puedo creer en sus palabras?
Me senté en la hierba húmeda por las gotas de lluvia que estaban cayendo. El mar estaba revuelto y el aire arrasaba con todo a su paso.
Hoy no era el día en el que mi cuerpo respondía favorablemente a la tranquilidad, sentía tanta ira acumulada que brotaba y salía por mis poros. No tenía explicación del por qué mis sentidos me traicionaban logrando desesperarme aún más.
Sentía cómo los pedazos de mí corazón iban cayendo uno por uno y como cristales filosos desgarraban cada órgano dentro de mí. Volvía a sufrir y el sentimiento de pérdida se depositaba en mi corazón destrozado.
Este lugar que creí que sería mi salvación no lo fue, porque ya alguien más se había convertido en mi sitio seguro. Me dispuse a irme para encontrarme con Allison porque sabía que sería la única que me entendería y lograría apaciguar cada gota de este rencor y cada tramo de desesperación que crecía en mí.
Bajé aprisa por la colina ya completamente empapado. Subí al asiento de la moto y aceleré derrapando.
Manejé de vuelta por todo el camino, saltándome cada semáforo que me encontraba. La velocidad no me importaba, ni tampoco lo mojado que estaba el pavimento. Los otros automóviles pitaban cada vez que pasaba por su lado interponiéndome en su camino, pero estaba tan desesperado por llegar que no veía nada a mi alrededor.
Iba por una curva cuando de pronto me di cuenta que un camión se me venía encima. No me dio tiempo a frenar y lo único que me quedó fue tratar de esquivarlo, pero fue un intento fallido, el vehículo golpeó la parte delantera de la moto haciéndome salir de la carretera.
Veía todo en cámara lenta, como si mi vida se me escapara de las manos, como si tuviera que coger con mis escasas fuerzas una gran bocanada de aire para poder sostener el último hálito de vida.
Sentí como mi cabeza chocaba fuertemente con el asfalto, la vista se me nubló y casi no podía ver más allá del cristal roto del casco. No podía moverme, tenía todo el peso de la moto encima de mi cuerpo y punzadas me aguijoneaban las piernas.
Un hilo de sangre recorrió desde mi frente hasta el cuello y mis labios entreabiertos trataban de agarrar la mayor cantidad de aire posible.
Mi mente se transportó a lo que había ocurrido hoy. Cómo sin previo aviso apareció un hombre argumentando que era mi padre, que había acabado de salir de la cárcel y necesitaba explicarme muchas cosas.
No pude evitar derramar una lágrima que se unía con la sangre de mi rostro. No tenía una gota de esperanza, no poseía un ápice de fuerza. Ahora todo se trataba de suerte.
Cerré los ojos y la oscuridad me consumía, fue como si lograra apagar el bombillo que alumbraba mis días. Uno nunca está preparado para enfrentar la muerte, sabes que algún día te hará la visita, pero cuando la tienes tan cerca te preguntas ¿vale la pena seguir luchando cuando te está pisando los talones?
La imagen de mi mamá se paseaba por mi mente y no podía distinguir si era real o un recuerdo.
...Mi mamá estaba sentada con un niño en sus piernas, jugaban con unos carritos de color azul. Reían porque ella le hacía cosquillas y despeinaba su pelo. Mientras que él con sus manos pequeñas trataba de detenerla sin dejar de reír. Estaban tan entretenidos que no se percataron de que la puerta se había abierto, revelando a un hombre alto y trigueño. Vestía formal y elegante. Dejó una maleta en el sofá despreocupadamente y se agachó en un movimiento ágil para alzar al niño en sus brazos.
Mi madre cambió totalmente el semblante por uno más serio e indiferente. Se alejó suavemente de aquel hombre al que no era capaz de sostenerle la mirada, sin embargo, sonrió ante lo que éste dijo.
— Vamos a jugar con papá Mateo, mejor dejamos a tu madre descansar...
Con esas últimas palabras sentí como si mi cuerpo me rechazara, no podía oír nada a mi alrededor y me mantenía paralizado. Nunca me imaginé el final.
***
Espero que me digan sus opiniones sobre el capítulo...
No quería llegar a esta parte, lo reconozco. Me costó escribir sobre esto, pero lo creía necesario para dar un giro a esta historia.
Ya saben quien era el tipo, ¿se lo imaginaron?
Sinceramente deseo que les haya gustado...
Un beso
Dani;-)
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