Capítulo 20: ¡Lluvia de margaritas!
Allison
Había vuelto a la normalidad, a mi rutina diaria, a mis hábitos y se me acabó el descanso. Tenía que continuar la acción.
Ya transcurrieron dos semanas del inicio del curso después de las cortas vacaciones de fin de año.Retomé mis actividades normales: la universidad, la casa, tareas, trabajos hogareños, leer y por supuesto, Mateo.
Él era el único que me distraía, me sacaba varias sonrisas y me acompañaba en mi estrés escolar. Porque nada más haber comenzado el año y ya tenía que entregar tres seminarios. La mayor parte del tiempo me la pasaba estudiando, investigando o yendo a la biblioteca.
Realmente suponía un esfuerzo para mí.
Por suerte hoy es sábado y me permití desconectar un poco de todo el agobio que tenía arriba. Mateo no podrá pasar el día conmigo porque tiene que trabajar y después participará en una carrera de motos. A pesar de lo mucho que insistí para que no fuera ya lo tenía planificado. Como se que no le gusta romper promesas me resigné a la idea de no verlo. Sin embargo, mañana será otro día. No es que me vaya a morir por extrañarlo ¿o si?
Me dispuse a ver mi maratón de películas, disfrutando de unas deliciosas palomitas de maíz, refresco de cola y helado de chocolate. Me acomodé en mi cama y comencé a reproducir Bajo la misma estrella, una de mis cintas preferidas.
Acurrucada con mi enorme oso de peluche me sumergí en aquella historia. La había visto numerosas veces, sin embargo, cada vez que la ponía de nuevo era como si sufriera de amnesia y no recordara nada. Entonces, volvía a experimentar cada emoción como si fuera la primera vez.
Ya iba por la mitad de la película cuando me entra la notificación de un nuevo mensaje. Supuse que sería mi novio, pausé el filme y me apresuré a leerlo.
Brian:
Hola, no se que planes tienes para hoy y no tengo la intención de arruinarte nada pero me gustaría poder vernos. Mañana me voy y quiero hablar contigo, despedirme. Responde. Besos.
Me tomó por sorpresa y la decepción se pintó en mi cara, no era el mensaje que esperaba. Medité mi respuesta unos minutos y contesté.
Yo: No es el mejor momento, estoy ocupada.
Mentir no se me daba muy bien pero no estaba segura de querer hablar con él. Por lo menos tuvo la decencia de avisarme que se marchaba, sin embargo, ya eso no me importaba mucho.
Es verdad que desde un principio deseaba explicaciones ¿ Por qué me abandonaste? ¿Alguna vez me amaste tanto como yo a ti? ¿Cómo te sentiste al dejarme sola? ¿Por qué no me llamaste?
Eran algunas de las preguntas que formulé en mi mente por varios meses. Hasta que conocí a Mateo. Ahora no me parecía lo más adecuado revolver en ese pasado.
Su respuesta no tardó en llegar. Seguía siendo tan terco e insistente como recordaba.
Brian:
Solo te pido un corto período de tu tiempo. Escúchame aunque sea el último día. Creo que te debo varias explicaciones. No me puedo ir sin cerrar este capítulo entre nosotros. Por favor.
¿Cerrar este capítulo? No podía creer lo que leía. Que hipócrita al decir esas palabras. Porque el único que dejó bien claro el final de la historia entre nosotros fue él. ¿Cómo se cree con el derecho de inventarse una secuela cuando había terminado el libro?
Pero, luchando contra todos mis instintos, le respondí que me dijera el lugar del encuentro. Por mucho que creía no necesitar explicaciones una parte de mí exigía conocer el porqué de su decisión y me urgía obtener respuestas a todas las interrogantes que me había formulado.
Me vestí rápido, con un simple jean de mezclilla rasgado en las rodillas, una blusa de tirantes gris y mis Vans negras. Dejé mi pelo suelto sin ánimos para peinarme.
Avisé a mi mamá que saldría y después de enviarle un mensaje a Brian para que supiera que iba en camino, salí.
Me esperaba en un lugar que me era muy familiar. De tantos, tuvo que escoger el que más recuerdos me traía, donde había comenzado nuestro noviazgo y donde nos hicimos muchas promesas. Si entre sus planes estaba atormentarme y seguir estrujando a mi corazón, lo estaba consiguiendo.
Llegué y él estaba sentado en aquel banco, el mismo lugar donde varios años atrás inició todo.
Cuando descubrí que estaba enamorada del hermano mayor de mi mejor amiga. Mi amor platónico se había convertido en un amor real. A pesar de ser muy pequeña y no comprender a cabalidad lo que significaba amar yo, una niña inocente revelaba mis más profundos sentimientos.
Recuerdos de Brian
5 años atrás
Había corrido tanto que me dolía el pecho, mi respiración estaba bastante agitada y las gotas de sudor se deslizaban por mi espalda y frente.
Estuve buscando toda la mañana a Allison y cuando logré adivinar su posible escondite tuve que apresurarme para que nadie más lo descubriera.
Subí por los peldaños que conducían hacia el árbol de los lamentos. Un lugar muy apartado que siempre fue su refugio. Lo conocía mejor que nadie porque muchas veces la acompañé a quejarse entre aquella naturaleza. Ella lo había nombrado así, ya que cada vez que se sentía frustrada, enojada o triste, venía a descargar sus sentimientos.
Muy pronto nos hicimos cómplices y cada vez que la encontraba me quedaba escuchando todo lo que molestaba a su mente.
Hoy era un día diferente no fue allí para pasar una rabieta, sino para esconderse de todos y me molestó que no me llamara para estar con ella.
Me acerqué lentamente. A pesar de las lágrimas que surcaban sus mejillas, los ojos hinchados por el llanto y su nariz roja, se veía preciosa. Con a penas trece años lucía muy hermosa a mi parecer. Tenía el pelo recogido en dos trenzas que le llegaban a la cadera y recordé que mi hermana siempre le decía que debía cortarse un poco las puntas. Para mí, su pelo así estaba perfecto la hacía ver más pequeña y más angelical.
Cuando notó mi presencia levantó el rostro y enfocó mis ojos. Tenía la mirada perdida. Me senté a su lado en aquel banco de madera y puse mi mano sobre la suya que descansaba a su costado.
—Creí que te habían raptado — hablé para romper el silencio y alejarla un poco de sus pensamientos.
Me miró por un segundo, limpió su cara y desvió de nuevo la mirada hacia el horizonte.
—¿ Ahora te quedaste muda? — pregunté haciéndome el chistoso.
No reía, no reaccionaba seguía impertérrita. Entonces para llamar su atención comencé a hacerle cosquillas. Se movía y comenzó a reír. Trataba de aguantarme las manos para que me detuviera y gritaba —¡basta! — en mi oído.
Cuando ya hubo cesado sus carcajadas me miró y sentí que me perdía en sus pupilas. Siempre que sus increíbles ojos cafés me atrapaban me ponía nervioso sin entender el motivo. Fue el momento que hallé para retirar la vista y me separé de su cuerpo que ahora permanecía pegado al mío.
— ¿ Me vas a decir qué te sucede o tengo que continuar con otra tanda de cosquillas? — indagué
— Mi papá se va a trabajar a Francia — soltó en un suspiro y me asombré.
Sabía lo que se sentía al conocer una noticia como aquella porque algunos años atrás había pasado por lo mismo, pero Allison era fuerte y verla así me tomaba por sorpresa.
Podía estar sucediendo un apocalipsis y ella seguiría tranquila y centrada. Observarla de aquella forma no me gustaba para nada. Por eso al conocer sus sentimientos y tener una idea de lo que podía estar sintiendo en ese momento, me encargué de que olvidara todo por unos instantes.
Me levanté de un salto y corrí por aquel jardín en busca de algo para distraerla. Encontré unas margaritas y las arranqué enseguida tomando un puñado de ellas.
Cuando llegué de nuevo a su lado había dejado de llorar y su nariz ya no estaba tan roja como antes.
Extendí mi mano para colocarle una flor en la oreja y después comencé a esparcir los pequeños pétalos sobre ella.
-¡Lluvia de margaritas! - exclamé.
-¡Qué haces! me van a picar las hormigas.
Se levantó exaltada quitándose los restos de las flores de su cabeza y su ropa. Reí porque sabía lo mucho que aborrecía el campo. Ella era más de playa y aunque podía contemplar la naturaleza no quería tener mucho contacto con esta.
- No exageres Allison ¿ Qué hormiga va a tener esta simple florecita ? - dije todavía con una en la mano.
-¡ Esos bichos están por todas partes!- exclamó - además se caracterizan por ser pequeños por si no lo sabías.
Le dediqué una mirada de desaprobación. A lo que ella contestó rebirando sus ojos.
-¿ Qué quieres que hagamos? - pregunté.
- Nada, solo quiero que me dejes tranquila. Hoy no estoy para tus juegos.
Me volví a sentar y ella me imitó. Si quería tener paz, se la iba a conceder.
No sé por cuanto tiempo estuvimos callados mirando lugares al azar. Solo que cuando empezaba a atardecer me revolví inquieto. Veía su perfil, sus finos labios bien rosados y los mechones de pelo que le caían por su cara. Lucía muy tierna. A veces cerraba los ojos y suspiraba. Era raro que estuviera tan callada. Por un extraño motivo yo continuaba nervioso.
-¿ Yo te gusto Allison?
Mi pregunta le tomó por sorpresa y abrió los ojos tan grande que parecían querer salir corriendo de sus órbitas.
- ¿ Quién dice que tú me gustas? Eres feo, mayor, un adolescente hormonal que solo hace locuras, además de ser un pesado - contestó.
Me dolieron sus palabras. Nunca esperé ese tipo de respuesta, pero conocía la verdad detrás de ese rechazo. Su mirada la delataba y el tamboreo que hacía con los dedos siempre que estaba nerviosa, me indicó que estaba mintiendo. Quería sonar más calmada y tranquila de lo que estaba.
Me armé de valor y reconocí eso que llevaba tiempo ocultando: me gustaba. Me encantaba su forma de ser, lo madura que era para su edad, que apenas notaba que era más pequeña que yo, su risa escandalosa y todo lo que hacía.
Crecí con ella, viendo todo lo que había aprendido, robándole sus muñecas cada vez que venía a mi casa a jugar con mi hermana y las tantas veces que fuimos en familia a pasear. Desde un principio pensé que solo la veía como una hermanita, pero con el tiempo me di cuenta que no pensaba en ella de esa forma.
Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles sus padres no la dejarían estar conmigo hasta que no fuera más grande. Aún así le confesé lo que sentía y que a pesar de lo que pasara de ahora en adelante, iba a esperar para estar con ella.
- Tú me gustas. Sé que yo te gusto y aunque ahora no podamos estar juntos voy a esperar por ti.
Me observó buscando algún rasgo que le dijera que estaba mintiendo, que era solo una broma, pero mi cara no mostraba nada de eso porque estaba siendo completamente sincero.
No se imaginaba esta declaración, tardó en responder, se quedó meditando u organizando sus pensamientos. Desde luego me esperaba su asombro, sus dudas e indecisión porque nunca había sido muy bueno demostrando mis sentimientos. Sin embargo, con ella algo me decía qué era lo correcto.
- Si, es cierto que me gustas - expresó con un nerviosismo palpable - siempre ha sido así. Porque me cuidas, me río contigo y estás para mí en todo momento - dijo mirándome fijamente y sin titubear.
- Prometo - le mostré el meñique para sellar la promesa- que dentro de unos años te voy a pedir que seas mi novia, en este mismo lugar y con el atardecer de testigo - acaricié su mejilla.
- Prometo -dijo imitando mi gesto- aceptar esa propuesta y solo tener ojos para tí todos los años que nos quedan - juntó nuestros dedos.
Actualidad
Brian
Aquí estaba cinco años después en el mismo lugar donde comenzó todo y donde tendría su final. Me pareció una bella ironía del destino.
Me resigné a la idea de no tenerla cerca, de olvidar y dejar que las heridas sanaran. Ella pudo reiniciar su vida, superar todo y comenzar de nuevo. Por mi parte, seguía siendo el tonto que se quedó en el intento porque no podía sacarla de su cabeza.
Este año que estuve lejos fue uno de los más difíciles. En busca de mis ambiciones me convertí en el egoísta que nunca quise ser. Veía en mí el reflejo de lo que un día fue mi padre y cada día me arrepentía por tomar tan malas decisiones.
En estos momentos, cuando la brisa corría, la vi llegar y fue el instante más feliz que he pasado en mucho tiempo. Los sensores de mi cuerpo reaccionaron por su cercanía respondiendo ante su presencia. Cómo quisiera tener un mando y presionar el botón de pausa para poderme quedar eternamente con su imagen angelical grabada en mi memoria. Cómo quisiera retroceder justo hasta el segundo que lo cambió todo... pero lamentablemente la vida no tiene pausas, ni retrocesos la vida continúa sin importar lo mucho que quieras que se detenga.
Se sentó a mi lado como en los viejos tiempos. Sentí su exquisito olor y admiraba su rostro, que tanto me hechizaba. Con las mejillas sonrojadas, los labios húmedos y el pelo más corto que antes, me seguía pareciendo igual de perfecta. Ella era mi pasado y tristemente dejé que se esfumara de mi futuro.
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