Capítulo 19: Te deseo a tí para toda la vida
Mateo
Había sido una gran tarde, como siempre que estaba a su lado. No hicimos nada de lo que tenía pensado, pero la espontaneidad de lo ocurrido fue mucho mejor.
Cuando creía que ya Allison no me podía sorprender hacía algo que lo superaba y caía como un tonto idiotizado. No me imaginé que haría trampas para ganar la improvisada competencia, sin embargo, disfruté complacerla y seguirla en cada locura que se le ocurrió.
Entramos a la casa completamente empapados. Bajo las miradas confusas de Ana y Pepe corrimos a bañarnos riéndonos a carcajadas como si fuéramos cómplices maliciosos.
Me bañé bastante rápido y gracias a la demora de Allison aproveché para preparar su sorpresa.
Esta noche ocurriría una lluvia de meteoritos. Sería visible en muchas partes del mundo. Por lo que quise regalarle algunos detalles para que no olvidara este mágico momento.
Allison
Tomé una relajante ducha, que duró más tiempo de lo que acostumbro habitualmente, pero es que me rehusaba a dejar que el agua bien caliente resbalara por mi cuerpo quitándome el frío que sentía de haber estado tanto rato en la playa helada.
Entré a la habitación que nos preparó Ana. Estaba pintada de un bonito azul oscuro y tenía algunos cuadros en las paredes de animalitos o campos de flores. Era sencilla, con solo una mesa de noche, un viejo sofá, también de color azul y un escaparate de madera en la esquina. La cama era espaciosa y las sábanas tenían un fuerte olor a lavanda.
Me dispuse a vestirme cuando vi un hermoso vestido blanco encima de la cama. Acompañado de una rosa roja y una nota que me desesperé por leer.
Alli:
¿Preparada para tu sorpresa?
Aquí comienza:
Ya que con la puesta del sol dejaste de ser una sirena puedes inmediatamente ponerte este precioso vestido. Si, has pasado de ser La Sirenita Ariel para convertirte en La Cenicienta, por lo tanto, me toca ser el hada madrina. Con solo un Bibidibabidibu lucirás más radiante de lo que ya eres. No te demores que tú príncipe espera, recuerda que a las 12 se acaba la magia.
Reí ante su ocurrencia. Rápidamente comencé a arreglarme. Sequé mi pelo e hice pequeñas ondas que caían por mis hombros. Esta vez no utilicé maquillaje solo un poco de rubor y brillo de labios.
El vestido me quedó perfecto. Era corto delante y largo detrás, con una cola que llegaba hasta los tobillos. Tenía un adorno dorado en la cintura y un escote que resaltaba el busto. Lo combiné con unas balerinas en beige que tenían también un lazo dorado. Me puse una corona de flores de varios colores, dándole a mi atuendo un toque veraniego. Utilicé la colonia Sweet Pea que él me había regalado en nuestra primera visita a este lugar.
Cuando estaba lista salí a la terraza encontrándome con Ana, quien me recibió con una amplia sonrisa. Sin hablar me entregó otra nota y se va dejándome sola.
Ali:
¡Por fin! Si has llegado hasta aquí es que mi magia ha tenido el efecto deseado. Continúa descubriendo lo que tengo preparado pero antes, busca la estrella que alumbra el camino.
Miré en todos los rincones de la terraza. No se me ocurría de que estrella estaría hablando Mateo porque no veía ninguna. De pronto, me di cuenta que amarrado en la baranda del puente había un globo plateado en forma de estrella. Lo cogí y en una de las puntas, escrito con rotulador negro decía:
Ali:
A partir de aquí es recto el camino. ¡Ya falta poco princesita!
Continué el recorrido por todo el puente de madera y al llegar a la arena vi en la lejanía unas luces. Dispuestas de manera desordenada se encontraban unas velas de adorno en frascos de cristal, algunos más pequeños, otros más grandes. Todas eran de color naranja oscuro que iba degradándose y con la llama cada una parecía un atardecer encarcelado en una vitrina. En el centro había una mesa con dos sillas. Estaba decorada con un fino mantel blanco, un sencillo florero con otra hermosa rosa y copas de cristal acompañadas de una botella de vino.
Mateo me esperaba al lado de la mesa y me sonreía coquetamente. Con el cielo estrellado de fondo lucía resplandeciente. Vestía una camisa de hilo blanca, que dejaba ver su fuerte pecho, remangada hasta el codo y un short negro. Estaba despeinado y se echaba para atrás los largos mechones del pelo que le caían por el rostro.
Quedamos frente a frente y me tomó por la cintura con un hábil movimiento, me plantó un casto beso en mi mejilla. Se alejó solo un poco de mi cuerpo para entrelazar nuestros dedos y dirigir mis pasos hacia la silla. Mostrando sus dotes de caballero la acomodó galantemente para sentarme y después me imitó.
-¿ Qué te ha parecido mi sorpresa? - preguntó sirviendo vino en las copas.
Lo miré indiferente como si no estuviera sorprendida.
- Pues no ha sido nada del otro mundo, te puedes superar - dije aceptando la bebida y conteniendo las ganas de reír.
Claro que me había sorprendido, siempre lo hacía. Al principio nunca imaginé que Mateo fuera capaz de tener detalles románticos, sin embargo, desde el inicio no ha hecho más que halagarme. Su expresión neutral me dijo que no creía en mis palabras, pero me sigue el juego.
- Si lo sé, como lo he hecho para tí creo que ha quedado bastante feo- sonrió y desvió la mirada para el oscuro mar.
También me río porque sabíamos que es una total mentira yo no podía estar más feliz y él no podía hacer algo más lindo que aquello.
Pasamos una increíble velada. Llena de risas, comentarios, cariño y miradas tiernas. Había preparado con la ayuda de Ana una cena exquisita.
- Vamos que todavía falta lo más impresionante - dijo ayudándome a levantarme cuando terminamos de comer.
- ¿Tengo más sorpresas?- pregunté emocionada.
- La noche es joven y todavía queda mucho por disfrutar de ella.
Al decir esto me impulsó a correr. Corrimos por la orilla de la playa hasta unas rocas que pasé con dificultad y sin apenas darme cuenta llegamos a un lugar precioso. Acariciado por la luz de la luna se veía perfectamente un pequeño estanque que se unía al mar. Con arena alrededor y piedras. Atravesamos más rocas y descubrimos que el estanque tenía otra entrada rodeada por un camino de palmas y arbustos. Existía una cueva pero con paredes solamente porque una abertura en el techo permitía observar todo el cielo. Era como una piscina independiente solo para nosotros. No sé cómo Mateo descubrió aquel lugar pero aceptó en su elección de traerme aquí. Gozábamos de un ambiente romántico; cuando nos adentramos más pude ver que había decorado con velas iguales a las de la playa formando un corazón y dentro de éste estaba extendida una alfombra roja. Con mis pies descalzos pude sentir la arena. Estaba húmeda y fría. En algún momento del paseo me quité las balerinas porque me resbalaba con ellas.
Alzándome el vestido caminé hasta la alfombra que estaba frente a aquel estanque. Con Mateo todavía de mi mano inspeccionaba todo.
- ¿Te gustó princesita?- preguntó Mateo abrazándome por detrás.
- Me encantó - dije volteándome para mirarlo a los ojos.
Sonrió orgulloso y por su expresión me lo imaginaba haciendo un baile de victoria en su mente.
- ¿Cómo te las arreglaste para hacer todo esto?
- Tuve bastante tiempo y Pepe me ayudó - dijo.
- ¿Cómo encontraste este lugar?- seguí indagando.
- Hace unos años atrás cuando todavía vivía aquí mis amigos y yo lo descubrimos. Era una especie de sitio para nuestras reuniones. Siempre veníamos a conversar, bañarnos y compartir - me explicó.
- Que lindo que pudieras venir cada vez que quisieras solo para pasar el rato. Nunca he sabido lo que se siente al tener un espacio privado que disfrutar con amistades, prácticamente he vivido encerrada - dije sentándome.
- Bueno para eso llegué yo. Rescatarte de tu prisión y llevarte a conocer el mundo es lo que me propongo - comentó haciendo gestos con sus manos. Sobreactuando.
- No pensaste en algo importante, es habitual que te falten cosas en tu elaborado plan - comenté en un tono divertido.
Me miró curioso esperando lo que tenía que corregir.
- Pues este no es el mejor traje para estar en este lugar.
- Sabía que dirías algo así por eso... - interrumpió lo que estaba diciendo para sacar de detrás de una inmensa roca una mochila negra.
- Le dije a Pepe que me la trajera sin que te dieras cuenta, no me podía pasar como aquella vez - se refería a cuando me llevó aquel pote de helado pero se le habían quedado las cucharas.
Comencé a reír escandalosamente recordando aquella escena y la gracia que me dió en el momento. Todavía permanecía en mi memoria cómo fue su expresión: un poco asustado y decepcionado al mismo tiempo. No pude evitar sentirme atraída hacia aquel muchacho que no se rendía y que era tan inexperto en la galantería que no cuidaba de los más importantes detalles. Sin embargo, el tiempo ha pasado y probó que en el fondo es tan romántico como yo. Aunque a veces quiera demostrar lo contrario, sin proponérselo logra conquistar cada día a mi corazón.
Creo que de eso se trata el amor, de volverte enamorar una y otra vez de la misma persona todos los días. Que las cosas más pequeñas para tí sean gigantes y aunque a veces se propongan ocultarse tener una lupa en los ojos para encontrarlas.
Es sentirte capaz de tocar la galaxia solamente con tus manos. Ser como eres sin ningún escudo que te proteja, quitándote la máscara porque sabes que la persona que tienes al lado puede ver más allá de tí. Puede descubrir un sinfín de emociones solamente en una sonrisa. Puede tocar tu alma, abrazarla y besarla con solo una mirada.
Sabemos que amamos cuando damos sin miedo a alguien el poder de destrozarnos. Porque el amor te hace fuerte, invencible y sin pensarlo, te conviertes en tu propio superhéroe.
Es como Ernest Hemingway escribió: "El mundo rompe a todos y después muchos, son fuertes en los lugares rotos" ¹ . El amor te prepara para saber que aunque estés completamente destrozado y pienses que no podrás ser reparado, alguien vendrá a poner una cura en el lugar maltratado. Nos da la capacidad de tener la esperanza para aguantar y superar los obstáculos. Nos muestra el camino de la pasión y los profundos sentimientos en donde eres valiente y solo puedes ver con los ojos del corazón, demostrando la veracidad de esa frase que tanto me gusta "sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos" ². Para mí lo esencial siempre ha sido lo que se esconde detrás una fachada.
Yo pude ver lo que había más allá de su muralla. Descubrí todo lo que oculta su silencio porque en eso consiste el amor, en descifrar el rompecabezas que forma nuestras vidas y cuando tengas las mejores respuestas armarlo pieza por pieza. Es querer incondicionalmente a alguien sin importar los defectos porque sabes que sus virtudes son las esposas que te puso el destino para permanecer juntos eternamente. Para mí, Mateo es la persona que me completa. Encajamos tan bien que es difícil discernir la delgada línea que separa nuestros cuerpos. Según la ley de la atracción polos opuestos se atraen, sin embargo, nosotros somos más que opuestos, somos una sola persona que el hecho de ser diferentes nos hace iguales.
- ¿En que piensas princesita?¿ Te has quedado muda?- las preguntas de Mateo me sacaron del sueño en el que me encontraba.
- Estaba recordando aquella tarde del helado - dije riendo.
- Por esa razón es que vine preparado - comenzó a sacar un traje de baño para cada uno y unas toallas.
Enseguida nos cambiamos y nos tiramos al agua. Estábamos iluminados solo con la luz de las velas y de la luna. Me abracé al cuello de Mateo y nos miramos un instante que me pareció una eternidad. Su pelo mojado se le pegaba a la cara y yo constantemente lo quitaba de sus ojos.
Me besó.
Fue un beso cargado de emoción, juguetón y cariñoso. Nuestras lenguas se unían y bailaban al ritmo de una melodía que solo ellas podían escuchar. Sus carnosos labios acariciaban a los míos tiernamente. Sentía mariposas en el estómago, parecía que estaban en una fiesta de música electrónica y brincaban llenándome de infinitas sensaciones. Mi corazón, como siempre, latía desbocado y mi respiración se aceleraba con cada estocada de esos labios retadores.
- Ya debe estar por comenzar - susurró sin separarse mucho de mí.
Le dediqué una mirada interrogante y él solo respondió con un asentimiento de cabeza y salimos del agua.
Rodeó mi cuerpo con la toalla y nos acostamos en la alfombra entrelazando nuestras manos.
Mirando su móvil, anunció que ya era la hora.
- Empieza el espectáculo princesita del hielo - dijo y señaló el cielo.
Alcé la vista y en la oscura noche se podía observar miles de estrellas fugaces. Algunas pasaban rápido una detrás de la otra, mientras que muchas se demoraban varios minutos. Era una lluvia de meteoritos, lo pude reconocer porque un día la vi, cuando era más chiquita.
Me asombré, no sabía qué estaría ocurriendo precisamente hoy, a la vez una grata sensación recorría mi cuerpo. De nuevo junto a él, vivía mágicos momentos.
- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido...² - dije enfocando sus ojos.
-Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que saben reír!² - Concluí mi discurso.
- Que lindo princesita mía - besó mi mano - ¿quien dijo eso?
- Es un fragmento que me gusta mucho del libro El Principito
- Escogiste bien las palabras para lograr estremecerme.
- Es que esta escena, nosotros admirando el cielo nocturno y la danza de las estrellas me lo recordó - dije.
- No sé cómo esa cabecita no explota por saber tantas cosas - comentó.
- La mente es un barril sin fondo en el que puedes echar cualquier conocimiento. Por muy pequeño que sea te sirve para poder enfrentar mejor la vida.
- Yo no te podré decir ninguna frase impactante, ni recitarte una poesía de memoria. Sin embargo, si te puedo decir que te amo - se acercó más a mí para depositar un beso en mi frente.
- Lo sé, también te amo - lo imité, pero lo besé en la boca.
Seguimos admirando aquella actuación donde las estrellas eran las protagonistas y nosotros sus fieles espectadores. No alejamos la vista de ellas por un buen rato.
- Vamos a pedir un deseo - rompí el silencio- lo gritaremos bien alto para que sea escuchado en Marte.
Asintió con un leve movimiento de cabeza.
- Las damas primero - sugirió.
- Deseo felicidad por el resto de mis días - grité a viva voz.
- Te deseo a ti para toda la vida - gritó él.
***
Notas:
¹ frase tomada del libro Adiós a las armas de Ernest Hemingway.
² frases tomadas del libro El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.
* Al igual que el fragmento que después aparece.
Ojalá les haya gustado
¿ Qué les ha parecido hasta ahora?
Comenten acerca de lo que piensan de los personajes. Me gustaría saber.
Con cariño, Dani;-)
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