Capítulo 14: Recuerdos
Mateo
7 Meses Atrás
Hacía un día precioso y el sol ardiente se elevaba en el cielo. Allison tenía su última prueba, la más importante y la más temida para ella. Confiaba en su concentración y tranquilidad, sabía que lograría todo lo que se propusiera, así era ella. Llevaba días sin verla, solo escuchaba su voz. Extrañaba estar a su lado, sentirla, pero tenía que estudiar mucho y preferí que se centrara solo en eso.
Fui para la universidad bien temprano; después de mis clases de la mañana iría a recoger a mi novia para llevarla a celebrar porque ya estaría de vacaciones. Estuve despistado todo el tiempo en el aula, solo pensaba en las ganas que tenía de encontrarme con ella. Los profesores me parecían cada vez más aburridos.
Miraba sin descanso la hora en mi móvil, pero como es habitual, mientras más quieres que los minutos y segundos pasen rápidos, más se demoran, como si estuvieran jugando a atormentar mi mente.
Por fin sonó el timbre que indicaba que podía irme, mi boleto hacia la libertad —pensé.
Nunca había considerado la escuela como algo divertido, no me gustaba estudiar y solo quería obtener un título para comenzar a trabajar lo antes posible. Mi único propósito era ganar mi propio dinero y no depender de las apuestas de las carreras de motos o del trabajo de los fines de semana en el lavado de autos.
Empezaría como profesor de educación física o como entrenador personal, aún no lo tenía tan claro.
Era tanta la emoción por disfrutar de su compañía nuevamente, que manejé lo más rápido que pude y ni siquiera pasé por mi apartamento a cambiarme de ropa.
Cuando llegué, en la escuela reinaba la calma, me percaté que todavía no habían terminado el examen. Estacioné en la entrada y me senté a esperar en un muro cercano.
Pasaron aproximadamente quince minutos, casi me estaba quedando dormido, cuando sentí que me llamaba una voz que me costó reconocer. Caminando a paso lento venía a mi encuentro una pelirroja bonita; sin dudas, era Lauren. Su ropa era provocativa, dejaría boquiabierto a cualquiera que la mirara pero a mi ya no me sorprendía. Ese cuerpo lo había visto y disfrutado tanto que me aburría. Con sus exuberantes pechos, curvas en los lugares correctos y piernas largas me sonreía acercándose a mí.
— Hola precioso, ¿no te acuerdas de mí? — dijo sentándose en el muro a mi lado, con las piernas cruzadas.
Sabía que le encantaba utilizar ese tono burlón y hacer como si nos viéramos por primera vez.
— La verdad es que no, ¿tengo que hacerlo? — pregunté curioso. Siguiéndole la rima.
— Pues claro, ¿cómo vas a olvidar a alguien como yo? — expresó creídamente señalándose el cuerpo y el rostro.
— No sabía que conocía a la Sirenita Ariel— dije haciendo alusión a su cabello color fuego — nunca he ido a Disney y te aseguro que no estoy loco, aún — aclaré divertido — como para imaginarme dentro de una película de princesas — concluí riéndome.
Ella también reía coquetamente y jugaba con su pelo tratando de provocarme. Sus ojos verdes eran grandes y me miraban de manera extraña, como si pudiera traspasar mi cara lanzándome rayos láser desde ellos. Esto me pareció contradictorio porque su actitud mostraba cariño para atraparme entre sus redes seductoras, pero sus ojos reflejaban puro rencor. Me pregunté ¿qué se proponía ahora? Viniendo de ella, seguro nada bueno sería.
Bajé del muro quedando ambos frente a frente. Permaneció inmóvil por unos segundos en espera de mi reacción.
— Ha sido un placer hablar con usted pero no me gustan las adivinanzas — hice ademán de retirarme, pero me tomó del brazo para detenerme.
— No te hagas el chistoso Mateo, que nos conocemos — dijo.
— Fuiste tú la que empezó — aclaré.
Me hizo volver a la posición en la que estaba. Nuestras miradas se encontraron y volví a perderme en sus pupilas tratando de descifrar el misterio detrás de ellas. Ya conocía a esta muchacha y no sabía qué esperar de ella o el propósito de su encuentro.
— Creo que has desaparecido por mucho tiempo Mateo — seguía diciendo mi nombre como si ya no se acordara del sonido al pronunciarlo.
No tuve tiempo de responder, el timbre había sonado y la algarabía proveniente del interior de la escuela me indicó que la prueba había concluido y pronto estaría rodeado de muchos estudiantes. Para terminar con aquella conversación le dije que me tenía que marchar para ver a mi novia y me dedicó una sonrisa malvada.
— Que lástima, con las ganas que tenía de seguir hablando contigo — habló tan bajito que tuve que acercarme para escucharla mejor.
— Otro día será — le mostré una amplia sonrisa.
— No todo es cuando tú quieres, a veces las personas se cansan de seguir tus órdenes.
— Deja la estupidez Lauren y no pienses que este juego me atrapará, si no pasó antes no pasará ahora — respondí.
Ella se disponía a contestar cuando oímos un grito. Miré por encima de mi hombro derecho para ver a Allison cerca de la moto llamándome. Quería alejarme de Lauren, pero con demasiada facilidad agarró mi brazo.
— Creo que necesito refrescarte la memoria porque parece que aquella— dijo refiriéndose a Allison — no sabe que tú ya tienes dueña y soy yo.
Con una rapidez sorprendente envolvió mis labios dándome un beso demandante, casi rudo. Me sostenía con todas sus fuerzas y no reaccioné suficiente rápido como para alejarme a tiempo a fin que Allison no viera la escena.
Me solté de su agarre con rabia, le dediqué una última mirada asesina como si mil cuchillos salieran de mis ojos para matarla. Rápidamente corrí atrás de mi novia que se iba tirada de la mano por su mejor amiga.
Grité su nombre incontables veces y cuando miró en mi dirección pude ver sus lágrimas caer a borbotones. Era la primera vez que la veía llorar y eso me destrozaba por dentro. No quería que pasara por esto. ¿Pero, qué me iba a imaginar que la arpía de Lauren fuera a hacer semejante acción?
Mi relación con ella era intermitente, sin ningún tipo de compromiso. Solo era divertirnos y jugar. Ni siquiera fuimos novios, ella era solo con la que me acostaba cada vez que quería porque siempre me lo puso muy fácil.
En nuestro pueblo había mucha libertad, era raro que te encontraras a alguna muchacha virgen o sin una aventura. Lauren era la más bella de todas, con un cuerpo deslumbrante que atraía las miradas de los hombres sin apenas esfuerzo. Ella tenía a quien quisiera a sus pies con solo chasquear los dedos. Para nadie era un secreto que deseaba colarse en mi cama y exhibirme como un trofeo ante sus amigas. Yo había sido el único que no sucumbió a sus encantos de forma inmediata, hasta que un día decidí comenzar a jugar ese juego que ella misma había creado. Claro que en pleno apogeo de mi sexualidad no iba a rechazar sexo fácil cuando me lo proponían, por lo que pasé de ser una presa a un cazador. La diferencia era que todos se enamoraban, yo solo gozaba del sexo.
Borré todos esos recuerdos de mi pasado, que eran solo eso, recuerdos. Me subí a la moto para perseguir a Allison y explicarle. Sabía que me resultaría difícil esconder el hecho de que fui besado delante de prácticamente toda su escuela dejándola en ridículo. Sin embargo, no había sido mi culpa. Lauren no significaba nada para mí y eso le tenía que quedar claro.
Al llegar a su casa me encontré con Ariana que salía.
— Ni se te ocurra entrar a verla — dijo enfurecida.
— Voy a hacerlo, tengo que explicarle — afirmé, quebrándose mi voz.
—¿Qué vas a explicar? Lo que se siente besar a una mujer delante de tu novia — gritó — ¿Disfrutaste mucho utilizándola? Es mejor que te vayas — sentenció.
— ¡Claro que no la utilicé!— exclamé — tú no eres nadie para decidir. Solo Allison sabe si quiere o no verme. Necesito decirle que la amo y que fue un malentendido — concluí casi con lágrimas en los ojos.
— No soy quien para juzgar, pero nosotras vimos lo que vimos y ésa es la realidad.
Me revolví el pelo nervioso y me empecé a pasear inquieto delante de Ariana. Tenía que pensar una solución urgente ¿Cómo logro su perdón?
Miré a su amiga y con ojos suplicantes le pedí que me ayudara.
— Está bien, pero si la haces llorar nuevamente, te mato — me dijo.
Asentí, no podía articular palabra. Entré silenciosamente a la casa. Su madre me recibió cordialmente, incluso me brindó un jugo recién hecho, por lo que me pude percatar que no estaba enterada de nada de lo que había sucedido. Seguramente Allison, en su afán de parecer fuerte, ocultó su dolor para sufrir sola. Le dediqué una sonrisa de boca cerrada y acepté el vaso para llevárselo a su habitación.
Toqué dos veces la puerta de su cuarto. Su voz desde dentro me dijo que pasara. Estaba acostada, envuelta en sus sábanas moradas y acariciaba a su oso de peluche, Bumi—recordé como ella lo llamaba— Parecía una niña pequeña, refugiándose entre sus juguetes cuando era perseguida por la soledad. Su largo cabello estaba pegado a su rostro y algunos mechones le cubrían los ojos.
Al verme se paralizó y las lágrimas que trataba de ocultar volvieron a rodar por sus mejillas. Se colocó el pelo detrás de las orejas y se sentó en la cama abrazando sus rodillas.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó sorbiendo por la nariz.
Entré y me senté frente a ella dejando el jugo en su mesa de noche.
— Necesitaba explicarte. No soporto verte así — le dije.
— No creo que esté preparada para escuchar tus excusas.
— No hay excusa Allison, no pretendo negar lo que pasó pero si tienes que saber que yo no tuve la culpa. Lauren fue la que me besó para que tú lo vieras — me defendí.
— Es que no quiero escuchar nada. ¡Vete! — gritó — ¡No quiero verte! — continuó.
Caminé para irme y dejarla sola. No aguantaba verla así y menos por mi causa. Le daría tiempo para que se calmara y volvería a reclamar su perdón. No sabía cómo continuaría está historia pero de lo que si estaba seguro es que no pararía hasta que me perdonara.
— Te Amo Allison — dije por primera vez en años — Tú eres la única mujer importante para mí, no hay otra, sigues siendo tú, solo tú a la que más quiero.
Lauren
— Cuéntame de nuevo como fue su cara — dijo mi prima burlándose.
Acababa de contarle cómo había sido mi encuentro con Mateo y el problema que causé entre él y su queridísima novia.
— Hubiera querido verlo. De verdad que lo que se te ocurre a tí — continuó.
— Fue tan fácil que creo que me aburriré muy rápido — reí.
Mi prima Claudia se había mudado hace unos meses porque el negocio de sus padres se ampliaba. Me quedé sola en el pueblo donde vivía. No veía la hora de salir de allí pero ella había tenido más suerte.
Hace unos días me llamó que estaba por terminar las pruebas y que podía ir para pasar las vacaciones juntas. No me lo pensé dos veces y me fui. Era mi oportunidad de conocer la ciudad.
Ahora estaba sentada en su habitación riéndonos por lo ocurrido, más bien, celebrando mi victoria. Comíamos helado mientras rememoraba lo que había hecho.
Desde que llegué, Claudia me dijo que la novia de Mateo estudiaba en su escuela, comencé mi plan para destruirle su relación. Él tras la muerte de su abuela no fue más el mismo. Después se fue del pueblo a vivir en casa de sus tíos y comenzó la universidad aquí.
Antes de que se marchara estábamos distanciados. Me trataba de una manera que no merecía, por primera vez me había enamorado y sólo recibí indiferencia de su parte. Por eso lo único que buscaba era vengarme, si él no quería estar conmigo no estaría con nadie.
— ¿Por qué no vamos a un bar? — preguntó mi prima alejando esos pensamientos de mi mente.
— Pues claro, este cuerpo necesita movimiento — respondí y me dispuse a vestirme.
— Ya sé a cuál podemos ir — dijo Claudia peinándose.
— Espero que sea uno bueno y que no cierre hasta el amanecer.
— Te aseguro que es bueno y si te pones de suerte Mateo estará allá ahogando sus penas en alcohol.
— ¿Que esperamos? Vámonos ya — ordené.
La música retumbaba en mis oídos y las luces me recibieron junto con las miradas de casi todos los hombres presentes. Estaba acostumbrada y sonreí coquetamente.
Mi prima no se había equivocado, en la barra lo pude ver. Tragaba furiosamente shots de tequila con una velocidad envidiable. Su pelo negro estaba despeinado y lucía bien sexy, justo como lo recordaba.
Me acerqué por atrás, pasé mi brazo por encima de sus hombros y susurré en su oído cuánto lo había extrañado.
Me separó bruscamente. El bartender le sirvió un vaso de whisky. Mientras lo cogía se giró para enfocar mis ojos. Ya un poco borracho pronunció vagamente algo que entendí como aléjate de mí y se fue con sus amigos. Furiosa me acerqué a él.
— ¿Cómo te atreves Mateo? — dije zarandeándolo para que me prestara atención.
— Lauren, déjame tranquilo. Si estando sobrio no quiero tener nada que ver contigo, borracho mucho menos — dijo alargando las palabras y los ojos se me aguaron.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro