
Una nueva Alicia
Habían pasado 20 minutos desde que volvimos a escuchar el timbre de la casa, el sonido de la señal que habíamos esperado y planeado.
—Voy— Grita Jin, bajando las escaleras del segundo piso de su posada escandalosamente.
Abre la puerta y el objetivo estaba fumando un cigarrillo plácidamente, entrando a la casa sin saludar y metiendo unas cuantas cervezas en la mini nevera de Jin que estaba en la sala.
Suspiré pesadamente y endurecí mi mirada al escuchar las pisadas del objetivo en el pasillo.
Ren, Alicia y yo estábamos escondidos en el baño, a tan solo unos metros de la puerta del sótano.
Salgo del baño intentando subirme la cremallera del pantalón, chocando torpemente con el objetivo, quien se le cae la lata de cerveza al suelo, escuchando un sonido seco al rebotar la botella con el suelo.
—Oye— Rechina sus dientes con desespero, agachándose para tomar la lata— Ten más cuidado hermano.
Sonreí malévolamente al verlo abajo y comencé a hablar con una voz maléfica.
—¿Recuerdas?...—Dije con ira— ¡¿Recuerdas a Alicia?!—Grité.
El objetivo se estremeció al escuchar ese nombre mientras estaba agachado, pero al escuchar mis gritos alzó la mirada, mirándome con terror.
—Cálmate amigo...—Con nervios habló detenidamente— No se quien es ella.
Parecía que del miedo la locura proporcionada por las drogas que consumía habían desaparecido.
—Se que la recuerdas— Tomé fuertemente de su camisa y lo ayudé a levantar— Lo siento por ti...
Había sentenciando su vida con mis palabras, el hombre miró a sus alrededores, encontrándose con Jin al final del pasillo.
—¡Oye, Jin!— Grita mirando a un Jin inmóvil— ¡Calma a tu amigo!.
No respondió, solo observó desde la lejanía, al final era el amigo de Jin y lo único que podía hacer por respeto a él era presenciar cómo moría, como enmendaba sus errores con su muerte, siendo él el testigo.
El hombre lentamente comenzó a llenarse de ira, forcejeando para intentar zafarse de mi agarre, pero era notoriamente yo más grande que él y más fuerte.
—¡SUÉLTAME CABR..........—Intentaba gritar, pero con mi otra mano tapé su boca, para así evitar los problemas entre los vecinos.
Un sonido mudo provino de él al intentar gritar con su boca tapada.
Era momento de actuar y parar su sufrimiento.
—Adiós, espero que en el más allá no hagas lo mismo— Declaré con sinceridad.
Empujo suavemente de mi agarre al objetivo y apoyo mi mano en la empuñadura del cuchillo, apretándolo con gran fuerza.
—¡EY!— Grita, mostrando su última palabra con vida.
Con la mayor fuerza que poseía, deslicé entre el aire el largo cuchillo, con tanta fuerza que para un ojo humano era realmente difícil seguir el trayecto.
El objetivo con rápidos reflejos alza su mano hasta su cabeza.
Sin pararme, el cuchillo atraviesa el centro de la palma de él y con facilidad se introduce en la sien de su cabeza. Con tal potencia que su cabeza fue estrellada con la dura pared de cemento, creando un sonido estremecedor por el duro choque de su cabeza con la pared.
El hombre me miraba con ojos llenos de melancolía, pero sin emociones, poco a poco yéndose la luz en sus ojos, para luego, como si fuera un monstruo, sus ojos comenzaron a sangrar, llenándose de sangre la esclerótica de sus ojos, perdiendo el blanco natural de sus ojos a un fuerte rojo carmesí, con ello abundante sangre comenzó a deslizarse por sus mejillas, acompañándola una espesa sangre en sus fosas nasales y su reseca boca, sin olvidar los orificios de sus oídos.
Era realmente aterrador...
—Alicia, es tu turno— Llamé a Alicia, quien había presenciado el acto.
Con una seriedad monstruosa, se acercó a mí y me arrebató el cuchillo que estaba incrustado en la sien del hombre inmóvil.
Los ojos de aquel hombre miraban a Alicia, un gran pesar se podía sentir en aquella mirada.
Alicia arranca el cuchillo de la cien del hombre y lo empuja con fuerza, cayendo fácilmente al suelo de espaldas.
Con repetidos movimientos, una Alicia frenética apuñaló repetidamente el rostro del hombre, un espectáculo poco tentador para cualquier persona.
La sangre salpicaba, escurriendo en el suelo y deslizándose por las paredes, el hombre al ser apuñalado en su cerebro había perdido su movimiento y por esto, ningún sonido había sido transmitido de su boca, solo se podía escuchar la carne siendo despellejada por el largo cuchillo de carnicero.
Una gran sonrisa se deslumbró en el ensangrentado rostro de Alicia mientras dejaba caer el cuchillo de sus manos.
—Lo logré...—Sonrió con felicidad, mirándonos con gran aprecio.
El objetivo había perdido la vida de forma grotesca, miles de orificios de observaban en su apuñalado rostro, sangre escurriendo, huesos destrozados y sobresaliendo, partes de su cerebro machacado...
Pero esta pesadilla había acabado.
Podía volver a casa con Alicia.
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