Una gran mesa
A primera hora de clases, todo mi salón había sido reunido en el patio de la escuela, cada uno con su uniforme deportivo, como había dicho el nuevo profesor de reemplazo.
Tan solo esperaba con una mirada llena de remordimiento, era realmente asqueroso verle el rostro a ese tipo tan temprano y más por dos meses que estará dando formación... o hasta que mi familia termine llevándolo al vacío.
—Desde ayer sigues con el mismo rostro— Amelia se sienta a mi lado, al lado de un árbol, recibiendo su relajante sombra— ¿Tanto te preocupa ese nuevo profesor?
—No tanto— Suspiré— Ayer hablaste con él ¿No? ¿Cómo te pareció?
—Pues no lo sé, si me dio un poco de asquito al principio con solo verlo, pero me pareció amable, nada fuera de lo normal— Respondió Amelia.
Parecía que aquel hombre había cambiado desde la ultima vez que lo vi, desde esa vez; cuando era niño y salí de compras con mi madre, hasta que en de un callejón se acercó ese hombre, con la boca llena de sangre y una mirada espeluznante... mi madre ni siquiera titubeó al verlo, hasta estaba preparada para mandarlo al infierno si se llegaba a acercar.
—Gracias Amelia...
—¿A qué viene eso?— Dijo Amelia, sorprendida por mis gracias.
—Simplemente quería decírtelo, por todo lo que has hecho, desde ese día que acabé con la vida de ese hombre, has mantenido el secreto y desde entonces no te he parecido una amenaza.
—¿Una amenaza?— Amelia mostró una dulce sonrisa— Es imposible que te vea de esa manera, si eres la persona más amable que he conocido... además...
Amelia colocó su mano sobre la mía y me mostró unos ojos tímidos.
—Además tu no debes soportar toda esta carga...
Una muestra de comprensión... Eso es lo que menos necesito, eso es algo que me vuelve más débil, si no soy capaz de soportar grandes pesos entonces nunca estaré preparado para pesos más grandes...
—¿Esta carga? ¿La de tu mano? Si... es bastante pesada...
—¡No!... — Amelia hizo un puchero con su boca— Mi mano no... la vida en sí...
Llevé mi mano a la cabeza de Amelia y acaricié ese hermoso cabello, tan liso y suave que te hacía sentir realmente libre.
—No te preocupes por eso Amelia.
Me levanté y sacudí los restos de suciedad de mi trasero, el profesor parecía haber llegado.
—Pero si ayer me dijiste que te salvara...— Susurró Amelia con frustración.
Era inevitable no recordar el pasado, con solo ver a aquel hombre recuerdos del pasado nublan mi cabeza, ver esa enorme panza, ese rostro lleno de granos y lo peor... esa asquerosa mirada llena de lujuria.
Caminé hasta el frente, a unos cuantos metros del profesor, dejando que me mirara, y observara mis ojos, unos ojos que decían que este no es el lugar que debas pisar.
Con solo dejarme mostrar lo estaba retando, demostrándole que no era bienvenido a este lugar, pero el tan solo me ignoró con una sonrisa burlona.
—¡Buenos días queridos estudiantes!— Comenzó a hablar el profesor— Soy Richard, el profesor de reemplazo, estaré con ustedes estos próximos dos meses, así que llevémonos bien.
—¿No eres un poco gordo para darnos Educación Física?— Dijo una chica, ex-amiga de Mia.
—Tal vez un poco, pero no significa que tenga que correr como ustedes— Soltó una carcajada el profesor— ¿Qué tal si hacemos unas carreras para conocernos mejor? Obviamente yo no voy a correr
El profesor comenzó a caminar hasta a un lado de la pista de atletismo, sacando una pistola de juguete, la que significaba el comienzo de correr cuando la accionara.
—Comencemos con las chicas ¿Quiénes son las 5 chicas que se atrevan a competir? La ganadora y el ganador se ganarán un almuerzo y un gran postre; todo pagado por mi.
Con solo decir eso alzó la emoción de todos, un poco muertos de hambre todos mis compañeros, pero me pareció un gran momento para molestar a Mia.
Mia estaba con una chica, parecía tener una nueva amiga, una chica de lentes, responsable y dedicada al estudio, un gran cambio a comparación de sus anteriores amigas que solo eran superficiales.
—Hola chicas ¿Van a competir?— Dije, llamando la atención de Mia y la chica de lentes.
—Tu...— Mia al instante frunció su ceño, sabiendo que solo la saludo para molestarla.
—Si participo igual no ganaré— Comentó la chica de lentes— ¿Y tu, Mia?
—Imposible, claro que no— Respondió Mia.
—Te ordeno a que compitas y ganes— Le susurré al oído a Mia.
—¡¿Estás loco?! Como si pudiera hacerlo— Mia se alejó de mí rápidamente.
Parecía que ya estaban las que quieren competir, ni tiempo dejaron para que otras chicas pensaran. 5 chicas estaban en sus posiciones, entre ellas estaba Amelia. Todas parecían fuertes y objetivas, con ansias de ganar.
Con unas palabras motivadoras del profesor, las chicas comenzaron a correr.
Los presentes comenzaron a ovacionar a sus favoritas, mientras que yo solo miraba al profesor, las acciones que hacía y con solo ver como se acercaba a Ren comencé a enojarme un poco.
—Por cierto Mia— Comenzó a susurrarle la chica de gafas a Mia— ¿Eres novia de él? ¿No te parece un poco tenebroso? Siempre que lo veo está haciendo mala cara y hasta parece que te va a golpear si le hablas.
—¿Qué? no, no. No soy su novia ni nada de eso...— Mia suspiró, procurando que yo no haya escuchado— Y si tienes razón, siempre está haciendo mala cara, no te recomiendo que te acerques a él, es un tipo manipulador y mal hablado.
Era imposible no escucharlas...
Sin embargo las ignoré, y comencé a caminar rápidamente, hasta donde estaban Ren y el profesor, con solo ver como la mano del profesor se apoyaba en el hombro de Ren una gran ira se apoderó de mi cuerpo.
En un momento pensé en estallar y golpearlo...
—¿No eres muy atractivo para ser un chico?— Dijo el profesor a Ren.
—No lo sé, todos me dicen lo mismo...
—¿Muchos hombres no van a por ti también?— Preguntó el profesor.
Ren mostró una pequeña carcajada incómoda y antes de que respondiera jalé del brazo a Ren y lo llevé a mi pecho, abrazándolo, como si fuera mía.
—Lo siento Richard, Ren me pertenece— Sonreí.
—Bastante misteriosos tus movimientos mi alumno Julián— También sonrió el profesor, mostrándome unos ojos malévolos.
—No se de que hablas...
Ren sonrojado solo me miró con sus tiernos ojos esmeraldas.
—¿No es esto un poco repentino?— Dijo Ren, sonrojado, notando las miradas de todas las personas a nuestro alrededor— Ey, todos nos están mirando— Susurró Ren.
—Como si eso me importara, idiota— Solté a Ren de mi abrazo, llevándomelo a un lugar lejos del profesor tomados de la mano.
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—¿Qué fue eso de antes?— Dijo Ren.
Estábamos caminando por los concurridos pasillos, en la hora de comer, dirigiéndonos a la cafetería, para juntarnos con las "Flores de Loto". Junto a nosotros estaban Amelia y Mia, que solo observaban, claramente Mia estaba enojada, ya que no le permitía pasar tiempo con Ren.
—Te quería abrazar amigo— Mofé.
—Era hora de que lo dijeras— Comenzó a hablar Mia— Desde un inicio sabíamos que no te gustaban las mujeres.
—Si no me gustaran las mujeres no lo hubiera abrazado— Dije en burla.
Ren me dio un codazo en las costillas, maldiciéndome para que no dijera más de la cuenta sobre su secreto.
En unas charlas llegamos a la cafetería, viendo a nuestros amigos y caminando hacia ellos.
—Por cierto Julián— Comienza a susurrarme Ren, al momento en que Mia y Amelia se alejan de nosotros— Puedes abrazarme cuando quieras, hasta puedes hacerme otras cosas.
Ren llevó su mano a mis testículos y los apretó con fuerza, generándome un dolor de muerte en mi entrepierna, haciendo que me arrodillara.
—No tienes que pedirlo, estoy disponible cuando quieras— Susurró Ren— Bueno, menos frente a Lilith, de resto soy toda tuya.
Ren comenzó a caminar, dejándome atrás en mi sufrimiento.
—Lo tendré en cuenta... maldita... eso no se le hace a los hombres— Apretaba mi abdomen, no quería llevar mis manos a mi entrepierna para no parecer raro frente a todos los que me veían agonizar.
—¿Te pasó algo, mi Luna?— Alicia se agacha y acaricia mi rostro— ¿Te duele algo?...
Esa dulce voz de Alicia me devolvió la vida y me quitó el dolor.
—No... estoy bien— Me levanté, me enderecé y llevé mi pecho hacia adelante— Hoy estás más linda mi Sol— Dije con orgullo.
—Que tonterías dices mi Luna— Alicia sonríe con sus mejillas sonrojadas.
Ambos nos acercamos hacia la mesa donde estaban las Flores de Loto, que de repente estaba aún más lleno de personas.
Jin, Lilith, Alicia, Amelia, Mia, Rin, Emma, Hazel, Ren y yo, de un momento a otro éramos 10 personas.
10 PERSONAS
Nunca imaginé que en esta mesa se iban a sentar tanta gente...
Hasta tocaba juntas dos mesas para la gran cantidad de personas que somos, aunque unos no eran bienvenidos y otros se quieren matar...
—¿Por qué estás aquí?— Emma enfrenta a Mia.
—¿Acaso no puedo?— Mia confronta, pero rápidamente se echa para atrás cuando ve esa mirada aterradora de Emma, haciendo que se sentara a mi lado y abrazara mi brazo, mostrándole una larga sonrisa a Emma.
—Mejor llevémonos bien, nunca cae mal un nuevo integrante al grupo— El bondadoso Jin sugiere, recibiendo unas miradas salvajes de las dos mujeres.
El ambiente era incómodo y nadie se perturbaba para hablar, hasta que Alicia comienza a hablar.
—Oigan chicos ¿Desde cuando son novios Ren y Lilith?— Dice Alicia, generando un poco de caos en la mente de Mia.
—Desde hace unos días— Comienza a hablar Ren, avergonzada pero lleno de orgullo— ¿En serio parecemos novios?
—Totalmente, solo mírale la sonrisa a Lilith, pocas veces la he visto sonreír así— Dijo Hazel.
—No digas mentiras... siempre sonrío— Miente Lilith ante tal vergüenza.
—¿Ya se besaron?— Dice Rin.
—Asi es— Vuelve a hablar Ren, con aún más orgullo.
Aunque una chica perturbó la atención que teníamos en Ren y Lilith.
Una chica había llegado, le había dado un fuerte abrazo a Jin y un ácido beso en la mejilla, como si fuera una araña y la presa fuera Jin.
—¿Por qué mejor no hablan de nosotros? Nos amamos mucho— Interviene Melissa, la hermana de Amelia.
Solo había una cosa por la que Melissa había venido y era para provocar a Amelia, parecía que tenía intenciones de destruir sus amistades que tiene ahora.
—Ey, tienes tus botones desabrochados— Señalé.
—¿Qué dices estúpido?— Melissa se detiene y mira su pecho, ve que unos botones estaban desabrochados, mostrando su brasier rosa, abrochándoselos al instante— Bueno, como dec...
La interrumpo una vez vuelve a abrir la boca.
—Ey peli blanca, también se te olvida algo— Me levanté de mi silla y me acerqué hasta Melissa, deteniéndome frente a ella.
Melissa era por unos centímetros más alta, además de que era linda, tenía una mirada vil y fría, como la de una arpía.
—Mira tu falda, estás mostrando tus bragas— Señalé su falda.
—¿Queeeeeee? — Melissa mira su falda y procura que no la tuviera levantada— ¡Mentiroso!
—No soy de decir mentiras— Me pongo de cuclillas y pongo mis dedos en la falda de Melissa, ejerciendo un poco de fuerza hacia arriba, observando esas bragas blancas— Bastante atrevidas para tu edad.
—¡Pervertido!— Melissa suelta un espeluznante grito y comienza a forcejear, arañando con fuerza mi mano— ¡No me levantes mi falda pervertido!
—¡No la estoy levantando! ¡Son mis dedos!
—¡ES LO MISMO!— Melissa con su mano libre comienza a jalar mi cabello— ¡Suéltame si no quieres que te mate!
Con tal escándalo un profesor se acercó a nosotros.
—¿Por qué tantos gritos muchachos?— Dijo un profesor.
—¡Él es un pervertido!— Me señaló Melissa con rabia.
—Te voy a ser sincero profesor, esta señorita no paraba de ligarme, así que tuve que alzar su falda para que se alejara— Respondí con seriedad.
—¿Es cierto señorita?— Preguntó el profesor a Melissa.
—¡No! ¡Es un mentiroso!— Respondió Melissa, devolviéndome la mirada el profesor.
—Ambos somos hombres profesor, más de una vez tenemos que enfrentarnos a momentos como estos y por esas cosas somos difamados con falacias...
—Es cierto muchacho— El profesor colocó su mano en mi hombro casi como si quisiera llorar— Los hombres tenemos un papel muy delicado en la sociedad... Eres un hombre fuerte y lleno de valor— El profesor miró a Melissa— Te veré en la sala de profesores jovencita.
El profesor se dio la vuelta y comenzó a caminar.
—Eres mierda, un día de estos de voy a arrancar las bolas— Melissa me insultó, me mostró la lengua y me señaló con su dedo central para luego alejarse con pisadas fuertes y llenas de rabia.
Suspiré.
Volví a sentarme en la mesa, en el centro de Alicia y Mia.
—Así se aleja a las chusmas— Sonreí— Deberías agradecérmelo Jin, pudiste ver las bragas de tu novia.
—Eres increíble— Jin comenzó a reír, haciendo que todos los que estaban en la mesa también rieran— Muchas gracias amigo, recordaré este momento por siempre... si tan solo fuera mi novia no diría esto...
—Eso es asqueroso calvito— Dijo Rin.
—Nunca creí ver a mi hermana así— Amelia comenzó a reír, con gran felicidad, como si un peso de encima hubiera desaparecido— ¿Viste su cara? Fue super gracioso.
—Deberías por lo menos pedirme permiso cuando quieras verle las bragas a otra estúpida— Me susurra Alicia, arañándome mi muslo.
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