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Capitulo X.


Las cosas en mi casa no iban tan mal. Ya había pasado un año desde que mi padre se había marchado de la casa, Khal se había acostumbrado ya a ver a su padre solo de vez en cuando, al igual que yo. Realmente el que peor lo pasaba era Ken, quería desesperadamente irse a vivir con papa, y eso a mamá le rompía el corazón.

— ¿¡No entiendes que no soy feliz aquí!? — Escuche gritar a Ken desde la habitación de mamá, esto pasaba al menos 3 veces por semana. — ¡Quiero irme con mi padre!

— ¡No me levantes la voz, Ken! — grito mamá de vuelta. — Tu padre jamás podría hacerse cargo de tus necesidades como lo hago yo.

— ¡No necesito que cuides de mi! — Silencio... Escuche como Ken salía de la habitación de mamá y azotaba la puerta de su cuarto. Rápidamente corrí hasta la habitación de mamá, y la encontré sentada en la cama, observando el infinito mientras lagrimas salían de sus ojos.

— ¿Mami? — levanto rápidamente la vista y seco sus mejillas con el dorso de sus manos, me senté a su lado. — ¿Quieres mi opinión? — pregunte tímida, mi madre asintió con su cabeza mientras sorbía su nariz. — Pienso que deberías dejarlo ir, es lo que el realmente desea. — tome su mano y la acaricie con cariño, ella suspiro.

— Ya lo sé, es por eso que mañana, tu padre vendrá a buscarlo.

— Se que es difícil mami, pero Khal y yo siempre estaremos a tu lado, no estarás sola. — la abrace fuertemente y ella beso mi frente.

Al día siguiente, papá vino a buscarnos a los tres, Khal y yo llevábamos nuestras mochilas con cosas necesarias para pasar un par de días, mientras que Ken, llevaba su maleta.

— Gracias mamá, te amo. — Ken abrazo fuertemente a nuestra madre, mientras que a ella se le escapaban unas pocas lagrimas. — Nos vemos. — se separaron y Ken subió al auto junto con Khal y conmigo.

— Adiiioooossss mamiiiiii. — Khal grito desde el auto y le lanzo un montón de besitos, lo cual la hizo sonreír, así que lo imite y le lance muchos besos también, inmediatamente Ken también se nos unió y nuestra madre comenzó a lanzarnos besos entre risas, papá subió al auto y lo encendió.

— Nos vemos en un par de días Sandra. — mamá asintió y papá puso el auto en marcha.

Todo el camino a la nueva casa de papa se baso en Khal y yo jugando a los colores, mientras que Ken y papá charlaban emocionados. La casa de papá no estaba muy lejos, solo a unos 20 minutos de la nuestra, pero aun así, lo sentía súper lejano y distante.

Al llegar, nos recibió amablemente la nueva esposa de papá, Wanda, era una mujer preciosa y muy dulce, pero jamás se compararía con nuestra madre, en ningún sentido. Aun así me sentía feliz de que mi padre haya conseguido una buena mujer.

— ¡Katia! — chillo de emoción Wanda y me abrazo con fuerza. — Adivina que, tengo algo para ti, pero es un secreto. — susurro en mi oído y me lanzo una mirada cómplice. Ella avanzo y abrazo con la misma fuerza a Ken y a Khal lo cargo y dio vueltas en el aire, haciéndole soltar carcajadas de alegría. Mi padre observaba a un lado, tenía una mirada increíblemente dulce en su rostro... El nunca miro a mamá de esa forma. — ¡Entremos! Hornee un rico pastel solo para ustedes. — todos seguimos a Wanda, quien aun tenia a Khal en sus brazos.

Cuando entramos a la cocina el delicioso aroma a chocolate nos invadió, todos suspiramos y se me hizo agua la boca. Tomamos asiento en las sillas del mesón y yo senté a Khal en mis piernas mientras Wanda buscaba el pastel.

— Y dime, Katia, ¿has continuado las clases de karate? — escuche hablar a mi padre, pero yo solo observaba el pastel que Wanda iba cortando y sirviendo en pequeños platos. — ¿Katia?

— Lo siento papi, ese pastel me distrae. — todos se rieron, a lo cual me sonroje. — Si, aun sigo, pero ahora solo voy dos veces a la semana, no quiero que mamá este sola todo el tiempo. — a lo que dije esto, me arrepentí, pues se formo un incomodo silencio.

— Aquí tienen, un trozo para cada uno. — dijo Wanda, quebrantando el silencio a la vez que nos colocaba en frente un trozo de pastel a cada uno.

El día se pasó en divertidos momentos juntos y deliciosas comidas preparadas por Wanda, era una excelente cocinera. A la hora de dormir, Ken se fue a su cuarto y Khal y yo nos quedamos juntos en otro, estaba a punto de leerle un cuento a Khal, cuando mi padre entro en la habitación, al ver el libro entre mis manos sonrió ampliamente.

— Permíteme que les lea, por favor. — le entregue el libro, y él en lugar de abrirlo y comenzar a leer, lo dejo a un lado y nos observo con todo su amor, Khal bostezo y estrujo sus ojitos, señal de que en cualquier momento se quedaría dormido, así que papá comenzó a hablar. — Había una vez, un pequeño caballero— acaricio el cabello de Khal. — que se enfrentaba a grandes dragones y rescataba hermosas princesas, ¡Era el más valiente de todos los caballeros! Pero no estaba solo, con el siempre andaba su ángel de la guarda, que lo cuidaba siempre y le mostraba los caminos más seguros a elegir. — me dedico una sonrisa. — Juntos tenían las más grandes e increíbles aventuras, eran inseparables. Un día, una malvada reina se dio cuenta de la hermosa relación del caballero y el ángel, y le dieron tantos celos, que decidió hechizar al caballero para que ya no escuchara ni viera al ángel, nunca más. —Papá observo a Khal, quien ya se había dormido, pero en lugar de parar su cuento e irse, me observo, y continúo el relato. — El caballero creyó que el ángel lo había abandonado, y su corazón se volvió desdichado, ya no tenía grandes aventuras, solo se dedicaba a ser un caballero errante, sin hacer nada en realidad que no fuera para su propio beneficio. El ángel lo seguía a todas partes, como siempre lo había hecho, pero le era tan difícil ayudar al caballero cuando este no podía ni verlo ni escucharlo, el ángel también se entristeció muchísimo, pero lo que más le dolía, era ver como su caballero se perdía a sí mismo en la oscuridad de la tristeza. El ángel se encontraba totalmente desesperado, se sentía tan impotente por no poder aconsejar y guiar a su caballero, gritaba, se le colocaba frente a frente, pero era inútil, el caballero no lo veía ni escuchaba. Un día el ángel se encontraba volando por los cielos, chocando contra las nubes, provocando así que estas se disiparan, el caballero en esos momentos se encontraba a orillas de un lago, remojando sus pies en el agua fresca, este se vio cegado por el brillo del sol tan repentinamente que se sorprendió, y fue a resguardarse en la sombra de un árbol. El caballero miro al cielo, curioso de a donde se habían ido todas las nubes, pues no hacia tanto viento como para que se fueran tan rápido, este quedo atónito, pudo ver como cada nube iba disipándose poco a poco, como si algo chocara contra ellas, el solo se quedo ahí, observando fascinado ese momento sobrenatural que ocurría frente a él. Arriba en los cielos, el ángel sollozaba, las lagrimas frías se deslizaban por sus mejillas mientras el chocaba contra las nubes, se detuvo un momento a observar a su caballero, y al verlo ahí, recostado del árbol, mirando directamente hacia donde estaba el, lleno al ángel de alegría, continuo chocando contra todas las nubes, hasta que el cielo estuvo totalmente despejado. El ángel bajo hasta el lago y se zambullo, provocando que el agua se turbara, el caballero observaba todo fascinado, el ángel nadaba, chapoteaba y carcajeaba, emocionado porque su caballero lo observaba, pero luego de un rato, se dio cuenta que no lo veía realmente, si no que solo observaba el chapoteo del agua, el cual no tenía sentido para el caballero, pues a sus ojos ahí no había nada realmente. El ángel dejo de chapotear, y todo volvió a estar en calma, el caballero se metió al lago, quedando frente a frente con el ángel, y dijo "Ángel, ¿Eres tú?" La alegría invadió nuevamente al ángel, y este comenzó a chapotear una vez más. El caballero, dichoso por aquella respuesta, chapoteo también, y luego de un rato de diversión, ambos se detuvieron, y solo disfrutaron de su compañía, el caballero dijo "Creí que me habías abandonado" El ángel chapoteo y grito "¡Eso jamás!" y rápidamente, abrazo a su caballero, y con sus manos, toco su corazón. El caballero sintió una paz y alegría infinita, pues aunque no veía ni escuchaba a su ángel, sabía que estaba justo ahí, frente a él, cuidando de su corazón. — Mi padre termino su relato con una dulce mirada en su rostro, y yo solo lo observaba, mareada por aquel cuento tan bello que acababa de contarme.

— Gracias papi. — le dije sonriente, el acaricio mi mejilla.

— No tienes porque agradecer, Katia. — se acomodo en la cama y me abrazo fuertemente. — Mi Katia, nombre de ángel. — me reí ante su comentario, siempre me decía eso. — Quiero que sepas que eres nuestro ángel, por favor, cuida siempre de nuestros corazones. Sobre todo cuida del corazón de nuestro pequeño caballero. — acaricio la cabeza de Khal. — No hay ser más dulce e inocente que el. — suspiro. — Y recuerda, que aunque estemos lejos y no nos veamos ni hablemos siempre, mi corazón igual es tuyo, y siempre te sentiré cerca de mí, Ken, Khal y tú, están aquí. — toco su pecho. — Y los amo, con todo mí ser. — me abalance a sus brazos y comencé a llorar como una bebe, el solo me acaricio la espalda y me susurraba una y otra vez lo mucho que me amaba y que siempre estaría conmigo a donde yo vaya, sin importar que.

— Gracias papi, nosotros también te amamos demasiado. — y así la Katia de 14 años se quedo profundamente dormida, segura en los fuertes brazos de su padre.

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