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36• Cavilaciones disparejas


TAD

En el despacho reviso unos papeles respecto a un nuevo proyecto; las posibilidades de expandirnos en la discográfica son favorables, pero no quiero apresurarme con la idea, todo a su tiempo.

Joan salió a correr y está demorando, no hace falta interrogar mucho, está con Jade. Su insistencia para que regresemos a buscarla desapareció, junto a su pésimo humor; y como si fuese poco, dejó de fumar y beber de un día para el otro.

Brendan piensa que Grant es un hombre con metas fijas y concretas, de esos que no se desvían del camino con tal de alcanzarlas; yo pienso que es un completo imbécil, de los que obstaculiza al oponente hasta dejarlo débil para recién dar el golpe final.

Sé que no está bien tener este pensamiento contra mi mejor amigo, pero actualmente es lo único que puedo deducir. No es enojo, porque el rencor no consume mi ser, nunca lo ha hecho, menos con mi grupo teniendo a Kurt y Joan encabezando la lista de los seres más propensos a ser odiados. Muy por el contrario, creo que soltar y avanzar es lo correcto.

Bebo mi café, reenviándole a Brendan una copia del reciente mail para tener en cuenta los datos legales que hacen falta. Tenemos que estar asesorados antes de avanzar con esto.

—¿Qué haces, Bennett? ¿Otra vez trabajando un sábado?

—Demoraste hoy, ¿qué pasó? ¿Tu estado físico empeora? —Bromeo sin quitar la vista de mis asuntos.

—No, mejora considerablemente.

Toma asiento frente al escritorio, quiere que al menos le preste atención a su notorio e inequívoco comportamiento.

—Lo sabes —afirma con proeza—. No hace falta que te lo diga.

—Claro que lo sé —Lo miro—. No te va eso de guardar secretos por mucho tiempo, menos para dejar un vicio sin encontrar otro que lo suplante.

—Entiendo, quieres que la compartamos —Comenta jugando con el calendario nuevo de la discográfica, lo único que hay en el escritorio además de mi laptop—, pero no creo que sea posible esta vez.

—Grant —resoplo—. Cuando tú compartes algo; primero, tiene que ser tuyo; segundo, lo haces porque te nace. Jade no te pertenece y tampoco es un objeto, aunque eso lamentablemente no lo comprendes.

—Me eligió a mí, Bennett, estamos juntos ahora y espero que eso no cause problemas entre nosotros, porque pretendo que venga a casa muy seguido.

—Tú puedes traerla las veces que quieras, no tienes que consultarme nada. Y si tu temor es que te traicione conmigo, puedes quedarte tranquilo, porque yo no soy como tú.

—Ya veo, respetas lo ajeno.

—Siempre lo hago—confirmo.

—Por lo tanto, asumes que Jade es mía —Ríe—. Muy bien, Tad, iré a darme un baño.

Se retira a carcajadas y no me quedo atrás, también lo estoy haciendo al dejarme engañar en ese tonto juego de palabras.

Debo acostumbrarme a ver a Jade otra vez, pero manteniendo las formalidades. Se va a dirigir a mí como si fuese un decrépito y se follará a Grant que tiene mi edad, aunque deficiencia moral.

La extraño más, porque sé que jamás va a corresponderme, y aunque miles de veces intenté quitarme a Jade Jeffers de la cabeza, no he podido. Todavía conservo su fotocomo fondo de pantalla en mi celular. Cuando la observo es un recuerdo de loque nunca podré alcanzar, un maldito recordatorio que me advierte que, en algúnmomento no muy remoto, otro hombre que por evidencia no soy yo, le hace el amorcon menos cariño del que yo implementaría.

La significativa sonrisa que desprende la imagen, en conjunto con aquellos ojos avellana que te endulzan por completo, solo auguran mi desdicha, mi soledad, mi mala suerte frente a cualquier situación en comparación con otro.

Aquel abrazo en el estacionamiento tras el incidente con el contador hizo que la poca cordura que me quedaba se desmoronara al percibir el aroma de su cabello, cuando sus manos rodeaban mi cintura y posicionaba su cabeza en mi pecho. Posiblemente los latidos de mi corazón golpeaban su oído de forma acelerada poniéndome en evidencia.

Le hablé como pude, con torpeza, pero sin quedar como un completo idiota. Un poco más y le decía que la amaba mientras la consolaba y sus lágrimas mojaban el frente de mi camisa. Por un momento pareció no querer alejarse de mí ante el llamado de Grant; a pesar de eso, insistí en que fuera con él.

Kurt sostiene que no hay nada de malo en mantener una amistad o una conversación cada cierto tiempo, pero ¿Cómo podría lograrlo sin tener una especie de frémito sistólico de lo rápido que me late el pecho? Tiemblo a lo desgraciado, los labios se me resecan con cada segundo que pasa, y esta vez no es solo la abstinencia sexual o la ausencia de besos en desenfreno, es algo que va más allá.

Cuando Jade está frente a mí enmudezco, mi mente se bloquea en una contradicción desafortunada; porque todo lo que pienso no es plasmado, mi autolimitación se reduce a observarla haciendo el intento de grabarla en mis retinas para generar un recuerdo que me lastime cuando insista en justificar mi actitud.

La última imagen que tengo de su rostro es catastrófica. Su mirada se oscureció cuando me hizo frente, los roles se invirtieron y la niña arisca me atacó solo a mí. Jade me odia, por mis palabras de enojo aquella noche cuando vino a confesar sus mentiras. Dejé de ser Tadie para ser llamado por mi apellido, marcando distancia, poniéndome un freno obligatorio para no avanzar más, y debo aceptarlo. Si eligió a Joan ya no tengo opción. Ella no lo ha confirmado, pero lo sé, ahora lo sé.

Estoy mirando el borde del escritorio hace más de 20 minutos. ¿Eso es todo Tad? ¿Siempre va a ser así cuando tengas un bloqueo o un recuerdo de esos que parecen cuchillas afiladas enterrándose en la piel? Es sábado, haz algo, busca mujeres, bebe, emborráchate de vez en cuando, no te muestres derrotado, no frente a Joan Grant. 


JADE

Pensé en si estaba bien el rumbo que encaminaba nuestra relación o especie de compromiso implícito; un pequeño pacto entre nosotros hizo que nos sentáramos a entablar los pros y los contras de esto, una especie de contrato que no existe, pero que se encuentra abierto a modificaciones posteriores.

Este mundo de prácticas eróticas al que nunca había entrado me llamaba, me persuadía, y el empuje que me faltaba para lanzarme hacia ese gran vacío era Joan Grant.

Sus palabras trascienden más allá de mi lento entendimiento, me gusta cuando me trasmite seguridad. Lo hablamos, pareció escucharme y comprenderme. Sus caricias compasivas después de una leve pelea me hacían quererlo, anhelaba que su tacto recorriera mi cabello, mi cuello, el borde de mi abdomen.

Los besos que nos dimos eran tan suaves que apenas me quedaba raciocinio para recordar la asfixia de unas horas antes. ¿Cómo es posible que el mismo hombre fuera capaz de tratarme con brutalidad y acariciarme después, asegurándose de mi bienestar? ¿No debería considerarlo algo malo? ¿A quién podría consultárselo? Joshua no va a escucharme, las chicas tampoco lo harán, o al menos eso creo. Esta vez solo es Joan y, al parecer, lo seguirá siendo.

Algo detrás de aquellas palabras cuando intentó irse a su casa resuenan en mí, es como una recopilación de tantas veces.

"No puedes dejar de pensar en Tad, ¿verdad? Sientes que lo estás engañando otra vez".

No, claro que no puedo dejar de pensar en Tad y el engaño. Sin embargo, el mayor motivo por el cual no dejo de pensarlo es porque lo necesito, y no sexualmente, necesito su compañía, lo extraño. Estar con él era divertido, hablarle sin motivo alguno sabiendo que me escuchaba a la perfección. Ahora es cuando me siento una mierda, cuando comprendo las palabras de Payne al decirme que no sé lo que quiero; las de Grant llamándome berrinchuda; y las de Tadie asumiendo que soy una niña.

Quiero tener todo y no es correcto, mas no estoy comprendiendo la magnitud de mis acciones. Acepté estar con Joan porque me gusta, su forma de complacerme, su manera de hablarme cuando no está de malas y accede a escucharme; pero sin darme cuenta estoy dejando ir a Tad, debido a que estoy sellando un compromiso que no puedo romper.

No sé cómo dejarlo ir sin que me duela su ausencia o sin tener que caer a sus pies suplicándole que regrese a mi lado. Muy en el fondo espero que él lo haga, que las palabras de Joan de volver a estar los tres aparezcan con una respuesta diferente de su parte; no obstante, es un sueño.

Tad me odia, ni siquiera quiso continuar el abrazo aquella vez en el estacionamiento, me apartó obligándome a ir con su amigo. Nunca va a olvidar todo el daño que le causé, así como yo nunca voy a olvidar las lágrimas que derrochó aquella noche cuando recriminaba mi comportamiento. No se despidió de mí, no hemos vuelto a vernos, y es claro que sabe que Joan viene a mi departamento, ahora asume lo que antes no hacía.

Desde mi cuarto se oyen las notificaciones del celular, he dejado el móvil sobre la mesa de noche para no estar pendiente de él; sin embargo, no puedo despegarme en su totalidad. Lo recojo y observo el chat con las chicas, ellas parecen animadas por el fin de semana.

Alison— ¿Salimos esta noche? ¡Ha pasado mucho tiempo! Es sábado.

Ema— Reunión en casa de Jadie primero

Alison— De acuerdo

Jadie: No estoy diciendo que si

Alison— Es un sí, te jodes

Ema – Joshua no irá

Jadie— ¿Por qué él no va?

Ema— No sé, dijo que tenía cosas que hacer, pero que la pasáramos bien

Jadie— Ok, las espero más tarde

¿Joshua seguirá enojado conmigo? Cuando salió de casa pareció estar bien, pero hay algo que no me convence. ¿Por qué se encontraba aquí cuando llegué de la cena con papá? Si su rodilla estaba mal, aunque era una farsa, es obvio que papá no le pediría que venga por mí. Por otra parte, ¿por qué él no mencionó que le había avisado a Joshua antes de encomendarme con Brendan?

Voy a volverme loca, los cuestionamientos aparecen cuando estoy sola y sin poder obtener respuestas. Mejor ordeno este departamento que bastante falta le hace. Después voy a comunicarme con Payne. 


JOAN

Estamos reunidos en casa de Brendan, tal como lo establecimos ayer en su despacho. Los cuatro nos encontramos bebiendo e intentado llegar a un acuerdo.

—Puedo hacerlo más rápido que cualquiera —insiste Kurt.

—Esto es estúpido, no voy a hacerlo —responde Tad.

—¿Podemos solo salir sin hacer apuestas? —Pide Brendan—. Hace mucho tiempo que no salimos los cuatro, no es necesario hacer una competencia por todo.

—Lo dices porque eres el que menos gana con las mujeres —sostengo—. Tú y Bennett siempre fueron unos cobardes. ¿Sí o no, Kurt?

—¡Ya te dije que sí! —Bebe su cerveza—. Pongamos un monto. 100$ para empezar, me parece lo mejor.

—Hecho —extiendo mi mano en aceptación—. El que primero logre acostarse con una mujer esta noche gana.

La mirada desaprobatoria de Tad me agrede a la distancia, una mesa para ser exactos. Soy tan idiota que no estoy pensando en Jadie, no es correcto.

—Kurt... mejor no, olvídalo.

—¿Lo ves? Hablas demasiado, Grant; no se te para, puedo entenderlo, se rumoreaban esas cosas de todas formas —Bromea para molestarme—. Hazme una transferencia ahora mismo.

—¡Pero la apuesta no se está llevando a cabo, yo no he perdido!

—Abandonar es perder —interrumpe Brendan—. Jódete y págale.

—¡Yo nunca pierdo!

—Demuéstralo, perdedor —Ironiza.

—¡Vamos, ahora!

Me levanto de la silla y me coloco el abrigo dispuesto a salir de la casa. Percibo la mirada fría de Tad desde un costado de la mesa, pese a ello, el resto imita mi acción. Iremos al club de siempre, aquel donde conocimos a Jade y a Seida, la chica a la que tuvimos que pagar un dineral a cambio de su silencio.

—Deja de mirarme así, Bennett —resoplo al saber que está cuestionando mis acciones—. No es nada del otro mundo.

—No te he dicho nada, tú solo tienes la cola entre las patas —ríe— Ya mejor dónale 100$ a Kurt y déjate de lloriqueos.

—Nunca pierdo, menos con Kurt.

—Según mis recuerdos los dos han perdido en múltiples y absurdas apuestas.

—Pero no cuando se trata de mujeres —Sostengo con audacia una vez que subimos al auto—. Destiny fue mía; Nastia cuando fuimos a Rusia; la profesora Lee de Ciencias, puse su inercia en movimiento —Muevo mi pelvis contra el volante y Tad ríe del solo recordar todas aquellas apuestas con Kurt

—Lo de la profesora Lee me dejó impactado, pero fue un gran trabajo, debo reconocer —aplaude con ironía—. Como sea, tienes a Jade ahora y no es justo para ella.

—No es mi novia, sabe que lo nuestro solo pasa por lo sexual.

—¿Lo sabe? ¿Seguro?

No, claro que no lo sabe, Tad. ¿Pero qué puedo hacer? No voy a dar mi brazo a torcer, menos frente a Riley y su estúpida creencia de que puede ganarme. Tal vez podría conseguir una chica y fingir que me la follo en el auto solo para que ese idiota mantenga su boca cerrada.

—Hazle una transferencia a Kurt —bufa Bennett a mi lado.

—¡No lo haré! Ya se me ocurrirá algo.

—Hacer trampa no cuenta.

—¡Ya cállate, Bennett! ¿De qué lado estás?

—¡De ninguno! Les dije que no hicieran ninguna apuesta mediocre; ya no tienen 15 años.

—Tad, búscate una linda mujer esta noche y fóllatela un rato, la abstinencia sexual te está atrofiando las neuronas, te vuelve gruñón —Lo molesto en tanto conduzco.

—¿Y quién te ha dicho que estoy en abstinencia?

—¿Qué? ¿Regresaste a Maison Kléber ?

—No tengo por qué contarte mis cosas, nunca lo hemos hecho —menciona serio, revisando su celular—. Mejor no preguntes quien es.

¿Se trata de Jade? ¿Me lo está insinuando?

—Tad... Por favor, dime que no es Jadie.

—Los caballeros no tienen memoria, Grant. Mira, hay estacionamiento por allá—Señala.


Un par de tragos y los cuatro observamos hacia la pista, es hora de buscar a la víctima.

—Redoblo la apuesta —expresa Kurt—. Yo te elijo la chica y tú haces lo mismo conmigo.

—No, elegirás a la más fea y recién llevo un solo trago.

—Esa, la de vestido blanco —Señala—. Cintura pequeña, cabello castaño, tiene un culo como los que te gustan.

Kurt resultó generoso. La chica es toda una belleza, sus caderas se mueven de un lado a otro en un vaivén cargado de sensualidad, y aquel vestido blanco pegado al cuerpo indica que no trae ropa interior debajo. Una parte de mí insiste en analizarla hasta que el pene me explote, y otra, la más falta de lucidez, que avance hasta lograr el objetivo.

—¡Elige una para mí, imbécil —Alza la voz por el volumen de la música— ¡No tengo toda la puta noche!

Echo un vistazo general hacia el centro de la pista, voy a ser bueno con Kurt, elegiré a alguien con similares características o al menos que esté buena.

Una pelirroja vestida de negro con ceñidos leggins llama mi atención, y aunque ahora quiero cambiar a la castaña por esta, decido dejársela a Riley.

—La pelirroja. Si no te la follas al menos consígueme su número.

—Ni en tus sueños, Grant. Vamos, cada uno a lo suyo.

Brendan y Tad se quedarán en la barra observando, serán testigos directos de cómo se conquista a una mujer.

Camino decidido, esto será sencillo. La castaña cae ante la primera mirada tomando mi mano cuando se la estrecho para bailar. Su nombre es Lena, y el mío suena jodidamente bien cuando sale de sus labios.

Cada minuto que pasa parece crecer entre nosotros las ganas de ir más allá, de salir del club y follármela sin descaro en el coche sin que nadie nos observe por el polarizado de los vidrios, pero me siento una mierda si pienso en Jade.

Lena me atrae hacia ella para hablarme al oído; creo saber qué es lo que va a proponerme. No he tenido que pedírselo, tampoco implorarle, ¡Chúpate ésta Kurt!

La tomo de la cintura y giramos sobre nuestros pies para que pueda hacer contacto con Riley, pero está ocupado comiéndole la boca a la sexy pelirroja que le he seleccionado. Tad y Brendan ríen a la distancia, tiene un punto a su favor por besarla antes; sin embargo, no me quedaré atrás con esto, menos después de que Bennett casi confirmara que se está acostando con Jade y me está viendo la cara.

Los labios rojos de la castaña juegan con los míos, no hay contacto de lengua, al contrario de molestarme me calienta mucho más. Está jugando, quiere tener el dominio sobre mí y se lo estoy permitiendo, en tanto mi mano se desliza suave por su columna vertebral hasta llegar a su cadera. Sus brazos rodean mi cuello, la proximidad nos hace sonreír, considero que ha llegado el momento de que el diminuto vestido blanco quede percudido en el asiento de mi Mercedes.

De la mano caminamos hasta la salida, encontrándonos con Kurt en la misma condición: Duro, muy duro.

Nos miramos con nerviosismo, ¿quién se supone que ganará?

Sin que las chicas se den cuenta hace seña de empate, pero eso no va conmigo, aunque poco me importa ahora. El perfecto culo de Lena aguarda para ser azotado en el auto, mi pene la espera para que brinque sobre él y sus perfectos pechos reboten a centímetros de mi cara. A esta altura quiero hacerle de todo.

—¡Joan! —Me habla Brendan sujetándome del brazo—. Necesito que vengas conmigo.

—Brendan, no jodas, ahora no puedo —Lo alejo entre señas.

—Esto es grave, hay problemas... Lo siento —Se disculpa con la preciosa castaña—. Necesito llevármelo.

Lena se aleja, su cara de decepción me hace sentir un fracaso ante la mirada de Kurt y la exquisita pelirroja que no avanza para salir por la cantidad de personas bloqueando el paso.

—¿Qué pasa, Brendan? Mas vale que...

—Jade está aquí.

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