Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34• No digas que me viste

TAD

La auditoría terminó, el faltante de dinero no era una suma relevante y lo demás estaba en orden. Kurt comenzó a trabajar con nosotros. No estará metido en la empresa de forma constante, pero aseguró encargarse de ahora en más.

Desde la discográfica se realizó una denuncia contra Lander por lo ocurrido, a su vez, por coaccionar a una mujer en el estacionamiento. Una falta grave que no dejaríamos pasar por alto, independientemente de que la víctima del ataque se tratara de Jade.

Brendan se encargó y continúa haciéndolo. Hoy no se ha presentado a trabajar, por lo tanto, decidí venir a su despacho personal para ponerme al corriente de la situación. El hecho de que algo pudo sucederle a Jade me pone los pelos de punta. Me he castigado con el pensamiento sintiéndome culpable por no despedirme de ella después de lo ocurrido, aunque mi interior ratifica que es correcto.

Joan intenta convencerme de buscarla, de volver a lo mismo; no puedo comprender cómo es tan obsesivo, insistente con algo que todos aseguramos que no es más que un capricho. Al principio parecía estar enamorado, llegó hasta persuadirme, pero ahora, visto desde afuera y sin ánimos de intromisión, me doy cuenta de que su obstinación desmedida no tiene límites.

Golpeo la puerta del despacho y escucho a Brendan decir que ingrese. Lo hago con convicción; no obstante, hay un hombre dentro dialogando con él. Me detengo de inmediato. Oí mal y lo mejor es retroceder y retirarme.

—Disculpa, Brendan, pensé que podía pasar —Lo mismo hago con el hombre que se encuentra sentado.

—No, Tad, no hay problema —insiste con calma—. Adelante.

Porter se levanta del sillón, el hombre lo imita saludándome de manera cordial.

—Él es un gran amigo, Tad Bennett; él es el General Dean Jeffers.

—Un gusto, señor Jeffers —digo tranquilo, aunque por dentro estoy a punto de morir.

—El gusto es mío, Tad.

—Él es uno de los dueños de J&T Discográfica —Prosigue el moreno.

—Mi hija trabajó con una discográfica hace un tiempo, con un artista llamado Robin Lane—comenta un poco dudoso respecto al nombre—. Ella estaba emocionada.

—Robin Lane trabaja con nosotros. ¿Cómo se llama su hija? —Me hago el desconcertado, pero la conozco más de la cuenta y me siento un completo hijo de puta.

—Jade —esboza con una sonrisa de orgullo paternal.

—Jade Jeffers —confirmo—. Una excelente fotógrafa, realizó un gran trabajo y el artista quedó complacido. Tiene una hija muy bonita, General.

—Muchas gracias, Tad, le diré tu cumplido.

—¡No, no! —pido alarmado—. Ya sabe... Fui su jefe, muy exigente —río inquieto.

—Tienes razón, mejor no nombrar a los superiores. Bueno, caballeros, debo retirarme. Brendan, te encargo eso, ¿sí?

—Sí, General, no se preocupe. Que tenga un buen día, adiós.

El hombre uniformado se retira, la puerta se cierra y me desplomo en el sofá, tenso e inseguro. Brendan ríe, lo ha hecho a propósito para darme un buen susto y lo ha logrado.

—Idiota —bufo.

—Te lo merecías, estás con la cola entre las patas. El General es una gran persona, le caíste bien. Te llamó Tad y no señor Bennett, es un indicio, incluso le iba a dar tu cumplido a su hija.

—¿Te imaginas? Espero que no lo haga. —Guardo silencio—. En fin, ¿cómo van las cosas con lo de Jackson Lander?

—Los resultados de dopaje dieron positivos en cocaína. Dijiste que había salido a fumar, pero utilizó su tiempo para hacer uso intranasal. Tiene 25 años, egresó con excelentes notas de la universidad y sus padres tienen una increíble posición económica.

—¿Entonces?

—Dudo que el dinero haya sido el móvil de su accionar. Opto porque se le paralizaba el cerebro y hacia cualquier mierda en los libros —ríe, y a pesar de que no es un tema gracioso, yo también lo hago—. Todo estará bien, yo me encargo.

—Gracias, Brendan, quería asegurarme de que las cosas marcharan correctamente.

—¿Tú cómo estás?

—Bien, igual que siempre —espeto tranquilo—. El imbécil es Joan, lo sabes, pero es volver a hablar de lo mismo.

—¿Crees que desista?

—No, el regresará con Jade en algún momento, es indiscutible. No quiero estar al tanto de eso. Mientras menos sepa de sus encuentros, si es que los tiene, mejor ¿no crees?

Se levanta del sofá frente a mí para sentarse detrás del escritorio, en aquel sillón de abogado majestuoso que tanto le gusta. Dentro de su despacho no soy su jefe, solo su amigo, o su cliente que viene por temas legales como cualquier otro.

—Dime que tiene la tal Jade para traer loco a todo el mundo —cuestiona con sus codos afirmados sobre el marfil—. Tú, Grant, hasta Kurt —Sus hoyuelos se marcan al costado de su rostro a la espera de una respuesta que no puede ser absurda—. Dame una razón al menos para fijarte en ella.

—¡No quiero hablar de esto, intento dejarla y tú la traes a la conversación! —recrimino—. Antes, cuando sí quería hablar de ella, tú me cuestionabas.

—Respóndeme esto y nunca más hablaremos de ella.

Brendan no es de esos que dicen algo para convertirlo en un chiste o invertir las cosas; al contrario, escucha y analiza, tiene el don de interpretar con la poca información que se le proporciona.

—A simple vista es atractiva. Sí, lo es —asiento—. Pero... La razón más importante para fijarte en Jade es la diafanidad de su alma.

Exhalo con fuerza antes de quedarme callado. Brendan no dice nada, solo se me queda viendo raro.

—Nadie, absolutamente nadie utilizaría esa frase, Tad —niega entre risas.

—Me hace bien, su compañía, su risa, ella tiene el don de hacerte creer que lo puedes todo—Continúo enérgico—. Como cuando resuelves un problema matemático y te sientes Einstein, o como cuando sacas un oso de peluches de aquellas maquinitas y es tu día de suerte. Esa mínima felicidad, esa mínima sensación de poder, con Jade la tengo todo el tiempo.

—Tú has salido con las mujeres más lindas de por aquí, ¿cómo es que ninguna pudo causarte algo asi? Piénsalo...

—Porque nunca me di tiempo para conocerlas, sabes muy bien que todas ellas eran como yo, algo de una noche y ya. Jamás he engañado a una mujer, ¡mucho menos para llevarla a la cama!

Mi discurso se cae a pedazos en cuanto termino de hablar; no fui sincero con Jadie desde un principio.

—Brendan, terminemos con esto —expreso con determinación—. ¿Nos reunimos esta noche?

—No puedo, tengo una cena a la que me invitaron y debo asistir.

—Vaya, una cena... ¿Un foro de abogados con trajes sofisticados? —Me burlo.

—No, una cena con la armada —hace una mueca—. El general Jeffers me invitó, no pude decirle que no, no tenía excusa —resopla—. No quiero ir, pero lo haré, hay otros clientes ahí, ya sabes...

—Que te diviertas, hazte muchos amigos. Iré a casa, avísame cualquier cosa si necesitas algo más respecto a ese tema, ya sabes... por la empresa

—Sí, te interesa mucho la empresa —muerde su labio negando de un lado a otro—. ¡Ya vete, idiota!


JOAN

Brendan no fue a la discográfica hoy, pero necesito saber acerca de lo ocurrido aquella tarde en el estacionamiento. Dijo que recibiría información a primera hora, mas no se comunicó.

Camino hacia la entrada del edificio y me encuentro con Tad de salida.

—¿Qué haces aquí? Para algo te dejé en la empresa. —sonríe en tanto acomoda su traje.

—¿No crees que tú estás saliendo muy seguido? Primero, el vestido de tu hermana; segundo, tu camisa; ahora no sé qué haces aquí.

—Vine a ver en qué quedó todo el asunto con el contador. Si afecta a la discográfica lo tengo que saber, ¿no? Para algo soy el dueño.

—Yo también soy el dueño, y en este momento el presidente —reclamo—. ¿En qué quedó todo?

—Por más que te cuente, como iba a hacerlo, lo mismo entrarás para que Brendan lo corrobore, ¿no? Adelante, señor presidente, yo me iré a casa.

—Sí, obvio que entraré a que me lo diga, porque necesito tecnicismo, no simples palabras de un ignorante en el tema —refuto. Bennett se aleja hacia su auto.

Ingreso al recinto y golpeo la puerta del despacho. Brendan no tiene secretaria, sin embargo, creo que la necesita.

—¡Hola!

—¿Y ahora qué quieres? Recién se va Tad. —ríe—. Todo lo relacionado a la discográfica se los voy a decir, no hace falta que vengan los dos por separado y me presionen en mi trabajo.

—Lo sé, pero siempre soy el último que se entera de las cosas.

—De acuerdo —resopla acomodando unos papeles sobre el escritorio—. Mira, el dopaje de Jackson dio positivo en cocaína, actuó bajo esos efectos. Robó una cantidad de dinero insignificante, y no se sabe el móvil de su acción.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Él tiene mucho dinero, su familia está bien posicionada —Se encoge de hombros—. Trataré de que no quede impune, pero... es un idiota de 25 años que decidió drogarse cuando se encontró en un enredo financiero.

—Sí, enredo que no le pertenecía, ¡porque todos esos gastos corren por mi cuenta ahora! —protesto—. ¡Kurt me cobró un dineral! ¡Se pasó nuestra amistad por las bolas!

—Él te lo advirtió, es tú culpa. Creo que cobró intereses por otros motivos.

—Sí, Jade.

—Grant —menciona serio—. ¿Qué tiene de especial esa chica? Dame una razón para estar con ella.

—Brendan, no voy a alejarme de Jadie, ni siquiera intentes convencerme.

—No lo voy a hacer. Nunca te he hecho entrar en razón, jamás hiciste caso en algo, eres un rebelde problemático sin causa. Ahora dime, ¿por qué insistes con ella? ¿Qué tiene de especial?

—Primero, está buenísima, tiene un cuerpo perfecto. Tú no la conoces, pero puedes estar seguro de eso —asiente divertido—. Tenemos una conexión cuando estamos juntos, el sexo es bueno, ella se amolda muy bien a mí y yo hago lo mismo.

—Joan, creo que es otro de tus caprichos.

—¡No lo es! Me gusta, estoy enamorado de ella y ahora la tengo solo para mí. No voy a desaprovechar la oportunidad.

—Eso quiere decir que la estás viendo —Asume con desgano.

—Sí— confieso—. Tad no lo sabe, pero francamente no creo que le importe. No quiere acercarse a Jade de ningún modo.

—¿Y ella que opina?

—No lo sé, no hemos hablado mucho.

—¿A qué te refieres con que no han hablado? ¿No deberías dejar en claro todo? Vas a formalizar con ella.

—¿Cuándo me has visto formalizar? ¡No me va esa mierda, Brendan! Estoy con ella porque la quiero, y ella está conmigo por la misma razón. No va a dejarme, yo tampoco lo haré, suficiente.

—Si le serás fiel y nunca la dejarás, ¿cuál es el puto problema de formalizar? ¡Si en definitiva es lo mismo!

—No hablaré con su padre. No ahora, es apresurado.

—Como sea —Guarda la carpeta con los papeles anteriores mirando su reloj.

—¿Nos reunimos hoy?

—No puedo, tengo una cena de negocios. No tengo muchas ganas de ir, pero debo hacerlo. Podríamos reunirnos mañana.

—De acuerdo, me estás corriendo del despacho—digo acusador—. Puedo entender la indirecta, Porter, no hace falta que mires tu reloj de mierda.

—No te he dicho nada, Grant, solo veo la hora.

—Sí, sí, como sea, me voy. Si quieres nos reunimos mañana, salvo que tengas una reunión de negocios un sábado por la noche.

—Mañana en mi casa, celoso de mierda, ¿de acuerdo?

—Hecho. 


JADE

Llegó el día en el que debo acompañar a mi padre a una de esas cenas con la armada. Estoy lista; con mi vestido, mis zapatos, todo el vestuario sofisticado que compré hace unos días para asistir. Falta que el General Jeffers, alias mi padre, venga por mí antes de que me arrepienta.

Quise que Joshua me acompañara, pero el muy idiota fingió estar lesionado después de un partido de básquet, entonces papá le recomendó reposar el fin de semana para que su rodilla mejore. ¡Que iluso! Luego de eso me envió un mensaje burlándose de mí, exagerando sobre su nivel de actuación. Ya veremos cuando su madre me invite a una cena y finja un desmayo para luego decir que estoy embarazada, de otro obviamente. Rio del solo imaginar la cara de la señora Payne al saber que su hijo y yo no somos lo que piensa.

Mi plan maléfico finaliza cuando mi padre golpea la puerta. Está con su impecable traje color arena, acompañado de esas medallas a los costados. Las lleva porque se siente orgulloso, no porque sea necesario.

—¡Jadie, te ves preciosa! —Me hace girar sosteniendo mi mano—. Vamos o se nos hará tarde.

—¿Dónde está mamá? —pregunto curiosa mientras salimos—. ¿En el auto?

—Tu madre no vendrá, se empezó a sentir mal en la tarde y decidió quedarse, así que solo seremos tú y yo. No te preocupes, los hijos de algunos colegas irán, no te vas a aburrir.

—Claro, me imagino lo divertidos que deben ser los hijos de tus colegas —Me quejo.

—Te sorprenderías, Jade —fastidia con diversión abriendo la puerta del auto.

—Papá, ¿me puedo retirar antes de esa reunión? Es que de verdad no tengo ganas de permanecer mucho tiempo allí, quiero... cuidar a Joshua de su rodilla.

Mentira. Jódete, Payne, ojalá te lesiones de verdad.

—No vas a morirte por estar alejada de él unas horas —ríe—, pero tal vez te autorice a retirarte antes, no lo sé.

—¿A dónde es la cena?

—En el Hotel Four Seasons. Es una cena importante, Jadie, lo sabes.

Todos los años tengo que asistir a este tipo de eventos de la armada. Sé que es importante para papá, no estaría bien visto que su familia no lo acompañe; ahora que mamá enfermó solo estoy yo. Debo visitarla más seguido, ponerme al tanto de su salud, estoy siendo una mala hija.

—Es una lástima que Joshua se haya lesionado en el último partido.

—Sí, él tenía muchas ganas de venir —miento—. Uno de estos días podrías invitarlo para que vaya contigo a esas reuniones con tus colegas y sus hijos varones.

—¿Crees que le gustaría?

—Claro, ¡le encantará acompañarte! —Jódete, Payne, simplemente jódete.

—¿Tus cosas están bien? —pregunta con su porte recto y elegante.

—Sí, papá, todo está bien. ¿Por qué preguntas?

—No lo sé, te ves cansada.

Sí, apenas dormí tres horas después de casi una revolución de sensaciones en mi cuerpo.

—Me levanté muy temprano hoy, pero estoy bien, no te preocupes.

—En la guantera hay un regalo para ti.

Reviso entusiasmada, como una pequeña niña en busca de una muñeca nueva. Sin embargo, dentro de la guantera hay un lápiz labial en color rosa suave.

—No es un labial —Se adelanta—, es gas pimienta.

—¿Gas pimienta? ¡¡Papá!!

—Jade, tiene forma de labial justamente para que lo lleves en tu cartera. Nadie sospechará que es un artículo de defensa. Guárdalo en tu bolso.

—No creo que tenga que usarlo.

—Eso espero, que no tengas que usarlo y nunca te pase nada —toma mi mano—. El mundo está lleno de pervertidos, pero sé que sabrás defenderte de todos ellos.

Sí... Defenderme de los pervertidos...

—¿Por qué me estás diciendo esto ahora?

—Eres lo más importante que tengo, no quiero que algo te suceda. Sé que eres adulta, tú sola te marcas el camino; aunque a veces pienso que por mi trabajo no he podido estar cerca de ti, ahora ya es tarde.

—Papá, hablas como si supieras que un pervertido me va a atacar —ironizo.

—No—esboza serio—. Pero tienes que estar atenta cuando sales, no todas las personas son lo que aparentan, Jadie.

Desconozco la razón por la que me está diciendo esto, mas no me sorprende, papá siempre me ha sobreprotegido. Deduzco que solo es un regalo extraño por el cual no tengo que alarmarme de entrada. Ya veremos de que se trata.  


Dentro del salón del hotel los invitados lucen sus pulcros uniformes adornados con aquellas medallas al costado de sus pechos. Al pasar muchos hombres saludan a mi padre y éste contesta con su distinguida sonrisa.

Los uniformados despiertan en mí un deseo natural. Soy de las que piensa que cualquier hombre de traje se ve exquisito, sin importar cual sea su aspecto diario, es como un cambio radical. Si a eso le sumamos un traje militar, de subteniente, de General, ¡Dios mío, eso es la gloria misma! Ahora estoy en el cielo, o el infierno, todo depende desde que punto que se lo vea.

—Ven, Jade, nuestra mesa esta por allá —Señala.

La mesa está cerca de los ventanales de cristal, la vista hacia el jardín es perfecta, la ubicación es buena. Al llegar mi padre me presenta a dos hombres de su edad y a sus esposas; dos mujeres sofisticadas con aires de querer irse a la mierda al igual que yo. Me quedo hablando con ellas un momento en tanto mi padre sigue haciendo sociales yendo de una punta a otra del enorme salón.

—¿Tienes novio, Jade? —pregunta una de ellas para entablar conversación.

—No, por el momento estoy sola —Podría contarles lo del trio y ver sus caras horrorizadas, pero mejor lo guardo como anécdota futura—. Estoy concentrada en los estudios.

—Haces bien, querida, tienes que ser independiente, nunca dejes que un hombre sea prioridad en tu vida —acota la otra y, quizás, si las hubiese conocido el año pasado hoy tendría otra visión y no una disputa con mi conciencia.

Antes de poder responder los caballeros regresan a la mesa, la cena dará inicio. Junto a ellos viene un joven alto y de traje negro sin condecoraciones; sin embargo, no por eso deja de destacar, es muy atractivo.

—Hija, él es Brendan Porter, mi abogado.

—Hola, buenas noches.

—Buenas noches, señorita Jeffers, un placer conocerla.

Ocupa un lugar a mi lado derecho, mi padre al izquierdo. Queda un espacio vacío en la mesa y asumo que es el correspondiente a mamá. La extraño en estos momentos, podríamos estar criticando vestidos juntas. Bueno, a decir verdad, ella solo estaría escuchando mis críticas y reprendiéndome; pese a ello, sería una agradable compañía.

La cena inicia en un banquete relajado con música de piano de fondo, muy fino y elegante. Muchas mesas, quizás más que las del año anterior. El presidente dijo unas palabras al inicio, un protocolo a seguir, un discurso que poco me interesó escuchar y donde solo aplaudí junto a las cientos de personas que rodean el salón. Cuando tengo ganas de irme, mi cara de pocos amigos es la que mejor me sale, y es una lástima, porque estoy en el lugar indicado para conocer a un pretendiente.

La charla entre los caballeros es fluida, el silencio de las damas también se escucha, el fiel reflejo de que en este tipo de eventos salimos sobrando y solo somos una pantalla; me refiero a la mesa en la que me encuentro, no al resto del lugar. Claro que hay mujeres en la armada, pero no he tenido la suerte de intercambiar palabras con ellas esta vez.

Los minutos pasan, la cena finaliza y se lleva a cabo una entrega de premios y medallas para concretar con la apertura del baile final y una pequeña fiesta. Los más jóvenes se divierten; los mayores, algunos; otros optan por permanecer sentados, y entre estos últimos, yo, la señorita Jeffers, quien va a cortarse las venas en cualquier momento.

—¿Te gustaría bailar? —pregunta el abogado sentado a mi lado.

—Sí, ¿por qué no? —sonrío y vamos a la pista.

Es un tema lento, bailo avergonzada al ser consciente de que no sé hacerlo, menos tan pegada a alguien que acabo de conocer.

—No bailo muy bien, lo siento —confieso.

—Nunca bailo, odio este tipo de eventos para ser sincero, pero compromisos son compromisos.

—Veo que mi padre te obligó a venir —reímos—. Somos dos.

Este hombre es muy lindo. Alto, elegante, con ojos oscuros pero brillantes. Sus labios fijan una sonrisa desde hace horas, y lo mejor de todo es que es sincera, no ha fingido en ningún momento. Habla sobre el evento, la decoración, su relación con mi padre, cualquier cosa es buena excusa. Entre esto y estar sentada sin hacer nada, creo que no hay muchas dudas de dónde prefiero estar.

Su mirada lóbrega se dirige hacia una esquina del salón, parece perder color en su rostro. Mi curiosidad puede más cuando decido darme vuelta para ver qué sucede.

—¿Me acompañas al jardín un momento? —pide tomando mi mano—. Me estoy sintiendo mal.

—Sí, vamos —asiento—. ¿Puedes caminar? No voy a poder contigo si te desmayas o algo asi —sonrío.

—No te preocupes, estoy bien, solo necesito aire. Hay una banca en el jardín, ¿podemos sentarnos ahí?

La música se pierde a medida que nos alejamos. El lugar es precioso, un amplio jardín verde, bancas en color blanco alrededor de la fuente que yace al medio de todo, es perfecto.

—Me encanta este lugar, es precioso para sacar fotos —menciono, recordando que el chico se siente mal—. Perdón, ¿cómo estás?

—Bien —admite—. Quería salir, estoy un poco cansado; hoy trabajé hasta tarde y tenía que venir, ya sabes...

—Sí, te entiendo. No trabajé hoy, pero a veces salgo tarde y lo único que quiero hacer es dormir, sobre todo un viernes.

Me siento a su lado, pero mi atención está en aquella bella fuente, pensando en las hermosas tomas que podría sacar.

—Eres fotógrafa, ¿no? Tú padre me ha hablado mucho de ti.

—Lo supuse, aunque no creas todo lo que te dice —reímos—, exagera. Seguro te habló de mi viaje a Italia y mis excelentes calificaciones, pero no todo es así.

—Los padres siempre hablan maravillas de sus hijos —responde logrando llamar mi atención.

—¿Que dicen tus padres de ti?

—Mi madre quería que estudiara medicina, pero mis aspiraciones eran otras. Estudié leyes y eso le preocupaba, actualmente piensa que soy el mejor abogado de Brooklyn, aunque no es así.

—Lo entiendo, pero está orgullosa.

—Así es —asiente—. ¿Tienes novio?

—No, y realmente no creo que lo tenga, es complicado. ¿Tú tienes novia?

—No, le he dedicado tanto tiempo a mi carrera que ninguna mujer ha podido detenerme frente a eso.

—¿Qué edad tienes? —pregunto ante la formalidad de sus palabras.

—30 años. Es probable que no tengas muchos amigos de mi edad.

—Te sorprenderías —murmuro— Tengo un amigo de tu edad —sostengo al visualizar a Kurt—. Pero he dejado de verlo, no creo que sea correcto relacionarme con personas mayores.

—Vaya, me has llamado viejo en mi propia cara —ironiza—. Sin embargo, no estás tratándome como a una persona mayor.

—Perdón, debo parecerte descortés, no fue mi intención.

—Tranquila, Jade, solo bromeo. ¿Quieres que nos vayamos? —propone nervioso.

—Me harías un favor, pero debo avisarle a mi padre

—Iré rápido a decirle al General, quédate aquí, ¿sí? Te llevo a tu casa —Camina con rapidez hacia el salón dejándome sola con la respuesta en la boca.

Qué tipo extraño, parece cambiar de ánimo de un momento a otro, ¿será bipolar? ¿Drogadicto? ¿Querrá abusar de mí? Ay, Jade, no todo el mundo está tan mal de la cabeza, además papá te hizo un regalo hace un par de horas. ¿Será esto una prueba?

—Listo —escucho a mis espaldas—. Podemos irnos, el General está al tanto. Aquí tienes tu bolsa.

—Si tú lo dices... Me haces un gran favor.

Abre la puerta de un Mercedes negro mate y me hace sentir escoltada. Abrocho mi cinturón de seguridad, él sonríe sosegado, no hay rastros del nerviosismo de hace un momento.

—¿Está todo bien? Parecías tenso hace un rato, ¿hubo algún problema?

—No, no te preocupes, todo está bien. Dime dónde queda tu casa y te llevo.

—Disculpa que te pregunte esto, no quiero parecer una tonta, pero... ¿Cómo es tu nombre?

—Brendan.

—Brendan Porter, ¿no? —asiente—. No lo recordaba, lo siento, creo que no preste atención a mi padre. ¿Qué clase de asuntos llevas con él?

—Temas con la armada... ya sabes, contratos, esas cosas.

—¿Pero no deberías ser un abogado especifico de la armada? Digo... para eso hay abogados dentro, ¿no?

—Sí, pero... —parece dudar—. Resuelvo otros casos particulares con algunos internos.

Su respuesta no me deja conforme, no obstante, tampoco entiendo mucho de leyes.

Observo la ciudad por la ventanilla, luce calmada para ser un viernes por la noche, aunque es temprano. No le he respondido a su pregunta de dónde vivo, pese a ello, el camino es el correcto. ¿Acaso adivinó o mi padre se lo indicó? ¿Debería pedirle que me deje en el departamento de Joshua?

—No te he dicho mi dirección —digo y otra vez percibo ese nerviosismo en su rostro.

—Tu padre me lo dijo.

—Y si mi padre te lo dijo, entonces ¿por qué me lo preguntaste? ¿Por qué no solo me llevabas mencionando que lo sabías?

—¿Estudias en la facultad de Derecho? —refuta con gracia—. Serías una excelente colega, Jade.

—Estudio Marketing y soy fotógrafa, muy lejos de ejercer un título como el suyo, señor Porter.

—¿Estás bien? No hace falta que me trates así, ya te lo dije.

Su móvil suena dentro de su abrigo que se encuentra colgado en el respaldar del asiento.

—Podrías... por favor... —Me señala.

La llamada se corta antes de que pueda sacarlo. De todas formas, acato sus indicaciones y lo coloco en aquel soporte que tiene fijo a un costado del volante. Una nueva llamada llega y ahora sí contesta utilizando el altavoz del Mercedes.

—Hola

—Brendan, ¿dónde estás? —pregunta una voz varonil.

—Estoy manejando ¿qué sucede?

—Perdí las llaves de mi casa, ¡no puedo entrar! Tú tienes una copia, ¿verdad?

—Si, la tengo, pero tendrás que esperar porque ahora estoy ocupado.

—¿Qué tienes que hacer?

—Estoy llevando a una amiga a su casa, luego iré a la mía.

—Dijimos que las mujeres nunca estarían por encima de nuestra amistad —Se ríe en lo que al parecer es un reclamo—. No puedes dejarme muriendo de frío. Le estoy llamando a los otros imbéciles y ninguno me atiende el maldito teléfono, ah, ¡pero cuando ellos están en problemas ahí estoy yo salvándoles el culo!

Esa voz me resulta familiar, pero dentro del vehículo es difícil saberlo.

—Escucha, ¿dónde estás tú? —Sonríe mordiéndose el inferior.

—¿A dónde crees que estoy? ¡En la puerta de mi casa, dentro del auto para no morir de frio! Ya, idiota ¿tienes la llave contigo? ¡Tráemela!

El abogado me mira en un pedido de consulta encubierto. Necesita desviarse para salvar a su amigo, el tipo parece desesperado. Afirmo mediante una mirada resignada.

—Ya voy, aquí tengo la llave

—Gracias, será rápido. Ambiciono con entrar y no dormir en el coche.

Una vez que la llamada finaliza los dos quedamos en silencio. Proceso el reclamo de aquel tipo en la llamada, su voz resuena en mi cabeza e intento pensar si no estaré volviéndome loca por considerar esta coincidencia.

—Lo siento, Jade —Desvía su mirada del camino para verme—. Esto será rápido, luego te llevaré a tu departamento para que puedas descansar.

—¿Cómo sabes que es un departamento y no una casa?

—Porque...

—Eres ese Brendan —comento—. El que llamó es Kurt Riley, ¿verdad? Y los imbéciles que no le responden son...

—Sí, ellos.

De un momento a otro el aire comienza a faltarme, no sé qué hago aquí con Brendan, no sé por qué mi padre lo conoce y lo autorizó tan fácil para sacarme de allí.

—¿Estás bien? —Se orilla a un lado de la calle—. Mírame... ¿Qué pasa?

—Tú... Ellos...

—Tranquila, Jade —pide con calma—. Ellos no saben que estoy contigo, tampoco voy a decírselos.

—¿Por qué mi padre te autorizó a sacarme de allí y no se despidió de mí? ¿Él lo sabe? ¿Los conoce? —La voz me tiembla, no puedo emitir palabras con facilidad.

—¡No! Tu padre no los conoce, no tiene relación con ellos. Yo no mezclo temas laborales con mi amistad.

—Tú lo sabes todo, Kurt también lo sabe.

—Por favor, no llores, ¡cálmate! ¡Nos enteramos después de que estuviste en esa casa, no lo sabíamos! Lo juro.

Parece asustado, más que yo. ¿Tendrá miedo a la reacción de mi padre o solo quiere engañarme? ¿Debería rosearle el gas pimienta en la cara y huir como idiota por una calle desolada a las 2 de la mañana?

—¿Prometes que no les dirás que me viste? No quiero que sepan que te conozco.

—Lo prometo. Ellos no saben que estoy aquí contigo y no tienen por qué saberlo. Además, Grant me fastidiaría demasiado —Deja salir una sonrisa nasal—. Quédate tranquila, solo vamos a llevarle la llave a Kurt y te llevo a tu departamento. No llores.

¿Por qué está tan asustado? Le tiemblan las manos y marca distancia para dejar en claro que no va a tocarme. Señala la guantera argumentando que tiene paletas y caramelos, tambien pañuelos descartables.

—Me tratas como a una niña.

—No soporto ver gente llorar —admite—. Soy muy tonto para consolar a otras personas, nunca sé las palabras correctas. ¿Sabes? no es que ante mis ojos seas una niña —prosigue —. Es que... no te conozco y temo que creas que soy un pervertido o algo.

Si lo pensé al principio, no obstante, en este momento lo descarto.

—No lo eres —Niego secándome las pocas lágrimas que se deslizan por mi mejilla.

—¿Te sientes bien? ¿Puedo arrancar el vehículo?

—Sí, adelante.

El auto se pone en marcha con el único fin de ir hasta la casa de Kurt. Persiste el silencio, de un momento a otro los dos nos estamos sintiendo incómodos, nuestra comunicación fue bloqueada. Me doy cuenta de que me mira de reojo asegurándose que no continúo llorando.

Brendan parece buen tipo, es tranquilo y tierno como Kurt.

—Esta es la casa de Riley —Rompe el silencio y toca bocina—. Él está allá en su auto —Señala.

Kurt se acerca a la ventanilla para recibir la llave, pero en cuanto el vidrio baja y se encuentra conmigo queda perplejo.

—Hola, Kurt.

—Jadie...—murmura, desviando luego su atención a Brendan— ¿Qué estás haciendo?

—La llevo a su casa —responde normal ante mi presencia—. No es nada de lo que crees, toma tu llave.

—Kurt —Le hablo con una sensación horrible—. Por favor, no le digas a nadie que nos viste. Te juro que no es lo que crees.

—No diré nada, y no me debes explicaciones.

—Tú piensas que soy una cualquiera, al igual que Brendan —Rompo en llanto sin saber cómo manejar lo que me pasa por la cabeza.

La puerta trasera del vehículo se abre, él ingresa para quedar en medio de los dos asientos.

—Jadie, no llores, nadie piensa mal de ti, ya te lo aclaré.

—¡Eso es lo que dicen! —Levanto la voz— Sin embargo, no es lo que sus ojos manifiestan cuando me ven con lástima. Para ustedes soy una niña estúpida que se dejó llevar por un contrato falso y palabras bonitas. Me tienen como la perra que jugó con los sentimientos de ellos por separado.

Los ojos se me rebalsan en lágrimas, la culpa me corroe el alma frente a estos dos presenciando mi derrumbe.

—Jade —habla Kurt—, todos en algún momento de la vida sufrimos por amor. No importa la edad ni la situación en particular; lo único que puedo decirte es que nadie, escúchame bien y mírame —pide tranquilo— Nadie mejor que tú para saber cuándo dar un freno a ese sentimiento. Ya no llores, linda, nosotros no pensamos mal de ti, tú no tienes por qué sentirte avergonzada.

—Siento que jugué contigo y no era mi intención. Debí decirte la verdad en un principio, no ellos.

—¿Te arrepientes de lo que pasó entre nosotros? —Indaga risueño— Yo no me arrepiento, estuvo bien porque quisimos hacerlo y quedó ahí. No te odio, tú tampoco lo haces conmigo, fue algo que quisimos, fin de la discusión—Seca mis lágrimas con un pañuelo—. ¿Quieres que te lleve a tu departamento?

—No van a decirles que me vieron, ¿verdad?

—No lo haremos— responde Brendan—. Hay cosas que no nos contamos, esta será una de esas, quédate tranquila.

—¿No te enojas si Kurt me lleva? —pregunto avergonzada, él se ha portado muy bien conmigo.

—No, pero envíale un mensaje a tu padre cuando llegues para que no se preocupe. Nos hemos demorado más de la cuenta —dice mirando su reloj de muñeca—. Se lo enviemos ahora —comienza a escribir en su teléfono.

—Gracias, Brendan, por sacarme de esa aburrida reunión e intentar llevarme a mi casa.

—No te preocupes, Jade, fue un gusto conocerte. Perdón por el mal momento.

Bajo de un auto para subir al otro. Estoy agradecida por las palabras de ambos. Brendan ya se encargó de avisarle a mi padre que llegué a casa, pese a que todavía no lo hago, pero es lo de menos. Se ha portado muy bien conmigo, lamento las circunstancias en las que tuvimos que conocernos.

—Perdón que te haga ir hasta mi departamento—Le digo a Kurt mientras me abrocho el cinturón de seguridad.

—No hay problema, además podemos hablar un momento. Quiero saber cómo estás después de lo que pasó en la discográfica.

—Estoy bien, gracias por preguntar. Joshua se quedó conmigo, me hizo compañía.

—Eso es bueno, Payne es un gran amigo —sonríe.

La confianza que me genera Kurt siempre ha sido grande. Sé que nada de lo que le cuento sale de nosotros, pero ahora, teniéndolo al lado en un espacio minúsculo temo decir alguna palabra que me perjudique.

El estéreo del auto permanece apagado, abre paso a la incomodidad cuando no hay nada más para decir. Lo observo manejar y parece no percibirlo. Trae un pantalón oscuro combinado con un abrigo en el mismo tono; en su cuello una bufanda color azul marino que lo cubre sin dejar a relucir aquel blanco y perfecto cuello que hace meses quise marcar para ser inmortal.

Es muy sereno, siempre lo ha sido; salvo su desesperación vía telefónica con Brendan nunca lo he escuchado alterarse, mucho menos maldecir.

Giro con todo mi cuerpo hacia el lado de la ventanilla, relajándome en el asiento como si tratara de un sofá. Suspiro porque estoy cansada de sentirme diminuta cuando los problemas me aplastan, de intentar no llorar y de creer que puedo salir de esto cuando no hay salida, porque cerré la puerta y me tragué la llave.

—Jade, ¿estás bien? ¿Te dormiste? —pregunta a mis espaldas obligándome a que me reincorpore en el asiento.

—No, Kurt, lo siento. Tengo la maldita costumbre de sentarme mal cuando el auto no es mío —reímos.

—Te veo mal, ¿sabes? —confiesa antes de estacionar en la puerta de mi edificio—. No debería hablar esto contigo, ¿pero puedes considerarme ajeno al problema?

—Es difícil cuando también formas parte de sus vidas —respondo bajísimo—. No parte del problema.

—No sé qué pasó entre ustedes —Muerde su labio pensando las palabras correctas—. Es decir, sí sé que pasó, pero no detalles, menos lo que sucedió después. Jade, si tú quieres a uno de ellos nadie va a juzgarte.

—Es complicado, los dos generan cosas en mí. No importa a cuántas personas se lo diga, todas dan una misma respuesta "elige a uno" —enfatizo en estas últimas palabras provocando que sonría—. Pero no puedo, por eso me alejé de ambos, y ahora...

—Estás viendo a Joan, ¿no?

—Sí, pero no le digas que nos vimos, Joan es...

—Un imbécil —bromea—. No le diré nada, Brendan tampoco, despreocúpate. Ahora ve a descansar, Jadie —Besa mi frente con cariño, casi como Joshua lo hace.

—Gracias por traerme, Kurt, cuídate mucho y descansa.

—Tú también, que tengas dulces sueños.

Busco mis llaves en la pequeña bolsa hasta que doy con ellas. Todo está oscuro, sin embargo, desde mi habitación la luz se filtra por la ventana; acostumbro no juntar las cortinas cuando salgo. Cierro la puerta, coloco el pasador y entre penumbras encamino hacia mi cuarto para dormir, el día fue agitado.

—¿De dónde vienes Jade? —Escucho a mis espaldas. 



Hola! ¿Cómo están? Quiero contarles algo y es que... SON LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS!

Quiero agradecer a todas las personas que se encuentran leyendo desde el primer día, y a quienes se unieron recientemente.  Gracias por los votos y comentarios 🖤 Es muy importante para mí. 

Siento que la historia me ha ayudado a interactuar más con todas ustedes, ya sea por Instagram, Facebook, aquí mismo en Wattpad, y ahora también en WhatsApp! Estoy muy agradecida por todo el apoyo que recibo. 

Aclaro, por si acaso, que en la biografía encuentran todas mis redes. Si quieren mi Whatsapp pueden pedírmelo por privado (así las agendo para que puedan ver los estados y algunas cositas extras) Vale aclarar que el número no lo publico por razones obvias, pero sí se lo doy a las personas que votan y comentan, porque demuestran interés por las obras en general. 

Sin nada más que decir, les mando un fuerte abrazo. 

JK💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro