TAD
Cierro la puerta de la oficina, conteniendo mis ganas de mandar a la mierda a Joan por su comportamiento con Jade, y por su atrevimiento en la sala de juntas frente a los demás. No entiende por las buenas, supongo que entender por las malas será la única opción, cuando se dé cuenta de lo lastimado que puede salir con todo esto.
Expresarme delante de Jade, mirándola a los ojos, fue lo más complicado; no sé cómo le hice para no titubear. Una enorme verdad se esconde detrás de aquel discurso, no he podido quitarla de mis pensamientos en este largo tiempo. Verla ayer generó algo; reencontrarme con ella hoy rompió mis esquemas, aquellos que parecían intactos. Mi moral y mi poca dignidad vacilaban entre caer en ese juego o quedar ileso. Optar por la segunda opción me hace sentir orgulloso de mí mismo. No puedo permitirme entrar en ese rol, menos darme el lujo de lastimar a la mujer que más he querido en años. No soy un desquiciado.
"Asi lo haré, señor Bennett, no se preocupe."
No dudó ni un segundo, su decisión es más que obvia. No le importa si no participo de esto, y creo que es mejor así.
Sentado en la sala de juntas, con los dos contadores, me limito a revisar los papeles y cargar al sistema lo necesario. Jackson Lander se muestra inquieto, supongo que el intercambio de palabras entre Jade y Joan lo ha dejado flipando. Su jefe se está cogiendo a su exnovia y no va a competir contra eso. Si tan solo supiera que el contador Riley le dio una sesión de besos eternos tampoco le haría mucha gracia. Nos hace falta Brendan para hacer telepatía a través de las miradas.
—¿Dónde está el señor Porter? —pregunta Riley en su rol profesional.
—Tenía asuntos que resolver. Dos veces por semana en las tardes se encarga de su despacho.
—¿Y el señor Grant? —Cuestiona el otro.
—Está programando una sesión de fotos con la fotógrafa y el mánager del artista —Miento sin dejar de ver los archivos—. ¿Necesita algún otro dato, señor Lander?
—Pues debería decirle que la señorita Jeffers es menor que él. ¿Acaso no le da vergüenza meterse con una niña?
—¿Tú sabes lo que es una auditoría interna, niñito? —habla Kurt—. Primero, cierra la boca que todo este problema es por tu causa; segundo, lo que el dueño de la empresa haga con su vida a ti no te concierne; tercero, vuelve a trabajar, aprovecha que aún conservas el empleo.
—Tal como dijo Riley, por favor, ahórrese los comentarios, estamos aquí por trabajo. Además, la señorita dejó muy en claro que ustedes no tuvieron nada que ver, no sea inoportuno.
—Soy un caballero, no voy a contar todo lo que hice con la señorita.
Su respuesta me hace reír. Si no conociera a Jade podría creerle sus palabras, pero la conozco mucho más que los dos que me acompañan.
De repente la pregunta que ella me hizo minutos atrás viene a mi cabeza. "¿Por qué estás tan seguro esta vez?" ¿Ella lo consideraría una vez más? Pude cuestionarle muchas cosas, como quizás lo esté haciendo Joan en este momento.
No, a quién engaño. A ese idiota poco le importa lo que pasó, solo quiere asegurarse sexo a diario. Se está demorando más de la cuenta, es obvio que algo ha logrado y, tal como lo dije, no voy a intervenir.
—Si me disculpan saldré a fumar —dice Jackson, levantándose de su asiento—. Puedo hacerlo, ¿o no, señor Bennett? —ironiza.
Está faltándome el respeto a sabiendas de que puedo deshacerme de él en cualquier instante.
—Haz lo que quieras, Lander. No me interesa.
—Lo supuse —Se ríe—. A mí tampoco.
La puerta se abre y, en tanto el idiota sale, Joan ingresa.
—¿A dónde va?
—Dice que va a fumar, pero por mí se puede ir a la mierda. —bufo—. ¿Por qué demoraste? ¿Todo bien?
—No, todo mal. Luego te cuento.
—Joan —Rompe el silencio Kurt—. El idiota habló de ti recién —Se ríe.
—Kurt, cállate —Pido al contener mis ganas de carcajear—. Ahora tendremos un problema.
—¿Qué dijo? Ya dime, Bennett. ¿Qué mierda dijo ese imbécil?
—Que eres un viejo para Jade —acota Riley—. Dice que no se te para el pene.
Pasar tiempo con estos dos de forma habitual va a devengar en poca concentración; y si sumamos a Brendan, esto se va a la mierda. La amistad y el trabajo, tal como lo asegura Grant, no debe mezclarse. Estas son las consecuencias: hablar incoherencias bajo la apariencia profesional.
—Sí, claro, como si fuera a arriesgarse a que le patee el culo aquí mismo.
—Piensa lo que quieras —Satiriza Kurt—. Lo dijo, nosotros lo escuchamos perfectamente.
—¿Qué sucedió con Jade? —cambio el tema—. ¿Qué hiciste?
—¿Pueden creer que me preguntó si me había acostado con mi secretaria? ¡Dice que es obvio!
—Te lo dije.
—¡Pero no me he acostado con ella! Además, se enojó porque no quise despedirla —ríe—. ¡Lo mismo pensó de Judith.! ¡Lo hace a propósito!
—Le propusiste regresar a la casa —recrimino enojado—. ¿Estás loco? ¿Qué parte de que la dejes tranquila no entiendes, Grant?
—Tad, la hiciste sentir mal con tu comentario, aunque estamos a tiempo de convencerla.
—¡Que no! —expreso exaltado—. ¡No volveré con ella, no me jodas!
—Tal vez lo que realmente se te para es el cerebro —comenta Kurt dejando los papeles de lado—. Voy a golpearte, Joan. No seré compasivo contigo, no soy el mariquita de Bennett, voy a romperte los huesos si te acercas a Jade, ¡entiéndelo!
El sonido del teléfono interrumpe la amenaza, y antes de responder, hago una señal de silencio.
—Sí, Rose, ¿qué sucede?
—¡Señor Bennett, en el estacionamiento hay problemas! —dice desesperada— ¡La señorita Jade!
Ni siquiera espero a que termine la oración, solo corro hacia el elevador.
—Bennett, ¿a dónde vas? ¿Qué pasó?
Casi como una señal del cielo nadie lo está utilizando. Presiono el botón de la planta baja y miles de imágenes me vienen a la cabeza. Quizás llora, o tal vez se ha desvanecido como aquella vez en la casa tras la presión de vernos a los dos. Mis palabras, mi pésima manera de dirigirme a ella, todo me hace sentir culpable. Cada piso parece una eternidad. Arreglo mi saco y desajusto mi corbata porque creo que estoy ahogándome con la presión.
Llego a la recepción topándome con Rose nerviosa y desesperada.
—Jackson la persiguió hasta el estacionamiento, discutieron señor. ¿Qué hago?
—Avisa a Grant y mantén la calma, yo me encargo.
Camino hasta la parte final del aparcamiento, donde no están determinados los lugares y cualquiera tiene acceso. Logro divisar el Hyundai rojo de Jade y, a un costado, al imbécil de Jackson, su exnovio, o el inoperante de mi contador. Parecen discutir, es posible que Rose exagere, pero no voy a quedarme de brazos cruzados sea cual sea la razón. Me aproximo con convicción, ninguno parece escuchar las suelas de mis zapatos sobre el asfalto casi liso del subsuelo.
—¡Yo te amaba Jade! —Lo escucho decir—. De verdad te amaba, pero jugaste conmigo, lo elegiste a él. ¡La noche que nos iríamos, te acostaste con él! —grita acusador.
—¿Me amabas? Si tanto lo hacías no me habrías obligado a escapar de casa, de intentar manosearme y hacerme creer que mi forma de querer era una mierda. ¿Con qué derecho me reclamas ahora? ¡Pasaron 3 años, nunca me llamaste!
—¿Y por qué hacerlo? Te acostaste con él, ¿no? Lo que no hacías conmigo, lo hacías con él; ahora con mi jefe —Comienza a reír logrando que ella baje la cabeza—. Grant te paga, ¿no? ¡Eres la prostituta de turno!
—No lo soy —Lo abofetea con fuerza, y a la distancia lo disfruto.
—Lo eres, Jadie, eres como todas, te buscas un tipo mayor que te pague tus gastos de niña caprichosa.
"Debe ser que soy una mujer como cualquier otra. No se enoje, estoy siendo respetuosa".
"Es más fácil engañar a alguien menor... Mucho más si es tonta como yo"
Se le acerca con intenciones no muy buenas, al parecer esto no quedará solo en palabras. A medida que avanzo la furia que cargo va elevándose como si se tratara de un termostato. Esto va a explotar y me importa un carajo la empresa o que sea mi empleado; me importa una mierda el posible proceso que esto conlleve después.
—Te busqué, Jade, muchas veces, pero no te encontré —Su voz ha cambiado, ahora parece calmo—. Perdón si te asusté, podemos hablarlo.
—Por favor, déjame—Posiciona sus manos hacia adelante para evitar que se le acerque.
—Grant no se va a enterar que nos vimos —La sujeta con fuerza acorralándola contra la puerta del vehículo.
—Por favor—solloza—. Me quiero ir.
Las suplicas no logran que cambie de opinión, al contrario, se posiciona detrás apoyando todo el peso de su cuerpo contra el de ella.
—¡Que la dejes! —grito de repente—. ¿Eres sordo?
—Señor, solo estamos hablando, una simple discusión. ¿No, Jadie?
—Sí, señor Bennett, todo está bien —Su voz comienza a quebrarse—. No se preocupe.
—Vete a trabajar que para algo te pagamos, y que no se te olvide que todo este embrollo es culpa tuya. Dijiste que saldrías a fumar, no a molestar a la señorita Jeffers.
—Van a despedirme de cualquier forma —menciona despectivo.
Su forma de actuar es extraña, se muestra inquieto, habla acelerado, parece pasar de violento a calmado en un segundo. Nunca dio signos de ser un mal tipo, jamás me faltó el respeto, ni siquiera ayer cuando se desencadenó el problema.
—Jade, ven aquí. —Pido tranquilo, mas no se mueve.
—Señor Bennett... Por favor, váyase.
—¿Lo ve? ¡Quiere que se vaya! Estamos hablando, no se preocupe, ya voy a la oficina.
Decidido, y sin dejarme persuadir, avanzo hasta detrás del auto para comprobar la razón. Jackson sostiene algo en sus manos que a la distancia no puedo diferenciar, pero está coaccionando a Jade.
El pequeño cuerpo tiembla cuando una de sus manos la aprisiona. Logro darme cuenta del motivo. Sus ojos aguados no dejan margen de error.
—Suelta eso, Jackson; la policía viene en camino—Miento—. Rose los llamó apenas saliste.
—¡No pasa nada! —grita—. ¿Tú llamaste al amigo de tu novio, Jade? ¿O también te acuestas con él? ¿Eres la prostituta de la empresa?
Por cada pregunta que le hace su cuerpo choca con el de ella. La sacude tomándola del cuello y golpeándola contra la puerta del coche.
—No, yo no llamé a nadie—Llora—. Por favor, déjame en paz.
Sin importarme su actitud, ni el elemento cortopunzante que tiene en sus manos, me abalanzo sobre él. Forcejeo lo suficiente como para que la pelinegro corra a salvo, entonces nos enfrentamos en una batalla de fuerza. Una pequeña navaja era lo que tenía entre sus manos y, una vez que cae al suelo, la pateo alejándola de su agarre.
—¡Jadie, corre a recepción! —grito.
—¡No, por favor, ten cuidado!
—También se acuesta contigo —balbucea en tanto lo sujeto de su traje—. Ahora entiendo todo, la comparten.
Mi paciencia para dar el ejemplo se desintegra cuando golpeo su rostro y lo dejo caer. Insiste en difamar a Jade, a pesar de que ella sigue escondiéndose sin dejar de temblar delante del auto.
Joan y Kurt se acercan, parece que hubiera pasado una eternidad desde que salí de la sala de juntas. No se han dado cuenta de la presencia de Jadie, ella ha quedado estática contra la pared y el frente del coche.
—¿Qué haces, Tad? —Se sorprende Grant al ver al idiota de Jackson en el suelo.
—¿Lo golpeaste? —Pregunta Kurt—. ¡No puedes hacerlo!
—No me digas —habla desde su lugar intentando ponerse de pie—. ¿Eres amigo de ellos? También te acuestas con Jade —Se ríe—. ¡Lo sabía, es la prostituta de la empresa!
—¿Que dijiste, imbécil?
—Lo mismo van a echarme —Se justifica—. ¿Cuánto le paga, señor Grant?
—¿Está ebrio o drogado?
—No lo sé —respondo agitado—. Jade, ven aquí.
Corre hacia mí para refugiarse en mis brazos. Tiembla, su rostro empapado choca con mi camisa haciéndome sentir culpable por las palabras dichas con anterioridad. Mis amigos observan, ninguno comprende lo que acaba de suceder. Les hago seña para que guarden silencio y por suerte sus atrevidas bocas obedecen.
—Todo está bien, Jade, no le hagas caso —susurro—. No eres una prostituta, y no eres como todas. —Beso su coronilla—. Te a...Todo va a estar bien ahora.
JOAN
—¿Qué le hiciste? —pregunto furioso tomándolo del cuello—. Escúchame, si le tocaste un pelo no me importa las condiciones en las que te encuentres, te voy a moler a golpes.
—No le hice nada —contesta acelerado—. ¿No le da vergüenza estar con alguien menor? ¿Sabe quién es su padre?
Tengo que controlarme, hay cámaras de seguridad en el perímetro.
—¿Pero qué mierda le pasa? —interroga Kurt en tanto se le aproxima—. Oye, niñito, ¿consumiste algo? ¿Bebiste?
No responde. Se nos queda mirando serio, como si estuviera furioso. No comprendo qué le ha ocurrido.
—Si está fuera de sus facultades podemos golpearlo, decimos que se cayó por las escaleras.
—Kurt —susurro entre dientes—. Jade sigue aquí.
Personal de seguridad llega con el fin de llevarse a Jackson fuera del recinto. Todavía no sé qué mierda ha ocurrido, pero lo quiero lejos a partir de ahora, al menos hasta que venga la patrulla.
—Jadie, ven conmigo—Le digo—. Vamos a la oficina para que bebas un poco de agua.
—Ve con Joan —dice Bennett, separándola de sus brazos—. Yo me quedaré a esperar a la policía.
Su mirada angustiante no quita el contacto con mi amigo, no obstante, él parece estar relajado frente a la escena. Ni yo que estoy en frente puedo quitarme la inquietud de verlos tan juntos.
—Jade, vamos —Insisto.
—No quiero ir contigo, me quiero ir a casa —menciona bajísimo.
—No puedes manejar así, estás temblando—responde Tad sin despegarse de ella—. Vete con Joan. Cuando te encuentres más tranquila, te irás de la empresa. Por favor, hazlo
Deja de abrazarla, indicando con su mano que venga conmigo. Jade lo hace, pero no muy convencida.
La apaño para caminar juntos hasta el vestíbulo donde Rose ya tiene listo un vaso con agua para ella. Las dos se quedan en la oficina, mi secretaria trata de tranquilizarla, sin embargo, Jade sigue asustada. Ahora me siento una mierda por como la traté hace un rato.
Salió hecha una furia del despacho, asegurando jamás tener que volver a verme la cara, asumiendo que soy un lunático de mierda que lo único que quiero es burlarme de ella. Dijo cosas que me hicieron reír, como si no las supiera desde antes, y tantas otras que me dejaron riñendo entre responderle o permitir que se exprese.
Una bofetada fue suficiente para que la puerta se abriera y se retirara sin tanta despedida. No levantó sospechas frente a Rose, ella la despidió con su delicada sonrisa y su indiscutible sencillez.
Había pensado salir de la oficina e ir a su casa a buscarla una vez más, una última vez como hace ya casi un mes que lo añoro. Follármela sin excusas, sin mentiras, incluyendo el puro conocimiento de mis amigos, quienes pronto me golpearían, pero no era un obstáculo.
Ahora la veo y me encanta, incluso llorando, temblando y vulnerable. La quiero, la quiero conmigo, y me gustaría que me eligiera de una buena vez.
Regreso al estacionamiento para verificar la llegada de la patrulla. Bennett y Riley ya están dando sus declaraciones. Jackson está bajo los efectos de alguna droga o alcohol, no se percibe a simple vista qué le sucede. Su cambio de humor es drástico, su manera de moverse es extravagante; no deja de hablar y reír como un maniático. Sigo sin comprender en qué momento hizo el cambio brusco.
Se lo llevan de aquí, quedando en nuestras manos la comunicación con Brendan acerca de lo acontecido. Él se encargará del procedimiento posterior.
—¿Cómo se encuentra Jade? —Me pregunta Kurt.
—Bien, está con Rose, las dejé en la oficina. ¿Puedes decirme qué pasó, Bennett?
—Ellos discutían, le reclamaba cosas de hace años, todo lo que nos contó a nosotros. Luego dijo que tú te estabas acostando con ella y que era obvio que le pagabas. La trató de prostituta.
—¿Creen que él diga algo?
—Kurt, si Jade se acuesta conmigo o no, es nuestro problema, a nadie debería interesarle.
—Se puso como loco, tenía una navaja y amenazó a Jade detrás del vehículo, por eso no respondía a mis llamados. —Continúa hablando Tad—. En cuanto me di cuenta me arrojé contra él, no me importó nada más...—Guarda silencio—. Quizás no actué bien, pudo haberla lastimado por mi culpa.
—¡Tad, hiciste lo correcto, nada le sucedió! —interviene Riley—. Le diste un golpe, ¡muy leve por cierto! —Chasquea la lengua—. ¡Golpeas como mariquita, Bennett!
—Cállate, no me gusta pelear.
—Pero le diste solo un golpe —insiste entre quejas—. ¡A Grant le destrozaste la cara!
—No exageres—Interrumpo—. Bennett se llevó la peor parte, porque ya sabes, soy más fuerte y mi puño es de reacción rápida.
—Sí, claro, pues tu cara no tenía reflejos, porque todos los golpes fueron a parar ahí —Se burla.
—¡Ya basta! —Alza la voz—. ¿Pueden pensar un momento en Jadie? Vayan a ver como está, por favor. Llamaré a Payne para que venga por ella, no puede manejar así.
—¿Y por qué no vas tú a verla? —Indaga Kurt con el rostro serio—. No tiene nada de malo que te preocupes, lo malo es ser como este imbécil —Me señala—, y creerse listo por hacer un par de chistes.
—¿Qué chistes? ¡No dije nada!
—¡Cierra la boca, Joan!
—No puedo estar cerca, no es correcto. Si me acerco me confundo, y la confundo a ella. Se percibe incómoda, no quiero —repite antes de adentrarse en el vestíbulo—. Llamaré a Payne para que venga a buscarla.
—Yo puedo llevarla, Tad —Acelero el paso para alcanzarlo—. Después tú te vas en mi auto.
—Insistes en meterte donde no debes —acota Riley—. Golpéate contra la pared una y otra vez. Lastímala, humíllala más de lo que ya lo hiciste; vamos, adelante Grant.
—¿Pero de qué mierda hablas? —Me quejo—. ¡No le he hecho nada!
—Si ella quiere irse contigo que se vaya, si no, deja de joderla.
Ambos están molestos, la voz carrasposa de Tad es como una alerta, pero voy a pasarla por alto como tantas otras veces lo he hecho. Ni hablar de Riley, parece arreglar el puño de su camisa para darme un golpe, no obstante, mis pies son más rápidos para acceder a la oficina.
Rose y Jade platican con calma, ya no está llorando, se halla relajada.
—¿Se encuentra bien, señorita Jeffers? —pregunta Riley, inhibido por la presencia de la rubia.
—Así es, no se preocupe. Disculpe las molestias ocasionadas, señor Grant. Voy a retirarme.
—No, quédate. Tu novio vendrá por ti para llevarte a casa, Tad lo está llamando.
—Sí, está bien —asiente retomando su lugar en el sofá—. Mejor, porque tengo que hablar con él.
Sabe que me refiero a Payne, y también sabe lo celoso que acabo de ponerme, porque no lo ha negado frente a los presentes. Me está provocando, siempre lo hace. Su rol de niñita caprichosa no ha terminado conmigo, lo mantiene, lo seguirá haciendo. Aunque lo niegue continuamente regresa a mí, como un boomerang cuando es lanzado, como una abeja pecoreadora intentado excitarme con el simple aroma que desprende. Y yo caigo rendido, esperando la mínima incitación para arrimarme a ella.
—Rose, puedes retirarte, nosotros nos quedaremos con la señorita Jeffers y nos avisas cuando su novio llegue por ella.
—Claro, señor Grant, con permiso.
La rubia sale con su acendrado vestuario blanco, nosotros la observamos hasta que la puerta se cierra frente a nuestras narices.
—¿Por qué no te vas con ella y me dejas con Kurt?
—¿Por qué no dejas de ser un berrinchuda de mierda? Estoy aquí porque quiero estar contigo.
—¡Joan! No le hables así.
—Déjalo, Kurt —interfiere—. Siempre me trata así, hay hombres que no tienen la caballerosidad de forma innata.
—Riley está al tanto de todo, no hay que fingir nada.
Sus ojos se abren alarmados, agacha la cabeza y sus nudillos se vuelven blancos cuando su puño se cierra centrando la fuerza en ellos.
—¡Ya cállate! —dice encolerizado—. No hacía falta mencionarlo, menos ahora.
—Kurt, lo siento... Yo no...
—Todo está bien, Jadie —sonríe sentándose a su lado—. No tienes que darme explicaciones de nada.
—Debes pensar que soy una cualquiera, pero créeme que yo...
—No pienso nada de eso—Niega con la cabeza—. Tampoco deberías pensarlo tú.
Kurt la abraza, su mano derecha sostiene la pequeña y pálida mano de Jade. Ella no deja de mirar al suelo, y por alguna razón el acercamiento de ellos no me molesta. No sé si es por ella o por él, no sé en quién de los dos confío más.
Riley está mirándome furioso, los ojos azules parecen un propulsor donde la punta del misil va a darme en medio de la frente. Hace horas que está acusándome de algo que no entiendo y que en este momento es imposible que me lo diga. Prefiero callar, no intervenir en su abrazo consolador y sentarme en mi sillón sin provocar cualquier tipo de discusión.
Minutos después, donde solo ha reinado el silencio, la puerta se abre dejando ver a Joshua Payne invadiendo mi área personal y aproximándose a Jade para abrazarla. Esta rompe en llanto de nuevo y no comprendo el motivo.
—¿Tad ya te dijo lo que sucedió? —pregunto descortés y este asiente.
—Vamos, Jade, te llevaré a tu departamento. —Recoge su bolso y el famoso cuaderno de tapa roja— ¿O quieres ir con el General Jeffers? —Consulta complaciente sosteniéndola del brazo como si estuviera moribunda.
—Quiero ir con mi papá —murmura—. Voy a contarle todo —Su nariz gotea, a su vez, la voz entrecortada no le permite hablar correctamente.
¿A qué se refiere con que va a contarle a su padre? El despacho parece vacío, el sollozo de Jadie me parte el corazón en miles de pedazos que no se restaurarán jamás. No puedo soportarlo.
—¿Pueden dejarme con ella a solas un momento? Dame cinco minutos, Joshua.
—Grant, ha sido suficiente por hoy.
—Es solo un momento—Exijo en un entrecruce de miradas.
—Joan, déjalo para otro día —Se entromete Kurt.
—Tiene que ser ahora.
Me cuesta convencerlos, ninguno de ellos dos cree que sea correcto que me quede con Jade a solas, pero estoy dispuesto a no empeorar las cosas.
Tras muchos intentos deciden salir y mi tiempo reducido comienza a correr casi siendo cronometrado desde el otro lado de la puerta.
—¿Qué quieres? Por favor, ya quiero irme —suplica con los ojos aguados.
—Abrázame —suplico—. Déjame sentirte, olerte. Te extraño, no me gusta verte llorar así.
—Entonces no me lastimes, no me hagas sentir más mierda de lo que ya me siento.
—Linda, no llores —Me aproximo consiguiendo poco a poco su confianza. Ella me permite contenerla entre mis brazos—. Te amo, Jadie, te extraño y quiero estar contigo. —Hundo mi rostro en su cuello, saciando mi deseo con el contacto de su piel tibia—. Dime que aún me amas.
—Joan... Otra vez no.
—Sí, otra vez sí —Rio besando suave sus clavículas—. Sabes bien que no podemos dejarnos, nos gusta estar juntos, hablarnos mal delante de todos, pero queriéndonos en secreto. Además, el sexo que tenemos es increíble, no puedes negarlo.
—Pero...
—Pero nada —La interrumpo—. Tú y yo estamos destinados. Sé que ahora me ves y soy un desastre, volvi a fumar, soy un lunático de mierda como lo aseguraste hace horas. No soy caballero, es posible que no sea el mejor hombre de todos, aun así, no puedo vivir sin ti. Y aunque lo niegues, tú tampoco puedes estar sin mí.
Acaricio su rostro, enmudecido, tampoco es necesario acotar palabra.
—¿Ya te olvidaste de mí, de mis besos, de mi tacto? Niega con vergüenza—. ¿Lo ves? Tú me amas, Jadie, tanto como yo a ti.
Mis labios atrapan los suyos con presteza, no duda ni un segundo en acunar mi cara entre sus manos. Después de un mes la estoy besando como quería, con hambre, con ganas; y ella no se queda atrás, porque nuestras lenguas tienen una pelea para decidir quién de las dos desea más a la otra.
Quiero subirla al escritorio y tirar todo lo que haya alrededor con tal de poseerla otra vez, de demostrarle lo mucho que la deseo ahora y lo que he aguantado en esta abstinencia sexual que me atormenta; mas no hay tiempo, la puerta podría abrirse en menos de lo pensado y toda esta osadía no pasaría inadvertida.
—Nos veamos en estos días —propongo con desespero y sonríe.
—Si no te aguantas, hazte una paja y no me jodas.
—Ya me he hecho muchas; ahora ayúdame tú, ¿sí?
—¿Por qué pasas de ser un prepotente a alguien tan lindo? Me gustas más cando tu voz suena apacible, cuando eres sosegado, cuando me tratas suave, así... como ahora.
Su descripción suena a imploración, y quizás deba cambiar mi forma de ser con ella; porque a pesar de ser arisca y rebelde, en el fondo es solo una niña.
—Puedo ser así contigo si te portas bien conmigo. Si tú me tratas con cariño yo voy a hacer lo mismo. ¿Cuántas veces debo decirte lo mucho que me gusta que me demuestres afecto?
—Está bien, lo haré —asiente por última vez antes de ser interrumpidos.
—Jade, vamos —dice Joshua desde la puerta.
—Tengo que irme, Joan.
—¿Estarás en casa de tus padres? —Me atrevo a preguntar.
—No, iré a mi departamento. Cuídate —Besa mi mejilla.
—Descansa y llámame si necesitas algo —Acaricio su cabello—. ¿Lo prometes?
—Sí, Grant, lo prometo.
A pesar de que el mundo se desmorona a mi alrededor, mi corazón permanece intacto; porque Jade no me ha descartado, seguimos unidos, y ahora más que nunca.
Hola! ¿Cómo están? Perdón por la demora en este capítulo, he tenido una semana complicada, ya comencé mi último semestre (y vendrán tiempos peores)
¿Qué les parece la historia hasta ahora? He visto que cada vez llegan más personas a leerla y eso me hace muy feliz. Muchas gracias por votar y dejar comentarios ♥ Algunos los respondo, otros no para dejarlas ser jaja
Recuerden que en el perfil pueden encontrar mis redes sociales por cualquier cosa: Instagram, Twitter, Facebook, Tiktok, etc.
Les mando un super abrazo. Cuídense mucho 💜
JK.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro