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3• Me encantas


JADE

Ninguno de ellos se encuentra a mi lado al momento de despertar. No sé qué hora es, tampoco puedo percibir si ya se han ido de la casa o permanecen dentro; este cuarto no tiene ventanas.

Algo confusa y llena de dudas, decido salir para ir a mi habitación, esperando no cruzarme con ninguno de ellos en los pasillos. No quiero romper una de las reglas y ser castigada de alguna manera.

Ingreso a la bañera y me quedo tranquila por unos minutos sumergida en mis pensamientos y recordando todo lo que sucedió anoche. Es evidente que mi primera vez no fue como la había soñado; pero no puedo quejarme, ninguno de ellos me trató mal ni cuestionó mi elección. Se comportaron como caballeros, siempre lo hacen, incluso Joan, que solo me insulta cuando estamos fuera de la cama; sin embargo, dentro de ella es el ser más noble. Ni hablar de Tad que, siendo rudo, no deja de complacerme, aludiendo a que soy hermosa y completamente suya.

Afirmada al borde de la bañera y con los ojos cerrados trato de relajarme, aunque eso implique quedarme dormida aquí mismo. El sonido de unos pasos me obliga a salir del relax en el que estoy cuando de repente se adentran al baño abriendo la puerta y quebrantando mi privacidad. Me siento cubriendo mis pechos, como si ellos no hubiesen visto demasiado por la noche.

—¿Qué haces ahí? ¡Rompiste una regla! No estábamos fuera de casa.

—Lo siento, yo... no...

—No te pongas nerviosa—dice Tad soltando una risita nasal—. No hay castigo esta vez, desde allí dentro no podías saberlo.

—Joan, imbécil —murmuro.

—¿Qué dijiste? —ríe—. Cuida tu lenguaje, niña, anoche me tratabas mejor.

—Sabes... —interrumpe el castaño—. Me encanta cuando eres agresiva.

Mueve su dedo índice con el fin de guiarme hacia el otro extremo de la bañera; él se encuentra agachado esperándome. Sé que lo hace para verme desnuda, de lo contrario, solo pudo pararse a mi lado.

No alcanzo a acercarme y ya aprisiona mi cabello con su mano para estampar su boca a la mía. Me encantaría abrazarlo y colgarme de su cuello, pero no quiero mojar su camisa ni arruinar el perfecto nudo de su corbata.

Se encarga de decirme un montón de obscenidades al oído a medida que nos separamos, algunas que espero se cumplan lo más pronto posible y otras que quizás con el avance del tiempo pueda satisfacer. ¡Este hombre va a matarme!

—Ahora nos vamos. Te quedas sola y puedes divertirte.

—¡Adiós, Jade! Pórtate bien —acota Joan dejando un beso en mi frente.

—Bésame como lo haría un hombre, no como un niño —menciono para molestarlo.

—No me provoques porque no voy a ser tierno contigo esta noche.

—Tampoco quiero que lo seas —replico obteniendo una mirada no muy buena.

Salen del baño dejando la puerta abierta; me encontraré sola en la casa, nadie va a molestarme. Cierro los ojos para continuar con mi relajación, una que dura poco en cuanto Joan me sorprende apretándome contra sus labios.

—No sé qué tienes, pero te deseo —suspira sobre mi boca al separarse—. No veo la hora de volver a hacerte mía esta noche.

Otro beso con fuerza acompañado de una presión ejercida en mi cabello mojado me provoca un chillido. El pelinegro sonríe satisfecho, se reincorpora arreglando su saco negro antes de salir.

—Chau, idiota. —Se aleja entre risas.

—¡Idiota tú! 


JOAN

Me gusta cuando las mujeres me provocan, creo que en el fondo Jade se ha dado cuenta y se aprovecha de eso para atraerme.

Busco mi maletín en el despacho y las llaves del auto, dije que no me demoraría; sin embargo, me gustó la idea de pasar a molestarla. Tad está esperándome en el garaje, hoy nos espera un largo día laboral.

—Ella te trae loco —ríe al verme salir de casa—. Vive insultándote.

—Lo hace seguido; pero no me quejo, después me voy a vengar.

Subimos al auto rumbo a la empresa. Tenemos mucho por hacer en la discográfica, un gran artista comenzará a trabajar con nosotros y hay que ultimar detalles. En el trayecto recordamos lo que sucedió anoche en el cuarto del encuentro. Normalmente no hablaríamos de algo así porque consideramos que todo debe quedar dentro de esas cuatro paredes; no obstante, es la primera vez que desvirgamos a alguien y, aunque técnicamente lo hice yo, no le quita lo raro, nunca lo había hecho.

—Me sorprendió que te eligiera a ti, mucho más que accedieras a hacerlo. ¡Estabas asustado, Grant! —carcajea.

—Estaba igual de sorprendido que tú,  ¡y claro que lo estaba! Tenía miedo de lastimarla; sabes que soy muy brusco para esas cosas, no me ando con niñadas.

—Increíble que haya accedido a hacerlo conmigo después. —Continúa pensativo—. En poco tiempo se acostumbró a nosotros. Es raro, pensé que tardaría más en hacerlo.

—Tiene 20 años, una vez que tienes la primera experiencia quieres más, es eso.

—Puede que tengas razón —asiente observando su celular—. Me gusta tenerla en casa.

—No estaba de acuerdo con esto al principio, pero a mí también me gusta, la chica es perfecta.

—Es porque tengo buen ojo para los negocios, Grant. Jade es físicamente perfecta, además, tiene una personalidad dulce y dócil. Solo contigo es agresiva y eso me excita más a mí que a ti.

—¡No te excites en mi auto, Bennett! Verte cogiendo es una cosa, soportarte excitado es otra.

—También te he visto cogiendo, ¿lo olvidas? Y no eres de los mejores, el orgasmo se lo di yo; tu error fue no terminar de satisfacerla, me dejaste todo el trabajo —Alega victorioso.

En el fondo tiene razón, al fin y al cabo, Jade alcanzó el clímax estando con él. Supongo que, entre los nervios del momento y, el querer terminar de una vez con el tema de su virginidad, solo pensé en mi propio placer dejando de lado el de ella. De todos modos, nunca se quejó de cómo la follé, cumplió mis ordenes al pie de la letra; jamás olvidaré que me eligió a mí por encima de Tad Bennett. Duela a quien le duela fui el primer hombre que disfrutó de ese cuerpo exquisito.

Esta noche volveré a hacerla mía. Jade siempre recordará mi nombre por encima de los demás. 




JADE

Estoy en el cuarto esperando a los dueños de mis fantasías. Traigo puesto un uniforme de Maid. Me resulta gracioso, no me lo esperaba. La falda es tan corta que deja al descubierto algo de mi trasero. El portaligas negro sin duda hace lucir mis piernas, los moños de sus costados le dan un toque tierno y sutil. Hoy me he esmerado un poco más, me he hecho dos coletas y maquillado; el estilo lo amerita. 

Mis dos hombres ingresan al cuarto de trajes, tal y como van a la oficina a diario. Hoy concuerdan en el tono, negro. Por mi parte, los espero de pie con la mirada hacia el suelo metida en mi papel de la sumisión.

—Nunca vas a dejar de sorprenderme—dice Tad—. No importa que te pongas, siempre estás hermosa, siempre estás perfecta.

Sus palabras me conducen a una especie de trance, me voy hacia un lugar inesperado donde me recibe la lujuria, el placer descomunal que dos hombres me harán experimentar sin ni siquiera pedirlo ni imaginarlo.

Solicitan que los desvista, e intercalando uno a uno, voy quitándoles las prendas. Los atraigo hacia mí jalando de sus corbatas, mis hombres se dejan ser, dejan que los maneje a mi antojo, aunque sea por segundos.

Sus manos grandes cargadas de deseo no hacen más que manosearme mientras hago el intento de liberarlos de sus ropas. Me maniobran a su gusto, cada uno de ellos me besa en distintos lugares. Uno se adueña de mis pechos; el otro de mi cuello, refregando su miembro en mi trasero. La entrada en calor es exquisita y ahora que me permiten jugar un poco más lo aprovecho.

En cuatro, al borde de la cama, dejo a la vista mis nalgas debajo de la corta falda. Besan con cuidado mis glúteos apretándolos con determinación y permitiendo darse el gusto uno a uno.

Tad se coloca el preservativo y, antes de entrar en mí, rompe mis bragas para deslizar su lengua por mi hendidura lubricando la zona. Jadeo de placer al sentir la diferencia entre mi cuerpo caliente y su lengua húmeda catando mi esencia, preparando todo para que su duro falo ingrese de una sola estocada como a él le gusta.

Sus movimientos suaves me provocan, Tad siempre hace lo mismo. Comienza lento y espera que grite su nombre exigiéndole que acelere sus arremetidas. Le gusta que le implore ser follada, ¡y vaya que vale la pena! Porque es como una maquina imparable que con fuerza entra y sale hasta dejarme exhausta.

Joan, completamente desnudo, se acerca con intenciones de besarme como él sabe hacerlo, con brutalidad. Su mano sujeta mi mandíbula hasta que, con el pesar de los besos, culmina en mi cuello. No me doy cuenta sino hasta la presión ejercida y el desajuste cuando se separa.  

—Quiero que chupes esto —menciona tocándose un poco.

—Nunca lo he hecho —confieso avergonzada observando su mano.

—Lo imaginé —Lo escucho sonreír por lo bajo—. No te preocupes, te guiaré.

Se recuesta sobre la cama y desde mi lugar,  siendo penetrada por Tad, estoy dispuesta a aprender.

Con mi mano derecha rodeo el tronco de su pene, él coloca la suya por encima para indicarme cómo llevar a cabo el movimiento y poder masturbarlo.

—Así... Ahora hazlo sola, vamos.

Unas gotas de presemen desbordan de la punta del glande, tengo curiosidad por probarlo, mas temo perder el ritmo. Sin embargo, tras poco minutos, lo llevo a mi boca; no sé si es el momento indicado, pero es un hecho. Joan exhala fuerte, le ha gustado y no se lo esperaba. Sonrío por ello.  

—No te rías y sigue haciéndolo—Ordena formando una sola coleta con las dos que traigo ahora.

Nunca hice algo así, no obstante, experimentar no está nada mal. Mi mano sube y baja, mis labios imitan el mismo acto. Por momentos solo lo sostengo y mi lengua recorre cada parte del tronco, culminando con movimientos circulares sobre la punta. No estoy autorizada para mirar a Joan a los ojos, aunque realmente quiero, me gustaría saber si lo estoy haciendo bien y no solo guiarme con sus jadeos. 

—Mírame mientras lo haces. —Pide con la voz jadeante—. Mírame en todo momento y no dejes de hacerlo, Jade.

Mi rostro dibuja una sonrisa. Muero por verlo rebasar de entusiasmo cuando su longitud es apresada por mi boca, deseo contemplar sus facciones en pleno disfrute y cerciorarme que mi trabajo es bien realizado.

Tad incrementa sus arremetidas después de hacerlo pausado; debía darme tregua mientras aprendía a practicar sexo oral. Escucho el choque de nuestras pieles en un sonido placentero. Mi trasero impacta contra él, sus testículos tocan mi clítoris en el franeleo y sus manos sostienen mi cadera en un vaivén pulcro.

—Jade, sé cuánto te ha gustado esta posición, se ha convertido en tu favorita —menciona el castaño respirando con dificultad.

¡Cuánta razón tiene! Esta posición me deja vulnerable, expuesta para ser manoseada.

—No te detengas, por favor, lo estás haciendo muy bien —suplica Joan de repente haciendo su cabeza hacia atrás.

—¿Te gusta? ¡Pídemelo!

—Aah, Jade, no te pongas exigente. ¡Esto es al revés!

—No estoy rompiendo ninguna regla.

A mis espaldas oigo una risita de burla hacia el pelinegro, a quien no le queda otra que entrar en mi juego.

—Chúpalo más, ¿sí? Por favor, nena.

Lo llevo hasta lo más profundo, la punta casi choca con mi garganta provocándome una pequeña arcada que intento disimular. Los ojos se me llenan de lágrimas, pero no voy a detenerme ahora, creo que esto me excita.

—Despacio, Jade, es tu primera vez haciéndolo; tendrás tiempo de practicar después —Bromea Joan.

—¿Lo estoy haciendo mal?

—No, linda, lo estás haciendo increíble. ¿Puedes continuar?

Aquella voz gruesa y viril combinada con la agitación habla a mis espaldas una vez más, interrumpiendo mi conversación con el pelinegro y su falo brillante a causa de mi saliva.

—Me falta poco... acaba conmigo, Jade ¡Vamos!

Irrumpe en mí con precisión dispuesto a alcanzar su objetivo. Puedo escuchar el sonido sicalíptico al mismo tiempo que el miembro de Joan penetra mi boca y sus gemidos se adueñan de la habitación. Esos jadeos ahogados me vuelven loca, Joan es un sueño, un hombre jodidamente sexy.

Un par de estocadas más y mi orgasmo llega junto al de Tad. Las piernas me tiemblan, intento seguir succionando, pero el ritmo se pierde, estoy cansada.

El hombre comprensivo frente a mí sonríe para comenzar a masturbarse. Nuestras miradas continúan ensambladas a pesar de la posición en la que me encuentro. Se arrodilla permitiendo que me recueste a gusto para proseguir con su ardua y excitante labor.

—¡Abre la boca y saca la lengua! —Exige apresurando el tempo de su autoplacer.

Mis ojos captan el maravilloso instante en que su eyaculación emana acompañada de un gruñido masculino y vigoroso. Mi boca recibe el líquido descubriendo el sabor; no tiene buen gusto, pero es de Joan y todo lo que viene de él me agrada. Limpio los restos que quedan alrededor de mis labios y partes de mi cara dejando a la vista una especie de provocación impensada. Me advierte extasiado, recobrando la respiración con sus ojos perdidos sobre mis dígitos húmedos. Rompe la distancia cuando me besa, introduciendo su lengua en mi cavidad bucal sin importarle que rastros de su esencia interior permanezca allí. 

—¡Mierda! ¿Por qué me gustas tanto? —dice sujetando mis coletas—. ¿Cómo te atreves a ser tan perfecta?

—No sabes tan mal —contesto avergonzada— ¡Me encantas!

—Lo hiciste muy bien, Jade, una maid muy bonita —Agrega Tad dando una leve palmada sobre mis glúteos.

—Gracias, Tadie.

Nunca lo he llamado así, tampoco sé si fue correcto hacerlo, por si acaso guardo silencio. Estoy nerviosa esperando un reto por confianzuda.

—Tadie... —Repite con gracia—. No hay problema.

—La próxima te quitaremos toda la ropa —carcajea el contrario—. Es que te queda tan bien que preferimos follarte así.

—Gracias, señor —Ironizo sumergida en mi papel. 

Los tres caemos rendidos en la cama, ellos desnudos y yo con el atuendo de mucama. Una extraña pero hermosa realidad; la realidad que me encanta.


Me disculpo por no publicar ayer 🙏

Espero que todos se encuentren muy bien. Gracias por dejar sus votos, comentarios y leer esta historia. Les mando un gran saludo a la distancia. Cuídense mucho. 

JK 💜


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