29• Resistir a la tentación
JOAN
Me encontraba en casa de mis padres a causa de las fiestas de fin de año. Mi hermano llegó de Londres y, como si fuera poco, no lo hizo solo, trajo a su novia Emily, una mujer extremadamente bella.
Mi madre no demoró en preguntarme cuándo traería una mujer a casa. Joel con sus estúpidas ideas de invitarla y no avisarme antes, quizás podría haberme quedado en Brooklyn por asuntos de trabajo ahorrándome las excusas de forma inopinada, pero lo dejé al azar. Poco me importan las relaciones; sin embargo, a mi madre no puedo decirle los motivos reales, me vería como un completo degenerado.
El típico argumento de ser un hombre de negocios con poco tiempo para mantener relaciones formales y conocer mujeres resonó como todos los años desde que me fui de casa. Mamá me comprendió, papá se río porque no me creyó una mierda, aun así, la exculpación me fue dada, fin a mis problemas.
Me quedaba en mi antiguo cuarto y no podía dejar de pensar en Jade. Como un regalo de fin de año sus cuentas dejaron de ser privadas permitiéndome observar sus movimientos sin la necesidad de seguirla. Y sí, me había bloqueado, pero esa restricción ya no estaba. ¿Lo hacía a propósito? Es probable, es una niña; una que me tiene a sus pies.
Vacaciones con Joshua Payne en San Diego. Mi temperamento inestable se embraveció al verla abrazada a él, lo hizo a propósito o, más bien, yo estaba siendo masoquista.
Extrañaba a Jade, su cuerpo, el olor de su piel, nuestras peleas. Me abatía la idea de continuar con la distancia, aun así, el tiempo ayudaba a tranquilizar mis impulsos. Tad lo había logrado entrenando conmigo y comprendí que mi energía tenía que ser saciada. No fue sino hasta hace poco que en mis pensamientos lúcidos comprendí que el sexo era la mejor solución. Yo me descargaba teniendo sexo, en el sentido que se lo quiera interpretar; mas no estaba listo para ir con otra mujer, me aguantaba las putas ganas para poder aliviarme con ella, aunque lejos estaba de mis posibilidades.
Mis padres habían salido, pese a ello, mi hermano creyó que yo tampoco estaba y escuché gemir a Emily como una actriz porno poniéndomela más dura de lo habitual. Más de quince días sin sexo hacía que una simple excitación fuera como un castigo.
Masturbarme era una opción, no la mejor, pero ¿cuántos baños de agua fría debería darme sin conseguir una neumonía a causa del clima que congelaba?
La puerta de mi habitación estaba cerrada, nadie podía interrumpirme en mis recuerdos más perversos. Bajé mi pantalón y mi mano tomó mi erección para deslizarse suavemente de arriba hacia abajo. Cerré mis ojos e imaginé los labios de Jade rodeando la punta del glande, incluso con timidez como la primera vez que lo hizo con sus ojos mirándome con deseo mientras su lengua recorría el tronco y su mano lo presionaba. Podía imaginarme el brillo de su boca a causa de mis líquidos y mi respiración acelerarse al compás de sus movimientos. De fondo los gemidos de Emily ayudaban a que mi proyección fuera de lo más real. No era Jade, pero no importaba, en mi mente era ella quien me estaba comiendo la polla con devoción.
El orgasmo llegó y, junto a él, mi intento por ocultar aquel jadeo casi gutural saliendo de mi garganta. Carraspeé un poco a la vez que mis ojos se abrieron dejándome caer en la realidad patética en la que me encontraba. Mi mano y mi abdomen lleno de semen a mis 30 años sobre la cama de mi antigua habitación en casa de mis padres.
Mi hermano y su novia continuaban follando como si el mundo se acabara, yo estaba tan exhausto que en definitiva bañarme y dormir no se me hacía algo alocado, nada podía ser más ridículo.
Había pasado un largo tiempo sin autocomplacerme, se sintió tan bien que a la vez me hacía pensar en que no podía volver a eso, me sentía un adolescente, debía pensar con la cabeza en frío.
Los días pasaron, todo volvió a la normalidad, dentro de lo que se puede llamar normal en mi vida con la inconstancia que me acompaña. Mis ganas de salir corriendo a casa de Jadie están latentes; sin embargo, me falta valor después de lo que ocurrió la última vez y, pese a las tantas sugerencias por parte de Tad, no accedí a buscarla.
Soy un completo imbécil, porque arruiné algo de meses y la poca confianza que quedaba de mi mejor amigo. ¿Qué podía hacer además de pensar con el pene como lo aseguraba Porter?
Intento no recaer, aunque me cuesta, no falta mucho para que el bar de strippers me reciba con un vaso de Jack Daniel's y las mujeres se abran de piernas con solo chistar y mover un dedo. Nada me asegura que Jade va a perdonarme, nada me asegura que esta vez será diferente y que se entregará solo a mí; mas no me importa, de verdad ahora no me importa.
Ahora estoy en Brooklyn camino a casa dentro de un taxi. Porter me sorprende con una llamada a nada de llegar a mi hogar, solo espero que no sean malas noticias.
—Hola, Brendan.
—¿Cómo estás, Grant? ¿Cuándo regresas?
—Voy en camino, estaré en casa en unos minutos.
—Esta noche nos reunimos en mi casa, solo llamaba para confirmar tu presencia.
—No estoy diciendo que sí.
—Nadie te está preguntando, sé que vendrás —Se escucha una risa nasal—. No tienes excusas.
—¿Eso quiere decir que Kurt y Tad ya regresaron de Filadelfia?
—Exacto, no me juntaría solo contigo, ¿no crees?
—Brendan, he extrañado tus retos y tus frases icónicas —río—. Te veo esta noche.
—Espero no tener que implementarlas más y que estés recuperado del todo. Nos vemos.
Que linda forma de decir que soy un estólido subnormal, no obstante, tiene razón, Brendan se ha guardado las ganas de destrabarme la mandíbula de un puñetazo. Sonrío tan solo recordar las veces en que lo he molestado.
Noto que el portón de casa se encuentra abierto, Bennett acaba de llegar. Bajo del taxi y camino hacia el jardín con mi valija al lado; agradezco estar aquí.
—¿Cómo has estado, Joan? ¿Cómo está tu familia? —pregunta mientras baja su equipaje de la cajuela.
—Mi hermano trajo una novia, se llama Emily —Hago un gesto con los labios provocando que ría.
—¡Es la novia de Joel, no tienes respeto! —Me golpea el hombro antes de abrir la puerta de casa.
—Si supieras... ¿Cómo esta tu familia? ¿Dan?
—Todos están bien. ¡Mira a Dan —Saca su celular— está hermoso!
Bennett tiene una debilidad por su sobrino, es el único ser en este planeta del cual podría hablar horas y horas. Lo conocí hace un año atrás cuando fuimos por un proyecto a Filadelfia y nos quedamos en casa de Amber, su hermana. El pequeño Dan tenía 2 años y era un travieso, fue divertido quedarnos con él, sin dudas Tad será un gran padre.
—Brendan me llamó para avisarme lo de esta noche o, más bien, un par de horas.
—Sí, a mí también. No estaba seguro de si tú llegarías hoy o mañana, nunca me quedó claro ese mensaje.
—Ese mensaje... Sí... Yo... Estaba ocupado. ¿Hiciste algo interesante en estos días? —pregunto curioso.
—Nada diferente a estar en familia, ¿tú?
—Tampoco, solo me ponía duro con ver caminar a Emily por la casa —bromeo.
—¿Cómo es? —pregunta con picardía.
—Rubia, cara de muñeca con labios gruesos y un exorbitante culo que incita a ser azotado —trago saliva—. Dudo que el idiota de mi hermano lo esté aprovechando.
—Eres tan obsceno para hablar de tu propia cuñada que ni si quiera voy a preguntar lo que es obvio y asqueroso.
—Ni que fuera mi hermana o la tuya —reímos.
—Lejos estás del alcance de Amber. Siempre mantuvieron distancia, gracias al cielo.
—Sabes que quiero a Amber como si fuera de mi sangre, jamás me he tocado pensando en ella. No diría lo mismo de Brendan o Kurt —ironiza—, esos son unos depravados.
—Sí, claro —carcajea.
Mientras hablamos abro las ventanas. Se percibe el olor a encierro de días y me molesta lo suficiente como para apresurar el paso dejando de lado la plática.
—Abre las ventanas de los cuartos de arriba, yo abriré las de abajo y las del despacho.
—De acuerdo, de paso me voy a dar un baño mientras la brisa me congela las bolas —satiriza.
TAD
Subo hacia los cuartos y comienzo a abrir las ventanas de par en par. Ya ha oscurecido, entra un frío descomunal; pero no voy a discutir con Joan por esto, a veces se pone obsesivo con nimiedades.
El cuarto de Jade permanece cerrado, sinceramente no sé si vale la pena abrir la ventana, nadie lo usa.
—¿Qué haces, Bennett? Pensé que ya te habías ido a bañar.
—¡Pero si recién subo, ni que corriera como flash por las ventanas de mierda! —Me quejo y me mira incrédulo.
—¡Que carácter! ¿El cuarto de Jade lo abriste?
—No, ¿qué sentido tendría?
—No lo sé —Se encoge de hombros—, es costumbre.
Abre la ventana del balcón, aquel donde la linda de Jadie se asomaba. Todavía recuerdo cuando llegó y la vi de pie observando hacia afuera, con su pelo suelto levantándose de a poco cuando el aire de las mañanas afloraba, tan calmada, tan indefensa y silenciosa. Ha pasado tanto tiempo que no recuerdo cuando fue la última vez que regresé a este cuarto, no tenía sentido hacerlo después de lo que vivimos.
Joan suspira, se sienta en la cama mirándome como si intentara confesarse, entonces puedo leerle el pensamiento y esta vez no voy a dejarme llevar.
—No voy a escucharte —digo antes de dar media vuelta para salir.
—Bennett, no me digas que ya no sientes nada por ella, no te creo.
—Joan, ¿por qué vuelves a lo mismo? Te dije que la buscaras y no lo hiciste. Si ahora estás tan seguro de tus sentimientos ¡ve y díselo! Yo no iré por ella.
—Sí, la buscaré —Admite—. Solo respóndeme una cosa.
—¿Qué?
—¿Por qué no la quieres contigo de vuelta?
—Porque me engañó dos veces, me vio la cara de idiota. ¿Algo más?
—Entonces, ¿por qué no te enojas conmigo? ¿No se supone que deberías odiarnos a los dos?
Ese planteo me lo he hecho muchas veces. Jade no actuó sola, lo hizo con persuasión por parte de Grant, aun así, la culpé de todo.
—Debe ser que estoy a costumbrado a tus idioteces —respondo seco—. No quiero hablar de Jade.
—Te duele. —Sonríe ladino como si hubiese dado en el clavo y, sí, lo ha hecho.
—Sí, me duele. ¿Y qué con eso?
—He pensado en algo.
Se levanta de la cama con el fin de acercarse a mí, mas no voy a quedarme a escuchar los incontables argumentos sin sentido.
—¡Ay, no, Joan! No quiero escucharte, me iré a bañar para ir a casa de Brendan —Camino hacia mi cuarto siendo perseguido por este idiota insistente que no deja de hablar.
—Espera, Tad, considéralo, ni siquiera me has escuchado.
—No hace falta que te escuche para saber que es una pésima idea.
—Amo a Jade, lo he pensado en estos 15 días.
—Bien por ti —Ironizo quitándome la ropa cuando llego a mi habitación—. Ya vete, tenemos que ir a casa de Brendan y sabes cómo se pone de intenso cuando no llegamos a tiempo.
—No me iré. ¿Quieres que me bañe contigo? —Comienza a quitarse el suéter—. Estoy dispuesto a bañarme contigo si así vas a escucharme.
—¿Qué mierda haces? ¿Te volviste loco? ¿Esta es tu idea? Voy a partirte la cara, Grant, esta vez no voy a contenerme.
—¡Escúchame o seguiré quitándome las prendas! —Amenaza divertido levantándose la remera.
¡Maldito loco esquizofrénico!
Sonríe cuando se da cuenta que voy a cederle minutos de mi tiempo colocándose la ropa al fin.
—Busquemos a Jadie, por favor, lo hablemos los tres; pero bien, como personas adultas.
—Ya habló con nosotros.
—No, no lo hizo, porque nosotros le gritamos en lugar de escucharla. Yo me comporté muy mal con ella.
—¿Y qué quieres aclarar? ¿Cuál sería el fin?
—¡Regresar al trío!
—No quiero regresar con Jade.
—¿Por qué no?
—Por la misma razón en la que tú te alejaste al principio, con la diferencia de que yo sí pretendo cumplirla. ¡No voy a morirme por no estar con ella y tú tampoco lo harás, así que deja de actuar impulsivo! —resoplo—. Pareces un drogadicto que vuelve a recaer, no me hagas darte otra paliza, Joan. Si tú quieres, búscala, llámala, mándale mensajes, no lo sé... Yo no lo haré.
—Lo harás. Lo haremos, Bennett —Sale del dormitorio.
¿No me escucha? He perdido la cuenta respecto a la cantidad de días que no sé nada de Jade, sin embargo, es un alivio. A diferencia de Joan he quedado mucho más dolido con ella, sentí como si nada de lo que vivimos hubiese sido valioso. Fui de lo más sincero, dejé al descubierto mis anhelos, mis sentimientos que poco interesan ahora. Yo quería una vida a su lado, fui un idiota.
No quiero caer en esto otra vez. La primera traición fue dolorosa, me comporté como una verdadera basura. Le pedí perdón, volví a ella dejándome enceguecer y, cuando no podía estar más encandilado, todo se apagó en cuestión de segundos. Las mismas personas me habían traicionado. Ya no era un error, era un capricho y lo mío una habitualidad, no sé.
La confusión fue mía, no pude advertir esas señales. Confié demasiado y me libré a la suerte, la cual nunca parece estar de mi lado. No, definitivamente no caeré en ese juego otra vez, no debo. No puedo lastimarla, sería incapaz de trasgredir su pedido, de confundirla. Por más que me encuentre dolido, enojado por lo que hizo, la quiero demasiado, le tengo mucho aprecio, el mismo desde el primer día.
Por supuesto que la extraño, pasar tiempo con ella, que me tome fotos sorpresivas, que se quede dormida a mitad de una película. Extraño caminar tomados de la mano, que haga pucheros antes de darme un beso, que me despierte con una caricia...
No, Tad, dijiste que no la pensarías más. Por favor, no te rindas, esta vez no.
—Bienvenidos. —dice Brendan estrechándonos en un abrazo—. Quien diría que después de todo los extrañaría.
—¿Cómo has estado, Brendan? ¿Tu hermana se encuentra bien? —Le pregunto al saber que Dalia tuvo un accidente hace un par de días.
—Sí, solo se quebró el brazo, nada grave. Sabes que es muy torpe, cada tanto nos da un susto.
—Tiene a quien salir —alude el pelinegro desde atrás—. Tú rompes todo, ella se rompe el brazo—reímos.
Al tiempo que nos conocimos teniendo 12 años Brendan era la torpeza en persona. Todo lo que tenía entre sus manos se rompía, si intentaba trepar a un árbol se caía, si se ponía nervioso se tropezaba. No era de lo que se dice una eminencia motriz; no obstante, solo nosotros podíamos burlarnos de su impericia. Si un tercero hacía un comentario había grandes chances de que fueran sus últimas palabras con los dientes en su lugar. Kurt y Joan eran los encargados de hacerlos comparecer.
El motor de un vehículo se oye y con este las aceleradas adrede.
—Alguien alardea un auto nuevo —musito al ver a Kurt ingresando a la casa de Brendan.
—Todo estará bien mientras no lo estampe contra el mío —Se cerciora Grant—. Voy a patearle la cabeza a Riley.
—Joan, deja de expresarte en forma agresiva —recrimina Brendan—. Pasan los años y hablas inconsiderado.
—Relájate, Porter, no lo digo en serio.
Permanecemos los tres en la puerta casi estáticos esperando a que Kurt ose salir del auto, pero al parecer se va a tomar todo el tiempo del mundo mientras nos cagamos de frío. Con nuestras manos en los bolsillos, y el aire húmedo caliente saliendo de nuestras bocas en contraste, lo miramos implorando que se apure o lo dejaremos fuera en menos de lo esperado.
—¡Apúrate, Riley! ¿Qué mierda haces? ¿Quieres que te busque yo mismo? —Le grita Joan encarando hacia el Mercedes.
—¡No, no! —Se ríe el mencionado y baja corriendo con un sixpack de cervezas.
Dentro de la casa nos saludamos como corresponde acercándonos a la calefacción; no es broma que está helando. Nos sentamos alrededor de la mesa ratona de la sala platicando sobre nuestros cortos viajes.
Hablo de mi sobrino y ríen por lo detallista que puedo llegar a sonar al describir hasta los zapatitos que le compré para que estrenara en Noche buena.
—Te está pegando la madurez —insiste Kurt—. ¿Ahora quieres tener hijos o algo así?
—Tad siempre ha sido muy paternal —acota Brendan—. Ya ves, se llevó a Joan a vivir con él y lo está criando.
—Ay, que gracioso —entrecierra los ojos mi colega—. Fue mi idea vivir juntos, tenemos todo lo que necesitamos en esa casa, muy buena inversión.
—Eso es cierto, la casa es enorme, tenemos el despacho, un cuarto de juegos y dos cuartos extras —termino de hablar dándome cuenta de que no era necesario mencionarlo.
—¿De huéspedes? —pregunta Riley.
—Sí, de huéspedes... Sexuales —ríe Grant.
—¡No empiecen otra vez con sus mierdas! —Arroja la chapita de una de las latas.
—¿Has visto a Jade? —Se atreve a preguntar y no parece entender que hay que dejarla en paz.
—Sí, la vi hace un tiempo —resopla Kurt—. Lo diré una sola vez y luego cerramos el tema definitivamente —asentimos—. A los días de que ustedes pelearon le envié un mensaje para invitarla a salir como acostumbrábamos. Aunque no lo crean nuestras charlas eran muy buenas, pero no pasaban de eso —Lo miramos ceñudos—. Y un par de besos, ¡nada más!
No sé si quiero escuchar este relato.
—Ella estaba nerviosa, miraba hacia todas partes como si la persiguieran, creo que Joshua la vigila —ríe—. Me confesó que Selina no era su nombre y se disculpó conmigo por ocultármelo, yo no le tome importancia porque ya lo sabía, ustedes me lo habían dicho. Se sorprendió un poco, creyó que me enojaría o le gritaría, no lo sé.
Claro, como lo hicimos nosotros, que idiotas.
—Hablamos de cualquier cosa, me contó de su trabajo y las últimas sesiones en una casa de modas. ¡Conoce a Judith! —Se sorprende—. ¿Ustedes lo sabían? Esa mujer es tan frustrante, seguro si le hubiese mencionado mi nombre le habría dado pésimas referencias de mi persona a Jadie.
—Termina una historia y luego comienzas otra —dice Brendan—. Es confuso.
—¡No es confuso si prestas atención, Abogaducho!
—¡Vamos, Riley, eres contador —dice Joan— cuenta!
—ja ja que gracioso, Grant, tú estudiaste Administración y sin embargo te gobierna la idiotez.
—¡Bueno, ya! ¿Por qué siempre tienen que pelear? ¿Se dan cuenta que no podemos hablar con tranquilidad? Solo en lo referente a deporte parecen Einsten dando conferencia.
—Jadie me dijo que no podíamos salir más porque...
—¡Terminó contigo! —Señala Joan echándose a reír —. Siempre te dejan las mujeres.
—Sí, imbécil, dijo que no podíamos salir porque no estaba preparada emocionalmente para mantener ningún tipo de relaciones, eso incluía mi amistad. Se disculpó por tercera o quizás cuarta vez en tanto tomábamos un café y mencionó que se iría de viaje por un tiempo con su familia y Payne. Ellos han estado conviviendo, tal vez salga con Joshua ahora —asiente—. Creo que está bien, él es más cercano a su edad.
—Ellos son amigos desde niños —menciono con conocimiento—, sus padres también. Me alegra que todo esté aclarado ahora, lo de su nombre y lo que sea que tuvieran.
—¿No nos mencionaste a nosotros?
—¿Qué le iba a decir? Ah, Jade, lo olvide... ¿Así que hiciste un trío con los idiotas de J&T Discográfica? —bufa—. ¡Obvio no! Si ella me lo hubiese dicho posiblemente podría haber indagado, pero ninguna chica comenta esas cosas.
Es cierto, ninguna mujer va por la vida contando que dos tipos diez años mayor que ella la usaban para hacer un trío bajo un falso contrato. Me siento mal, muy mal.
—De todas formas, nos seguimos en las redes sociales, Jadie le da like a mis fotos en Instagram —sostiene.
—No crees que es patético decir que le gustan tus fotos cuando en tu perfil solo tienes... No lo sé... ¿Cinco en total?
—Este año estaré más activo, me tomaré fotos con ustedes ahora y las subiré.
La conversación cambia en forma radical cuando hablamos de fotografía y los lentes necesarios para obtener una buena toma. Ninguno se dedica a eso en específico; no obstante, hay algunas cosas que nos apasionan y la fotografía es una de ellas.
Joan cuenta con un buen equipo y Kurt, aunque nunca las comparte en las redes, tiene una variedad de recuerdos de nuestros viajes. Hace más de un año que no embarcamos los cuatro juntos en busca de aventuras y mujeres, supongo que no fue necesario plantearlo estos últimos meses, teníamos demasiados compromisos laborales y sentimentales de por medio.
Brendan sonríe y trae un álbum donde guarda nuestras fotos más vergonzosas, esas que no pueden salir a la luz o seríamos el hazme reír de la sociedad. Fotos durmiendo, fumando, con mujeres, alcohol, sexo y transpiración de por medio.
—¿Recuerdas esta stripper? —señala el álbum.
—Fui el único que consiguió follársela y gratis —Admite Joan como todo un ganador—. Su apodo era Destiny —remoja sus labios—. Dios, la había olvidado casi por completo, que hermosa mujer.
—Mira esto, la primera borrachera de Grant —Nos burlamos—. Si la miran por más de cinco segundos pueden percibir el olor a vomito.
—¡Ni lo digas! —expreso con asco—. Vomitó sobre mi chaqueta y creo que jamás volví a usarla.
—¡Que exagerados! —Se defiende—. Ay, miren, cuando Brendan perdió su castidad en aquel club de mala muerte.
—Suficiente —dice quitándonos el álbum.
—¿Ah, verdad que no es divertido cuando el recuerdo es propio? Vamos, Brendan, pagamos por un excelente servicio. Siendo unos críos ahorramos para darte ese regalo que incluía un oral. ¡Eso a los 16 años era tocar el cielo!
—También pagamos por el tuyo, Grant.
—Sí, pero la mamada no estaba incluida en el mío, me sentí estafado— ironiza—. Por suerte después de eso conocí a Jeanine y ella se encargaba.
—Sí, de ti y de toda la escuela —expresa Riley—. Tad se acostaba con ella.
—¿Tú te acostabas con Jeanine? —Me mira incrédulo y solo quiero golpear a Kurt—. ¿Por qué no lo sabía?
—No lo sé, Joan, yo me acostaba con cualquiera y Jeanine era muy liberal.
—¿Qué será de su vida? —Se pregunta Porter—. La voy a buscar en Facebook.
Entre nosotros no hay secretos, nos contamos todo, aunque hay detalles que los pasamos por alto. El que menos ahonda en temas de cama es Brendan, intentando dar esa imagen profesional seria de Abogado. Sin embargo, en el fondo también tiene sus secretos turbios bien guardados.
Por otra parte, Kurt tiene un don especial con las mujeres, su arte de seducción es no hacer nada, físicamente, porque su poder está en la palabra. Tiene labia, dulcifica el oído y las féminas caen rendidas a sus pies; no obstante, no ha tenido una relación estable tampoco. Dentro del grupo ninguno tuvo la suerte de enamorarse y formalizar, mas nunca se manifestó la idea.
Me sirvo un vaso de vino y con este creo que van dos, sin contar las latas de cerveza. No me preocupa porque Joan maneja, puedo darme el gusto.
—¡Aquí está Jeanine! —dice con su celular en la mano—. Se ha casado y tiene dos hijos. Descartada —suelta una sonrisa nasal que nos hace explotar en carcajadas.
—¡Su esposo debe estar contento! —acota Joan.
—Ya dejen de hablar de ella así —respondo serio—. No está bien.
—Tad, la abstinencia sexual te ha vuelto un hombre de bien —asiente Kurt—. Pero recuerda todo lo que has hecho antes —Lo miro y puedo comprender hasta donde quiere llegar.
—Sí, lo sé, en ningún momento dejé de ser una mierda, pero yo nunca engañé a una mujer para acostarme con ella. —Termino de decir para darme cuenta de que soy un imbécil.
—Es claro que lo dices por mí —responde mi socio—. Tienes razón, aunque no soy el único que miente y engaña. ¿Qué pasó con Judith, Riley? —interroga cediendo la presión a otra persona.
—¿Con Judith? Nada.
—Hace un rato mencionaste que ella te odiaba, dije que no cambiaras el tema, pero ahora puedes contar tranquilo.
El rostro de Kurt parece desvanecerse cuando las palabras de Brendan le dan cabida a su relato. Trata de esquivar el tema, pese a ello, ninguno de los tres va a dejar pasar la oportunidad de humillarlo, así como él hace con nosotros cuando se le antoja.
—Salí con ella un par de meses, fue mi relación —hace comillas con sus dedos— más larga. Todo iba bien hasta que la encontré con un viejo.
—¿A qué te refieres con un viejo?
—¡Un viejo, Grant! ¡Un maldito anciano que podría ser su padre! —Levanta la voz ofuscado dejándonos sorprendidos.
Judith tiene 24 años, ¿cómo es eso de que sale con un viejo? El sepulcral silencio se apodera de la sala, ni siquiera el vino espumante deslizándose por mi garganta es tan perceptible.
—Entonces, ¿te acostaste con su hermana en venganza? —comenta Joan como si fuera una chusma de barrio.
—¿Qué hermana? ¡Ella es hija única!
Cruzo miradas con mi colega al instante en que aparenta una sonrisa culpable, al final solo fue un tonto rumor y cayó como cualquier otro
—Hablé con ella y le dije que no podíamos continuar con la relación, no le di explicaciones de nada, solo dije que había encontrado a otra chica y ya —Acomoda su gorro de lana y con algo de resignación su mirada va hacia abajo—. No me miren así, era lo mejor. ¿Saben cómo la destruirían si supieran? Ni siquiera fue ella quien le contó eso a sus amigas, fui yo. Me encargué de decirle a todos que me había acostado con otra, visualicé en mi mente a alguien que no existía y preferí que mi reputación quedara desecha antes que la suya. No soy tan hijo de puta después de todo.
—No lo entiendo, ¿por qué ella te odia tanto?
—Porque nunca le dije que la había visto con aquel hombre.
—Tal vez era su padre o un familiar cercano.
—¡Sí, cercana sus lenguas! Lo peor es que todavía salen— Hace cara de asco—. Eso fue todo, como suele decir Brendan, cada uno con sus morbos, ¿no?
—Una vez me acosté con una amiga de mi madre.
—¡Joan! —reclamamos los tres.
Nunca se sabe en qué va a terminar esta conversación. Lo cierto es que estar con ellos me saca de mis problemas y permite que me libere de los pensamientos recientes.
La charla con Joan en casa me dejó pensando, no tanto por mí, estoy seguro de que Jade se merece a alguien mejor. Mi postura de mantenerme alejado ante su pedido permanece intacta. Solo espero que Grant no haga nada incoherente en los próximos días o al menos no algo que pueda arruinar la solidez de nuestra amistad.
—¿La mujer estaba buena? Nunca estuve con alguien mayor.
—Les voy a contar todo acerca de la señora Morgan, presten atención.
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