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26• Racionales vs Inadaptados


TAD

Escucho la puerta cerrarse, entonces mi mirada viaja hacia Joan que permanece estático atisbando hacia ella. La furia me consume, se me hace imposible mantener el silencio, requiero expresar unas cuantas palabras a mi socio.

—Eres una mierda. —Suelto sin que se lo espere—. Todo esto es tú culpa.

—¿Mi culpa? ¡Me mentiste! Decías no verla y resulta que pasabas las noches con ella como si nada, tú sabías lo mucho que la extrañaba.

—¡Ya cállate, Grant, voy a partirte la cabeza si sigues hablando! ¿Cómo es que puedes ser tan cínico? Jugaste sucio, por la espalda, como siempre.

—Es verdad, lo siento, Bennett, pero...

—¡Pero nada, ve a buscarla! —Señalo la salida—. Juro que no volveré a entrometerme entre ustedes, tienes el camino liberado.

El sofá vuelve a ser su punto medio donde bebe un vaso de whisky con calma. No va a hacer caso a mi pedido porque así funciona su mecanismo de defensa, fingir que piensa en algo para justificarlo después.

—Asumo la mierda que me toca —dice remojando sus labios en el líquido dorado—. Yo la obligué a mantener el secreto, ella no quiso, me costó convencerla aquella noche.

—¿Cuándo fue?

—La última reunión en casa de Brendan. Salí después que tú y fui a buscarla, luego de estar con ella me encontré con ustedes.

—Lo dices tan tranquilo —camino encolerizado para ir a mi cuarto.

—¡Espera, Tad! —reteniéndome casi en un mandato —. ¿Qué hay de ti? ¿Cuándo la viste?

—No fui de viaje a ver a mi madre —confieso al fin después de días—. Busqué a Jade y fuimos a Manhattan. Pasamos la noche allí, al día siguiente regresamos. ¿Lo recuerdas? No fui a la oficina.

—Eres una mierda, Bennett —expresa con enojo—. La sacaste de la ciudad para que no me diera cuenta.

—No, imbécil, la saqué de la ciudad porque nunca habíamos salido de estas cuatro paredes, se me hacía injusto para ella, ¡para mí!

—Y yo cubriéndote en el trabajo —sonríe irónico.

—Sí, cubriéndome porque te sentías culpable, no por ser buen compañero.

—Puede ser, lo asumo —asiente moviendo en forma circular su vaso—. Me sentía una basura al saber que te mentía; como dijiste, tú nunca la dejaste, pero yo... —Piensa en lo que va a decir—. No podía, no puedo dejarla.

Escucharlo hablar con tanta liviandad exacerba mi mal genio. Estoy conteniéndome, es mejor quedarme callado antes que explotar y mandar nuestros años de amistad a la mierda.

—¿Por qué te apartaste? ¿Te das cuenta de que siempre haces lo mismo? ¡Tomas una decisión y luego te arrepientes, eres un maldito crio impulsivo! Se supone que eres un adulto, Joan.

—Tuve conversaciones profundas con Jade —confiesa con la voz sosegada—. Le hablé de mi familia, de mis prioridades, incluso de nuestra amistad con Brendan y Kurt —Un solo sorbo de whisky es suficiente para continuar—. Conoce todo de mí y yo de ella, pensé que estábamos bien, que nada se interpondría, que ni siquiera tú podrías hacerlo esta vez.

—También pensé en eso —admito con vergüenza—. Pero ahora que lo veo desde este ángulo, ella solo implementó sus técnicas con ambos para saber más, compararnos, analizarnos, solo eso. No creo que sienta algo diferente. Le dije que hablaría con su padre, propuse formalizar la relación, que idiota —Me desahogo para sonreír con falsedad recordando aquel instante.

—¿Ibas a hablar con el General Jeffers? —pregunta sorprendido.

—Sí, ¿tú no lo harías?

—¡No! ¿Estás loco?

—¿Por qué? Yo sí lo hubiese hecho —admito como un completo idiota—. Incluso hablé de matrimonio e hijos. ¡Aah, me siento tan imbécil

—Yo también lo hablé, dejándole en claro que no creo en el matrimonio y que no estoy preparado para ser padre, de hecho, no me lo voy a cuestionar.

—Fueron los mismos temas de conversación, pero ahora que lo pienso, quedé más expuesto que tú, sumamente patético al decirle que estaba dispuesto a tener hijos y a casarme —niego con la cabeza.

Increíble hasta dónde hemos llegado con todo esto. ¿En qué clase de persona se convirtió Jade? ¿Siempre fue así? Hablando con Joan me doy cuenta de que su juego se extendió por casi dos semanas en un entrecruce de palabras con ambos. Preguntas, suposiciones, cambios de planes de último momento. A veces no podíamos vernos y pasábamos la cita para otra ocasión.

No puedo decir que me siento usado al momento de tener sexo porque es algo que nunca me ha importado; no obstante, ahora es diferente, mi relación con ella ya no pasaba solo por un encuentro íntimo, me hacía bien estar a su lado. Dormir sin contacto previo, salir sin esperar que la noche culminara en ello, la veía como mujer, como una compañera con la que podría pasar el resto de mis días. No me aburría de su compañía.

Olvidar será lo correcto, obviar que alguna vez la conocimos, tal y como ella pretende hacer con nosotros.

Si vino hasta aquí para decírnoslo es porque está decidida. Quizás en estos últimos días la ha pasado mal tratando de escoger, mas no quiero inmiscuirme en sus pensamientos, no tiene que importarme.

—Me daré una ducha e iré a dormir, Grant.

—¿Y ya está? ¿Todo queda así?

—¿Qué quieres? ¡Búscala! Yo no lo haré.

—¿Por qué siempre soy el que la busca?

—¿Qué quieres de mí, Joan? ¿Qué te diga que no la busques para que lo hagas a mis espaldas? ¡Te estoy dando el paso libre, espurio de mierda! ¡Ve ahora, fóllatela, que es para lo único que la quieres y para lo único que sirves!

—¡No me hables así, imbécil, voy a partirte la cara! —Me empuja.

—¡Hazlo! ¿Crees que se solucionará de alguna manera?

Sus manos ejercen empuje contra mi pecho y caigo sobre el sofá. El cuello de mi camisa es sujetado de repente para levantarme. Está furioso, reconozco esa mirada.

—Vamos, golpéame —Lo amedrento—. Nada va a quitarte lo hijo de puta. —Escupo y mi cara recibe el primer impacto.

Me reincorporo, ahora soy yo quien se encarga de partirle la cara en cuanto pierde estabilidad. Nos entrelazamos a golpes, no nos importa nada, ni siquiera el llamado del otro lado de la puerta. La lámpara que yace al costado del televisor cae partiéndose en pedazos, hasta el control remoto es revoleado en un acto de arrebato.

—¡Juro que voy a destrozarte! —eleva la voz estampando su puño sin remordimientos.

—¡Hazlo! ¿Crees que te tengo miedo, Grant? Soy mucho más hombre que tú y Jade lo sabe. Tú también lo sabes y eso llega a joderte la conciencia.

Mis palabras no hacen más que provocarlo, nadie podría aceptar ser menos cuanto a hombría nos referimos. Mis nudillos están rojos de sangre, al igual que las mangas blancas de mi camisa. Ya no puedo diferenciar a quien le pertenece.

La puerta principal se abre de manera inesperada tras intentos en vano de golpear. Brendan y Kurt corren hacia nosotros para separarnos.

—¿Pero qué mierda les pasa?! —grita Riley.

—Muchachos, por favor, ¿qué pasó? —dice Brendan alejándome de mi rival.

—¡Suéltame, Riley! —vocifera resistiéndose al agarre—. Voy a partirle la cara, no te vas a salvar de mí, Tad Bennett, voy a ser tu puta pesadilla —amenaza.

—¿En serio? —Me rio—. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a quitarme la discográfica ahora? ¿Vas a vender acciones a mis espaldas? ¿Qué harás?

—¡Cierra la boca! ¡Suéltame, Kurt!

—¡Ya, Joan! —Lo agarra con fuerza—. ¿Qué mierda pasa? ¡Siéntate! Detente, por favor.

—Vamos, Tad —Pide Brendan—. Camina, los quiero lejos por un momento.

Casi a arrastras me lleva hacia la cocina, estoy hecho un desastre. Golpeo con todas mis fuerzas la mesada dejando salir un grito de bronca, porque estoy harto de la situación, el imbécil de Joan Grant fastidiándome, engañándome sin descaro y teniendo la desfachatez de reclamarme lo que hago y dejo de hacer.

—Tad, mírame —habla con preocupación—. ¿Qué pasó? Nunca se han agarrado a golpes, ¡mira cómo estás, Joan te ha partido la cara!

—¿Y él qué? ¿Acaso yo no lo herí?

—Sí, Bennett —Su voz se oye irónica—. Él también lo está, tal vez le reconstruyan el rostro. La señora Grant llamaría a tu padre para reclamarle si lo viera en estas condiciones.

—Deja de burlarte, me estoy sintiendo una mierda y no hay quien me detenga.



JOAN

Kurt procura tranquilizarme, pese a ello tengo una ira que no termina de salir.

—¡Dime que pasó, Joan! Ustedes nunca han peleado así.

—Eso sucede cuando me provocan y se meten conmigo —Señalo hacia la cocina—. ¿Quieres seguir tú? —exclamo sintiendo como la sangre se desplaza por mi boca.

—¿Estás provocándome, imbécil? ¡Ya estás prácticamente muerto, no me jodas porque voy a patearte el trasero!

Me acerco hasta el sillón desplomándome contra el respaldo. En mis manos hay sangre, sé que en mi rostro también porque me siento empapado y no es solo sudor. Hago la cabeza hacia atrás tratando de mantener la compostura. Estoy agitado, mi maldito whisky se ha volcado en el piso de la sala y el partido de fútbol ya comenzó.

—¿Por qué pelearon? ¡Bennett te dio una gran paliza!

—¿Y yo no se la di a él? ¿Cómo tiene la cara? ¿Ah?

—Sí, Joan, eres como Rocky Balboa, ¡bien hecho! —satiriza dándome un golpe en la cabeza—. ¡A ver si reaccionas, Grant!

Kurt Riley tiene el afán de corregirme, siempre fue así. Ahora con sus actos, que posiblemente son violentos, me hace sentir inferior. Soy pequeño frente a cualquiera de ellos tres, porque a pesar de tener la misma edad vivida, mentalmente soy el más retrasado.

—Por favor, fíjate como está Bennett —pido más tranquilo.

—Está con Brendan, ellos se arreglarán. Quizás lo esté curando, algo que yo no pienso hacer contigo —acota sincero—, pero si no te pones hielo quedarás realmente mal.

—No sé por qué somos amigos, Riley.

—Porque en todos los grupos siempre hay gente racional y los inadaptados—explica sentándose frente a mí—. En este grupo de cuatro tú y yo somos los inadaptados, pero entre nos, yo soy superior a ti. —Se ríe y eso termina por destensarme.

—Me haces sentir una mierda.

—Y lo eres, siempre lo fuiste —confirma entre risas.

—No es así.

—Siempre es así, eres tan voluble que no dejas de sorprender con cada paso que das. Al menos parece que entraste en razón, esta vez fue rápido.

—Ya cállate, Kurt.

No tengo ganas de ver a Tad, aun así, no puedo creer que haya reaccionado tan mal como para golpearlo de la forma en que lo hice. Si los chicos no hubiesen llegado no sé cómo habría concluido todo.

Hoy teníamos una reunión como cualquier otro fin de semana, tocaba en casa, algo tranquilo; sin embargo, parece que los altercados están más cerca de lo esperado.

—Ve a disculparte con Tad —insiste de brazos cruzados como si fuese mi padre—. Para que él reaccione así es porque tú tienes la culpa, siempre la tienes.

—¡No es así, ya deja de decir que siempre tengo la culpa!

—Joan, Tad es el ser humano más indefenso que existe. Tú eres más animal, eres molesto, generas ganas de golpearte.

—¿Seguro que no hablas de ti, Kurt? Porque es más tu perfil.

—¿Crees que yo golpearía a Tad? —Se respalda contra la silla cruzando los brazos detrás de la cabeza.

—Lo dudo.

—Exacto.

Encaro directo hacia la cocina. Brendan intenta hablar con Bennett y este se encuentra de espaldas. Ninguno se ha percatado de mi presencia y soy tan reacio a pedir disculpas que no quiero dar mi brazo a torcer.

—Soy una mierda, Brendan, yo lo provoqué para que largara el primer golpe, Joan no iba a hacerlo —Lo escucho decir.

—Se desquitaron de igual forma. ¿No quieres ir a emergencia? —bromea.

—¡Deja de decir eso! No puede estar tan mal, ¿verdad?

—Agradece que llegaron —digo con arrogancia.

—Joan, si vienes a continuar la pelea, aléjate.

—Tad, lo siento. —Camino hasta la mesada donde se encuentra—. Esto se fue de las manos.

—Vete a la mierda—susurra a solo unos pasos.

—Que me insultes no hará que Jade venga por ti, tampoco te quita responsabilidad.

Esta vez recibo el golpe sin siquiera cubrirme, me lo merezco por ser una boca floja.

—¡Detente, Tad! —Lo retiene Brendan—. ¡Kurt! ¿Dónde mierda estás metido?

—¿Qué ocurre? —dice el susodicho apareciendo en la cocina—. ¿El ring no era en la sala? ¡Ya deja de golpearlo, Bennett, lo vas a matar!

La espontaneidad de Kurt nos hace reír a los tres, lo que faltaba para completar mi cuadro psiquiátrico.

—Lo siento, Tad —insisto en una tregua real—. No volveré a golpearte.

—Está bien, Grant —suspira cansado—. Olvidemos esto.

—Váyanse a dar una ducha y luego limpien este desastre —exige—. ¿Hay cerveza en la heladera?

—Kurt —habla nuestro otro amigo—. ¿No puedes ser más humano?

—Estoy siendo humano, tomen —pasa unas latas—. Pónganselas en el rostro y tú —refiriéndose a Brendan—, cierra la boca y bébela.

Irónico es pensar que Riley no tiene ni puta idea de lo que está pasando pero que indefectiblemente debe enterarse en un par de minutos. Solo espero no recibir ni dar más golpes porque la noche no terminará bien.


Las horas pasan y la tranquilidad llega al grupo como una necesidad. Es momento de confesarnos, de quitarnos la pesada mochila frente a uno de nuestros amigos corriendo el riesgo de perder la confianza o quizás los estribos una vez más.

Riley desconoce lo que pasó en nuestra casa, en nuestra amistad. Es casi seguro que piensa que la pelea de hace unas horas se debe a asuntos de trabajo, mas las idea de competir por la misma mujer no se le atraviesa ni de casualidad.

—Kurt, hay algo que tenemos que decirte, pero por favor escúchanos antes de emitir cualquier tipo de opinión —expresa Tad sujetando una bolsa de hielo al borde de su labio.

—Adelante —asiente—. Sé que nada bueno saldrá de ustedes, pero ya qué.

—¿Recuerdas a Selina, la gatúbela de la fiesta? Su nombre real es Jade.

—¿Nombre real? —Mira confundido—. ¿Es una artista? ¿No se llama Selina?

—No, Riley. ¿Acaso no sabes que el personaje de gatúbela se llama Selina Kyle?

A decir verdad, tampoco lo sabía, me enteré por Judith; ni puta idea. De todas maneras, cualquier excusa es buena para desviar la conversación, aunque sea por unos segundos.

—¡No lo sabía! He salido con ella y siempre la llamé Selina.

Tan solo escucharlo me pone los pelos de punta, sé que se han besado hasta quedarse sofocados, no obstante, necesito confiar en Jade y asumir que no pasó a mayores.

—Kurt... —menciono por lo bajo y miro a Tad, quiero ser yo quien se lo diga—. Jade y nosotros... Hemos estado saliendo.

Saliendo, que palabra tan casual, Grant ¡Díselo de una vez!

—Tuvimos relaciones sexuales con ella —interrumpe Tad ganándose su atención—. En trío.

—¿Cuándo?

—Unos 7 u 8 meses —responde y bajo la cabeza.

—¿Ustedes dos hicieron un trío con ella? ¡Pero son unos depravados, tiene 20 años!

—Se los dije —interviene Porter—. Y si lo dice Kurt, que es un imbécil, imagínense.

—Riley, escucha la historia y luego opina, ¿está bien?

Se abstiene de continuar la discusión. Tad es el encargado de comenzar a relatar lo acontecido, es necesario que lo sepa. Su reacción no es de las mejores, no deja de insultarnos aludiendo a que somos unos idiotas que abusamos de la mente estable de una persona de 20 años a quien nunca debimos acercarnos. Ni hablar cuando se entera de que Payne está involucrado, no puede creerlo.

Asume sentirse atraído por Jade, nunca intentó algo más que besos por el motivo que tanto nos cuesta ver a nosotros, la edad. Diez malditos años de diferencia que a los tres no nos importó en lo absoluto, pero que ante el resto de las personas parece romper los esquemas y es descabellado pensarlo.

¿Por qué una chica universitaria que se encuentra en su segundo año saldría con alguien 10 años mayor, dueño de una discográfica reconocida o peor aún, con dos personas en la misma condición?

Me quiebro ante mis amigos. Las palabras que Brendan dijo hace meses respecto al tema no se comparan con las de Kurt, su verborragia es mucho más cruel y no está siendo erróneo en su observación. Mi rostro, además de reflejar golpes, evidencian lágrimas, no puedo mirarlos a los ojos, estoy inmóvil desde mi lugar con la cabeza agacha recibiendo el reto como si fuera un niño o un cachorro si quiero sonar menos humano.

Tad argumenta su postura, la cual es condescendiente, porque todos, salvo yo, la aceptan. Asumo la parte que me toca, no puedo hacer la vista gorda, aun así, me niego. Toda nuestra plática, de lo que según nosotros sería un viernes normal como cualquier otro, se centra sola y exclusivamente en Jade, aquella hermosa mujer que tan loco me trae.

Hago foco en mí, puedo asegurar que nunca deseé tanto a alguien y he de asumir que hace horas atrás la traté de lo peor, por poco la obligué a elegir a la fuerza. Me siento un completo enfermo, lo estoy, lo dije hace tiempo.

—Ahora entiendo el porqué de los golpes —expresa Brendan al conocer los últimos detalles—. Creo que fue suficiente, ambos se desquitaron y obtuvieron su merecido.

—Sabía que eran unos dementes, aunque nunca pensé que se animarían a tanto. ¿Era necesario tenerla encerrada 5 meses? ¿No podían follar como cualquier persona normal? —desaprueba Kurt.

—Esa fue mi idea —asumo—. Me gusta la dominación, quería someterla bajo reglas, que me tuviese miedo y poder...—Revuelvo mi pelo en señal de frustración—. No importa.

—¿La dañaron? —indaga asustado.

—No, Kurt— interviene Bennett—. Los pensamientos no son lo mismo que las acciones. Me conoces, sabes que yo jamás le he faltado el respeto a una mujer, Joan tampoco lo hizo. Todo fue consentido, Jade eligió, ella cambió las reglas, decidió permanecer en casa con nosotros estos últimos meses.

—Entonces, ¿qué harán ahora?

—Ella nos dejó a los dos, ¿qué podemos hacer? Lo más maduro es respetar su decisión. Dije que me quedaría hasta que ella me lo pidiera y hasta aquí llegó mi voluntad, no puedo lastimarla más.

—¡Pero le dijiste cosas muy crueles hoy! —respondo ofendido cuando no hay gotas en mi rostro—. ¡Asumiste que fue un engaño!

—¡Y lo fue! —alza la voz—. ¡Me engañó contigo cuando yo persistía a su lado! Hace dos días hice el amor con ella.

—¡Tad! —Llama la atención Brendan.

—Déjalo, no me molesta, he compartido a Jade con Tad por meses.

—¡Enfermos, están enfermos! —Repite aplastando la lata de cerveza entre sus manos.

—Sí, Kurt, siempre lo estuvimos.

Sin importar la cantidad de veces que intenten explicarme lo que tengo que hacer, no puedo aprehenderlo. Soy como un adicto, voy a recaer otra vez. 

ESPERO QUE TE ENCUENTRES MUY BIEN. PORFA, SI TE GUSTA LA HISTORIA DÉJAME TU VOTO, COMENTARIO Y MUCHO AMOR 💜

JK.

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