24• Consejo de amigo
JOAN
Salgo a correr como todos los fines de semana. Sábados y domingos son los únicos días en donde mi tiempo no está limitado debido a la oficina, los únicos días donde están reservados solo y exclusivamente para mí.
Entreno porque me gusta, el halago sobre mi cuerpo es algo que nunca falta cuando se trata de algún encuentro sexual, digamos que enciende la mecha antes de la explosión. No obstante, correr me sirve para despejarme, para replantearme cada una de mis acciones y sus consecuencias.
Ya ha pasado una semana desde que regresé con Jade a escondidas de Tad y, aunque la he visto poco, estoy muy conforme. Fuimos a un lugar alejado, hablamos mucho, nos hicimos preguntas personales donde algunas quedaron pendientes; quizás en el momento no se me ocurrieron, pero no podía dejar de observar lo bien que se veía en esa falda a cuadrille.
Bennett no cuestionó mi salida, mas nunca nos hemos dado explicaciones entre nosotros. Vivimos juntos, aun asi, cada uno tiene una vida y juego de llaves. Estos últimos días ha estado ausente, incluso algunas noches ni siquiera ha llegado a casa y nos encontrábamos en la oficina. Volvió a la normalidad, una gran ventaja para mí.
Me detengo a beber agua y programar de nuevo el cronometro antes de volver a casa, me gusta controlar cada cosa que hago, pretendo mejorar mi tiempo semana a semana.
—¡Hey, Joan! —habla una voz femenina.
—¡Hermosa! ¿Cómo has estado?
—Muy bien, ¿tú? Hace mucho que no te veía por el parque. —Trota a mi lado intentando seguirme.
—Será porque estás muy floja y vienes tarde —menciono con gracia—. Los fines de semana siempre estoy por aquí. No te veo desde Halloween, ¿qué has estado haciendo?
—Trabajando, he tenido muchos desfiles en el último tiempo. ¿Sabes? ayer tuve una sesión de fotos para un local de ropa y me encontré con Jade... O Selina —Corrige—, la gatúbela de la fiesta.
—¿La conoces? Pensé que estabas muy ebria como para recordarla.
—¡Nos reencontramos ayer! Es una excelente fotógrafa y muy linda. Intercambiamos redes sociales y la llevé a su casa cuando terminamos la sesión.
—Sí, es muy linda —Bajo el ritmo para ir a su lado—. Trabajó para nosotros en la discográfica, fue la fotógrafa de Robin Lane.
—¿En serio? ¡Dios mío, ese hombre es tan sexy! La próxima le pediré que me lleve como asistente —bromea.
¡Otra más! ¿Pero que le ven? Robin se me hace un tipo normal.
—Ella también estaba emocionada —bufo—. Como sea, creo que la invitaré a salir uno de estos días.
—¡Ni se te ocurra, Joan Grant! —Protesta apuntándome con el dedo—. No tienes que fingir conmigo, desechas a las mujeres con rapidez, Jade no se merece algo así. Además, ya está saliendo con alguien, anoche un lindo chico la esperaba en la entrada de su departamento, dijo que solo eran amigos, pero estaba como quería.
—¿Un amigo? —frunzo el ceño—. ¿Cómo se llama?
—No recuerdo —Sé que miente porque esa sonrisa la delata—. No te diré.
—Por favor, preciosa, dímelo.
—¿Qué te traes con ella? ¡Yo le advertí de ti!
—¿Advertir? ¿Por qué? ¡No he hecho nada malo!
—¿Sabías que las personas pensaron que tú y yo nos acostamos en Halloween? ¡Idiota! Todo porque te metiste con Selina en el baño.
—¿Alguien vio eso? —Me siento un depravado.
—Conocidos en común y, gracias a que existe evidencia de que no fui la única gatúbela, pude mantener mi reputación.
—¿Y cómo sabías que Jade no se llamaba Selina?
—¡Ya ves que eres tonto! Selina Kyle es el nombre del personaje de gatúbela —Me golpea—. ¡Madura, Joan!
—¡No lo sabía! —finjo dolor tras el golpe.
Judith ejercita a mi lado viéndose pequeña con tenis, gran parte del tiempo lleva tacones para estilizar; sin embargo, se ve muy linda. Atravesamos el parque de una punta a otra hasta llegar a la calle principal donde debemos separarnos.
—Tengo que irme, cuídate y entrena mucho.
—Adiós, Jud, sigue entrenado ese bello trasero, las sentadillas te están haciendo muy bien.
—¡Cállate, idiota, deja de mirarme! —Se ríe—. Besitos en los abdominales. —Muerde su labio aventándome un beso a la distancia.
¡Cuando quieras!
Tad permanece sentado en la sala con su laptop, ¿acaso está trabajando? Se queja de mi obsesión con la empresa, pero él es igual.
—¿Qué haces Bennett? Espero que viendo porno, porque no hay ningún otro argumento válido para un sábado.
—Estoy averiguando sobre un vuelo, quiero ver a mi sobrino para Navidad, no falta nada.
—Entonces, ¿te irás a Filadelfia?
—Iré a lo de mi madre primero y luego nos iremos a casa de mi hermana. ¿Tú que harás?
—No lo sé, supongo que iré a Wisconsin.
No presto mucha atención a las fechas, por poco olvido que el año está por terminarse. Detesto la Navidad y la gente moviéndose de un lado a otro en busca de regalos como si de eso dependiera su vida.
—¿Cómo estuvo el entrenamiento? —interroga sin quitar su vista de la pantalla.
—Bien—Bebo agua—. Vi a Judith en el parque, ¿sabes que me dijo?
—¿Que dejaras de mirarle el culo? —ríe.
—Aparte de eso, me contó que estuvo con Jade ayer, se hicieron amigas en las redes sociales y le habló mal de mí.
—¿Mal de ti? ¿Qué pudo decir que Jadie no sepa?
—Bueno, en eso estamos de acuerdo —Comienzo a estirar mis brazos sin perder el hilo de la plática—. Le dijo que yo desecho a las mujeres, pero la niña sabe que con ella fue diferente.
—No dijiste nada más, ¿verdad? —Levanta la mirada.
—¡No! ¿Y sabes qué más? Jade ya está saliendo con alguien. Un idiota la buscó a su casa anoche, aunque Judith no quiso decirme de quien se trata. —Sigo bebiendo de mi botella—. Antes que lo menciones, no es Kurt, porque insistió en que el tipo era lindo y sabes que Judith odia a Riley.
—¿Lo odia? ¿Por qué?
—Ellos salieron un tiempo y luego Kurt se acostó con su hermana.
—¿Judith tiene una hermana? —inquiere dudoso.
—Sí, creo que era su hermana.
—Si no lo sabes, ¿qué mierda hablas, idiota? Aish! ¡Ya cállate, Grant!
—Bennett, Jade está saliendo con alguien y no me gusta.
—¿Celoso, Joan Grant? jódete. No eres nadie para reclamarle con quien sale, déjala ser.
—¿No te molesta que salga con otro? Tad, ¿tú quieres a Jade?
—¡Amo a Jade más que tú! ¿Pero sabes qué? No puedo obligarla a que me ame, quiero que ella tome una decisión correcta, ¿y qué se me ocurrió para que eso suceda? ¡Darle espacio! ¿Tengo que recordarte el por qué?
—Yo también amo a Jade y te recuerdo que fui el primero en alejarme, te dejé el camino libre y tú lo arruinaste. Ahora me pides que entre los dos hagamos un gran esfuerzo para olvidarla, que le demos su espacio, entonces ella se va con otro y nos olvida a ambos. ¿De qué mierda sirvió todo esto?
—Sirvió para que se diera cuenta que posiblemente ninguno de los dos la merezca —Se levanta de su silla y cierra su laptop—. Créeme que lo que menos quiero es perderla, estoy dispuesto a todo, la recuperaré. Y si ella te elige a ti, también lo voy a aceptar. Mi plan no es coaccionarla —Se retira a su despacho dejándome como un imbécil elongando.
¿Qué está queriéndome decir? ¿Que yo la estoy coaccionando para que me acepte? Es posible que tenga razón en sus palabras, cuando él está cerca siento que no tengo chances, pero cuando el camino estuvo libre no perdí tiempo y regresé suplicando perdón.
Me siento intimidado por mi mejor amigo, la razón cae en la obviedad, Tad es mucho más racional que yo. Sé que ama a Jade, nunca lo he visto tan decidido, hace un esfuerzo para no correr a ella en estos momentos. Ahora es cuando me siento una mierda, porque ya lo he traicionado antes, incluso estoy obligándola a ella a que mantenga esta mentira.
¿Pero qué motivos le dio para dejar de verla? La manera de ser de Bennett no es arrogante ni impulsiva, es evidente que la distancia con Jade en estos últimos días oculta un motivo, una excusa banal como trabajo, negocios o incluso un viaje familiar.
Tad ama a su hermana, su sobrino, su madre; son las personas por las cuales daría la vida si fuese necesario, se refugia en ellos a la primera que algo lo lastima. No por nada está buscando vuelos desde ya, quiere alejarse.
La última vez que vi a Jadie le supliqué para que me eligiera pidiéndole que se olvidara de Bennett. ¿Pero qué clase de amigo soy? Él no haría lo mismo conmigo.
Termino de estirar decidido a tomar una ducha, tengo que dejar de suponer y de armar desastres en mi cabeza.
TAD
Discutir con Joan es normal en estos últimos días y, aunque he tratado de ignorarlo, por momentos solo quiero darle un golpe en la cabeza. Ya va a ser casi una semana desde que viajé con Jade a Manhattan y el recuerdo está latente. Ella me envió las fotografías que sacó y debo admitir que me veo muy bien, sus tomas son perfectas, también adjuntó una selfie de ambos. Mi celular tiene un nuevo fondo de pantalla, no puedo dejar de verlo, soy como un maldito adolescente adicto al porno, pero en este caso, a Jadie.
Me gustaría salir de casa e ir a buscarla, decirle lo mucho que la amo, aunque ya lo sabe, se lo he repetido hace dos días. Estoy siendo sincero con cada palabra que sale de mí, estoy dispuesto a darlo todo por ella, a la vez, me limita mi mejor amigo, no puedo lastimarlo. Me siento en medio de algo que es incontrolable, no quiero herir a nadie, sin embargo, en el fondo me estoy hiriendo a mí mismo, porque mis propios actos están perjudicándonos a los tres.
Joan muere por ir tras ella, estoy seguro de que no va a contenerse, saldrá corriendo a sus brazos a la primera, si es que no lo hace hoy mismo al enterarse de que Jade salió con alguien más. Me pregunto quién será... Si no es Kurt me desconcierta por completo, no obstante, tampoco puedo entrometerme. La última vez que hablamos le dejé en claro que podía elegir a quien quisiera y mantengo esa postura. No voy a negarme a sus pedidos, no voy a imponerle una sola opción porque tampoco pretendo que me elija a mí sabiendo que otro puede ser mejor. Soy un desastre.
Salgo del despacho después de dejar mi laptop sobre el escritorio y voy a mi habitación. Me recuesto en la cama con el celular en la mano para mirar una vez más ese hermoso rostro sonriéndome. No puedo dejar de pensarla, de halagar cada una de sus facciones. Cierro los ojos recordando como mis caricias la relajan hasta el punto de quedarse dormida, con su respiración suave y el apoyo de su cabeza sobre mi pecho. Si lo medito en demasía creo hasta percibir su perfume.
Abro los ojos suspirando al darme cuenta de que he perdido la cabeza, esto es nuevo para mí. Me reincorporo sentándome sobre la cama cuando una imagen se proyecta de forma abismal.
Tomo las llaves del coche, guardo el móvil en el bolsillo y salgo con decisión, tengo que buscarla. Bajo las escaleras directo a la puerta principal y, cuando voy hacia el garaje para buscar el vehículo, me topo con Joan haciendo lo mismo.
—¿A dónde vas? —preguntamos al unísono— A casa de Brendan —respondemos.
¡Mierda! ¿Por qué creí que era una idea elocuente?
—¿Vamos juntos? —propone dubitativo.
—Ah sí... ¿Vamos en tu auto o en el mío?
—Vamos en el tuyo, Tad, ya ni quiero manejar—resopla acercándose hacia mí.
¿Por qué me ha contestado de esa manera? ¿Sospechará de mí? Soy el peor amigo del mundo.
Cambio de planes, el destino es la casa de Brendan, a quien ni siquiera le he avisado y solo ruego que no esté ocupado o que al menos Joan si lo haya hecho.
—¿A qué vas a lo de Brendan? —pregunto por si se me cae una idea—. ¿Avisaste?
—Yo voy a... Consultarle sobre unas cosas, no le he avisado.
—¿Qué cosas? Yo tampoco le he avisado.
—¡Londres! Quiero visitar a mi hermano y Brendan... Quiero que me ayude con un problema en el pasaporte. ¿Tú a que vas?
—¿Yo? —suspiro—. Yo... Grant soy malo para las mentiras —Tomo valor para enfrentarlo—. Quería hablar con Brendan para pedirle un consejo, alguien que me haga entrar en razón respecto a Jade.
—¿Entrar en razón?
—Tengo ganas de buscarla y me estoy conteniendo, necesito que Brendan me dé una lección haciéndome sentir un pervertido a su modo.
—Bennett, ya lo tenemos harto con este tema. ¿En serio vas a pedirle un consejo? Yo te puedo dar la respuesta. Piensa con esta cabeza y no con esta —imita la voz de nuestro amigo al tocarse los genitales.
—Es una respuesta predecible—carcajeamos—. Entonces, solo te acompaño para que hables con él y luego regresamos.
—Tú no quisiste alejarte, lo hiciste por mi culpa.
—Verla desvanecerse en un momento de presión me hizo dar cuenta que eludimos su salud. Me alejé por su bien, le dije que me llamara si necesitaba algo y no lo hizo.
—Entonces, ¿desde que la llevaste a su departamento ella no volvió a llamarte?
—No, no lo hizo —En parte es verdad, yo soy quien se comunica con ella; Jade nunca me envía mensajes.
Mis manos aprisionan el volante con fuerza tratando de cambiar el rumbo de la conversación, intentado no pensar en que soy un mentiroso de mierda; pero no puedo, soy débil, odio las mentiras con toda mi alma. ¿Por qué hacerle a Grant lo que no me gustaría que él me haga? No, no puedo ocultárselo más, tengo que decirle que estoy viéndola
—Joan, yo...
—No, Tad, dijimos que no la buscaríamos, estamos haciendo lo correcto. No irás por ella, yo tampoco.
—Pero...Escúchame, yo necesito que...
—¡Ya cállate, Bennett! Pondré algo de música, no quiero discutir otra vez.
¡Maldita sea!
Llegamos a casa de Porter interrumpiendo su desayuno continental. Su cara al vernos es de preocupación, no le hemos avisado que vendríamos y eso no suele ocurrir con frecuencia.
—¿Qué hicieron? —pregunta con inquietud—. Por favor, no me amarguen el fin de semana. ¡Ya se metieron en un problema! —Se queja golpeando la mesada.
—No hicimos nada, Porter—contesta Joan comiendo una de sus tostadas con mermelada—. ¿Me sirves café?
—¡Sírvete tú mismo! —responde molesto—. Tad, amigo, ¿quieres café?
—Gracias, no te preocupes. ¿Cómo estás?
—¿Por qué a Bennett lo tratas mejor? —reprocha sacando dos tazas de la alacena.
—Porque él no me come las tostadas, ¡al menos pregúntame como estoy!
—¿Cómo estás, Brendan?
—¡Mal! ¡Porque ya están aquí causando algún contratiempo!
—Estamos de visita por dos motivos y ninguno te requiere como abogado, solo como amigo —intento tranquilizarlo.
—Quiero que me recomiendes un hotel para quedarme en Londres.
—¿No era respecto al pasaporte?
—¿Y a qué vas a ir a Londres?
—¡A ver a mi hermano, a que más!
—Pero si tu hermano va a ir a Wisconsin, pasará las fiestas de fin de año en casa de tus padres.
—¿Ah sí? ¿Hablaste con él? Entonces no te necesito —ríe—. Bennett, a lo tuyo —bromea llenando las tazas.
Maldito Grant, me hará hablar frente a Porter y este terminará cabreado. Dijo que le consultaría acerca de su pasaporte, pero no tenía idea de que su hermano viajaría, que imbécil.
—Yo... No tengo mucho para decir, acompañé a Grant, lo traje.
—Es Jade, ¿verdad?
—¡Esta bien, sí, pero no te enojes!
Los tres nos conocemos desde niños y es como si el tiempo no pasara cuando estamos juntos, parecemos subnormales intentando encubrir la verdad.
La misma cantaleta es oída una y otra vez, con la diferencia que Joan está aquí y también aporta su versión de las cosas. Brendan es abogado, uno importante, se dedica a la mediación. En este caso nos es de mucha ayuda, nunca toma partido por uno de los dos, es objetivo, nos da los pros y los contras y, para concluir, nos manda a la mierda, es sumamente veraz.
—¿Mi sincera opinión? ¿Realmente quieren oírla? —pregunta provocándonos una carcajada anticipada.
—No puedo dejar de pensar con ésta —Se adelanta Grant—, pienso en conjunto.
—Muchachos, de verdad creo que tienen que soltar a la chica. Son mayores los motivos para dejarla que para quedarse con ella.
—¿Por qué lo dices?
—¿Saben quién es su padre? —Cuestiona con seriedad.
—Dijo que estaba en las fuerzas, ¿no? —Me mira Grant.
—¡Su padre es el General Jeffers! —comenta enojado—. ¡Dean Jeffers! Está a cargo de la nueva brigada, les pateara el culo si se entera de que le hicieron algo a su hija.
—Nosotros no tenemos nada que ver con el ejército, no hay forma de que se nos reprima.
—¿Cómo sabes que es su padre? —indago, esta conversación cambió el rumbo.
—Son asuntos privados, tengo negocios con él. Por supuesto que no le dije que mis amigos se follan a su tierna hija de 20 años de la que tanto me habla; pero yo a ustedes no los conozco, jamás los he visto ¡Y no llevaré su causa cuando el General se entere, es más, trabajaré gratis para él!
—¡Porter! ¿De qué hablas?
—Escuchen, el padre de Jade quiere que ella se case con un buen hombre y obviamente no es ninguno de ustedes dos, asi que déjenla por las buenas, porque por las malas será con una granada debajo de sus camas.
—Deja de exagerar.
—¡No exagero, maldita sea! Es General de división, está a cargo de brigadas y es experto en artillería, ¡por si no lo están analizando!
Bueno, eso explica por qué Jade es tan estratega como para infiltrarse a nuestra casa y maniobrar un arma. Sonrío del solo pensar que eso está en sus genes.
—¿De qué te ríes, Bennett?
—Brendan no sabe que Jade entró a nuestra casa y nos amenazó con un arma para que volviéramos con ella.
—¿Ella los amenazó?—Cuestiona acomodándose en su silla.
—Sí, Brendan, ¿cómo crees que volvimos a estar juntos? —dice Joan con naturalidad—. Ella nos coaccionó a nosotros.
—No, no, ¡los tres están mal de la cabeza! —Se queja nuestro amigo al no saber qué hacer con nosotros—. Chicos, de verdad, aléjense de ella, aléjense porque la están desquiciando.
—Es lo que le dije a Joan y te lo comenté a ti, me alejo porque la quiero, no puedo permitir que sufra por nuestra culpa.
—Es una decisión madura —asiente—. No se merecía lo que le hicieron, ustedes abusaron de ella.
—¡No fue abuso, fue consentido! —interrumpe Grant—. Sé cuál es el punto al que quieres llegar y tienes razón, pero no abusamos sexualmente de ella porque todo se hizo con su aprobación.
—De acuerdo, me expresé mal —Se disculpa haciendo un ademan con sus manos—. Pero no puedes negar que el juego se salió de control. Si ella elige a uno de ustedes está bien, y si no lo hace, mejor —Clavamos la mirada en su rostro ceñudo— porque eso evitará problemas internos.
—¡En definitiva tu consejo es una puta mierda! —vocifera— Porque no estás diciendo nada que Tad o yo no hallamos hablado antes. Y para que sepas, yo pienso que hay que buscarla.
—¿Buscarla? ¡Y para qué! Si tú mismo te alejaste de ella, ¡maldito idiota! ¿No te has puesto a razonar de que sin tu actitud precipitada los tres estarían follando como si nada? Solo piensas con...
—¡Deja de repetir lo mismo! Tienes una obsesión con mi enorme miembro viril.
—¡Me estresan! ¡Los dos son unos imbéciles!
Esta charla nunca terminará en un buen consejo, nuestras mentiras jamás nos permitirán llegar a una sola verdad y nuestro mejor amigo no tendrá mejores casos con los cuales lidiar.
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