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18• Idea fugaz

TAD

Brendan abre la primera cerveza de la noche, por el momento solo estamos él y yo, pero Kurt no tarda en venir. Quizás el idiota de Joan también lo haga, mas no podemos saberlo, es impredecible.

Desde que tomé la decisión de alejarme de Jade que las cosas entre nosotros no están bien, sin embargo, aunque Grant no lo entienda, es lo mejor. Hay que darle su espacio, comprenderla, esto no es un juego, su salud no lo es. Verla a punto de desmayarse, por la presión que le causamos, hizo que replanteara mi accionar, no puedo herirla.

Me acusó de cobarde, oportunista y chantajista. Sí, todo un combo para que el señor Joan Grant no se sienta con menos características. Asumo lo que me toca, ser parte de este plan mediocre, el organizador, el encargado de la logística y ejecución. Todo es mi culpa, mínimo debo dejarla ser feliz y que siga con su vida.

¿Por qué una mujer como Jade, de 20 años, se arruinaría la vida con un imbécil como yo, un tipo que solo pensó en sus placeres esporádicos y, que aún más sucio, la compartió con su mejor amigo como si fuera un objeto?

Pese a ello, de saber que soy una basura, la amo como nunca lo he hecho ¡Y es muy injusto! Es injusto que por primera vez me enamore y sea prohibida, porque lo es, le dije a Joan que teníamos que tomar distancia, y con todo el dolor que me cargo lo estoy haciendo.

Cuatro días sin saber de ella, no le envié un mensaje, no la llamé. De su parte tampoco recibí señales, sé que debe estar odiándome, pensando en que también soy como un exnovio al que nunca más quieres verle la cara. Lo considero y me derrumbo, estoy tentado a cruzar la barrera que yo mismo interpuse.

—¡Tad! —grita Porter— ¿Estás aquí o en la estratósfera?

—¿Qué pasa?

— Eso me pregunto, ¿qué te pasa? No estás escuchando nada de lo que te digo.

—Brendan, me estoy volviendo loco —comento antes de dar un largo sorbo a mi cerveza—. No puedo sacarme a Jade de la cabeza, soy como un puto adolescente.

—Amigo, de verdad que no los entiendo—expresa fastidiado—. La chica estaba con ambos, luego uno se sale, y cuando se queda contigo, la dejas tú. ¿Que sigue ahora? ¿Joan regresa con ella y tú te quedas solo? ¡Un círculo vicioso!

—Entonces, ¿piensas que hice mal en dejarla? Es por su bien.

—¿Y por tú bien no has pensado en ir a un psiquiatra? ¡Es que están jodidos de la cabeza! —Se queja—. Cuando llegue Kurt lo hablamos, otra opinión te hará entrar en razón.

—¡No, Kurt no!

—¿Por qué? ¿Se lo ocultarán a Riley? Nos conocemos hace años, no hay secretos entre nosotros. Además, yo soy quien limpia el desorden de los tres.

—Brendan, hay algo que no sabes... —menciono suave y ya puedo imaginar el puñetazo en mi cara—. Jade y Kurt...

—¡Ay, no me digas! ¿También él? ¡Pero que mierda! —golpea el borde del sofá.

—Espera, puedo explicarlo.

—¿Hicieron un gangbang?

—¡No, imbécil! —Golpeo su cabeza.

—¿Quién va a hacer un gangbang? —pregunta Joan de repente en la sala.

Cuando nos reunimos dejamos la puerta sin llaves y cada uno ingresa a la hora que se le plazca.

—¡Eso quiero saber! Me dicen ahora mismo que mierda se traen los tres con Jade —exige Brendan.

—¿Jade? —interroga el pelinegro— ¿Qué hay con ella?

—Kurt y Jade, ellos salen...

—Fueron solo besos—manifiesta sin importancia—. Simples besos de tres horas cada uno —bromea—. No hay de qué preocuparse.

Deja un pack de cervezas sobre la mesa junto a otras botellas de bebidas más fuertes; hoy vino preparado. Se acuesta sobre uno de los sillones, a pesar de que Porter odia que lo hagamos, pero está tan concentrado en la conversación que ni siquiera lo nota.

—¡Los tres se follan a la misma mujer y no tengo que preocuparme! ¿No pueden dejar de pensar con esto? —Se toca los genitales.

—¡Brendan, cálmate! —reímos—. Kurt no se acuesta con ella.

—¿Y tú como sabes? —Le pregunto a mi socio —. Yo nunca se lo pregunté, aunque sí lo asumí desde un principio.

—¿Lo hicieron? —Frunce el ceño— ¡Voy a decapitar a Kurt si se animó a tocarla, y no me refiero a su cabeza!

El involucrado abre la puerta con dificultad, trae las manos ocupadas y, como puede, se las ingenia. Ninguno de nosotros se levanta del sofá para ayudarlo.

—¿Yo qué? —expresa divertido—. ¡No vayan a mover el culo, hijos de puta!

Todo se irá a la mierda por los celos extraños de Grant a último momento. Dijo que no iba a venir, incluso si lo hacía, le pedí que se comportara. Los cuatro tenemos la misma edad, no obstante, Brendan es quien pone orden; Joan es el que desordena. Estar con él es como jugar al jenga y sacar con fuerza una pieza de la base sin importar lo que esté arriba, la caída es inminente.

—¿Y bien? ¿Qué mierda pasa con mi verga? —dice sarcástico ganándose la mirada seria de Joan.

—¿Te estás acostando con Jade? —pregunta desafiante.

El dueño de casa queda anonadado ante la pregunta directa, en el fondo puede imaginarse que todo es un secreto porque no se había mencionado antes.

—¿Quién es Jade?

¡Claro, no le ha dicho su verdadero nombre, sigue pensando que se llama Selina!

Jadie es una bebé mentirosa; Joan, un completo imbécil.

—La amiga de Payne—Insiste sin darse cuenta.

—No se llama Jade, idiota, se llama Selina —corrige el pelinegro de ojos azules—. Y no tengo por qué decirles lo que hago con mi vida privada.

—Bueno, ¿podemos sentarnos y cambiar de tema? —propone Porter ofreciéndoles cervezas a los revoltosos.

Joan se acaba de dar cuenta de la enorme metida de pata y ahora solo intenta cambiar la conversación como si nada. Me acusa de oportunista, ¿y qué es él entonces? Que mierda le importa con quien se acuesta Jade si en definitiva no estamos más juntos por su culpa; también la mía, pero más su culpa.

La curiosidad por saber si se han acostado sigue siendo una incógnita para los dos, no está bien asumirlo; sin embargo, Riley no es ningún niño, no va a juntarse a tomar un café.

¿Estoy celoso? Si me imagino a Jade con Joan no me molesta, pero ¿con Kurt? Ni hablar, yo le voy a cercenar el miembro entero.

La realidad es que extraño mucho a Jadie ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Se habrá sentido mal en estos días? Muero por saber acerca de su condición.

¿No me convierte en un cobarde dejarla cuando la última vez que hablamos todo estuvo bien? Le dije que me quedaría hasta el final, hasta que me pida que me aleje; no obstante, acá estoy, con mis tres estúpidos amigos que no sirven ni para dar un consejo a mi favor, sumado a que dos de ellos también están interesados en la misma mujer, y el otro, que ni la conoce, ya está harto de este drama de telenovela.

—Tad, ¿en qué piensas? —habla Kurt apartando las piernas de Grant para sentarse.

—Estábamos hablando antes de que ustedes llegaran—Continúa Brendan.

—¿Y se puede saber por qué tanto misterio?

—Iré a ver a mi madre—Improviso al sentirme acorralado—. Ha pasado tiempo que no voy a casa, ella está insistiendo.

—Exactamente, él irá mañana a hablar con su madre—dice el moreno—. A veces hay que volver al nido para que te enseñen a volar de nuevo.

—Bennett, no te preocupes, yo puedo encargarme de la discográfica, tómate el tiempo que necesites.

—Gracias, Grant.

No tenía en mente hacerlo, aunque pensándolo bien, no me vendría mal tomar un descanso. Hay demasiados puntos para analizar.


Llego a casa a armar una valija. Creo que solo será por el día, una o quizás dos mudas de ropa son suficientes. La pantalla de mi celular anuncia la falta de batería obligándome a cargarlo en el poco tiempo que tengo.

Jade Jeffers viene a mi mente como si fuera un destello en medio de la oscuridad. Comienzo por cuestionarme si mis actitudes en los últimos días han sido correctas, o si hay una alternativa idónea a la que no hemos recurrido. La posibilidad de que sea solo costumbre queda descartada, esto va más allá de un simple hábito de compañía. Me ha llevado a meditar si alejarme no es también demostrar lo mucho que la quiero, a pesar de que no destaque.

Intento cuidarla, hasta de mí mismo en cuanto recuerdo los errores al iniciar este pacto. Quisiera verla, explicarle lo que ha ocurrido, el porqué de mi decisión deliberada.

Necesito escucharla, que me cuente su día, que ría conmigo y ponga la voz de nenita que tanto me gusta; pero caigo en cuenta de que nada de eso va a llevarse a cabo porque no puedo arruinarlo.

Bajo a la sala dejando la valija cerca del sofá. El sueño se me ha ido por completo, estoy considerando irme ya mismo, pese a que el móvil no ha completado su carga correspondiente.

Escucho el ruido de llaves y Grant aparece sorprendiéndose ante mi rapidez para alistarme.

—¿Ya te vas?

—No lo sé, tengo ganas de irme temprano, tomaré un bus, no llevaré el auto.

— ¿Por qué no? No has bebido tanto como para dejar de conducir, Bennett.

—Porque quiero despejarme, si manejo me tenso.

—Como digas, buen viaje —Sonríe dirigiéndose a las escaleras—. Salúdame a tu madre.

Llamo a un taxi para que me lleve a la terminal de buses, es mejor si me duermo en el trayecto hasta Filadelfia. La batería del móvil es suficiente como para hacer un llamado o enviar un mensaje, me conformo.

Mi conciencia es un debate constante, sin duda el corazón y ella son dos polos opuestos, porque lo que uno tiene ganas de hacer, la otra lo recrimina. Quiero ver a Jade, enviarle un mensaje y decirle que la amo, que en estos días no la he visto porque he querido darle su espacio, pero que no soy lo suficientemente valiente como para alejarme sin que me lo pida. No obstante, nunca me llamó, tampoco me ha pedido que regrese a verla y creo que la señal es obvia e inequívoca. Tarde o temprano sé que voy a perder mi dignidad, me vale.

Me autoengaño diciendo que puedo resistir más días sin verla, que necesita más tiempo para pensar la cosas, sin embargo, pierdo ante mi propia calma.

El taxi llega, entonces, sin detenerme a pensar más, le pido al conductor que me lleve a casa de Jade. Voy a depositar mi energía y voluntad en esto, lo juro.

Son las 5 de la mañana, va a odiarme. Antes de golpear, decido llamarla a su celular y agradezco que la poca batería me dé la posibilidad de hacerlo. Contesta dormida, su voz apenas es audible, pero de un momento a otro se preocupa

—Tad, ¿qué pasó? ¿Estás bien?

—Sé que es tarde, de seguro dormías, pero necesito pedirte un favor.

—No pasa nada, ¿qué necesitas?

—Que me abras la puerta de tu departamento —musito.

— ¿Lo dices en serio? ¿Estas acá a las 5 de la mañana?

—Perdón, Jadie, por favor, ábreme, ¿sí?

Escucho sus pasos acercarse permitiéndome el pase. Tiene puesto un pijama corto y me pregunto si no tendrá frío al estar tan desabrigada. Su cabello lacio es un desastre, mas no deja de verse linda. Observa mi valija en cuanto agacha la mirada terminando por despabilarse al abrir sus ojos con sorpresa.

—¿Qué es eso?

—¡Arma tu valija, Jadie, nos vamos de viaje!


Hola! Aquí el capítulo del día viernes, un poco tarde,pero seguro. Gracias por sus comentarios y votos 💜 

¿Que piensan sobre la propuesta de Tad?

Hasta mañana!

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