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16• Difícil decisión.

JADE

Entro a casa, una que no me pertenece y que desde este momento siento más ajena. Subo directo a mi habitación, me tiro en la cama y pienso, al menos hago el intento de resolver este conflicto interno que llevo en la cabeza. Es un laberinto sin salida, estoy perdida en mi propio juego, aquel que idealicé con reglas incoherentes. Soy la perdedora, perdí en el juego de ellos enamorándome y perdí en el mío, cuando uno resolvió retirarse por voluntad propia.

Joan Grant me ha roto el corazón. Sí, es el primer hombre que lo hace, porque jamás he sido de esas afortunadas que tenían varios pretendientes, al contrario, por ser selectiva nunca tuve nada serio. He tenido acercamientos, no soy una santa, no obstante, nada se aproxima a estar enamorada, fueron simples besos y una corta confusión. Miserables besos al lado de estas incontrolables ganas que estos dos hombres dejan en mis labios pidiendo por más.

Regreso a Joan Grant, ese idiota de cabello oscuro, alto, musculoso, con su sexy tatuaje de lobo y mayor que yo, pero sin aparentarlo. Desde el día uno que he temido a sus acercamientos, ni hablar si pienso en los rudos golpes que me dio al nalguearme al contradecirlo; me ardió el culo como por dos días, aunque no me importó. Terminamos en la cama, me hizo el amor, se entregó a mí con sinceridad; su tacto fue compasivo hacia mi cuerpo, lo sentí un indicio.

Después que las nuevas reglas se establecieron nada cambió. Su trato persistió, era molesto conmigo sin ser agresivo fuera de la cama, pero dentro era el hombre perfecto. Yo podría pasar horas, días metida en una cama con Joan Grant y no me cansaría de sus besos y caricias, del olor de su perfume, de sus labios sensuales y sus ojos negros oscuros brillando al mirarme, sin embargo, se terminó.

Dramática debería ser mi segundo nombre, no obstante, no hay nada más sincero que lo que estoy pensando.

Miro al techo, con mis brazos extendidos a los costados abarcando toda la cama, tratando de respirar sin sentir esa opresión, esa culpa aplastándome como si fuera una pequeña hormiga.

Si me quedo en casa y lo veo será peor, no puedo hacerlo ¿Cómo debo tratarlo cuando llegue de trabajar? ¿Cómo voy a contenerme de colgarme de su cuello mientras me sujeta de mis glúteos y me eleva con fuerza? Soy débil ante su tacto, caigo rendida a sus pies en cuanto lo tengo en frente; no voy a soportar su rechazo, ni su risa arrogante diciéndome alguna idiotez saturada con algo de verdad oculta.

Cobro valor al levantarme de la cama y preparar mi mochila con los libros de la universidad junto a las pocas cosas que he traído. Creo que es hora de volver a mi departamento y tomar un poco de distancia, no de Tad, pero sí de Joan, debo hacerle las cosas fáciles a él también.

Bajo a la cocina por un poco de agua y escucho que la puerta principal se abre. Me asomo a ver de quien se trata cuando de repente nuestras miradas se cruzan en un momento incómodo.

—Hola, Jade. —Me sonríe— ¿Cómo estás?

—Hola, ¿Tad no viene contigo?

—No tarda en llegar ¿No recuerdas que hoy fuimos en diferentes coches?

¡Claro, Jade! Tadie te llevó a la universidad esta mañana, ¿acaso eres estúpida?

—Cierto.

Lo ignoro restándole importancia, camino con el vaso hacia mi dormitorio para no quedarme frente a él, en cuanto Tad llegue me marcharé explicándole todo. No quiero quedarme ni un segundo más, siento que voy a llorar si vuelvo a hablarle a Joan, parezco una niña caprichosa, quizás hasta termine dándole la razón después de todo, pero me duele tener que interactuar como si nada hubiese ocurrido.

Escucho el portón abrirse, el auto ingresa a la casa siendo mi señal para hablar con Tad. Tomo mi mochila, me aseguro de no olvidarme nada importante dentro del cuarto y bajo a la sala. Joan permanece sentado mirando televisión, pero en cuanto me escucha, voltea a verme.

—¿Te vas?

—Sí, solo quería esperar a Tad. —Dejo mi mochila en una silla.

El castaño ingresa a la espera de mis besos. Una sonrisa pícara se asoma en su rostro cuando extiende los brazos y camina con precisión hacia mi encuentro dejando su maletín sobre el sofá.

—¿Cómo está mi nenita? —Se burla.

—¡Hola, Tadie!

Me rodea con sus brazos, puedo sentirme protegida una vez más. Besa mi frente y sus manos se deslizan despacio hacia mis nalgas para elevarme. Inclina su rostro a la derecha y voy hacia el contrario, acariciando con la punta de mi nariz la suya. Cierro mis ojos dejándome llevar por sus labios en un beso etéreo, me gusta la sutileza que implementa, lo relajado que llega de trabajar compareciendo a mis afectos. Sus ojos verdes no denotan cansancio, representan templanza, aprecio, amor.

—¿Por qué tienes la mochila aquí en la sala? ¿Tienes que regresar a la universidad?

—Tad... yo...—Me cuesta decirlo en esta cercanía—. Voy a regresar a mi departamento.

—No, linda, ¿por qué te vas?

—¿No quieres bajarme para que podamos hablar mejor? —Reímos.

Deja un casto beso sobre mi mejilla permitiendo que mis pies toquen el suelo segundos después.

—Creo que lo mejor será irme al departamento, tú puedes ir a verme las veces que quieras.

—¿Por qué te vas, Jade? —pregunta Joan desde el sofá—. ¿Es por lo que hablamos ayer? No tienes que hacerlo.

—Me voy porque tengo casa y porque no quiero volver a verte. —Manifiesto determinante.

—Pero ¿no podemos ser amigos? Por favor, no me hagas sentir peor de lo que ya me siento.

—¿Y por qué te sientes así? ¿No fue una decisión premeditada? No quiero discutir contigo, Joan.

—¡No me hables así, niña! ¡Tú no sabes nada de lo que me pasa! —Levanta la voz desafiándome.

—¿Y tú sabes que me pasa a mí? —Intento mantener la calma, pero las lágrimas están a punto de salir—. Yo estaba bien, tenía una vida normal hasta que aparecieron ustedes y, aunque piensen que es imposible, siento cosas por los dos. Yo no quiero elegir, no puedo elegir a uno. —Rompo en llanto siendo abrazada por Tad otra vez.

—No llores, por favor, todo estará bien.

—Jade —Se acerca Grant—. Linda, por favor no llores.

—¡Déjame! —Le grito—. Tú eres el primer hombre que ha sido capaz de lastimarme, en todos los sentidos. ¿Quieres que te lo diga de una forma más infantil para que puedas burlarte de mí? —rio sarcástica en tanto sus ojos me miran atentos.

—No me estoy burlando de ti.

—Me rompiste el corazón, Joan, nunca he sentido esta presión en el pecho, esta inestabilidad. Quiero estar lejos de ti, quiero que te alejes de mí definitivamente. A partir de ahora serás como un exnovio, un mal recuerdo. Pudimos terminar bien, pero te acostaste conmigo por la noche y me dejaste en la mañana, tratándome como lo que siempre me has tratado, un objeto,  abusando una vez más de mi inexperiencia en todo —hablo con dificultad—. ¡Puede que sea una niña, pero no voy a ser una idiota siempre!

Asumo que lo he lastimado, sus ojos están llorosos, a pesar de que su semblante es serio, tiene el ceño fruncido y se muerde el labio antes de decir una palabra. Me observa, yo como idiota no puedo dejar de llorar. Toma mi mano tirando de mi para abrazarme y es ahora, cuando me tiene bajo sus brazos, que me dirige la palabra.

—Jade, yo nunca me he enamorado. —Confiesa. Mi pecho se estruja un poco más—. No quise esto, nunca quise este contrato porque sabía que algo podía salir mal; sin embargo, persistí y los meses pasaron, la chica que tenía sexo con nosotros se convirtió en alguien que iba más allá de una atracción física. Yo no he vuelto a estar con otra mujer desde que estuve contigo, ¿sabes lo anormal que es eso? No sé en qué momento pasó, ni cómo, pero —inhala con fuerza—. Te amo, y el que tú quieras dejar de verme, tratarme como ese exnovio que te lastimó, me duele; pero a la vez me alivia, porque sé que no te estás quedando con la peor opción.

Absorta ante sus palabras me concentro en sus ojos oscuros conteniendo las lágrimas, me separo de sus brazos y niego con la cabeza como si fuese un sueño, como si lo que acaba de decir fuese una excusa para sentirse menos culpable.

Tad se ha quedado escuchando ambas posturas. ¿Sería conveniente pedirle que se desahogue ahora? Tal vez no es necesario, después podré hablar con él.

Seco mis lágrimas y me coloco la mochila al hombro para salir sin tanto estamento.

—No te vas a ir así, llorando no vas a salir —Escucho esa voz gruesa autoritaria a mis espaldas.

—Tad, por favor, quiero irme a mi departamento.

—Ésta es tu casa, hace meses. Alla arriba tienes una habitación que fue decorada exclusivamente para ti, un armario con ropa que es tuya, y finalmente, estoy yo, ¿de verdad me vas a dejar?

—Tú puedes ir a mi departamento cuando quieras, ven a dormir conmigo hoy. —Le propongo a sabiendas que es pésima idea si quiero tomar unos días de distancia.

—No, si te vas es porque quieres estar sola, puedo comprenderlo, aunque no quiera aceptarlo. Esperaré a que me llames y luego iré. —Seca mi llanto con sus pulgares—. Solo quiero que te tranquilices y salgas por esa puerta sin derramar ni una lágrima.

Me relajo al ver su rostro cálido y risueño hablando con suavidad, casi leyéndome la mente por momentos. Tad es otro extremo, causa en mí otras sensaciones.

Grant sonríe con intranquilidad, sus ojos siguen llorosos, no obstante, las lágrimas no caen. ¿Se está conteniendo o solo es mi imaginación? Quiero salir de aquí y a la vez quiero quedarme. Tad, Joan; Joan, Tad. Mis ojos van y vienen, mi respiración se agita y se tranquiliza, soy un desastre.

Hedwig's Theme se escucha desde el interior de mi mochila, alguien inoportuno me está llamando en este momento y no puedo encontrar el móvil. Desesperada hurgueteo entre mis cuadernos y pertenencias para hallarlo, pese a ello, lo único que siento es un mareo repentino. Me afirmo en la silla respirando con disimulo, no quiero que se den cuenta.

Cuando al fin encuentro el celular, y al ver el nombre en la pantalla, los nervios me invaden de lleno. Mi vista se nubla, la mano que parecía estar aferrada a la silla se libera en cámara lenta. No estoy bien.

—¡Jade! —Escucho a la distancia.

Joan, Tad; Tad, Joan...



TAD

Jade se desvaneció en cuestión de segundos, no llegó a desmayarse ni perder el conocimiento, pero debo admitir que nos asustamos demasiado. La tomé en mis brazos para recostarla en el sofá que yacía a pocos pasos; Joan fue por algo de agua y luego, con calma, transcurridos unos minutos, logró sentarse. Sus mejillas volvieron a tener color, mas no decía ni una palabra.

—Jade, ¿cómo estás? ¿Quieres que vayamos a un médico?

—Estoy bien, Tad, me empecé a sentir mal de repente. ¿Y mi papá? —Me pregunta y volteo a ver a Grant aún más confundido.

—¿Tu papá? ¿Qué pasa con él?

—Él me estaba llamando y no pude responder, ¿Contestaron?

—No, linda, no contestamos. ¿Quieres llamarle? Primero dime que fue lo que pasó, ¿qué sentiste?

—No lo sé, me sentí presionada, los dos estaban mirándome como esperando una respuesta o un silencio ¡No lo sé!

Me produce ganas de abrazarla constantemente, es tan frágil y pequeña que solo puedo protegerla.

Tomar distancia de nosotros es necesario, debe estar tranquila, pensar las cosas con claridad.

—Jade, te llevaré a tu departamento, ¿está bien? Tienes que descansar, pensar las cosas.

—¿Vas a dejarla sola? —Recrimina Joan.

—¡Grant, cállate! Tiene que estar sola, dejemos de asfixiarla. ¿No estás viendo lo que pasó? Se siente mal con nuestra presencia. Vamos, nena. —Agarro su mochila con una de mis manos y con la otra tomo la suya.

Él no contradice, tampoco se despide de ella, le ha quedado claro lo que se han dicho minutos atrás. No quise interferir en esa plática, ya tendré mi tiempo para hablar con Jade si es que realmente quiere escucharme.

Sube al coche con cuidado, dice estar mejor, pero no puedo fiarme, estoy preocupado. Abrocho su cinturón de seguridad, dejo la mochila en el asiento trasero y luego bajo apenas un poco la ventanilla para que ingrese aire; no mucho, el clima no ayuda.

Su boca forma una sonrisa, a ella le hace gracia que la atienda como a una pequeña niña. Usualmente lo hago, más que nada porque es nuestro juego, sin embargo, soy consciente de que es una adulta, mas eso no quita que quiera cuidarla de igual manera.

Hace frío, no queda rastros del pequeño rayo de sol de esta mañana. A mi costado hay una hermosa mujer que sigue desbordando belleza en silencio, no siendo consciente. El cabello castaño ahora yace suelto y no por ello su cara deja de resaltar, al contrario, ahora el motivo es otro. La veo triste, compungida por tener que irse e indecisa de sí misma. Sus ojos brillan a causa de las lágrimas, el maquillaje rosa de sus parpados se ha desvanecido, apenas es perceptible los restos de máscara de pestañas. La punta de su nariz ya no brilla, se encuentra rojiza y desconozco si es por lo acontecido o solamente el frio.

—¿Te sientes bien? voy a cerrar la ventanilla un momento.

—Estoy bien, Tadie, gracias.

—¿No has comido en todo el día?

—No tengo hambre.

—Nena, tienes que comer, ya hemos hablado de eso.

—No te preocupes —dice desganada—. Estoy bien.

Una vez en su edificio subo con ella para asegurarme de que todo esté bien como tanto quiere aparentar. La escolto hasta su cuarto con el único fin de tener la certeza que va a recostarse.

—Tad, no hace falta que te quedes conmigo, tienes que almorzar y volver al trabajo, no quiero quitarte tiempo.

—Lo que menos haces es quitarme tiempo —Corro un mechón de su cabello a modo de cariño—. Acuéstate a descansar, cualquier cosa que necesites llámame y vendré por ti.

—De acuerdo.

—Adiós, bebé —Doy media vuelta para salir de la habitación.

—¡Tad! —exclama sentada desde la cama—. ¿Puedes quedarte un momento?

—¿Qué pasa? Jade, descansa, por favor.

—Acuéstate conmigo, hablemos. —Suplica encarecida con su voz de nenita.

—¿Por qué no puedo negarme ante tus pedidos? Me tienes completamente hipnotizado.

Me quito los zapatos para acostarme a su lado. Su cabeza se posa en mi pecho y mis manos hacen una leve caricia sobre su cabello. Advierto su respiración suave, parece relajarse hasta el punto de quedar dormida, pero se resiste.

—No me hagas dormir, Tad, no me dejes.

—Tienes que descansar y yo tengo que irme. No vayas a trabajar hoy, avísales a tus amigas que te sientes un poco mal.

—No pasa nada, ya estoy mejor.

— Jade, ¿podemos ir a un médico? Nos aseguremos de que todo esté bien. ¿Has sentido algún otro malestar?

—Te digo que estoy bien. —Besa mis labios—. No dejes de acariciarme, no te lo autorice. —Bromea.

La acuno como si fuera una bebé, entonces sonríe porque sabe que la veo de esa forma. Sus pestañas largas hacen un movimiento fugaz cuando me acerco.

—¿Te puedo dar un beso?

—Nunca me preguntas, siempre lo haces. ¿Qué te pasa, Tad Bennett?

—Tengo miedo, Jade, de lastimarte, de no ser el hombre que mereces.

—Te Amo, Tadie, lo sabes —asiente—. Pero estoy confundida, muy confundida.

—Y yo te amo a ti como no tienes idea. —Respondo con seguridad—. No es normal desearte así, pienso en ti todo el día, desde que me levanto hasta que me duermo, no sabes lo frustrante que es no poder sacarte de mi cabeza o hacerme la idea de que te irás con otro.

—No lo haré. —Asegura—. No voy a dejarte.

—Jade, sé que es sumamente enfermo, que nuestra relación no empezó como debía, pero te amo, yo nunca he sentido esto por alguien. Y sí, han pasado miles de mujeres por mi vida, no soy ningún santo; sin embargo, tú, siendo tan pequeña, has causado estragos. —Sonrío y los ojos se me llenan de lágrimas—. Puedo compartirte con Joan, es mi mejor amigo, yo daría mi vida por él ¡Culpa tuya hasta lo he besado! —Reímos—. Aun así, te compartiría con todo el mundo con tal de que no me dejes.

—Tadie —Su voz parece quebrarse cuando es lo que menos quería lograr—. No digas eso.

—Joan se alejó de esto porque piensa que tú me elegirás a mí, aunque él te ama, sé que es real, tan real como lo que yo siento. Me quedo porque quiero que me elijas, pero no por ser tu única opción, sino porque asi lo quieras. Bebé, escúchame... incluso si no me eliges voy a amarte y voy a desearte lo mejor a ti y a Grant, porque él también te merece.

—No llores, por favor.

—Tengo que irme, Jade. —Beso su frente y me levanto de la cama—. Solo quédate en casa, relájate y llámame a cualquier hora, ¿está bien? Piensa las cosas con calma, tómate el tiempo que sea necesario. Recuerda que te amo como a nadie en este mundo.

Limpio mis lágrimas antes de salir del departamento, pensando en que quizás ese beso endeble en su frente pudo haber sido uno en los labios, sabiendo que era el último.



JOAN

Jade se fue de la casa por mi culpa, cada decisión que tomo me afecta más y más. Es posible que Tad tenga razón y el distanciamiento sea necesario para reflexionar y desintoxicarse de esta relación enferma que hemos tenido.

Sus palabras me dolieron, aunque quise hacerme el fuerte argumentando que todo es mejor así, no lo es.

Jade, Jadie, Jay Jay como dicen sus amigas, me ha demostrado que, a pesar de tener 20 años, es una excelente mujer. Siempre se ha preocupado por los dos sin dejarnos de lado, incluso cuando dormía con Tad era tierna conmigo en las mañanas, atenta al momento de prepararnos el desayuno, ayudarnos con la ropa y el orden de la casa. No le correspondía hacerlo, bien sabía que intentábamos no ser desastrosos; no obstante, nunca hizo un reclamo, Jade no exigía.

Estudia una gran carrera, ejerce un trabajo excelente y puede llevar a cabo muchas cosas a la vez sin descuidar nada. Es paciente, pero temperamental, y tal como dice Bennett, es una bebé.

Estoy preocupado por su salud, antes de irse se desvaneció. Quizás exagero, pero tras descansar el día de hoy, es posible que haya que visitar a un médico. Debo pedírselo a Tad, tiene que estar pendiente de ella más que nunca. Hace 2 horas que se fue a llevarla a su departamento, todavía no regresa, solo espero que la situación se encuentre en orden y que Jade pueda olvidarse de mí, aunque yo no pueda olvidarme de ella.

Brendan pasó por mi oficina esta mañana, al parecer también tuvo una conversación con Tad y piensa que estamos desquiciados, como si no lo supiéramos. Dijo que esto era algo que debía suceder, tiene razón al recordármelo. Tenemos la misma edad, a pesar de eso, siempre tiene que estar salvándonos de los estragos que cometemos, no por algo es uno de los mejores abogados de Brooklyn. Y sí, también nos cobra carísimo dejando de lado la amistad.

Me sirvo un segundo vaso de whisky, aunque sean las dos de la tarde y tenga que regresar a trabajar. Espero que de esta manera mis pensamientos se enfilen impidiéndome a mi mismo cometer incongruencias.

—¿Qué mierda estás haciendo? —pregunta Tad en cuanto abre la puerta—. Son las dos de la tarde y tenemos que regresar a la empresa.

—¿Cómo está Jade?

—¡Mal! ¿Cómo quieres que este? —Me quita el vaso y le da un sorbo en seco— Aggh —Se queja—. Esto es un asco.

—A mí me gusta. —Me sirvo otro— ¿Hablaste con ella? ¿Qué dijo?

—¡Se siente fatal! Y yo me siento una mierda porque tiene 20 años.

—¡Ya deja de decir que es una bebé, me haces sentir un pedófilo! ¡Es una adulta, ella tomó esta decisión al igual que nosotros! Sí, salió mal, pero ya lo hicimos.

—¿Y qué si está enferma? —dice preocupado.

—¿Lo está? ¿Qué tiene?

—¡No lo sé, idiota! ¿No viste lo que ocurrió? Si algo le sucede yo no voy a perdonármelo, si le contagiamos algo...

—¿Contagiarle algo? ¡Bennett, qué te pasa! No tengo ninguna ETS, me hago un chequeo médico todos los años, además siempre usamos condón ¡La hemos cuidado demasiado!

—No aguanto más. —Sus manos pasan desesperadas por su cabello—. Ya no sé qué hacer Grant, me siento una basura por meterla en esto.

—¿De qué hablas?

—Los dos tenemos que alejarnos de ella, por su bien.

—¡No puedes hacerle esto, dijiste que te quedarías a su lado! —Levanto la voz—. ¡Que te alejarías de ella solo si así lo pedía!

—¿No dijiste que la amabas? Crees que el favor me lo estás haciendo a mí, pero en realidad lavas tu culpa alejándote, también la lastimas con esto.

—¿Y qué quieres que haga? Me duele verla contigo y saber que no seré yo al que continúe abrazando cuando llegue de la universidad o cuando duerma en las noches.

—Claro, ¿a mí no me afecta verla mal porque tú te apartas de esto? Tal vez si yo me hubiese alejado del pacto no sufriría tanto como lo está haciendo ahora ¡Porque es de ti de quien está enamorada, no de mí!

—Vaya mierda de suposición —bufo.

—Hay que distanciarnos, dejar de lastimarla, pensar en ella.

—¡Bennett! —Llamo su atención—. No estarás hablando en serio.

—Lo digo muy en serio, así tiene que ser. 



¿Qué piensan sobre la decisión de Tad? 🤔

Hasta mañana ♥ JK

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