[Capítulo 6]
Eran las 6:47 PM para el momento en que Biel volvió a casa.
—Te tardaste mucho —gruñó Taoni desde la sala cuando el chico cerró la puerta detrás de él.
Biel meneó la cabeza, suspirando con una sonrisa vacilante sobre sus labios. Dejó su mochila por debajo del perchero y pasó una mano por su cabello, deteniéndose frente al sofá y dejándose caer en él al lado de Taoni.
—Estaba en el trabajo —respondió él, observando de forma vaga que en el televisor había algo parecido a una extraña caricatura de animales coloridos que no conocía.
Taoni tenía su cabello rubio y ondulado cortado hasta los hombros y dirigido en diferentes direcciones. Sus ojos eran de un intenso color verde esmeralda, y su nariz era respingada y pequeña.
—¿Con el viejo ese? —inquirió Taoni, frunciendo los ojos y subiendo el volumen del programa, que ahora pasaba una canción respecto a la suma de binomios.
—Deja de llamarlo así —murmuró Biel, mirando por encima de su hombro y dándose cuenta de que su madrastra estaba sentada en el comedor, revisando un par de papeles con el entrecejo arrugado. No era sorpresa que no le hubiera dedicado ni un "hola" al entrar.
—Lo que sea —contestó su hermana, hundiéndose en el sofá y cruzándose de brazos.
Biel meneó la cabeza en desaprobación, apoyándola sobre el respaldo del sofá y pellizcando el puente de su nariz.
Había sido un día muy largo si lo pensaba, y entre más lo analizaba, su mente se frustraba aún más con un montón de "hubieras"... ¿Y si se hubiera formado antes en la extensa fila para las audiciones? ¿Y si le hubiera hablado de una forma distinta a Grady?
A veces se odiaba por torturarse a sí mismo con esas hipótesis que podrían haber sucedido, mas ahora ya era imposible que pasaran.
Al final, Biel optó por distraerse con su celular y se entretuvo en una conversación con Cloe, notando que era una buena idea poder conocerla mejor para poder formar una amistad más estable con ella.
Cuando el reloj marcó las 8:17 PM, su padre llegó del trabajo. Su frente arrugada denotaba lo cansado que estaba y las ojeras bajo sus ojos mostraban lo irritado que se hallaba. Su cabello era oscuro y rizado un tanto similar al de Biel y, de igual forma, sus ojos eran de un suave tono miel.
Constantemente a Biel le repetían el gran parecido que tenía con su padre al grado de decir "¡Eres idéntico a él de joven!", y aunque el chico se llevaba relativamente bien con su padre, no le resultaba una comparación agradable.
—¡Hola, papá! —exclamó Taoni, que desde siempre había sido la preferida por excelencia y la hija a quien se le concedía todo lo que quería, cosa que ella no desperdiciaba y usaba todo su arsenal de técnicas de manipulación para mantener esa posición—, ¿cómo te fue en el trabajo?
Su padre esbozó una débil sonrisa, soltando un hondo suspiro y dejando su maletín en el suelo tras cerrar la puerta. Luego de quitarse el abrigo, se dirigió hacia Taoni y le dio un beso en la frente a modo de saludo. En cambio, a Biel solo le sonrió y pasó una mano por su cabello.
—¿Cómo les fue en su primer día de escuela? —inquirió su padre. Su nombre era Amos y trabajaba como oficinista para una empresa de papel.
—Fue muy aburrido —respondió de forma inmediata Taoni, girándose hacia atrás y apoyando sus codos sobre el respaldo del sofá para ver a su padre, que había ido a sentarse junto a su esposa—, no había niños nuevos y todo fue como siempre, así que fue molesto y tedioso...
—¿En serio? Eso debió ser un martirio —Su padre era experto en fingir un innecesario interés por cosas que no lo merecían. Acto seguido, sus ojos se enfocaron en Biel, añadiendo—: ¿Y qué hay de ti, hijo?
Biel despegó la mirada de la pantalla del celular, girando su cuello para encarar la mirada de su padre. Detrás de él su madrastra había comenzado a servir la cena con una mirada que mostraba lo poco encantada que estaba de tener que hacerlo. Normalmente era su padre quien hacía de cenar, pero gracias a sus turnos largos durante la tarde había sido su madrastra quien tuvo que encargarse de ello.
—Estuvo bien —contestó Biel, sonriendo—, hice una amiga y el instituto me pareció realmente genial.
—Espero que lo sea teniendo en cuenta lo costoso que es —dijo entre dientes su madrastra. Su cabello rubio le caía por los hombros y esos ojos verdes estaban fijos en uno de los platos que sostenía de los bordes. En sus pupilas se notaba a kilómetros de distancia el rencor que ahondaba en ellas.
Su padre carraspeó, claramente incómodo por el comentario abrupto.
—Lo importante es que tú te sientas a gusto en esa escuela —puntualizó él, devolviendo su mirada hacia Biel tras mantenerla clavada en su esposa, quien solo tensó la mandíbula y rodó los ojos.
Biel tragó saliva. Normalmente existía esta tensión en cuanto a su madrastra se refería... En realidad, ella seguía sin estar del todo contenta con el acuerdo al que habían llegado, pues aun si Biel no era su hijo de sangre había tenido que mantenerlo y "compartir su dinero con él".
Y, a su vez, su padre constantemente trataba de incluirlo en las actividades familiares y todo lo que esto implicara... En otras palabras, existía una muy irritante situación en su familia de la que Biel se sentía responsable.
Era esta la razón por la que tendía a estar fuera de casa.
.
Biel se marchó a dormir a las 9:45 PM tras haber tenido una rutinaria cena incómoda con su padre, madrastra y Taoni, así como una larga ducha en donde se dedicó a autodestruirse emocionalmente con sus propios pensamientos.
No soñó con algo en concreto, como tendía a hacer. Simplemente su mente se desvió hacia múltiples pensamientos e ideas que no se había dado el lujo de explorar.
Y, de nuevo, su despertador sonó a las cinco de la mañana.
Era un nuevo día.
—Biel, Biel —canturreó Cloe a su lado con una peculiar melodía, apoyando su barbilla contra la superficie del pupitre—, estoy aburrida, ya quiero irme a mi casa...
Biel se rio entre dientes.
—Acabas de llegar y las clases ni siquiera han empezado —contestó, viendo hacia la ventana y observando que el cielo se había tornado de un fuerte color gris. Probablemente llovería más tarde, lo que era de ver venir en la capital de la República.
—Sí, pero ya no quiero organizar todo lo del club —murmuró Cloe, enterrando su rostro entre sus manos y suspirando—. Por cierto, me doy cuenta que no tuviste ni problemas en adaptarte a esta nueva escuela... ¿Es que tienes poderes o algo así?
—Hum, el que me hayas hablado primero ayudó mucho —remarcó el chico, arqueando las cejas y volviendo sus ojos hacia Cloe—. Hablando de hacer amigos, ¿te molesta si te pregunto por qué solo me hablas a mí de la clase?
Cloe dibujó una sonrisa tensa, desviando su mirar hacia el suelo y enredando un mechón de su cabello en su índice.
—Pues... —comenzó diciendo, mordiéndose el labio inferior con fuerza—, es algo complicado.
Biel entendió de inmediato que ella no quería hablar al respecto, así que cambió el tema.
—Ah, ojalá hoy sí pueda hacer la audición —comentó, pasando una mano por la parte posterior de su cabeza—, comenzaré a estresarme si en serio no lo consigo... Ayer pasé la tarde entera en mi trabajo practicando la canción que tocaré para eso.
Los ojos de Cloe se iluminaron al oírlo.
—¿Puedo oírla antes de que la toques en la audición? —preguntó, inclinándose hacia Biel y abriendo sus ojos de par en par.
Biel se sonrojó, carraspeando con la garganta.
—De que podrías, podrías —aclaró, ladeando la cabeza—, pero no suelo tocar en público...
Cloe frunció la mirada.
—¿No te gusta tocar frente a los demás y aún así harás audiciones para un club de música? —reiteró con leve ironía en su tono de voz—. No lo sé, Biel, parece que algo no cuadra ahí... ¿Qué clase de música quieres tocar?
—¿Cómo que qué música quiero tocar...? No estoy seguro. Creo que solo quiero tocar junto a otras personas... —Biel sonaba sincero, empezando por el hecho de que no tenía motivos para mentir.
—Wow, entonces, ¿por eso quieres entrar al club de música? —La chica se veía entre recelosa, confundida y, por alguna razón, un tanto enternecida.
Biel frunció el ceño, titubeando.
—Sí, eso creo —contestó tras quedarse en silencio unos momentos. Apretó los labios, jugueteando ansiosamente con sus pulgares—. Nunca antes he tocado junto a otras personas... Siempre he sido yo solo y, aunque en realidad eso no me molesta, siempre me pregunté qué se sentiría intentarlo de otras formas, con otras ideas y junto a otras personas.
—Te voy a preguntar algo, pero no te ofendas —pidió Cloe, vacilando—: ¿Tenías amigos en tu anterior escuela?
Una débil sonrisa se escapó hacia los labios de Biel, aunque no por humor, sino por leve angustia.
—La verdad es que no —confesó, pasando su lengua por sus labios resecos—. Ha sido muy difícil para mí hacer amigos en estos últimos años.
Cloe lo miró, asintiendo.
—De acuerdo, puedo entender eso.
.
Durante la segunda hora la profesora de química los hizo dirigirse hacia el laboratorio, que era una sala inmensa y considerablemente grande que tenía ventanas que daban hacia el patio delantero de la escuela. Había un montón de repisas con todo tipo de materiales, además de las mesas con lavabos y múltiples cosas.
—¿Vamos a hacer ese tipo de cosas como disecar ranas o hacer mezclas explosivas? —preguntó Biel hacia Cloe, que de nuevo se había sentado a su lado. A su alrededor los estudiantes estaban de pie e iban de un lado a otro, ignorando la presencia de la profesora que yacía sentada tras el escritorio y parecía revisar un par de papeles.
Cloe se rio entre dientes.
—¿En tu anterior escuela no tenían un laboratorio así? —interrogó, ladeando la cabeza.
—Teníamos uno —contestó Biel con deje pensativo—, aunque recuerdo que lo usaban para las reuniones de los profesores y nada ahí servía.
—Pues siento decepcionarte —dijo Cloe—, pero ese tipo de cosas se hacen unas dos veces al mes...
Se sorprendió cuando, de golpe, la profesora se levantó de su asiento, causando que algunos de los alumnos de pie fueran a ocupar algunos de los lugares.
—¿Qué prefieren? —inquirió ella, cruzándose de brazos y esbozando un porte serio. La mujer poseía cabello corto y una complexión un tanto robusta; sus dientes estaban algo chuecos y se veía como ese tipo de persona que siempre tenía una respuesta para replicar—, ¿quieren quedarse cómo están ahora o yo los acomodo en el orden que quiera?
De forma inmediata, todos corearon que querían quedarse así.
Sin embargo, una sonrisa subió a los labios de la profesora.
—¿Que los acomode yo, dicen? —dijo ella, ladeando la cabeza.
Biel frunció el ceño, sin entender del todo cuál había sido la necesidad de preguntarles lo que querían si, al final, iba a hacer lo que se le pegara la gana.
Como cabía esperar, un montón de réplicas y quejas no tardaron en resonar en las paredes del aula, mas la profesora se limitó a ignorarlos y levantar las hojas en las que había estado escribiendo.
—Anoté las binas al azar —explicó ella con tono pausado, apretando los labios y esperando a que todos se callaran para proseguir hablando y añadir—: Conforme escuchen quién será su compañero quiero que se cambien de sitio para estar con él. No aceptaré quejas al respecto y espero que todos aprendan a trabajar en equipo con quién sea que les toque...
Acto seguido, comenzó a dictar un montón de nombres de dos en dos en orden aleatorio.
Biel se asustó de inmediato, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal cuando oyó que el nombre de Cloe iba contiguo al de una chica que no conocía... ¿Y si le tocaba con alguien que diera miedo o fuera poco social?
Se mordió el labio inferior con fuerza, pasando una mano por su cuello.
Y, entonces, la profesora dijo:
—Biel y Grady.
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