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[Capítulo 38]

Biel llegó al club de música con una sensación amarga en el paladar.

No se debía al hecho de que afuera estuviera haciendo frío y el cielo siguiera tan nublado como el día de ayer, sino más bien era por la forma en que Grady lucía... Era más que obvio que otro día de descanso en el hospital no le habría venido mal. No era que le preocupara particularmente, pero sí lo hacía sentirse algo ansioso.

Soltó un suspiro, mirando a Nathan sentado a su lado, que veía hacia el techo sin una razón en concreto y se notaba algo aburrido. El club aún no empezaba siendo que Adam todavía no estaba presente.

No fue hasta diez minutos después que el aludido finalmente llegó y pudieron dar por empezada la hora del club.

—Estuve indagando un poco a fondo acerca de sus habilidades y talentos —expresó Adam con esa expresión suya que era una mezcla de la indiferencia y la amabilidad; se veía como el tipo de estrella nacional que sabía fingir una sonrisa aun cuando en el fondo el tema no le podía importar menos—. En base a eso creé los grupos prototipos destinados a cada sitio que planeemos dirigir y usar... Probablemente los que destiné al grupo instrumental se queden ahí por los instrumentos que manejan, mas todavía estoy algo en duda acerca del grupo del festival y las posiciones de los suplentes y ayudantes...

Poco a poco, Adam fue pasando un par de hojas hacia las filas de asientos.

—En las hojas que les estoy entregando podrán encontrar el grupo al que les estoy dirigiendo —agregó el hombre, apoyando sus manos sobre su cintura cuando acabó de repartirlos—. Debemos ser bastante rápidos en este aspecto, siendo que nos tomará varias semanas crear la sinfonía y coordinación correcta para ambos grupos asumiendo que la mayoría de ustedes no han estado en una banda antes... Solemos darles prioridad a los chicos de tercer año, así que si un gran porcentaje de la clase viene de ahí será por eso y, por lo mismo, la mitad de la anterior generación se graduó el año pasado.

La información fue un poco abrumadora al ser soltada de golpe y, al revisar la hoja que ahora tenía en sus manos, Biel abrió sus ojos de par en par al ver que la hoja que tenía rezaba las palabras "Al club de música para el Festival Anual". Parpadeó varias veces un tanto incrédulo, alzando la cabeza y mirando hacia Nathan, quien, al asomarse en su dirección, vio que también estaba en el mismo grupo.

Un cosquilleo subió a la boca del estómago de Biel, que se removió en su asiento con notable emoción. ¿Realmente estaba pasándole esto? ¿Formaría parte de una banda musical como esas que veía en la televisión? Se sentía como una especie de sueño... Sin embargo, no lo era. Tampoco era una pesadilla.

Era real.

Y, por lo mismo, Biel sintió de pronto que formar parte de una banda era una gran responsabilidad. Se mordió el labio inferior con fuerza, bajando la cabeza y tensando sus dedos en torno a la hoja que sostenía... ¿Y si no era lo suficientemente bueno? Para estar en un grupo había que tener coordinación con el resto de los miembros... ¿Y si prescindía de aquella importante cualidad?

Jamás había tocado junto o para otros, así que repentinamente la idea de hacerlo le resultó abrumadora... ¿Y si no era capaz de conseguirlo?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos de forma abrupta cuando Grady ahora habló, diciendo:

—Todos ustedes hasta ahora han pasado las pruebas que les hemos dado, y estas no serán las únicas. Pretendemos ganar este festival y llegar a las finales del concurso de música que se celebra en la capital del país... Sin embargo, para esto debemos contar con la dispocisión de todos ustedes y con todo su esfuerzo. Si alguien no planea dar cada gramo de su cuerpo y ofrecerse a quedarse hasta dos o tres horas después de clase para ensayar, entonces les pido que renuncien desde ahora.

No hubo una respuesta; el aula entera se mantuvo en un silencio de ultratumba. Al lado de Grady, Adam se rio y se cruzó de brazos.

—Ah, calma, Grady, estoy seguro de que todos aquí se unieron al club porque toman en serio la música —comentó el hombre con una sonrisa creciendo en sus labios, analizando a cada uno de los estudiantes ahí con sumo cuidado, entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza—. Y deben saber que a quien se le haya ocurrido unirse solo por "diversión", no tardaremos en asegurarnos de que se vaya...

Biel tragó saliva, mirando hacia el suelo y sin poder evitar sentir ese comentario como algo personal aun si sabía que no tenía sentido.

—Ahora quiero que se separen en los grupos que les dimos —suspiró Adam, haciendo un par de señas hacia algunos estudiantes sentados atrás—. A partir de ahora ensayaremos por separado... Ayudaré a los chicos de la banda instrumental a hacer ejercicios de coordinación y asegurarme de que los miembros sean suficientes. Recuerden que siempre podemos sacarlos del club y unir a nuevos con un mejor potencial y dispocisión a los suyos... —Le hizo una seña a la profesora Salazar, que había llegado justo en ese momento—. La profesora se quedará aquí y ayudará a Grady a hacerse cargo de la banda musical para el festival junto a los suplentes... Tomen en cuenta que si no están conformes con sus divisiones, pueden acercarse a discutirlo con nosotros. No queremos a nadie que no sienta la necesidad de dar su corazón en esto.

Tras haber soltado aquel monólogo, la gran mayoría de los alumnos ahí se marchó con Adam hacia un lugar desconocido. Biel no resistió el impulso de seguirlos con la mirada, preguntándose si acaso había otra sala de música destinada a la banda instrumental de la escuela.

De todas formas, no podía evitar pensar que era maravilloso la seriedad con la que se estaban tomando el asunto... Aunque, ¿realmente era genial? Era un poco asfixiante si lo pensaba a profundidad, pero, ¿que no era así la industria de la música en general? No tenía caso estresarse desde un inicio si planeaba tomar la música como algo profesional.

Si quería llegar lejos, entonces no podía tropezar en el primer escalón.

—Comenzaremos con covers y canciones de otros artistas para mantenernos en sintonía —habló de pronto Grady, comenzando a escribir sobre el pizarrón el nombre de múltiples canciones. La profesora Salazar había ido a sentarse detrás del escritorio con su atención mayormente enfocada en la pantalla de su celular.

Al mirar a su alrededor hacia el resto de los estudiantes que quedaban, Biel solo contó a menos de diez, reconociendo a unos cuantos. Estaba Nathan, claro estaba, y también Nahomi... También avistó a Jack y Olivia, cuya existencia no recordaba hasta ese momento por alguna razón. Había otros estudiantes más allá que no conocía, aunque no se detuvo a pensar mucho en esto cuando notó que Grady seguía hablando.

—... Todos deben encargarse de sacar sus propios acordes y partituras de la primera canción en la lista para mañana —concluyó el chico con una mortal seriedad. Se veía como si estuviera instruyendo a un montón de soldados sobre cómo atravesar un campo minado sin morir en el intento—. La intención es comenzar a practicar y visualizar lo antes posible si esta sincronía es posible o no... A futuro planeo que creemos nuestra propia canción para el musical...

—¿Nuestra propia canción? —repitió Nahomi sorprendida—, pero el año pasado también fue el cover de una canción de Adam, ¿no? Y también el resto de las escuelas hacen lo mismo.

—Eso no es suficiente —contestó Grady, frunciendo el ceño—. El año pasado las escuelas mejor posicionadas fueron las que innovaron con sus canciones. Si realmente seremos músicos, necesitamos entender que la creatividad es algo de lo que no podemos prescindir.

Biel sabía que esto era verdad. Miró la primera canción en la lista que Grady había escrito en el pizarrón. Era una de las canciones de Adam titulada como "A punta de filo". Lo sopesó en su mente y no tardó en decidir que no era particularmente difícil sacar los acordes en su guitarra, aunque igual no estaría de más consultar a Astor por si acaso.

El resto de la hora consistió en charlas a futuro respecto al festival y cosas similares. Igual Biel ya había dejado de prestar atención por estar imaginando lo que haría próximamente.

.

—Ah, sí, conozco esa canción —aseguró Astor con una media sonrisa en sus labios cuando Biel la reprodujo en su celular—. No es difícil de tocar, pero debes tener mucho ojo con los acordes, porque son muy rápidos y tienen mucha distancia en los trastes... —Se dirigió hacia la parte trasera de la tienda, tomando una de las guitarras de ahí y pasándose la cinta por el hombro—. Vamos, te ayudaré.

Biel asintió con la cabeza. Había días como esos en los que Astor no se veía en lo absoluto enfermo e incluso podría decir que era la persona más sana y fuerte del mundo... hasta que lo llamaba por el nombre de "Émile" y esta idea no tardaba en venirse abajo. Sin embargo, era mejor a esos días en los que esa conducta infantil se apoderaba de Astor y simplemente no quería salir de la cama.

Así que agradeció que el anciano ahora estuviera capacitado para ayudarlo, e incluso el concepto bastó para hacerlo sentir entusiasmado. Contar con el apoyo de Astor en ese aspecto realmente se sentía como si un pilar estuviera sosteniendo gran parte del peso en su espalda.

Esos días eran en los que recordaba con más fuerza el motivo por el que cuidaba de Astor como si fuera su propio abuelo.

Biel practicó por al menos casi cuatro horas y media seguidas, solo deteniéndose para comer un hotdog que bajó a comprar junto a Astor en uno de los locales de abajo. Le fascinaba ese hormigueo que le quedaba en las yemas de los dedos tras pasársela posicionando su mano en acordes realmente extraños y confusos... Amaba esa sensación que le quedaba en las cuencas de sus ojos de cansancio, porque era una especie de dolor satisfactorio.

En otras palabras, la guitarra era para él una especie de droga, un refugio que no podría abandonar aunque se empeñara en eso; la música se había convertido para él en eso que necesitaba para sentirse completo. Porque le encantaba el peso que dejaba caer sobre su rodilla, la forma en que le hacía sentir que su mano izquierda no era tan inútil después de todo, los sonidos agudos y graves que era capaz de emitir con el requinto... Era una experiencia fenomenal, suave y simplemente adictiva.

—Astor, realmente te agradezco —dijo Biel hacia el anciano, inclinando su cabeza a modo de respeto y dibujando una gran sonrisa en sus labios.

—Ah, chico, deja de decirme por mi nombre que es raro —suspiró Astor, meneando la cabeza y apoyando la guitarra que Biel había estado usando contra la pared—. Recuerda que soy tu abuelo, por Dios... Y vaya, ya está muy oscuro allá afuera, creo que te quedaste más de lo que acostumbras.

Biel miró su reloj y se sorprendió al ver que ya eran las 7:55 PM. En serio había perdido la noción del tiempo.

—No te preocupes —le quitó importancia al asunto al encogerse de hombros—. No tengo nada para que me roben, así que no me asaltarán de camino a casa... Gracias por todo, abuelo. Mañana volveré.

Astor asintió varias veces, corriéndolo de ahí con un gesto de mano.

—Sí, sí. Ahora vete o perderás el autobús —suspiró con una sonrisa suave.

Biel salió del local con una sensación de satisfacción que era notable en su rostro a kilómetros de distancia.

Sí, era un completo adicto a la música, a la guitarra y todo lo que le produjera ese hermoso y armónico sentimiento que coincidía con los agitados latidos de su corazón.

Y es que la música había estado para él cuando nadie más pudo.

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