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[Capítulo 36]

Biel estaba saliendo del edificio del instituto cuando Nahomi y Cloe lo interceptaron.

—¿Qué sucedió? —demandaron saber ambas al unísono, frunciendo el ceño y luciendo notablemente preocupadas.

Titubeando un poco, Biel sopesó los sucesos una vez más. La fuerte lluvia caía sobre su todo su alrededor, empapando de forma inmediata a cualquiera que se le ocurriera pasar sin un paraguas por el patio... cosa que había sucedido con Nahomi y Cloe.

—Eh, Grady se desmayó en plena clase —contestó Biel, un tanto confundido por el hecho de que ambas chicas hubieran llegado a la vez—, ¿en dónde estaban...?

—Eso no importa —intervino Nahomi, apartando un mechón de cabello húmedo de su frente y mordiéndose el labio inferior con ademán ansioso—, ¿sabes a qué hospital lo llevaron?

Biel hizo un chequeo en sus memoria respecto, ladeando la cabeza. Había oído una conversación entre los paramédicos y Adam al respecto, puesto que había salido a ver qué sucedía junto al resto de los miembros del club. Nathan también había salido, aunque el chico antes pasó corriendo a su edificio para ir a recoger algunas de sus cosas que se olvidó ahí.

—Eh, dijeron que al Hospital General de Weterwood —contestó, mirando el lugar fuera de la escuela que la ambulancia había ocupado instantes atrás.

Nahomi asintió con la cabeza, crujiendo sus nudillos y haciendo amago de dar media vuelta e irse. Los alumnos comenzaron a salir de los edificios para marcharse a casa... Quizá habían esperado un poco para hacerlo tras avistar la ambulancia desde lejos.

—Espera, ¿a dónde vas? —preguntó Cloe hacia la chica, tensando la mandíbula y frunciendo los ojos con algo de recelo.

—¿A qué más iría? Voy a ver a Grady —respondió Nahomi, palpando los bolsillos de su saco y maldiciendo en voz alta—, es verdad, dejé el celular en el club...

—¿Es este? —inquirió Biel, sacándolo del interior del bolsillo trasero de su pantalón y entregándoselo a Nahomi—. Estaba en tu asiento y supuse que lo habías olvidado...

Nahomi tomó su celular con ademán inquisitivo, aunque luego sacudió la cabeza y le restó importancia al asunto.

—Quiero ir contigo —se animó a decir de la nada Cloe, bajando la cabeza y removiendo incómoda sus pies sobre el suelo—. Solo para ver a Grady...

—¿Planeas disculparte? —cuestionó Nahomi a cambio, mas no sonó como una forma de ataque, sino una pregunta genuina con sincera curiosidad—. Dicen que es mejor tarde que nunca... Lo cierto es que yo también tengo cosas por las que disculparme.

Biel sintió como en una de esas películas en la que se había saltado al menos veinte minutos y que, por lo mismo, ahora no tenía claro qué estaba pasando. Parpadeó varias veces, mirando su reloj y advirtiendo que ya habían pasado diez minutos desde el timbre de salida. La mayoría de los alumnos se habían ido tras ser recogidos en sus autos, aunque unos cuantos se quedaron bajo el techo de los edificios, probablemente esperando por su transporte o a que la lluvia amainara su intensidad para ir a pie a su destino. El ambiente era frío y con cierto aire a desesperanza; sin duda, no resultaba agradable a la vista.

—Solo si él quiere oírme, entonces tal vez podría intentarlo —murmuró Cloe, frotando su brazo y mirando fijamente la punta de sus zapatos como si fuera la cosa más interesante del mundo.

Una especie de media sonrisa tiró de los labios de Nahomi; no era de completa amabilidad, e incluso había cierta pizca de compasión y duda, pero ya era algo.

—Hum, creo que mi chófer puede llevarnos hasta allá... —suspiró, pasando una mano por su cuello.

—¿Podría ir con ustedes también? —inquirió de pronto Biel algo avergonzado—. El hospital queda cerca del centro comercial donde trabajo... No es que quiera molestarlas con eso, pero hum, olvidé mi paraguas en casa y tampoco traje cambio de ropa... —Pasó una mano por su cuello—. Solo por esta vez, ya que van de paso...

Nahomi se rio, apoyando su mano sobre el hombro de Biel y meneando la cabeza.

—Eres como un pequeño cachorro que pide permiso para ir afuera —se burló—. Solo ven con nosotras.

.

Al parecer la mayoría de los estudiantes del Instituto 7 viajaban en limusinas. Eso ya lo había visto en el caso de Cloe, pero reafirmarlo con Nahomi era distinto... Por alguna razón, Biel seguía sorprendiéndose de la cantidad de familias acomodadas y ricas que había en su escuela.

Los tres se habían mojado bastante en el proceso de dirigirse al auto estacionado afuera de la escuela, así que ahora lucían un tanto fastidiados y empapados hasta la médula, con el frío calando sus huesos y su cabello despeinado por el viento. Cloe había tenido que volver al interior del edificio por su mochila y sus cosas, a diferencia de Nahomi que había dejado todo en el último piso listo para llevárselo.

—Así que... ¿Grady está enfermo o algo parecido? —preguntó Biel solo para romper el hielo. Descubrió que no le gustaba que todos se mantuvieran en un tenso silencio, y es que ni la radio estaba sonando y eso le parecía inquietante como alguien que siempre viajaba en transporte público y estaba acostumbrado a oír al menos una conversación entre susurros.

Habían dejado sus mochilas en la cajuela, así que en el interior de la limusina solo estaban ellos tres en la parte trasera, y en el asiento del conductor estaba el chófer que ni decía pío y permanecía en un sólido silencio.

—Es complicado —suspiró Nahomi, sentada en los asientos laterales mientras Cloe y Biel estaban contiguos en los de hasta atrás—. Cuando naces en cuna de oro tus padres creen que tienen todo el control sobre ti... Una jaula sigue siendo una jaula aun si es de plata o lo que sea. Mi punto es que Grady siempre ha sido presionado por sus padres de una forma horrible... Esta no es la primera vez que le sucede algo así... Supongo que podrías decir que el chico sufre de algún desorden alimenticio.

Esto llamó la atención de Biel, que parpadeó varias veces y miró a Nahomi con obvia perplejidad. Recordó esa vez que también se desmayó porque se le había  "olvidado comer", y el recuerdo solo envió un escalofrío a través de su espina dorsal. Definitivamente, esa situación no podía ser en lo más mínimo placentera... Imaginarse estar en el lugar de Grady fue suficiente para que quisiera dejar de hacerlo y se forzara a apartar esos pensamientos de su mente.

—¿Crees que Grady esté sufriendo de algo como anorexia o bulimia? —indagó Cloe, asustada y mortificada. Retorció ansiosamente sus dedos y plantó su mirada en el suelo—. No tenía idea...

—Ese es el problema —murmuró Nahomi con tono frustrado—, nadie le toma importancia porque Grady es un idiota y su padre es aún más idiota... Él sabe lo que él está pasando, y sabe que si sigue así no hará más que desarrollarse una anemia, pero en realidad no le importa. Él solo quieren que su gallina de oro siga imprimiendo más dinero... —Se encogió de hombros, haciendo un exagerado ademán al aire—. Desafortunadamente, no puedo hacer mucho desde mi postura más allá de maldecir al padre de Grady cada vez que puedo, y si les estoy contando esto es porque en realidad no es nada que muchos no sepan ya, solo que, como dije, a nadie le importa lo suficiente.

Biel apretó los puños al oír esto, acción que no pasó desapercibida a los ojos de Nahomi. Esto le hizo preguntarse si la chica no le estaba contando esto también bajo la intención de medir qué tanto planearía involucrarse en el asunto.

Para su mala suerte, Biel seguro acabaría cayendo en esa tentación... Solo que, ahora, dudaba acerca de que pudiera hacer algo para ayudar a Grady. Podía lidiar con problemas físicos, podía lidiar con imbéciles y manipuladores, pero, ¿cómo lidias con una enfermedad basada en la inseguridad y la ansiedad de otra persona?

Y es que lo peor que podía hacer alguien era negar que necesitaba ayuda.

No hablaron de nada más durante el resto del trayecto.

Entonces, la limusina se detuvo debajo de la acera y frente al Hospital General de Weterwood, que era inmenso y muy alto a comparación del resto de los edificios que le rodeaban. La lluvia ya se había calmado para ese momento, así que ahora solo quedaban rastros de la llovizna que caía desde el cielo.

—Biel, ¿quieres saludar a Grady o te irás directamente a tu trabajo? —cuestionó Nahomi, arqueando las cejas mientras el chófer de ella salía de la limusina para ir a abrirles las puertas a ellos.

—Oh, es verdad, debo contarle acerca del trabajo de química —contestó, recordando que, según él, le iba a hablar de eso entre clases. La profesora Salazar les había dejado un proyecto de dos semanas para un pequeño ensayo; había contado todos los detalles el jueves que faltó Grady, y desde entonces a Biel se le había olvidado hablarle al chico al respecto.

No solía ser así de descuidado con estos temas, pero es que realmente se había acostumbrado a quedarse en silencio estando junto a Grady que no tenía por hábito tener algo de qué hablarle.

Así que bajó de la limusina junto a Cloe y Nahomi. Inhaló una bocanada de aire fresco, sintiendo leve satisfacción ante el olor que desprendía la tierra mojada y sintiendo un par de suaves gotas caer sobre su rostro.

No se lo pensaron demasiado antes de encaminarse hacia el hospital. El chófer no los acompañó y se limitó a quedarse en el interior de la limusina.

Por dentro el hospital era inevitablemente igual de enorme que por fuera. A Biel lo asaltó de forma inmediata el olor a desinfectante, lo que si bien no le molestaba, no tardó en traerle cierta inquietud ante otros recuerdos correlacionados.

Lo que le gustaba el hospital era lo limpio y organizado que siempre se hallaba, pero una parte de él lo detestaba por las memorias que le hacía traer. Apretó sus labios con fuerza y rascó su cuello, dirigiéndose junto a las chicas hasta la recepción del hospital.

—Hola, disculpe, estoy buscando la habitación de Grady Mitgerson —habló Nahomi con una media sonrisa en sus labios, inclinándose un poco hacia delante sobre el mueble y mirando a la recepcionista con cierta intensidad en sus ojos.

—Solo los familiares pueden ver al paciente —se limitó a responder la recepcionista sin despegar los ojos de la pantalla.

Nahomi se impacientó.

—Soy su familia —contestó algo ofendida—. Grady es mi primo.

Biel y Cloe la miraron a ella con notable confusión. La cosa era que lo había dicho con tal seguridad que realmente habría sido difícil creer que solo era una mentira.

La recepcionista levantó su mirada del monitor, a punto de decir algo antes de ser interrumpida por una voz a sus espaldas que dijo:

—Ellos están conmigo.

Al girarse hacia atrás, los tres cayeron en la cuenta de que Adam estaba ahí. Biel recordó que el hombre había subido a la ambulancia junto a Grady, probablemente para acompañarlo y avisarle a su padre acerca de lo ocurrido.

La recepcionista ni siquiera los miró cuando ellos se alejaron de ahí y se internaron al fondo del hospital.

—Es lindo que Grady tenga amigos que se preocupen por él —comentó Adam de forma vaga al frenar el paso delante de un elevador y esperar ahí a que se abrieran las puertas.

Nahomi rodó los ojos con cierto fastidio en respuesta, como si aquel comentario le hubiera pateado en la espinilla.

—¿Grady está bien? —inquirió Cloe a cambio con cierto nerviosismo, titubeando al hablar y apretando sus labios con fuerza.

Biel solo miró la escena sin intervenir, hundiendo sus manos en el interior de los bolsillos de su uniforme y sintiéndose algo incómodo por lo húmedo que seguía.

—Probablemente para mañana esté como si nada —se limitó a decir Adam, encogiéndose de hombros. Los cuatro entraron al elevador en el momento en que sus puertas se abrieron y les dieron el paso libre—. No hay mucho de qué preocuparse...

—Entonces, ¿por qué se desmayó? —musitó Nahomi molesta, cruzándose de brazos y viendo a Adam con recelo; definitivamente no era la misma mirada que le dedicaba en el club, lo que aseguraba las diferentes facetas que podía tener la chica de acuerdo al lugar, el momento y, especialmente, la persona.

Adam pasó una mano por su cabello.

—Da igual la razón. Lo que importa es que ya está bien.

Eso también podía traducirse de la siguiente forma: "no me interesa lo suficiente como para averiguarlo".

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