[Capítulo 33]
Biel había estado sentado por alrededor de casi dos horas en el estudio.
Al inicio de la lección Biel se sintió considerablemente nervioso, puesto que Hugo en serio estaba oyendo todo lo que decía, cosa contraria a la clase que le había dado a Taoni antes... En conclusión, tardó un poco en recoger la señal necesaria y ponerse en sintonía con que ese era un trabajo que debía hacer bien.
Así como había ayudado a Taoni, comenzó con las lecciones más simples desde cómo sostener la guitarra y una breve introducción a los acordes más básicos. Solo con eso logró llevarse las dos horas que habían acordado.
Por fortuna, no oscureció demasiado rápido, por lo que el sol seguía puesto para cuando Nahomi, que había estado viendo la clase en silencio sentada al fondo, se estiró y dijo:
—Vale. Creo que ya fue mucho de estar aquí sentados... ¿Quieren ir por helado?
Al final, acordaron que Taoni y Hugo se quedarían en casa mientras que Nahomi y Biel irían a la heladería que quedaba cerca.
—Tu hermano es en serio muy tranquilo.—comentó Biel con deje distraído, hundiendo sus manos en el interior de los bolsillos de su sudadera y soltando un hondo suspiro—. Taoni es todo un caos y desastre en comparación, ¿sabes?
Nahomi se rio entre dientes, ladeando la cabeza y observando a Biel con cierto aire divertido.
—Me gusta salir contigo —dijo de forma repentina—, eres sincero con lo que sientes y no tienes miedo de lanzarte al peligro.
Biel parpadeó varias veces.
—¿A qué viene eso? —se atrevió a preguntar, confundido.
—Normalmente la gente se asusta con mi forma de ser y carácter —explicó Nahomi, torciendo sus labios en una mueca y dirigiendo sus ojos hacia el frente. Estaban caminando por las calles de la colonia hacia un destino que en realidad Biel no conocía de vista, por lo que se estaba dejando guiar bajo esta confianza ciega. Había pocos transeúntes a su alrededor, el cielo se había nublado un poco y la calle en sí se sentía de lo más tranquila—. Creen que soy... muy directa y hasta grosera. Pero tú lo sobrellevas bastante bien, ¿y sabes que creo? Que tú y yo nos parecemos.
—No es que lo tome como una ofensa, pero, ¿en qué sentido? —Biel no pudo disimular la duda que lo asaltaba ante aquella comparativa.
Nahomi pasó una mano por su cuello, encogiéndose de hombros.
—Por lo que vi ayer en la fiesta pareces dispuesto a llegar lejos por tus ideales —expresó con tono tranquilo y algo lento—. Luces como el tipo de persona que podría lanzarse al fuego con tal de mantener su orgullo y dignidad intactos... ¿Fue por eso que no lo pensaste dos veces antes de defender a Nathan de un abusador manipulador? ¿Porque no querías ser amigo de un chico que se deja manipular así de fácil?
Biel arrugó el entrecejo, dejándole de gustar de pronto la forma en que Nahomi estaba hablando. Tragó saliva, apretando sus labios en una fina línea recta y sintiendo el impulso de detenerse en seco, solo que no lo hizo porque no quería lucir dramático en medio de esa escena y, mucho menos, parecer que le estaba dando la razón.
—Y tú te ves como el tipo de persona que no cree que existan las acciones desinteresadas —contestó. No estaba molesto, pero debía confesar que ese modo de ver las cosas le resultaba un tanto desconcertante.
—Es verdad —concordó Nahomi con falsa indiferencia—. No creo que el ser humano sea capaz de hacer algo por alguien más... Amor, obsesión, traumas, heridas... Considero que, al final del día, todo lo que hacemos es por nosotros mismos, solo que hay personas en este mundo que lo hacen ver de forma más sencilla, y creo que tú y yo somos así.
A Biel no le gustó esto.
—Te equivocas —murmuró, tensando la mandíbula.
Quería refutar ese comentario y certeza con algo... Sin embargo, lo que le daba más pánico era saber que no podía hacerlo.
—Es por eso que tienes la maña de meterte en problemas que no son tuyos, ¿cierto? —prosiguió Nahomi, deteniéndose en medio de la calle y causando por consecuente que Biel la emulara—. No es por desinterés... Te gusta sentir que las personas te necesitan.
Biel bufó.
—¿Acaso eres psicoanalista o algo así? —musitó con tono de fastidio.
—¿No te lo dije? Mis padres son médicos, solo que ambos son psiquiatras —dijo Nahomi, haciendo un gesto al aire de forma vaga—. Supongo que es hereditario la capacidad de psicoanalizar a alguien... De todas formas, Biel, mi punto es que quizá deberías juntarte con personas que sean como tú. Me agradas mucho, así que me molesta un poco que sigas insistiendo en estar junto a gente como Cloe.
—Creo que estás siendo injusta con ella —murmuró Biel, cruzándose de brazos—. De acuerdo, dices que sabes mucho acerca de psicoanalizar y ser directa... Y sí, tal vez mis acciones jamás han sido sin ningún interés. Pero, ¿qué hay de ti? ¿Por qué te rehúsas a hablar con Cloe acerca de lo que sucedió con Grady? Si tus padres son psiquiatras, probablemente deberías saber ya que la comunicación suele ser el factor que soluciona al menos la mitad de todos los problemas.
Dibujando una sonrisa, Nahomi señaló hacia su izquierda.
—No planeo hablar con ninguna imbécil que destruyó el espíritu de Grady de la forma en que Cloe lo hizo —se limitó a responder y, luego, con un tono de voz más dulce, agregó—: Vamos, ya hemos llegado a la heladería.
Ninguno habló durante el transcurso de comprar los helados y algunas paletas de hielo. Biel no permitió que pagara todo Nahomi... No quería sentir que le estaba debiendo algo.
Debía confesar que la forma de actuar de ella chica comenzaba a ponerlo bastante nervioso. Y es que era cierto que a nadie le gustaba oír la verdad... así que Biel ahora se sentía entre frustrado, confundido y molesto con Nahomi por todo lo que había dicho.
Taoni y él volvieron en autobús para cuando el reloj dio las 7:15 PM.
Cruzaron el umbral de la puerta de su casa aproximadamente veinte minutos después. Por suerte, no hubo mucho tráfico, así que no se demoraron demasiado en el viaje de vuelta.
—¡Mamá, papá, ya llegamos! —gritó Taoni por toda la casa, corriendo a la sala y acaparando el control de la televisión para probablemente buscar uno de sus programas coloridos de animales.
—Chicos, debieron avisarme para ir por ustedes... —murmuró su padre, que estaba en el comedor revisando un par de papeles. No había señales de su madrastra, por lo que Biel no tardó en asumir que quizá había salido de compras o algo parecido.
—Lo siento —murmuró Biel sin lamentarlo realmente.
No agregó nada más al subir por las escaleras para dirigirse a su habitación. Ahí se encerró, aunque al poco rato salió solo para dirigirse al cuarto de baño y tomar una ducha.
Eso fue lo único que pudo calmar los nervios crispados que Nahomi y su padre le habían causado. Soltó un hondo suspiro al cerrar la llave de la regadera y mirar su reflejo en el espejo.
Había días en los que no le gustaba lo que había en ese reflejo... Esa mirada cansada, ese cabello alborotado y las cicatrices que había más allá de su cuerpo.
Biel apretó sus puños con fuerza, bajando la cabeza y repasando mentalmente todo lo que Nahomi le había dicho y uniéndolo con las palabras de su padre.
Sí, tendía a meterse en problemas por ayudar a otros... ¿Eso lo hacía un héroe? No, más bien era un buscaproblemas que necesitaba de la aprobación ajena más de lo que creía.
Su garganta se cerró y sus manos temblaron.
Decidió no pensar en eso y forzó a esos pensamientos abandonar su mente.
Se vistió, secó su cabello y abandonó el cuarto de baño al poco rato. No había permanecido demasiado tiempo ahí adentro, mas esos momentos habían sido lo suficiente tranquilizadores en su opinión.
Se sorprendió al saber que su padre estaba esperándolo afuera.
—Biel, ¿podemos hablar? —El hombre lucía algo hastiado y frustrado. Sus cejas estaban fruncidas hacia abajo, sus labios torcidos en una mueca y sus dedos se retorcían entre sí con notable ansiedad.
Biel no respondió, sino que se dirigió directamente a su habitación. Hizo amago de tomar el pomo de la puerta para girarlo y abrirla, pero fue detenido por su padre, que apoyó su mano sobre la pared y evitó que fuera más allá.
—Por favor —insistió él, apretando sus labios y ladeando la cabeza.
—¿Qué quieres? —Biel no pudo evitar sonar frío al dirigirse a él. Siendo honesto, no quería ni hablarle... Estaba demasiado cansado. Temía romper a llorar ahí mismo.
—Escucha, sé que dije algunas cosas que estaban fuera de lugar... —murmuró su padre. Realmente se veía arrepentido—. No creo que te estés victimizando... Sé que has pasado por muchas cosas y que esto es más difícil de lo que lo es para el resto de nosotros... Solo te pido que consideres que no eres el único que está sufriendo por adaptarse a esto.
Biel rehuyó la mirada al suelo con incomodidad mientras removía sus pies.
—Han pasado cinco años —respondió en tono bajito y esforzándose por mantener un porte inescrutable y calmado—, uno pensaría que eso sería suficiente para adaptarnos a esto... Creo que lo que sucede es que simplemente no está funcionando.
—Biel, me gustaría decir lo contrario, pero tú sabes que cinco años no bastan para borrar todo lo que pasó. —Su padre también bajó la cabeza, apoyando una mano sobre el hombro de Biel.
Él se desconcertó al darse cuenta de que su padre estaba llorando. Las lágrimas asomaban a sus ojos rojos y sus hombros comenzaron a temblar.
—Sé que es mi culpa —siguió diciendo ahora en un hilo de voz y luchando por hablar con claridad—. Gracias a mí tuviste que asumir responsabilidades que no te correspondían y atravesar situaciones que nadie debería pasar... Lo siento, Biel. Y sé que no es la primera vez que lo digo, así que justo por eso no voy a esperar que me perdones aun pasen otros cinco años..., pero te prometo que lo estoy intentando, y lo seguiré haciendo pase lo que pase...
Los sollozos hicieron incomprensibles el resto de sus palabras, por lo que Biel no tuvo claro qué dijo a continuación. Solo supo que todo ese monólogo le hizo sentir una pizca de remordimiento... aunque solo eso; nada más. Mordió con fuerza el interior de su mejilla y se quedó en un completo silencio, oyendo cómo su padre seguía llorando delante de él y murmuraba otro par de frases incomprensibles.
Ojalá fuera así de sencillo olvidarse del pasado y perdonar a su padre... Sin embargo, no podía. Sentía que eso sería seguir adelante.
Estaba seguro de que no tenía ese derecho.
.
Era de madrugada y Biel seguía sin poder dormir.
No estaba seguro de a qué se debía ese insomnio, y solo era consciente de que su cabeza no paraba de darle vueltas a diversas escenas que formaban parte de esa telaraña de su pasado. No le gustaba recordar eventos que quedaron atrás. No le gustaba sentir que estaba viviéndolos de nuevo.
Biel soltó un hondo suspiro, girándose sobre la cama por décima ocasión y volviendo a intentar quedarse dormido. Su habitación estaba mayormente oscura, siendo iluminada débilmente por el despertador sobre la mesita a su lado y la luz de luna que se filtraban por la ventana.
Era la 1:47 AM para cuando finalmente pudo quedarse dormido, aunque en realidad Biel no supo esto con claridad y solo se alegró de que su mente hubiera dejado de torturarlo.
No obstante, tampoco fue un gran placer, puesto que fue una pesadilla lo que inundó sus sueños.
Y fue aún peor despertar y darse cuenta de que solo había dormido alrededor de cuatro horas, puesto que despertó a la hora usual en la que iba a la escuela incluso si al día siguiente era domingo.
En otras palabras, Biel se odiaba intensamente a sí mismo.
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