[Capítulo 30]
—Tienes razón. Esto realmente no es de tu incumbencia.
Biel no sabía qué lo había llevado a irrumpir la escena de esa forma. Y ahora la respuesta de Gaspar solo confirmaba lo que ya sabía. Pese a esto, se mantuvo firme en donde estaba, cruzándose de brazos y dibujando una mueca determinada en sus labios.
Quizá estaba siendo un entrometido, pero por alguna razón su cabeza no estaba analizando eso como debería. Tal vez porque Gaspar era precisamente el tipo de persona que más le exasperaba conocer y encontrarse.
Apretó sus puños con fuerza, sin moverse cuando Gaspar lo tomó del cuello de su chaqueta y lo miró con rabia contenida en su mirada.
—Lo mejor para ti será que des media vuelta y dejes de ser un jodido metiche —espetó el chico, frunciendo el ceño.
Biel se burló, soltándose de su agarre.
—Lo siento, pero creo que a veces es necesario tomar este tipo de medidas para gente como tú —musitó a cambio, arreglándose el cuello de su chaqueta que había sido arrugado por Gaspar.
—Chicos, chicos —intervino Nahomi con una especie de sonrisa cómplice. Había corrido tras Biel para encontrarlo de vuelta y ahora lo veía con una ceja arqueada—, solo hay una forma de resolver esto... ¡Un juego de beber!
Esto llamó de forma automática la atención de todos, que no tardaron en reunirse en torno a la escena de la disputa y comenzaron a respaldar las palabras de Nahomi como si acabara de decir una verdad absoluta.
Naturalmente, como alguien que no solía beber y solo lo había hecho como una o dos veces en su vida, Biel titubeó.
Sin embargo, el hecho de que Gaspar también parecía querer replantearse eso hizo que Biel se sintiera más confiado, por lo que manifestó una seguridad que no sentía en su porte y dijo:
—¡Adelante! ¡Es más, quiero que apostemos! Si yo gano, dejarás de obligar a Nathan a cosas que le incomodan.
—Las cosas que hago no incomodan a Nathan —bufó Gaspar con fastidio y, acto seguido, soltó una carcajada—, pero, ¿sabes qué? Te seguiré la corriente porque pareces bastante metido en esto... Sin embargo, si yo gano dejarás de meter tus narices donde no te incumbe.
Biel sonrió.
—De acuerdo.
Irónicamente, Nathan era el único que no estaba diciendo nada.
.
—¡Shot! ¡Shot! ¡Shot! —Por alguna razón, una gran multitud de jóvenes había aparecido de quién sabía dónde y ahora eran el doble de lo que se había visto en un inicio.
Ya eran las 9:45 PM cuando Biel y Gaspar estaban sentados frente a frente en una mesa, mirándose fijamente con alrededor de diez vasos en fila delante de cada uno.
—Las reglas son simples —anunció una chica que se había encargado de llenar los vasos de un contenido que Biel no conocía. Lo único de lo que tenía certeza es que no era jugo de manzana—, el que acabe de beber primero es el ganador... ¿Están listos? ¡Ahora!
Biel no sabía cómo había llegado hasta eso.
Tampoco tenía idea del por qué lo estaba haciendo... Es más, ¡no entendía a qué había venido! A veces hacía cosas así por nada; le daba por hacer grandes problemas de cosas que en realidad no eran ni el gran asunto ni que tampoco le competían. Tal vez era porque existía cierto tipo de personas a las que de ninguna manera podía tolerar, y eran estas la que lograban sacarlo de quicio y lograban que hiciera cosas de forma abrupta e imprudente.
El primer trago quemó en la garganta de Biel y se sintió tentado a escupirlo. Sabía raro y hasta ácido; en realidad y si lo pensaba bien, no sabía a nada. No tenía idea de qué era y ciertamente no estaba planeando averiguarlo.
En cambio, se concentró en seguir bebiendo. Sintió que iba bastante lento y una sensación de angustia creció en su pecho; no era particularmente competitivo, pero no planeaba perder ese juego de ninguna manera. Tosió con fuerza al acabar el quinto vaso, y no tuvo tiempo de darse un respiro antes de ir a por el sexto.
No sabía cómo le estaba yendo a Gaspar, mas esperaba que no fuera mejor... Daba igual.
Dejó de pensar en esto cuando acabó el último vaso de un trago, dejándolo en la mesa de golpe y poniéndose de pie mientras exclamaba:
—¡Acabé primero!
Algunos jóvenes exclamaron en respuesta y vitorearon como por simple inercia, aunque otros se quedaron mirando hacia Gaspar con gesto expectante.
Al bajar la cabeza, Biel advirtió que el chico parecía estar sufriendo y se sujetaba el estómago con fuerza. Y así, sin decir nada, se levantó de su asiento con la mano sobre su boca y se alejó de todos. Había acabado de beber los diez vasos poco después de Biel...
Tal vez no tenía tanta tolerancia al alcohol como la tenía con el cigarro, aunque de todas formas seguía resultando extraña la reacción que había tenido.
Como si esto no tuviera importancia, la mayoría de los presentes no tardó en olvidarse de eso a los cinco segundos y reanudar su fiesta. Era temprano, aunque ya un gran porcentaje estaba borracho y drogado... Muchos seguramente solo habían ido para eso y no porque estuvieran interesados en convivir con otros.
Biel parpadeó varias veces, llevándose una mano a la cabeza cuando sintió que todos esos tragos comenzaban a pasarle una cruel y dolorosa factura.
No había sido una buena idea aceptar eso... Y ni siquiera sabía qué tanto valor tenía una "apuesta" de un juego de beber.
Estaba actuando como un idiota.
—Te facilité las cosas, ¿no es verdad? —murmuró Nahomi al acercarse a él y rodearlo en un abrazo para tener un pretexto de hablarle al oído.
—¿Uh? —fue lo único que pudo responder Biel, ya lo suficiente confundido a causa del alcohol que comenzaba a tomar posesión de sus sentidos.
Si no sueles beber, es de lo más normal que tu reacción a diez shots de alcohol de golpe no sea la mejor.
—Gaspar sufre de Celiaquía —confesó Nahomi con una risita por lo bajo—, una reacción inmunológica al gluten... y me aseguré que ese vodka que les dieron estuviera hecho a base de eso...
Biel estaba demasiado mareado como para entender que Nahomi había usado su reacción imprudente en busca de ayudar a Nathan como una forma aparente de vengarse contra Gaspar por algo que él no estaba seguro de entender.
—De todas formas, debo irme —agregó Nahomi, retrocediendo un paso y dibujando una amplia sonrisa en su semblante—. Parece que Nathan quiere hablar contigo y yo debo ir a visitar a otros amigos... ¡Hasta pronto!
Sin agregar algo más, Nahomi se giró sobre sus talones y se desapareció entre la multitud de personas. Biel frunció el ceño, frotándose los ojos con cierto cansancio. La música comenzó a parecerle demasiado estruendosa y su alrededor se tornó algo distante.
—¡Biel! —Oyó que lo llamaba la voz de Nathan, aunque también se sintió como si le estuviera hablando bajo el agua.
Al buscarlo con la mirada observó que el chico en cuestión estaba delante de él, viéndolo con una mezcla de molestia y confusión. Acto seguido, lo tomó de la muñeca y lo arrastró lejos de ahí.
Salieron al patio delantero, que estaba bastante despejado en comparación con el trasero.
Ya debían ser las diez de la noche a juzgar por lo oscuro que se veía el cielo. Biel parpadeó varias veces, ahora mirando a Nathan y la forma en que parecía costarle mantener la calma.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Qué se supone que significa esa escena que hiciste? —cuestionó Nathan. Realmente se veía enojado... y eso sería más aterrador si Biel estuviera en sus cinco sentidos—. Estabas hablando de cosas incómodas para mí... Pero, ¿tienes idea de lo incómodo que fue eso para mí? ¡No lo entiendo! Ni siquiera somos amigos cercanos, ¿cuál es el punto de llegar de la nada y pretender que de pronto lo somos?
Biel frunció los ojos.
Descubrió que no le gustaba estar borracho.
—Gaspar es un idiota... —contestó, arrastrando las palabras y sonriendo.
Nathan lo miró, incrédulo.
—Pareciera que nunca en tu vida has tomado nada —musitó con duda. Se pellizcó el puente de su nariz, soltando un hondo suspiro—. Mira, Biel, idiota o no, no puedes llegar a interrumpir de esa forma... Eres amable, pero no eres nadie para hacer eso.
—¿Y Gaspar lo es? —cuestionó Biel, cruzándose de brazos y tambaleándose un poco al dar un paso hacia atrás. La lucidez lo iluminó un poco... solo por unos instantes—. ¿Gaspar es ese "nadie" para hacerte hacer cosas que no quieres? Puedo verlo... ¡Todos pueden verlo! ¿Por qué tú no? ¿Cuál es el punto de ser amigo de alguien que claramente no se interesa por ti? ¿Es porque se conocen desde niños? ¿El tiempo de conocerse le da derecho a tratarte así?
—No conoces a Gaspar, Biel —exhaló Nathan, ladeando la cabeza—, tampoco me conoces a mí.
Biel lo señaló con su índice de forma acusatoria.
—No los conozco —repitió—, pero aun así puedo darme cuenta de que no son amigos... Realmente quieres alejarte de él, ¿cierto? Tienes razón... La forma en que intervine no fue la correcta... pero no se me ocurría otra cosa para hacerte verlo como es...
—¿Por qué te importa tanto? —Nathan se veía genuinamente confundido—, ¿por qué te importa lo que yo sienta respecto a mi amistad con Gaspar?
—Porque odio a la gente como Gaspar. —Biel se encogió de hombros—. Odio que la gente como Gaspar se salga con la suya... Odio que gente como tú lo siga de esa forma...
Luego, se giró hacia un lado y vomitó.
Fue una sensación desagradable y, al mismo tiempo, de alivio.
Retrocedió un par de pasos, casi cayéndose de espaldas de no ser porque Nathan lo tomó de los hombros y evitó que esto sucediera.
—Eres un desastre —murmuró el chico, rodando los ojos y mirando hacia el cielo—. ¿A qué clase de idiota se le ocurre involucrarse en un juego de beber si no lo va a soportar?
—Mi tolerancia al alcohol no tiene nada que ver con mi orgullo de ganar un juego —balbuceó Biel, entrecerrando los ojos y dejándolos cerrados por unos instantes.
Cuando volvió a abrirlos, el paisaje se veía más alto.
Resultó que Nathan lo estaba cargando a cuestas de la forma en que los niños comúnmente denominaban como "de a caballito".
Biel estaba demasiado mareado como para protestar, así que se resignó y soltó un suspiro.
—¿A dónde vamos? —preguntó ya algo distanciado, mirando por encima de su hombro que solo se habían alejado unos metros de la casa de Gaspar.
—¿Tu casa está lejos de aquí? —cuestionó Nathan en su lugar—. Mejor dicho, ¿recuerdas tu dirección? Podría llamar a un taxi y hacer que te lleve a tu casa...
—¿Sabías que los albinos son como los vampiros? —intervino Biel a cambio, dando un brusco cambio de tema con tono vago y distraído. La luna sobre su cabeza se veía muy grande y hacía un delicado contraste con la oscuridad que la rodeaba y las pequeñas estrellas que había sobre el firmamento—: El sol les hace daño, su piel es muy pálida y les va mejor salir de noche...
Nathan vaciló.
—¿Qué? —cuestionó—. No, Biel, te estoy preguntando que en dónde queda tu casa...
—Tienes dos remolinos en el cabello —notó Biel en voz alta—, yo también tengo dos remolinos en el cabello... Es muy raro...
—Biel, ¿puedes prestarme atención por un momento?
—¡Hey, mira allá! Son Jack y Olivia.
—¿Q-quiénes?
Una cuadra más adelante se podía visualizar a dos jóvenes que parecían haber llegado en taxi hasta ahí. Pese a eso, ahora se encaminaban a la fiesta y lucían atuendos costosos y notablemente caros. Olivia usaba un vestido hermoso de color carmín, y Jack una chaqueta de cuero de color oscuro con un pantalón grisáceo.
—Acaban de llegar en un taxi —tarareó Biel—, ¿ustedes no tienen chofer como el resto de los niños ricos de la escuela...?
Jack y Olivia habían estado lo suficiente cerca como para oír lo que había dicho. Y Biel debió haber mencionado algo importante, puesto que ambos se tensaron al oírlo y se miraron entre sí con vacilación.
—Tú, maldito... —comenzó diciendo Jack, enojado.
—Está algo borracho. No sabe lo que dice —no tardó en excusarlo Nathan con una media sonrisa que gritaba "¡Por favor, sigan adelante!".
Después, Biel ya no supo qué pasó.
Quedó inconsciente a los pocos instantes.
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