[Capítulo 27]
Biel llegó a casa un tanto exhausto emocional y físicamente.
Había vuelto a casa en bicicleta, decidiendo que no tenía caso dejarla por más tiempo en la escuela... Nunca se sabía qué podía pasar a final de cuentas. Así que casi arrojó su bicicleta al cruzar por el patio delantero, soltando un hondo suspiro al abrir la puerta de su casa y dejar su mochila por ahí.
Cerró la puerta detrás de él, hundiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y observando que Taoni estaba en el sofá de la sala viendo la televisión. La madre de ella estaba cortando un par de jitomates y no había señales de que su padre anduviera por ahí.
Era sorprendente lo silenciosa que podía permanecer la casa en un día cualquiera. Biel se encogió de hombros, yendo directo a su habitación.
No hizo mucho ahí. Tomó una ducha, se recostó sobre la cama acabando un par de apuntes y, poco después, se quedó profundamente dormido.
No soñó con nada.
.
Había despertado media hora antes de lo usual.
Esto hizo que llegara más temprano al instituto.
Sorprendentemente, se encontró con que Cloe también había llegado antes de la hora del timbre. La chica parecía no haber dormido bien anoche a juzgar por las ojeras que había marcadas en su rostro. Esto hizo que Biel se sintiera mal de golpe, torciendo sus labios en una mueca y rascando la palma de su mano con inquietud.
No se lo pensó dos veces antes de acercarse a ella y dejarse caer en la silla a su lado. Al principio no dijo nada, notando que el resto del aula seguía en su mayoría vacía. Luego tensó la mandíbula, volviendo sus ojos hacia Cloe.
—Siento haberme involucrado ayer entre lo de Nahomi y tú —se animó a decir Biel incómodo.
Esto hizo que Cloe lo viera de inmediato algo sorprendida.
—¿Uh? ¿Me estás pidiendo disculpas? —inquirió notablemente confundida, ladeando la cabeza—. Pero... no hiciste nada malo. Tenías curiosidad, es normal que quisieras saber lo que había pasado...
Biel sacudió la cabeza en negación.
—No tengo por qué saber nada que tú no quieras contarme por ti misma acerca de ti —contestó, apoyando su mentón sobre el dorso de su mano y analizando a Cloe con la mirada—. Incluso si somos amigos, no es que nos conozcamos desde hace mucho tiempo... E incluso si fuera así, no es responsabilidad tuya explicarme nada. De todas formas, sé que el tema te hace sentir incómoda así que siento haberlo sacado.
Cloe no respondió de inmediato, bajando la cabeza y jugueteando con sus pulgares en ademán nervioso. Sus ojos se tornaron cristalinos por unos segundos, apretando sus labios con fuerza.
—Espera, ¿estás llorando? —Biel no quiso sonar hiriente con la sorpresa que no pudo ocultar.
—¿Qué? No —murmuró Cloe avergonzada, sonrojándose y sorbiendo su nariz—. Es solo que realmente eres considerado y amable... No estoy acostumbrada a conocer a gente así.
—¿Eso es un cumplido? —preguntó Biel con tono de humor, haciendo sonreír a Cloe—. Me imagino que tampoco sueles encontrarte con chicos con TOC que tengan un particular gusto por la música —agregó, arqueando las cejas—. Supongo que soy un unicornio para ti.
La sonrisa en los labios de Cloe se hizo más cálida y curvada, mirando a Biel a los ojos con notable confianza y alegría.
—Sí. Vamos a decir que eres mi unicornio —bromeó.
Esto zanjó la tensión de antes. Al menos ahora Biel ya no sentía que había cometido un desliz cerca de ella.
.
No hubo mucho qué decir sobre el resto del día.
—Ayer tampoco estaba Nathan en la cafetería —comentó Biel se forma vaga ya cuando había sonado el timbre para los clubes. Lo habría puntualizado antes de no ser porque creyó que quizá se lo encontraría en un sitio diferente al club... ¿Sería que Nathan ya no estaba interesado en formar parte de su grupo de amigos? Sería un sentimiento válido, pero igual no pudo evitar pesarle en el pecho como el hierro.
—Es verdad —murmuró Cloe como apenas reparando en eso. Miró a su alrededor, cruzándose de brazos y frunciendo un poco el entrecejo—. Me pregunto si tendrá mejores cosas que hacer... Ahora que lo pienso, recuerdo haberlo llegado a ver en el club de fútbol. —Pareció haberlo mencionado sin una razón aparente y solo porque se le había venido a la cabeza.
Biel se sorprendió un poco. Aunque luego ligó esto a lo que había oído mencionar a Gaspar.
—¿En serio? —cuestionó con toque pensativo. Trató de imaginarse a Nathan como un fanático del fútbol y la idea le resultó surrealista y hasta extraña.
Cloe asintió varias veces.
—Nunca lo vi jugar —admitió—, pero ya sé porque me resultaba conocido... Sentía que lo había visto antes y seguro que es de eso.
—¿Así que dejó de jugar para unirse al club de música? —teorizó Biel, asumiendo que Nathan probablemente se había dado cuenta de que prefería la música por encima del deporte y había elegido lo que le hacía más feliz.
Encogiéndose de hombros, Cloe apoyó sus manos en su cintura.
—La verdad no sé —dijo con genuina ignorancia respecto al tema—. Algunos dicen que tuvo desacuerdos con los miembros del club y otros que se lastimó jugando... Pero, como tú dices, eso no nos compete a nosotros, ¿cierto? Igual espero que vuelva a la cafetería. Era lindo hablar con él.
Biel concordó con sus palabras.
Se separaron poco después para que cada quien se dirigiera a su club.
Ahí se encontró con Nathan justo como lo hizo el día de ayer. Muy apenas intercambiaron una mirada siendo que el chico estaba de lo más atento a la punta de sus zapatos. Se veía algo cansado y aburrido.
—¿Por qué la cara larga? —preguntó Biel, sentándose junto a él y observando que había llegado más tarde que el día anterior, siendo que ya el aula estaba mayormente llena.
—Casi nos matan en educación física —ironizó Nathan, pasando una mano por su cuello y meneando la cabeza—. Creo que sigo cansado por eso.
Biel asintió, decidiendo creerle incluso si sabía que la mirada que tenía no era solo por "estar cansado de algún tipo de actividad física".
El problema de Biel es que a veces no sabía qué preguntas eran de un amigo preocupado y cuáles de un entrometido. Temía cruzar la raya. Temía volver a entrometerse demasiado donde no le correspondía.
Temía ser excluido y no tener amigos... Aunque más que un miedo al abandono, era un miedo a dejar la rutina y la seguridad que le ofrecía una zona de confort.
Dejó de pensar en eso cuando Adam llegó.
—Lamentablemente, Grady se enfermó bastante hoy y no pudo venir —informó el hombre con seriedad y peso en sus palabras, apretando sus labios en una fina línea recta y colocando sus manos por detrás de su espalda. Bien ya había notado su ausencia entre clases, aunque no advirtió en la gravedad del asunto hasta ese momento—. Les entregaremos sus resultados de la prueba teórica el lunes porque vendrán acompañados de los resultados de otras pruebas pequeñas que se estarán haciendo esta semana. Sino cumplen con lo necesario para seguir adelante, los sacaremos del club y uniremos a otros miembros que lo valgan más que ustedes.
"Que lo valgan más". La frase no era particularmente inspiradora y Biel se preguntó si tenía como objetivo infundir miedo en los demás.
Se removió en su asiento con algo de incomodidad cuando Adam anunció que todos debían tomar sus instrumentos de dominio. Les daría una partitura que debían tocar al pie de la letra... Nadie ahí rechistó, pues no tenía caso hacerlo.
Porque se suponía que eran afortunados por estar ahí en ese club y debían hacer todo lo que les dijeran, y debían esforzarse sin pensarlo... y debían mantenerse a la expectativa que les tenían.
Biel comenzó a preguntarse si el ambiente de la industria de la música siempre era así.
.
El día miércoles comenzó con una torrencial lluvia.
Grady tampoco fue ese día. No se encontraron con Nathan en la cafetería y no averiguaron a cambio en dónde estaba. Algunos profesores faltaron porque al parecer estaba comenzando una epidemia de gripe en la escuela.
Todo apuntaba a que sería un día aburrido y de esos donde dan ganas de quedarse en casa con una taza de chocolate caliente.
A la hora del club ni siquiera hicieron demasiado y acabaron la prueba musical para los que faltaron el día de ayer. Biel no se puso muy nervioso esta vez, quizá porque había limpiado con antelación la guitarra que eligió y repasado múltiples veces la canción que le había tocado.
Tampoco tuvo mucha tarea, así que salió de la escuela sin un peso en los hombros.
—¿Vas a ir a la fiesta de Gaspar? —Unas jóvenes hablaban en voz baja (en realidad, no tanta) cerca de él. Cloe caminaba codo a codo de Biel y tenía sus ojos fijos en el nublado cielo a espera de que llegaran a recogerla.
—¡Por supuesto! —exclamó la segunda amiga con tono eufórico y contento, elevando la agudez de su voz—, todos van a ir... Seguro que esta será otra de sus grandes fiestas. Debió haberla hecho la primera semana, ¿no crees?
La primera chica se rio como si le hubiera contado un gran chiste y la segunda le imitó. Ambas se alejaron a través del patio bajo un paraguas sin agregar algo más que risas tontas entre sí.
—Oh, ya he oído demasiado sobre esa fiesta —suspiró Cloe con fastidio, pellizcando el puente de su nariz y torciendo sus labios en una mueca.
Esto llamó la atención de Biel. ¿Las chicas se habían referido al Gaspar que él conoció?
—¿En serio? Creo que es la segunda vez que oigo hablar a alguien al respecto —puntualizó Biel pensativo.
Cloe se rio entre dientes.
—Es que en mi club no dejan de hablar de qué vestidos van a confeccionarse para asistir —explicó.
—¿Y tú vas a ir?
La risa de Cloe se hizo más notoria al grado de volverse una carcajada.
—Ya debes saber que no tengo buena relación con el resto de la escuela luego de lo de Grady —dijo, bajando la cabeza—. No tiene caso alguno que vaya a una fiesta que sé que no disfrutaré... Además, he oído que Gaspar es un patán de primera que busca manipular a sus amigos. Sinceramente no tengo ánimos de convivir con un pedazo de porquería como él.
Biel parpadeó varias veces.
—He visto que parece que Gaspar y Nathan son amigos —agregó sin poder evitar resaltar la sospecha que surgía de su parte al respecto.
Cloe alzó las cejas.
—Hum, es cierto —concordó—, debo haberlos visto juntos en una que otra ocasión... Sinceramente creo que Nathan es un gran y amable chico, pero está siendo un idiota si cree que Gaspar en serio es su amigo. Desconozco su situación, mas dudo que a Gaspar le importe alguien más que no sea Gaspar.
—¿Crees que Nathan vaya a esa fiesta? —Biel no pudo evitar sentirse un tanto alterado ante esta idea. No era particularmente cercano a Nathan y apenas lo conocía desde hace unos días... Sin embargo, no era un idiota. No era alguien que dejaba pasar algo como esto si simplemente tenía la oportunidad de actuar en contra.
Cloe lo pensó por unos momentos.
—De nuevo, no conozco a Nathan realmente —se limitó a decir—. No sabría decir lo que hará o no... Pero es probable que esté ahí, aunque lo digo basado en que no luce como alguien que se niegue a la invitación de una fiesta. —Saludó hacia un auto que se había detenido más allá de la escuela—. Ya llegaron por mí. Debo irme.
—Ah, ¿ya mejoró tu chófer? —inquirió Biel.
—Sí, ya está mejor... —Cloe sonrió, mirando hacia el cielo y viendo que ya había dejado de llover—. Adiós, Biel.
Él la despidió con un ademán de mano.
Y luego, su mente volvió al tema de la fiesta de Gaspar.
No
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