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[Capítulo 26]

La hora del club llegó más rápido de lo que Biel había previsto.

Se había dirigido de forma directa hacia allá teniendo en cuenta que Cloe muy apenas le había dirigido la palabra. Tenía miedo de que la chica realmente se hubiera enfadado con él, mas era difícil averiguarlo cuando ni siquiera podía hablarle...

Biel suspiró frustrado, pasando una mano por su cabello y observando que había llegado considerablemente temprano al aula de música. Ahí solo había unos tres estudiantes sin contar a Grady, aunque sí reconoció a Nathan, encontrándose sentado en el mismo sitio que ayer, por lo que se dirigió hacia él.

—Hey, no te vi en la cafetería —comentó Biel de forma vaga mientras arqueaba las cejas y se dejaba caer en la silla contigua a la de Nathan, que le miró de soslayo y se encogió de hombros.

—Será porque no estaba ahí —respondió Nathan con un toque fallido de humor. Ladeó la cabeza, apretando los labios y añadiendo—: Estaba con otros amigos...

Esto no produjo una buena espina en el radar de Biel.

—¿Amigos? —repitió, preguntándose si serían los chicos que había visto cerca de él antes.

—Sí, ya conociste a Gaspar, ¿cierto? —murmuró Nathan, ahora restándole importancia al asunto con cierto toque nervioso.

Biel frunció el ceño, pero decidió que ya había intervenido demasiado en vidas ajenas, por lo que se mordió el labio inferior y dejó ir el asunto poco después.

Alrededor de unos diez minutos más tarde, el aula ya se había llenado. Grady había aparecido y ahora miraba un conjunto de papeles con el entrecejo arrugado de pie frente a los presentes. También estaba ahí Adam, solo que él estaba sentado tras el escritorio con una laptop frente a él que veía con ojos analizadores. Al rato también apareció la profesora Salazar, que Biel tuvo que hacer memoria para recordar que, al parecer, era la asesora del club.

Se removió en su asiento con aire inquieto cuando notó que los alumnos que yacían ahí guardaron silencio casi de golpe, prestando atención a la profesora Salazar, quien se había colocado al lado de Grady y puesto sus manos por detrás de su espalda.

—Antes de tratar de crear actividades y reuniones, deben recordar que todo eso tendrá que pasar por mí —informó la mujer con tono serio—. No voy a poder negar que no estoy tan interesada en la música como el resto de ustedes, por lo que a diferencia del Sr. Adam no podré servirles de guía en ese aspecto... Sin embargo, si se les ocurre pasar por alto mi autoridad en este club se verán las consecuencias directamente con el director —agregó empleando un tono de voz más serio. Luego, miró a Grady, como expectante.

El chico carraspeó con la garganta. No se le veía nervioso, pero tampoco precisamente cómodo, puesto que movió de vez en cuando sus pies sobre el suelo y sus pupilas recorrieron varias veces el aula aun cuando trataba de esforzarse en mantenerlas en el frente

—La idea de hoy es hacer un diagnóstico de sus capacidades —informó, viendo ahora de soslayo a Adam—. Incluso si me tomé la libertad de elegirlos de acuerdo a los criterios que se consideraron acordes, debo insistir en recordarles que ninguno de ustedes es indispensable ni sus puestos permanentes. Si no son capaces de seguir el ritmo de los demás los echaremos sin mayor remedio... Además de que se estarán haciendo pruebas continuamente sin su consentimiento para asegurarnos de que estén tomándose esto en serio.

Grady se oía como si fuera un profesor de cuarenta y tantos años que ya había tenido décadas de experiencia con montones de alumnos en la industria de la música. No obstante, se veía de lejísimos que ese discurso lo había ensayado muchas veces, o al menos eso percibió Biel a juzgar por el tono monótono que empleó y la forma en que pronunció cada una de las palabras.

—Habiendo dicho eso —intervino Adam, levantándose de su asiento y tendiendo su mano hacia Grady, que le entregó las hojas que había estado sosteniendo—. Tienen media hora para responder este examen teórico de música.

Como cabía esperar, muchos entraron en pánico ante la sola palabra "examen" y algunos murmullos mezclados con quejas no tardaron nada en hacerse oír.

—Por supuesto, soy más que consciente que un solo examen teórico no determinará su habilidad musical ni talento —prosiguió Adam, alzando su voz para ahogar las quejas que lentamente murieron por la resignación. Poco a poco, fue entregando los exámenes a todos junto a un lápiz individual que tomó de su escritorio—, sin embargo, como músicos deben conocer ya la importancia de la teoría musical, por lo que al menos esperamos de ustedes que estén familiarizados con el 50% del nivel intermedio.

Biel sintió una punzada en su corazón, sintiendo que el miedo lo invadía. Bien, sabía leer una partitura de nivel intermedio, pero lo cierto era que no siempre le daba su respectiva importancia a la teoría musical, y es que le era muy difícil estudiar para él todo lo que viniera de un pedazo de papel. Torció sus labios en una mueca, tomando su examen cuando le tocó a él y apretando sus labios con fuerza cuando empezó a leer las preguntas mientras oía de forma vaga a Adam decir que ya podían comenzar.

Empezó a entender por qué era difícil entrar al club de música... No era solo porque resultaba complicado pasar la primera audición, sino porque estarían en constante prueba. Es decir, tenía sentido estando en un instituto donde el club de música se tomaba muy en serio, mas aun así a Biel le pesó en el pecho la idea de nunca tener la seguridad de su puesto en ese club.

Los cables de su cerebro empezaron a fundirse entre sí, y no es que las preguntas fueran particularmente difíciles, sino que solo, por alguna razón, le costaba conectar sus ideas. Y el ruido que estaba haciendo el zapato de alguien al golpear contra el suelo no ayudaba. Y el chicle pegado en la suela del tenis de otro alguien en el que de pronto advirtió tampoco mejoró su concentración.

"Utilizando el conteo de 4 partes en métrica de 4/4 ¿donde debemos colocar silencio de semi-corchea para que suenen las posiciones i an a?". No podía pasar de la primera pregunta. Se sentía una decepción.

No fue hasta que se dio cuenta que faltaban diez minutos que finalmente su cerebro se dignó a concentrarse y suspiró, empezando a responder el examen. Por suerte, la mayoría de las preguntas eran de opción múltiple, pero había otras que eran de respuesta abierta y muchas más de completar un pentagrama.

Para cuando Adam anunció que se había acabado su tiempo, Biel acabó por responder la última pregunta. Su corazón latía como loco, y se preguntó si necesitaba sentir algún tipo de presión para poder pensar como correspondía.

Sabía que se había equivocado en una que otra, pero la certeza de que la mayoría estaba bien ahora se sentía como un gran alivio en su cuerpo. Parpadeó varias veces, diciéndose a sí mismo que, considerando que no había estudiado nada, le había ido genial.

Aunque, por supuesto, esta seguridad no tardó en aparecer cuando múltiples preguntas atacaron su mente cuando oyó a algunos estudiantes hablar detrás de él... ¿Sí había respondido "compás" donde debió haberlo hecho? ¿Había puesto la opción c en la pregunta 3? ¿Y si se había equivocado?

Estos pensamientos se evaporaron de golpe al oír a Grady hablar, interrumpiendo en el proceso las conversaciones de algunos jóvenes sentados atrás.

—De acuerdo a sus respuestas y su puntaje es probable que algunos deban abandonar el club al no cumplir con la expectativa esperada —dijo él sin siquiera sentirlo un poco. Había dejado de lucir ansioso y ese rostro inexpresivo de antes volvió—. Sin embargo, también determinará quiénes se volverán suplentes en las bandas que planeamos crear... Habrá dos a lo largo de los próximos cuatro meses. Primero tenemos a la banda que participará en el festival de música representando nuestra escuela, y por otro lado tenemos a la banda instrumental que participará en conjunto con el club de teatro para el concurso de artes mixtas.

—Eso básicamente resume el objetivo del club —agregó Adam, que había permanecido en silencio todo ese rato. No parecía particularmente interesado en tener algo qué decir, y mucho menos la profesora Salazar, quien en algún punto de la hora se había ido—. No obstante, también habrá pequeñas actividades a lo largo del semestre, como el concurso interno de música en el teatro de la escuela o el apoyo que estaremos brindando en las marchas que se dan durante las semanas festivas. El propósito es fomentar las relaciones entre nosotros y crecer como músicos y personas... Probablemente muchos se vayan y vengan a lo largo de esta semana, así que tal vez no haya tenido caso aprenderme el nombre de algunos de ustedes, pero con sinceridad espero que nunca abandonen el camino de la música.

El timbre de la hora los sobresaltó a todos, puesto que todos estaban ensimismados en lo que decía Adam que por un instante se olvidaron de que ya faltaba poco para que se acabara la hora. Biel miró a su alrededor, un tanto despistado a la vez que se frotaba los ojos y tragaba saliva.

Adam ya no agregó nada más, inclinando su cabeza a modo de despedida hacia los estudiantes que ya se estaban poniendo de pie para abandonar el aula.

—Tengo cosas que hacer, así que me daré algo de prisa —comentó Nathan a su lado, levantándose de su asiento casi de inmediato y yendo a recoger su mochila que había dejado como los demás hasta el fondo del aula. Biel también lo imitó, ya sin despedirse cuando lo vio salir sin pensarlo dos veces del salón.

Esperó a que todos se hubieran ido antes de decidirse a hacerlo él también, puesto que prefería salir sin necesidad de tener a un montón de adolescentes empujándolo y teniendo contacto físico innecesario con él. Meneó la cabeza al empezar a caminar por el pasillo, volviendo a replantearse sus respuestas en el examen sorpresa que acababa de tener.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que en algún momento dejó de prestar atención por dónde caminaba con la certeza de que el pasillo estaba despejado, mas se volvió notorio que no era así cuando, abruptamente, el rostro de Biel chocó contra una superficie sólida.

No iba a una considerable velocidad, por lo que solo se tambaleó hacia atrás algo atontado y pestañeó con fuerza. No había chocado contra una pared, eso quedaba claro.

Más bien, era una persona.

Biel alzó su cabeza al advertir que era más alta que él, cayendo en la cuenta de que se trataba de un hombre... En realidad, ya lo había visto antes.

Sus ojos se abrieron de par en par al ver que era el padre de Grady.

—Usted... —comenzó diciendo Biel, ladeando la cabeza y tratando de conectar sus palabras con los pensamientos que recorrían su cabeza.

"Usted es un terrible padre". Quizá por ahí podría comenzar, pero, de nuevo, tal vez eso lo haría ver como un entrometido.

Tal vez sí lo era y ya. Era más molesto fingir consigo mismo que no lo era.

—... es el padre de Grady, ¿cierto? —finalizó Biel su frase de la forma diplomática que le sugirió su mente con una media sonrisa asomando a sus labios.

El hombre arrugó el entrecejo, cruzándose de brazos.

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó con cierto recelo.

—Creo haberlo visto antes junto a Grady —se limitó a responder Biel sin entrar en detalles por su propio bien.

—Padre. —Una voz intervino. Parecía que acababan de invocarlo con decir su nombre.

Grady había llegado también desde el pasillo y la misma dirección que Biel. Sus ojos lucían confundidos y miraba a su padre con un rastro de confusión, inquietud y duda.

—¿Qué haces aquí? —prosiguió el chico con tono algo molesto. Biel no era ningún genio, pero sabía que ese tono no se empleaba hacia alguien a quien apreciabas y cuyo afecto era recíproco.

—Vine a hablar con Adam acerca de un juego concurso que halló para ti —respondió su padre igual a secas—. Es dentro de dos semanas.

—¿Piensas volver a organizar otro sin que yo me entere?

—Te estás enterando ahora, ¿no es verdad? —Fue lo último que el padre de Grady dijo antes de seguir avanzando por el pasillo y perderse al virar por él. Caminaba con paso lento y pesado. Se veía como de esas personas que no pedían cosas sino las demandaban.

Biel miró a Grady, notando que él tenía sus puños apretados a más no poder y sus ojos fijos en el suelo.

—Él no debería hacerte eso —murmuró Biel en un volumen de voz apenas audible y también bajando la cabeza.

Grady bufó.

—Tú no sabes nada —espetó con amargura, dando media vuelta.

—Sé que ya no debes disfrutar la música como seguro lo llegaste hacer antes —aseguró Biel, arqueando las cejas.

—¿Acaso te importa lo que haga o no?

—Quizá no tenga razones para hacerlo... Pero sé lo que se siente vivir en un engaño. Sé cómo es vivir para pretender delante de los demás. Tal vez podría ayudarte.

Sin embargo, no tuvo una respuesta después, porque para cuando alzó la mirada, Grady ya se había ido.

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